Lo que piensan dos hijos de pastor, un pastor y una esposa, acerca de la vocación ministerial.

Abarcante como es, el ministerio pastoral no es una vocación que afecta solamente al pastor. La esposa y los hijos nunca quedan al margen. De alguna forma, en algún momento, son alcanzados por las alegrías y las tristezas, las conmociones y las emociones, por los reveses y los triunfos de este trabajo sagrado. A propósito del Día del Pastor (último sábado de octubre), Ministerio recabó las impresiones de un pastor, una esposa de pastor y dos hijos de pastores, de regiones distintas de la División Sudamericana, con respecto al pastorado.

Nacido en el Paraná, Rep. del Brasil, el pastor David Marski es primogénito del pionero Geraldo Marski. Tiene dos hermanos pastores (Artur y Paulo), es suegro de pastor y su esposa, Ruth, también estudió Teología. Padre de dos hijos y abuelo de tres nietos, el pastor David sirve a la causa de Dios desde hace 37 años, habiendo trabajado en la antigua Asociación Paulista, Asociación Sur Paranaense, Asociación Paulista del Este y, actualmente, en la Asociación Paulista Central, donde pastorea un distrito en Hortolándia, todas situadas en aquel país.

Simone Damm Zogaib Mardones es esposa del Pr. Carlos Henrique Mardones. La pareja tiene dos hijas y hace 21 años dedica sus talentos a la obra de Dios. Ya sirvieron en la Asociación de Espíritu Santo, Asociación Pernambucana y Misión Sergipe Alagoas. Él, como director de Publicaciones y pastor de iglesia, función desempeñada actualmente en Aracaju, SE. Con un bachillerato en Música, Licenciatura en Pedagogía y Maestría en Educación, Simone coordina los cursos de posgraduación de la Facultad de Administración y Negocios de Sergipe, y es docente en la Facultad Amadeus. Es autora del libro Quando Eu Mando, Vocé Nao Obedece (Cuando yo ordeno, no obedeces) y coautora de Fiestas al Senhor (Fiestas al Señor), libro de programaciones para la iglesia, escrito junto con otras dos esposas de pastores.

Ornella Borgiattino nació hace 12 años en el hogar de Elizabeth Guido Luxen y Juan Carlos Borgiattino. Su padre ha pastoreado iglesias en diferentes distritos de la Rep. Argentina y ahora lo hace en Buenos Aires, Rep. Argentina. Ornella estudia música y le agradan mucho las actividades del Club de Conquistadores.

Ariel Paredes tiene 14 años. Nació en el hogar de Ana Karina Almeida Pereira y Rafael Osvaldo Paredes. Su padre ha pastoreado iglesias en el sur de la Argentina, fue capellán del Instituto Adventista Balcarce y ahora pastorea una iglesia en Buenos Aires. Ariel disfruta de las actividades al aire libre y asiste con entusiasmo al Club de Conquistadores.

Entrevista a David Marski

Ministerio: Hijo de pastor, hermano de pastores y suegro de pastor. ¿Cómo se siente en este ambiente?

David: ¡Ah, muy feliz y realizado! En verdad, es un privilegio vivir en una familia de pastores; podemos conversar siempre respecto de la causa de Dios, animándonos y aconsejándonos mutuamente. Es muy bueno. Cuando conversamos y analizamos las maravillas operadas por Dios, crecemos en la fe, en la certeza de que él dirige su obra.

Ministerio: ¿Cuándo y en qué circunstancias se sintió llamado a ser pastor?

David: Parece extraño, pero creo que no existió un momento específico. Desde muy temprano en mi vida sentí que ser pastor era algo que sucedería naturalmente. En mi infancia, la visión educacional cristiana casi presuponía que, luego de concluir la enseñanza primaria, concurriríamos a uno de nuestros internados para cursar la educación secundaria y luego Teología. Así, a los 12 años, fui al actual LINASP y después ingresé en el IAE. Nunca pensé en ser otra cosa que pastor. Incluso ahora, no imagino la posibilidad de haber seguido otra profesión.

Ministerio: El hecho de ser hijo de pastor, ¿no influyó su elección vocacional?

David: Ser hijo de pastor no siempre es fácil, porque generalmente se generan muchas expectativas. Sin embargo, eso no me influyó negativamente. La influencia de mi familia fue muy importante. Mi padre siempre me hablaba de que yo sería pastor. Como nunca lo escuché a él ni a mi madre comentar acerca de cualquier otra cosa que no sea del trabajo pastoral o de los líderes, para mí la iglesia era un paraíso. Así, ser pastor significaba un privilegio enorme; y todavía lo es para mí. Conociendo la historia de mi padre y observando la alegría con la que realizaba su trabajo, sí, fui grandemente influenciado por él.

