Los griegos creían que era un honor morir joven, aunque hacían todo lo posible para postergar el fin. La longevidad ha sido anhelada por los hombres a lo largo de la historia. Cortés, el navegante español, surcó los mares inexplorados en busca de la “fuente de la juventud”. El deseo de descubrir el secreto de la salud se intensificó a medida que los hombres comenzaron a sufrir más a consecuencia de las cardiopatías, el cáncer, los ataques, la diabetes, y los accidentes. Los exploradores del siglo XX fueron a investigar Hunza, en el Paquistán occidental, las alturas de Georgia en Rusia, y las llanuras de Vilcabama en Ecuador.
Los patriarcas de estos lugares exóticos compartieron muchos secretos de su larga vida, pero los científicos los consideraron mitos. La falta de registros exactos de nacimiento y muerte, los diagnósticos inadecuados, y las historias clínicas de esas zonas, hicieron que no se pudiera verificar la supuesta longevidad.
Sin embargo, los investigadores no dejaron de buscar el mejoramiento de la calidad y la longevidad de la vida. Lo que alguna vez soñaron los antiguos -los secretos de una prolongada juventud- no se encontró en una fuente o en el alto de una montaña, sino que se descubrió en medio de una denominación protestante, relativamente pequeña, de unos seis millones de miembros: los adventistas del séptimo día.
Desde que se organizaron por primera vez, los adventistas consideraron como un deber el cuidado y la protección del cuerpo y la mente con el propósito de servir al hombre y a Dios. Cien años antes que la National Academy of Sciences (Academia Nacional de Ciencias) estableciera las pautas de una dieta adecuada para obtener vitaminas y minerales, y antes del descubrimiento de estos elementos, los pioneros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día escribieron y hablaron de las virtudes del grano integral y de los cereales, las frutas frescas y los vegetales, y de la erradicación de la carne, el pescado y las aves, como parte de la dieta.
Desde un comienzo, los adventistas comenzaron a producir granola, cereales de salvado y sustitutos de la carne, compuestos de nueces y de grano. Las compañías adventistas, como Sanitarium Foods en Australia, Nutana en Dinamarca, Granóse en Inglaterra, Loma Linda Foods en Estados Unidos, Gránix en Argentina, Frutigrán en Uruguay, Superbom en Brasil y Alimentos Colpac en México, continuaron produciendo sustitutos de la carne y otros alimentos naturales. Los primeros adventistas estuvieron involucrados en campañas antialcohólicas y anti tabáquicas desde el siglo pasado hasta nuestra época.
Algunas veces se los consideró fanáticos. No faltaron los que por esto recibieron motes. Los niños fueron ridiculizados por preferir los emparedados integrales y la comida vegetariana -una dieta considerada inapropiada para los hombres.
Es posible que la generación actual no comprenda que hace unos 25 años, la mayoría de los profesionales médicos y dietólogos se burlaban de una dieta balanceada que no tuviera como ingrediente a la carne. La dieta vegetariana adventista tuvo que recorrer un largo camino en los últimos 25 años. Afortunadamente, para los adventistas y para otros, las investigaciones actuales ya casi silenciaron a la crítica como también a los escépticos. El estilo de vida adventista ha llegado a ser un desafío para la gente.
La dieta de los adventistas ha conquistado respetabilidad desde 1958, cuando los científicos comenzaron a estudiar el estilo de vida, las enfermedades, la historia, y los registros de mortalidad de este grupo religioso. Hasta la fecha, el National Cancer Institute y el National Heart, Blood, and Lung Institute han invertido seis millones de dólares para patrocinar estos proyectos de investigación.
El Dr. Roland Phillips, jefe del equipo de investigación de la Universidad de Loma Linda y sus colegas están investigando los secretos que explican por qué los adventistas de California viven de tres a siete años más que el promedio de los ciudadanos de los Estados Unidos.
Cuando se compararon los registros de mortalidad de los adventistas con los de la población general, el promedio de los adventistas era un cincuenta por ciento inferiores.
Los investigadores médicos comenzaron a observar la condición de la salud de los adventistas del séptimo día, y quisieron conocer cuáles eran los rasgos específicos del estilo de vida que les otorgaba ventaja sobre los demás.
