La recreación y la diversión causan placer mientras duran, pero existe una diferencia vital en sus resultados subsiguientes. La diversión excita, pero luego nos deja vacíos, aplastados y desencantados. La recreación puede cansarnos, pero es un cansancio saludable. Lo mismo que el trabajador honrado, sentimos la recompensa de nuestro esfuerzo. Nos ganamos un reposo reparador y un alegre despertar.

Una de las razones que marcan la diferencia entre estos dos conceptos es la actividad. Los jugadores de ping pong se retiran a sus casas para dormir, en tanto que los espectadores “pasivos” pero excitados quedan con los nervios en tensión y duermen mal. Muchas de las actividades que reclaman nuestro tiempo son de carácter pasivo: la radio, la televisión, las películas, la lectura por el gusto de leer. Nuestras emociones se despiertan, pero no hay una actividad correspondiente que consuma la adrenalina acumulada en la sangre.

Pero no creamos que todo lo activo es recreador. El patinar es activo, pero pocos adultos estarían dispuestos a dar vueltas y más vueltas patinando alrededor de una pista, como una ardilla enjaulada, a no ser por la asociación y la música de que disfrutan. Hay que juzgar las actividades, además, desde este otro punto de vista: si son una buena preparación para una noche de sueño y un día de trabajo eficiente.

Hay una fórmula que ayudará a obtener una re-creación genuina: ponerse en contacto con el poder restaurador y vivificador del Espíritu de Dios. Hay tres maneras de lograrlo. Primero, mediante el estudio de la naturaleza misma —no de libros que traten de ella. Segundo, mediante el estudio personal y directo de la Biblia. Tercero, trabajando en favor de otras personas.

La verdadera recreación. “Hay una distinción entre recreación y diversión. La recreación, cuando responde a su nombre, re-creación, tiende a fortalecer y reparar. Apartándonos de nuestros cuidados y ocupaciones comunes, provee refrigerio para la mente y el cuerpo y de ese modo nos permite volver con nuevo vigor al trabajo serio de la vida. Por otra parte, se busca la diversión para experimentar placer y con frecuencia se la lleva al exceso; absorbe las energías requeridas para el trabajo útil y resulta de ese modo un obstáculo para el verdadero éxito de la vida” (La Educación, pág. 203).

Sobre el autor: Profesor de Biblia del Colegio de la Unión del Pacífico.