El autor recuerda a los ministros la necesidad de valorizar, con nuevas ideas, una práctica vital en la vida de la fe, el culto de familia.
En las Sagradas Escrituras aparecen claramente dos conceptos complementarios: la salvación individual del creyente (Rom. 10:13) y el interés de Dios por el núcleo familiar. El Dios que creó al individuo, también estableció la familia y desea que ella participe del culto (Deut. 6:6-9), sea fiel (Jos. 24:15) y alcance la salvación (Hech. 16: 31).
Es cierto que en muchos casos el Evangelio divide, a causa de que algunos miembros del núcleo familiar no aceptan el Evangelio (Mat. 10: 35). Sin embargo, cuando lleguen los días de la lluvia tardía, la profecía dice que se producirá un hermoso proceso de conversión, el cual afectará a muchas familias pues “El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres” (Mal. 4: 5,6). El diablo sabe que la influencia de una familia en manos de Dios se torna poderosa. Quizá por eso haya redoblado sus esfuerzos con el objetivo de destruir el altar de la familia en muchos hogares, incluso en los nuestros, los obreros. Pero cada día es una nueva oportunidad que aprovechan los sensatos. Vamos a reconstruir eso que nunca debió haber sido demolido y vamos a renovar nuestra comunión con Jesús.
En el Nuevo Testamento tenemos casos inspiradores de hermanos que habían hecho de su casa una iglesia (Col. 4:15). Para algunos no será fácil la reconstrucción, pero será de gran ayuda si nos fijamos objetivos santificados por los cuales trabajar juntos. Por ejemplo: hagamos una lista de oración de familiares y amigos por los cuales trabajar para llevarlos a Cristo. Podemos establecer un proyecto misionero para llevar adelante como familia, como por ejemplo el Proyecto Pionero, a fin de establecer una nueva congregación. También podemos unirnos al objetivo que tiene la hermandad adventista en Sudamérica para 1989: desarrollar un Seminario de Revelaciones del Apocalipsis por familia. Sin duda que, con espíritu de oración, el Señor lo ayudará a encontrar diversas opciones, pero sea cual fuere el proyecto, será bueno comenzar bien el año a fin de tener el tiempo suficiente para ver germinar, crecer y fructificar la buena simiente. Que la gracia de Dios, querido colega, sea con usted, con su hogar y también con el mío.