La mayoría de las autoridades científicas acepta que la causa que favorece el desarrollo de un mayor número de enfermedades debilitantes, y que finalmente conducen a la muerte, es el uso del tabaco. Ya por 1848, los adventistas del séptimo día proclamaron que “El tabaco es un veneno de la especie más engañosa y maligna, porque tiene una influencia excitante, primero, y luego paralizadora, sobre los nervios del cuerpo. Es tanto más peligroso porque sus efectos en el organismo son muy lentos y al principio difíciles de ser apreciados” (Elena de White, La temperancia, pág. 51).
Esta subpoblación adventista proporciona un grupo humano muy singular para ser estudiado. Representan a un gran número de no fumadores. Los siguientes porcentajes relacionados con los adventistas se comparan con 100% de la población en general.
El hábito de fumar y las enfermedades mortales
Cáncer de pulmón 21%
Boca, garganta y laringe 2%
Bronquitis y enfisema 20%
Cáncer de vejiga 28%
Por ejemplo, este estudio demuestra, que hay entre los adventistas un 79% menos de posibilidad de morir de cáncer de pulmón que entre los que no lo son.
El tabaco aumenta el riesgo de la enfermedad, ya sea que se lo utilice en cigarrillos, como pasta de mascar, en pipa, o como rapé.
Los adventistas, desde hace 125 años, colocaron el alcohol en la lista de las bebidas “no recomendables”. “Cada año se consumen millones y millones de litros de bebida embriagante. Se gastan millones y millones de dólares para comprar miseria, pobreza, enfermedad, degradación, lujuria, crimen y muerte” (E. de White, La temperancia, pág. 25). A causa de esta proscripción, los adventistas hacen bien en relacionar el alcohol con las enfermedades y las muertes. Por ejemplo, ellos tienen sólo un 11 % de casos fatales de cirrosis de hígado, una de las consecuencias del consumo de alcohol.
Cáncer de esófago 34%
Cirrosis hepática 11%
Todas estas estadísticas sobre el tabaco y el alcohol relacionadas con las muertes no reflejan todas las ventajas de la abstinencia, pues el 50% de los miembros de la iglesia son conversos que no necesariamente fueron abstemios durante su vida anterior. Entre el 1% y el 2% de los miembros continúan utilizando tabaco, en tanto que un 10% continúa consumiendo bebidas alcohólicas. Es posible que los parámetros actuales de abstinencia sean mayores.
En un artículo publicado en World Health, de septiembre-octubre de 1981, Richard Peto estimó que el 30% de los cánceres están relacionados con el tabaco, y que el 3% con el alcohol. Esto, aún deja un gran porcentaje de posibilidad de que el cáncer se origine por otras causas. La dieta fue un factor implícito en el 35% de los cánceres. En muchas otras categorías de enfermedades fatales, los adventistas tenían un promedio mejor que el de sus vecinos no adventistas. (Las estadísticas se tomaron de un folleto escrito por Roland Phillips para Adventist Health Study.)
Por ejemplo, por cada 100 personas de la población no adventista que mueren por causa de las enfermedades coronarias, sólo fallecen 46 adventistas, menos de la mitad del promedio. Las siguientes figuras indican la enorme ventaja que los adventistas tienen sobre sus pares no adventistas.
Enfermedades coronarias 46%
Diabetes 45%
Cáncer de intestino grueso 53%
Cáncer de próstata 78%
Cáncer de mama 90%
Cáncer de ovario 61 %
Cáncer de útero 54%
Leucemia 71%
Todos los tipos de cáncer 61 %
(Los datos, tomados entre 1958 y 1965, pertenecen a hombres y mujeres mayores de 35 años. Extractado del folleto de Roland Phillips, de Adventist Health Study de la Universidad de Loma Linda, titulado “Mortality Among Adventists Related to Dietary Habits and Life- Style”.)
La probabilidad de error de estos índices es inferior al 5%. En otras palabras, 95 posibilidades de 100 indican certeza.
Al margen del tabaco y el alcohol, es posible tomar otras decisiones que afectan a la vida especialmente en el área de los alimentos relacionados con estas enfermedades graves. El Dr. John Scharffenberg en su libro The Problems with Meat, dice: “Luego del tabaco, la carne es la mayor amenaza de reducción de las expectativas de vida por causa de la arteriosclerosis, el cáncer y la muerte prematura”.
Aunque la iglesia recomienda la dieta vegetariana, sólo un 50% de la feligresía la sigue. El 25% de los miembros siempre ha sido vegetariano, y el otro 25% se convirtió a la iglesia y luego adoptó la dieta vegetariana.