Ministerio: ¿Qué comparación hace entre sus sentimientos, al inicio del trabajo y los de ahora?

David: Concluí el curso teológico en 1968, con 22 años de edad; y todavía hoy guardo la carta del primer llamado. Me casé una semana después de la graduación y, pasada la luna de miel, inicié mi trabajo el 1° de enero de 1969. Sentimientos de enorme emoción, responsabilidad y servicio impregnaban todo mi ser. Doy gracias a Dios porque todavía me acompañan. Siento la misma alegría, el mismo ánimo al trabajar; y siento que mis iglesias perciben eso. Lo que aprendí en la infancia, en el sentido de evitar críticas y expresiones de desaliento ante las personas, todavía me resulta muy útil. Y veo el resultado en la fortaleza de las congregaciones, animadas y dispuestas a trabajar por el Señor.

Ministerio: ¿Qué situaciones o hechos del trabajo le produjeron mayor satisfacción, a lo largo de estos años?

David: Estar con los hermanos, vivir entre ellos, es una satisfacción imposible de expresar. Mi esposa siempre me acompañó en las visitas y los viajes; fuimos hospedados en casas de hermanos; y sabemos que, en gratitud, algunos de estos hermanos pusieron nuestros nombres (Ruth y David) a algunos de sus hijos. Muchos jóvenes ya fueron encaminados hacia nuestros colegios, y hoy son pastores; lo que nos alegra bastante. La mayor satisfacción es haber servido como pastor de iglesia, excepto un breve período como director de un departamento. Ser pastor de iglesia, en mi opinión, es la mejor función y la que produce mayor placer. Nada se compara con vivir entre los hermanos, amarlos y sentir su respuesta amorosa, participar de sus alegrías y sus tristezas. Bautizarlos y verlos firmes en la fe todavía es lo mejor del trabajo. Dios me concedió el honor de llevar al bautismo más de dos mil personas, como pastor de iglesia. ¡Eso no tiene precio!

Ministerio: ¿Qué opina con respecto o la participación de la familia en el trabajo?

David: Sin duda, la familia ejerce una influencia muy importante en el pastorado. Doy gracias a Dios por mi familia, por las familias de mis hermanos pastores y por mis padres: un ejemplo vale más que mil palabras. Nadie en mi casa jamás se quejó por el hecho de que soy pastor. Mis hijos participan activamente en la iglesia y, como ya fue dicho, mi esposa siempre me acompañó en todas las actividades. Formamos de hecho una pareja pastoral. Hay personas que, incluso, se extrañan cuando encuentran a uno de nosotros solo. La unión familiar en función del ministerio me ha ayudado muchísimo.

Ministerio: Después de tantos años de servido a la Causa, ¿qué mensaje o consejo le gustaría compartir con sus colegas?

David: Siempre necesitamos tener en mente que debemos disponernos al servicio de la iglesia y no esperar que ella esté a nuestro servicio. Aparte de Cristo, tengo en mi padre un ejemplo a seguir en ese sentido; somos pastores al servicio del Supremo Pastor; debemos tener nuestras voluntades sumisas a la de él. Es maravilloso servirlo. Consagrémonos al Señor cada día; coloquemos a disposición de él todo lo que tenemos.

Entrevista a Simone D. Mardones

Ministerio: En algún momento, ¿deseó ser esposa de pastor o sencillamente “sucedió”?

Simone: No; nunca pensé en ser esposa de pastor. Como joven, siempre soñé con casarme con un hombre que tema a Dios, me ame y esté comprometido con nuestra felicidad. Y Dios me dio todo eso empaquetado en forma de Pastor. Puedo decir que convertirme en esposa de pastor solo “sucedió”.

Ministerio: En su opinión, ¿la esposa del pastor también recibe un llamado divino o viene “adjunto” con el esposo?

Simone: Creo que las dos cosas pueden suceder. Tengo colegas que afirman haber discernido el llamado desde el inicio. Otras comenzaron a percibirlo durante el trabajo ministerial. En mi historia personal, inicialmente sentí que Dios había escogido a ese hombre como mi compañero. La percepción de que me había llamado para una misión especial, como esposa de pastor, vino con el tiempo, a medida que las personas necesitaban de mi auxilio y Dios me ayudaba a atenderlas, con éxito. Sentí, entonces, que formaba parte de un plan especial del Señor en su obra.

