Nuestro problema principal no es el liberalismo, y ni siquiera la neoortodoxia; lo que nos amenaza es una aproximación sutil, objetiva, a la Biblia, la teología y la predicación en general, que está desconectada de la vida piadosa. Todos estamos ocupados con nuestros planes administrativos, con interesantes análisis de libros y con nuestro programa de memorización de pasajes bíblicos, todo lo cual es excelente en sí mismo, y sin embargo está extrañamente alejado de la vida práctica. La gente se sienta y escucha semana a semana esta clase de enseñanza sin dar ninguna evidencia de transformación del carácter, ni de testimonio motivado por el Espíritu, La predicación en sí misma carece misteriosamente de la autoridad del cielo y del poder que en este tiempo ha de producir una profunda convicción, arrepentimiento, fe y obediencia. Los ancianos y los jóvenes salen de las así llamadas conferencias bíblicas sin ninguna evidencia de haberse encontrado con Dios. Oh, si Dios nos enseñara que es tan importante ser espirituales como lo es ser sólidos en nuestro acercamiento a la Biblia, tan vital ser obedientes como ser ortodoxos, y que el propósito de la revelación no es nada menos que la transformación de las vidas humanas.