La población adventista conforma una subpoblación ideal para ser estudiada, por la variedad de adhesiones a esta recomendación.
Actualmente, se cree que el consumo de la carne está vinculado con el isquemia cardíaco en los hombres y en las mujeres. El Adventist Health Study es el primero en demostrar esta relación. Como lo demuestra el esquema siguiente, los jóvenes que comen carne una vez o más veces por día comparados con los vegetarianos aumentan su riesgo de enfermedades del corazón unas seis veces.
El uso de la carne y las enfermedades coronarias fatales
(En hombres de 45-50 años)
Cuanto mayor es el consumo de carne semanal, tanto mayor es el riesgo de morir de un ataque cardíaco. El peligro no sólo está relacionado con el número de porciones ingeridas semanalmente entre los consumidores masculinos, también está positivamente asociado con el número de años que una persona consume carne como lo indica este esquema. Como se puede apreciar, el isquemia cardíaco es un riesgo progresivo y creciente. Cuanto mayor sea el tiempo en que se consuma carne y se demore en ser vegetariano, mayor será el riesgo de ataque cardíaco. Este estudio sugiere claramente que es posible encontrar una relación de causa y efecto entre el consumo de la carne y el ataque cardíaco, y los riesgos se proyectan más allá del cambio de la dieta, como lo demuestra el esquema siguiente.
La edad de iniciación en el vegetarianismo y las enfermedades coronarias
(Investigación realizada en hombres)
Otros estudios científicos también demuestran que el consumo de la carne de vaca o de cerdo, el consumo de alimentos ricos en grasas animales o vegetales, y el consumo de café y cigarrillos, contribuyen a las enfermedades del corazón.
Después del cigarrillo, la carne es el alimento que se vincula más con el isquemia cardíaco, que es el asesino número uno. Cuanto mayor es el tiempo en que una persona consuma carne, mayor es el riesgo de contraer una enfermedad mortal. Esta es la causa número uno en contra de la carne.
El consumo de la carne y la presión arterial
Otro estudio que compara a los adventistas del séptimo día y a los mormones que comen carne con los que no la consumen, demostró que estas personas tienen un mayor índice de presión arterial.
Ninguna otra característica de su estilo de vida les otorga a los adventistas que comen carne alguna ventaja en referencia a la presión arterial.
Los vegetarianos estaban entre 5 y 8 puntos por debajo, tanto en el caso de los sistólicos como en los diastólicos, que los mormones o adventistas consumidores de carne.
Se considera que la proteína animal y la grasa animal son las responsables de la presión arterial. Diferencias similares se encontraron en la zona occidental de Australia entre los adventistas consumidores de carne. (American Journal of Epidemiology, vol. 105 de 1977.) Esta es la causa número dos, y todavía hay otras.
La diabetes y el consumo de la carne
Uno de los hallazgos más sorprendentes de este estudio se enmarcó en la relación entre el consumo de la carne y la muerte por diabetes. Esto eleva la posibilidad de que la dieta vegetariana reduzca el riesgo de diabetes. El individuo que diariamente consume carne tiene un riesgo cuatro veces mayor de morir de diabetes al que tiene un vegetariano.
El siguiente cuadro ilustra el empleo de la carne y el índice de mortalidad por diabetes.
El empleo de la carne y la mortalidad por diabetes
En otra investigación se demostró que una dieta rica en fibras y en hidratos, de carbonos derivados de granos, legumbres, frutas y vegetales, ayuda a regular el equilibrio de la glucosa y la insulina de los diabéticos cuando también reducen el consumo de alcohol, café y otras bebidas no alcohólicas.
Esta asociación entre la diabetes y el consumo de la carne presenta la tercera causa contra la carne.
Después del cáncer de pulmón, el cáncer de próstata es la segunda causa de muerte por cáncer entre los hombres, y está asociada con el consumo de la carne como lo indica el siguiente esquema.
El cáncer de próstata está asociado con el uso de otros tres productos derivados de animales
El riesgo relativo de contraer cáncer de próstata asciende aun a proporciones mayores cuando los cuatro productos derivados de animales forman parte de la dieta. Los hombres que consumen los cuatro productos animales tienen un riesgo relativo de enfermar de 3.6 tres veces y media superior al de los vegetarianos. Como en relación con la diabetes, la grasa y la proteína animal son consideradas las causales del cáncer de próstata.