Ministerio: ¿Cuáles eran sus expectativas al inicio del trabajo, y cómo se siente hoy en relación con la satisfacción de ellas?

Simone: Me casé muy joven. Sinceramente, no sabía lo que me aguardaba al casarme con un pastor. Había escuchado mucho acerca de las dificultades, pero solo comencé a entender eso el cuarto día de casada. Acabábamos de llegar de luna de miel, y mi esposo tuvo que viajar con el fin de atender una necesidad de la iglesia. Por primera vez, me sentí sola, en una casa enorme, lejos de mis padres. Colgué ollas en el marco superior de puertas y ventanas, dejé las luces encendidas y cada vez que el vigía hacía sonar el silbato, me sentaba en la cama. Percibí que mi esposo también estaba “casado” con la iglesia, y que ella era una “esposa” muy exigente. En relación con la obra y el grupo de obreros, pensaba estar ingresando en una comunidad más “santa”. Esto ocurrió porque pertenezco a una familia de pioneros y aprendí a ver a los pastores y sus familias como personas muy especiales. Mis bisabuelos tenían, en su casa, cuartos y ropa de cama separados exclusivamente para los pastores. Cuanto más alto hubiera ascendido en la jerarquía de la iglesia, pensaba yo, más “santos” debían ser. Al poco tiempo, fui verificando que los pastores y sus familias tienen tantas dificultades como los miembros laicos de las iglesias. Son seres humanos. Hoy, estoy feliz de entender que un pastor y su familia tienen un privilegio y una responsabilidad especial, al recibir una iglesia para cuidar de ella. Me siento más tranquila al comprender que, trabajando en un distrito alejado o en una función que se considera más elevada en la iglesia, pastores, esposas e hijos son seres humanos reales, con tentaciones y pruebas, reveses y victorias. Esa es una visión realista y reconfortante, que no me obliga a demostrar a la iglesia que soy una “extraterrestre espiritual”. Ya no tengo expectativas tan grandes. Tengo, sí, un gran Dios, que me ha ayudado a descubrir mis errores y a regresar a sus brazos, siempre que sea necesario.

Ministerio: ¿Qué aspectos del trabajo pastoral marcaron fuertemente más su vida y cuáles representaron experiencias difíciles?

Simone: El trabajo pastoral siempre marca. Pero creo que la mayor emoción continúa siendo ver a mi esposo descender al bautisterio y conducir a personas a una nueva vida en Cristo Jesús. Esa es la misión de la iglesia y la misión del pastor. Confieso que, después de 19 años, mis ojos todavía se llenan de lágrimas cuando alguien se entrega a Dios. En este contexto, una de las mayores experiencias, para mí, fue cuando bautizó a mi hija que hoy tiene 15 años. Durante ese día, tuve el deseo de que el tiempo se detuviera, el cielo se abriese y pudiéramos contemplar a Jesús viniendo a buscar a nuestra familia. Pienso que mi mayor temor y, creo, el de todas las familias pastorales, es no tener a todos los “pollitos” bajo las alas cuando Jesús regrese. Son tantas las presiones, tantos los programas, concilios, congresos y reuniones, que lo esencial de la vida cristiana corre el peligro de quedar sofocado en el remolino organizacional. No me gustaría explayarme en las experiencias difíciles. Creo que son comunes a todas las esposas de pastor: soledad, ausencia del esposo en momentos cruciales, mudanzas, educación de los hijos, ajetreos en busca de los objetivos del trabajo… Pero, por experiencia propia, sé que Dios es poderoso para suplir todas las faltas, cuidar de todo y componer los errores cometidos por nosotros, y que otros cometen en contra de nosotros.

Ministerio: ¿Cree que la iglesia atiende adecuadamente a la esposa del pastor?

Simone: Pienso que, en el ámbito institucional, la iglesia ha hecho buenos intentos en el sentido de ayudar a la esposa del pastor. Pero creo que podemos crecer un poco más en ese sentido hasta alcanzar las necesidades reales. Es como si estuviésemos tocando solo la punta del iceberg. Imagino que, si hiciéramos una investigación científica para evaluar los sentimientos de las esposas de pastor, probablemente nos sorprenderíamos por los resultados en términos de baja autoestima, tristeza y depresión, entre otros factores. La presión para ser bonita, inteligente, sensual, independiente y “santa” alcanza a la esposa de pastor como un misil destructor. A veces, los encuentros realizados no abordan las necesidades reales. En lo tocante a la iglesia local, todavía existe un distanciamiento que necesita ser vencido. A veces, la propia esposa del pastor se cierra al mundo, por diversas razones, sin permitir mayor comunicación con la comunidad. O a veces es la iglesia la que demanda una vida según el patrón establecido indistintamente para todas, olvidando que cada ser es único y puede contribuir con los talentos que Dios le dio para el avance de la causa. Creo que la iglesia necesita ser más instruida con respecto a esto.