Esta comparación entre el uso de productos de origen animal y el cáncer de próstata, establece una evidencia tan convincente como la correlación entre el consumo de carne y el cáncer de próstata.
El cáncer de mama
Una enfermedad más temida por las mujeres que el cáncer de pulmón, es el cáncer de mama. Hasta épocas recientes, era el asesino número uno entre ellas. Actualmente, tiene una incidencia semejante a la del cáncer de pulmón. Daría la impresión de que las mujeres adventistas tienen sólo una leve ventaja: 28% menos de riesgo de enfermar comparado con el promedio de las mujeres de California. También se encontró que la mujer adventista tenía un mejor índice de supervivencia hacia el fin de un período de cinco años de enfermedad sobre las mujeres no adventistas: 70% comparado con un 63% de índice de supervivencia (R. L. Phillips, J. W. Kuzma, T. M. Lotz, “Cancer mortality among comparable members versus non members of the Seventh-day Adventist Church”, Cancer incídence in Defined Populations [ Nueva York, 1980], págs. 93-108).
La grasa animal, nuevamente puede estar implicada, pero recuérdese que el 50% de los adventistas aún comen carne y no eligen seguir totalmente el estilo de vida adventista. La idea de que la carne está asociada con el cáncer de mama la refuerza un estudio realizado en Japón entre 142.000 mujeres. Las que comían carne regularmente tenían un riesgo de 3.8 mayor de contraer cáncer de mama que las mujeres vegetarianas que comían carne menos de una vez por semana (T. W. Zollinger, R. L. Phillips, J. W. Kuzma, Breast cancer surival rates among Seventh-day Adventista, 1984, vol. 119, págs. 503-509).
La dieta animal rica en grasas y proteínas está definitivamente asociada al riesgo mayor de contraer cáncer de mama. Además de la carne, los alimentos fritos duplican el riesgo de cáncer de mama (Cancer Research, noviembre de 1975, vol. 35-3513). Esta es la causa número cinco.
Los platos que contienen carne no parecerían ser una preferencia entre los investigadores adventistas, especialmente en las mujeres. En resumen, hay cinco razones importantes para evitar el consumo de la carne: a) el aumento del riesgo de contraer alguna enfermedad cardíaca, b) el cáncer de mama, c) el cáncer de próstata, d) la diabetes y e) la presión arterial. Hay también mucha preocupación en los investigadores por los anticuerpos, los contaminantes y factores cancerígenos que se encuentran en la carne, como lo demuestra New Journal of Medicine, de septiembre de 1984.
La osteoporosis y el consumo de la carne
En otro estudio, se demuestra que las mujeres lacto-ovo-vegetarianas, entre los 50 y 89 años perdían sólo el 18% de la masa mineral de sus huesos, mientras las consumidoras de carne perdían el 35%, prácticamente el doble que las adventistas. Se cree que esto puede contribuir al desarrollo de la osteoporosis, una enfermedad muy seria que afecta a las mujeres mayores (Journal of American Dietic Association, febrero de 1980, vol. 76, págs. 148-151).
En relación con la carne, los adventistas deben apreciar muy bien su privilegiada herencia. En 1863, se aconsejó: “No se percibe la mortalidad causada por el consumo de la carne. El cáncer, los tumores y otras enfermedades, mayormente son originadas por el consumo de la carne’’ (How to Use, pág. 100).
El café
Las bebidas populares empleadas por millones de personas alrededor del mundo son el café, el té, el mate, la cocoa y otras bebidas cafeinádas. Durante estos años no se realizaron investigaciones sobre estas bebidas, y tampoco lo hizo la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Como consecuencia, muchos adventistas utilizan estas bebidas mucho más comúnmente que el tabaco o el alcohol. Casi un 25% de los miembros de iglesia consumen café y bebidas cafeinádas.
Por 1890, se consideró que “el uso del té y el café’’ por parte de los adventistas era un “insulto para el sistema” (Elena de White, Testimonies for the Church, t. 2, págs. 61-65). Se consideró que el té y el café eran venenos de acción retardada, no tan fuertes como el tabaco y el alcohol, pero que, de todos modos, debilitaban el organismo ocasionando aturdimiento, dolor de cabeza, entorpecimiento, nerviosismo, irritabilidad, palpitaciones cardíacas e indigestión, cuando no se lo utilizaba regularmente (Véase Elena de White, Testimonies for the Church, t. 2, págs. 60, 65).
Esta recomendación centenaria, la de la abstinencia del café y el té, no ha pasado de moda. El riesgo de enfermar de cáncer de colon y de cáncer de vejiga, es posible que esté vinculado con el consumo de café. Como se puede ver, a medida que aumenta el consumo de café se incrementa el riesgo de cáncer de vejiga.
El uso del café y el cáncer de vejiga
En tanto que otros estudios relacionan el cáncer de colon con el bajo consumo de fibra o con el elevado consumo de grasa de origen animal o de proteína, el Adventist Health Study reveló que el consumo de café está relacionado con el cáncer de intestino grueso.
El uso del café y el cáncer de colon
Se percibe que hay más que una asociación entre las dos, existe una relación.
Cuanto mayor es el consumo de café por día, mayor es el riesgo de enfermar de cáncer de colon (Cáncer Research, mayo de 1983, suplemento 43, págs. 2403-2408).
Nuevamente, como lo demuestra el siguiente esquema, la ventaja de los adventistas es significativa.
Cáncer de intestino grueso
Los riesgos de muerte por cáncer de intestino grueso que tienen los adventistas es la mitad del de la población no adventista. Una diferencia marcada se encuentra en el consumo del café. El 70% de los adventistas se abstiene del café.
No se conocen todas las razones, pero también los mormones tienen un bajo índice de posibilidad de contraer cáncer de colon. Estos hallazgos tienden a demostrar que el café está asociado con el cáncer de intestino grueso pues tanto los mormones como los adventistas recomiendan la abstención de estas bebidas. También se confirma que, en comparación con la población en general, tienen un bajo consumo de bebidas cafeinadas (American Journal of Clinical Nutrition, 19 de octubre de 1984, col. 40, págs. 880-886).
Además del café, el uso excesivo de grasas en la dieta es considerado el culpable de la formación del cáncer de colon, por causa de los derivados del colesterol y de los ácidos biliares.
Cuando se los compara con quienes no son vegetarianos, los adventistas lacto-ovo-vegetarianos tienen sólo un 70% del nivel de colesterol respecto de aquéllos. (American Journal of Clinical Nutrition, octubre de 1984, vol. 40, págs. 921, 926).
Como usted sabe, el colesterol se encuentra únicamente en productos de origen animal, especialmente en la carne orgánica, los alimentos marinos y la yema de huevo. Los vegetarianos tienen aún otra ventaja, y es que cuentan en su dieta con un mayor índice de esteral vegetal que los consumidores de carne. En los animales, estos esterales vegetales actúan como influencias protectoras contra el cáncer de colon.
Esteróles vegetales
Adventistas vegetarianos 10.6%
Adventistas lacto-ovo-vegetarianos 2.4%
Adventistas que no son vegetarianos 0.96%
Población general 0.32%
Específicamente, las flavonas, las vitaminas C y A en los vegetales y en las frutas, las indolas que se encuentran en el repollo y el brócoli pueden proteger al organismo de la introducción y la consecuente actividad de las sustancias cancerígenas y tóxicas.
Hay ventajas sustanciales y definidas para recomendar el estilo de vida adventista. Las variables de la educación, la genética y la geografía contribuyen a la longevidad, pero los factores más importantes asociados con una vida más larga y más saludable son los ambientales, la dieta vegetariana, y la abstinencia del tabaco, el alcohol, el té y el café. El uso abundante de frutas y vegetales, el grano integral y las legumbres, el bajo consumo de los azúcares refinados, la sal y las grasas vegetales, también contribuyen a un estilo de vida más sano.
El Adventist Health Study ha clarificado tres aspectos: 1) Los adventistas tienen un 50% menos de enfermedades del corazón, de cáncer, de arteriosclerosis, de diabetes y de ataques cardíacos que la población en general. 2) Al comparar a los adventistas que siguen el estilo de vida recomendado con los adventistas que no lo hacen, los primeros tienen un riesgo menor de contraer enfermedades fatales que los otros miembros de iglesia que son más descuidados. 3) Hay una relación entre la frecuencia y el tiempo durante el cual se consumieron estos productos a los que nos referimos y las cuatro enfermedades asesinas. Además, hay una relación progresiva entre la cantidad de carne utilizada por semana y el riesgo de desarrollar una enfermedad fatal, especialmente, en el lapso comprendido entre los 45 y 65 años.