Ministerio: ¿Escogería ser esposa de pastor, si pudiese volver a empezar?

Simone: Pienso en continuar aprendiendo de los errores y aciertos del pasado y del presente, proyectando los sueños del futuro y, principalmente, en la dependencia de la voluntad de Dios. Ser esposa de pastor ya forma parte de lo que soy. Me hace crecer, madurar y fortalecer mis “músculos emocionales”. Puedo afirmar que soy más fuerte hoy por ser esposa de pastor y haber pasado por todas las alegrías y las tristezas que esa experiencia me permitió vivenciar hasta aquí. Creo que esa experiencia es un regalo de Dios para la existencia de la mujer en que me convertí, y que desea continuar creciendo, no solo como esposa de pastor, sino también como hija de Dios.

Ministerio: ¿Qué le gustaría decir a su esposo, en el Día del Pastor?

Simone: Lo felicito por ser un pastor de ovejas; a las que carga en sus brazos si es necesario, que cura sus heridas bajo la dirección de Dios. Lo admiro porque, a pesar de las exigencias del trabajo, incluye a la familia (Simone, Lorrayne y Sophia) como parte especial de su rebaño. Lo amo por lo que él es; principalmente porque es el hombre que Dios escogió para amarme. ¡Y él lo ha hecho con maestría! Deseo que, en breve, juntos podamos encontrar al Supremo Pastor que ha cuidado de nosotros y suplido nuestras necesidades. Ciertamente dirá: “Bien, buen siervo y fiel. En lo poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor” Que sea un pastor; que sea como Jesús. ¡Feliz Día del Pastor, a él y a los demás pastores!

Entrevista a Ornella Borgiattino

Ministerio: Crecer en un hogar liderado por un pastor puede no resultar sencillo. ¿Cuál es tu vivencia?

Ornella: Para mí, está bueno ser hija de pastor; nunca me lamenté por serlo. Claro, como todo, tiene su lado positivo y su lado negativo. Mi papá me ayudó mucho en el conocimiento de la Biblia. También puedes viajar y conocer muchos lugares. Es algo especial que tu papá sea el pastor de la iglesia.

Hay desventajas. Me ha costado dejar mis amigos y mi escuela en algunas ocasiones. Es difícil comenzar de nuevo a hacer amigos…

Ministerio: A comienzos de este año cambiaron de distrito a tu papá. ¿Te afectó?

Ornella: Los cambios siempre afectan, pero esta vez pude hacer nuevos amigos rápidamente. También la escuela me agrada mucho. Aunque no siempre es así.

Ministerio: A menudo, los hijos de pastor sienten la presión de las expectativas que se forman en torno de su conducta y sus acciones. ¿Cuál ha sido tu experiencia?

Ornella: Sí, en la escuela o en la iglesia, muchos esperan que no hagas esto o aquello, o que te comportes de determinada manera. La verdad es que la presión existe pero, para mí, mi papá es mi papá, no el pastor. Si voy a portarme bien, es porque es lo correcto. Para mí, es algo natural que mi papá sea pastor; pero a los demás les parece algo extraordinario. Sé que se espera más de mí, pero también sé que no puedo ser perfecta.

Ministerio: Escuché que predicaste hace poco, ¿te resultó fácil?

Ornella: Sí, me gusta, eso heredé de mi papá. Fue para el Día del Conquistador. Sentí algo de nervios. Si bien ya había predicado en la escuela, para los concursos de oratoria, esto era distinto; fue en una iglesia grande.

Ministerio: Cuéntame acerca de tus expectativas con respecto al futuro. Todavía eres muy joven, pero ¿tienes alguna inclinación hacia alguna profesión?

Ornella: La verdad, todavía no tengo una definición clara. Tengo varias áreas en las que me gustaría desarrollarme. De lo que sí estoy segura, es de que me gustaría trabajar para Dios, cualquiera que sea mi elección.

Ministerio: ¿Trabajarías para la iglesia?

Ornella: Sí, porque es para Dios; y me gusta trabajar para la iglesia.

Ministerio: ¿Te casarías con un pastor, para formar otra vez parte de uno familia ministerial?

Ornella: No es algo que esté buscando. Lo principal es alguien a quien ame y sea fiel a Dios. Si es alguien que además fue llamado por Dios para el ministerio no tendría problemas.

Ministerio: Si tuvieras que pedir algo a tu papá, ¿qué sería?

Ornella: La verdad es que él me da todo lo que necesito. Siempre está atento a mis necesidades. Es muy bueno conmigo.

Ministerio: ¿Hay algo que les dirías o los demás hijos de pastor?

Ornella: Que no se enojen con su padre; que comprendan que está trabajando para Dios. Que amen a su padre.

Entrevista a Ariel Paredes

Ministerio: A diferencia de tus padres, no escogiste formar parte de uno familia ministerial. Si tuvieras la oportunidad de hacerlo, ¿escogerías ser hijo pastor?

Ariel: Sí; no me imagino de otra manera. Si bien se enfrentan situaciones difíciles relacionadas con la actividad de mi papá, desde mi punto de vista, de hijo de pastor, también hay muchas cosas agradables: se pueden conocer diferentes lugares, conocer nuevos amigos.

Ministerio: ¿Cómo viviste la separación de tus amigos al ser trasladado de distrito tu papá?

Ariel: He escuchado que a algunos les afecta más esa situación; yo no lo he sufrido tanto. Generalmente depende del nuevo grupo de amigos. La mayoría de las veces me han tocado muy buenos amigos, que me han ayudado a adaptarme al nuevo lugar. Uno termina acostumbrándose.

Ministerio: ¿Has sentido la presión de la iglesia, tus compañeros y profesores, por las expectativas que ellos abrigan con respecto a tu conducta como hijo de pastor?

Ariel: Si tienen ciertas expectativas, nunca me las han hecho sentir con fuerza. Sé que en el ambiente se espera algo distinto de mí, pero no es algo que experimente como presión. Estoy consciente de que tengo cierta responsabilidad, pero no es algo de lo que viva pendiente. Mis padres nunca me condicionaron y sé que tengo el apoyo de ellos

Ministerio: Las actividades de tu papá en la iglesia, sus horarios y ocupaciones, ¿le roban mucho tiempo a su familia? ¿Quisieras que pase más tiempo contigo?

Ariel: Obviamente, a todo hijo le gusta pasar más tiempo con su padre. A veces su trabajo es en horarios distintos, o tiene que atender alguna urgencia. Pero tampoco hay urgencias todos los días. Sin embargo, aunque no fuera pastor, mi papá también tendría que pasar tiempo fuera de casa. Por otro lado, aprovechamos muy bien su día libre. Siento que mi papá desea pasar tiempo conmigo, y eso me alcanza.

Ministerio: ¿Qué proyectos tienes con respecto a tu futuro profesional? ¿Te gustaría ser pastor?

Ariel: Creo que mis inclinaciones y dones van en otra dirección. Soy bueno en matemáticas, y también me gusta la medicina. No me siento muy cómodo hablando ante las personas. Si sintiera el llamado de Dios al ministerio, no tendría ningún problema. Admiro la tarea de papá. Tengo todavía unos años para meditar en mi futuro.

Ministerio: ¿Crees que la iglesia debería preocuparse más por los hijos de pastor? ¿Sientes que eres tenido en cuenta como integrante de la familia ministerial?

Ariel: En los congresos y las asambleas tenemos reuniones paralelas a los encuentros de los pastores y de las esposas de pastor. Hay charlas y otras actividades. De alguna manera, nos sentimos incluidos. Con eso alcanza para mí.

Ministerio: ¿Cómo vives la situación de que tu papá sea, a la vez, tu pastor?

Ariel: No lo había pensado. ¡Pero sí, es algo extraño! Forma parte de mi realidad y lo he tomado naturalmente. Es algo agradable tener alguna necesidad o inquietud espiritual y abordar el tema con mi papá. Tengo confianza en él para tratar esos temas.

Ministerio: ¿Qué mensaje le darías o tu papá en el Día del Pastor, y por extensión a los demás pastores?

Ariel: ¡Felicitaciones por el trabajo que hacen! Creo que todos lo hacen bien y, aunque por ahí se dice que para los hijos no es agradable mudarse y todo eso, llega un punto en que te acostumbras y lo disfrutas. Sigan con su tarea, disfrútenla. ¡Feliz Día del Pastor!