Aparentemente, hay una correlación entre el grado de adhesión al estilo de vida adventista y otras actividades eclesiásticas. “La cantidad de carne utilizada, y el grado de café empleado, es un índice bastante certero del grado de adhesión a los múltiples aspectos del estilo de vida adventista, incluyendo la participación en las actividades de la iglesia”.
Hay un buen número de organizaciones prestigiosas en los Estados Unidos, afectadas al área de la nutrición y de la buena salud, cuyas dietas son muy similares a la adventista.
En 1970, la Inter-Society Comission on Heart Disease Resources hizo algunas recomendaciones al público norteamericano.
Recomendaciones de la Inter-Society Comission
- Disminúyase el uso de grasas saturadas, la sal de mesa y las grasas para cocinar (30% de calorías).
- Disminúyase el colesterol, el consumo debiera ser inferior a 30 mg por día.
- Auméntese el consumo de los granos integrales, las frutas, los vegetales y las legumbres (Complejo CHO). (45% de calorías.)
- Auméntese el consumo de los aceites ricos en enlaces no saturados.
- Obténgase el peso óptimo.
- Abandónese el hábito de fumar.
- Consúmase menos de 3 gramos de sal por día.
El 1977, el Select Committee on Nutrition and Human Needs del Senado de los Estados Unidos, definió la recomendación asociando los porcentajes a las listas que usted pudo apreciar en el esquema anterior. Además, se refirió a la reducción del consumo de sal que no debiera superar los 3 gramos por día (U. S. Government Printing Office 1977, Dietary Goals for the U. S.).
En 1982, The Cancer Institute añadió: “Se deben reducir los factores cancerígenos y las sustancias mutagénicas en las comidas, y se debe reducir el consumo de alcohol” (Diet Nutrition Cáncer National Academy Press, Washington, D.C).
También en 1982, la comisión de expertos de la Organización Mundial de la Salud dio su apoyo a estas recomendaciones (Technical Report, Series 678).
Aunque la mayoría de estas organizaciones no recomendaron la eliminación total de la carne de la dieta, estuvieron a punto de hacerlo. Sólo favorecieron el consumo de pescado fresco, de quesos y leches de bajas calorías y de magras porciones de carne.
Quizá uno de los logros más sorprendentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es el elevado porcentaje de apoyo a estas recomendaciones. El 50% o más eligió ser vegetariano, el 90% reveló que no utiliza ninguna bebida alcohólica, el 98% no fuma, y el 70% no bebe té ni café.
La carne, el café, el tabaco y el alcohol, son como la puntiaguda cola de una raya que puede infligir una terrible herida o causarle la muerte a una víctima insospechada. Estos cuatro elementos de consumo de los no adventistas están positivamente asociados con las cuatro principales causas de muerte.
A partir de esta investigación, es razonable concluir que el estilo de vida favorecido por la Iglesia Adventista reduce sustancialmente los riesgos de muerte prematura por enfermedades cardíacas, por cáncer, por diabetes, y por accidentes de tránsito. Un cambio en su vida ahora, puede prolongar su futuro.
Una invitación
Esta investigación demuestra que nadie debe ser un prisionero de la suerte, o de la ansiosa espera del veredicto médico que diagnostica un mal incurable o una enfermedad terminal. Esta investigación da esperanzas de que el día que se deje de fumar, de comer carne, de tomar café, también se reducirá el riesgo de contraer una de estas tantas enfermedades mortales que plagan a la humanidad. Los cambios no se producirán fácilmente, y cada paso hace que sea más fácil dar el siguiente. Por lo tanto, es probable que no deba dar un gran paso inicial, sino hacer progresos pequeños y constantes hacia el estilo de vida ideal.
Los adventistas tenemos una riquísima herencia de salud. Fuimos bendecidos con más salud y con una vida prolongada.
Los adventistas con frecuencia citamos la promesa de la Biblia, que dice: “Y por haber oído estos decretos. .. Bendito serás… y quitará Jehová de ti toda enfermedad…” (Deut. 7: 12, 14, 15). Adventistas y no adventistas por igual pueden reclamar esta promesa.
Sobre el autor: Stoy E. Proctor es director asociado del Departamento de Salud y Temperancia de la Asociación General.