El comienzo de un nuevo año constituye la ocasión elegida por las empresas comerciales y fabriles, para la realización del balance anual y del análisis y comprobación de las ganancias y pérdidas.
Muchos establecimientos comerciales cierran sus puertas durante algunos días para proceder al inventario, o para realizar, basados en la experiencia del año anterior, el planeamiento y las directivas para la promoción de las actividades del nuevo año.
Del mismo modo, el comienzo de un nuevo año nos invita a efectuar un minucioso balance de nuestras actividades en el servicio del Señor. ¿Cuáles son las ganancias y pérdidas comprobadas en nuestra experiencia como colaboradores de Dios en este agitado año que se ha sumido en las sombras del pasado? ¿Cuántas almas contritas fueron conducidas-a la cruz de Cristo mediante nuestras exhortaciones o por el testimonio de nuestro ejemplo? ¿Cuántos hermanos débiles y vacilantes en la fe recibieron a través de nuestras predicaciones el entusiasmo necesario para recorrer con más ánimo el camino de la vida? ¿Cuántos corazones afligidos por el dolor —físico o moral—¿ recibieron, a través de nuestro ministerio, el bálsamo suavizador de Galaad?
Es posible que en esta comprobación de ganancias y pérdidas nos percatemos de errores cometidos. ¿Nos desanimaremos a causa de ello? De ningún modo. Aprovechemos las lecciones que nos enseñan los errores pasados, y fijémonos blancos elevados para 1960. Creemos que deberíamos considerar los principios siguientes en nuestros planes para el año que acabamos de comenzar:
1. Que ninguna cosa nos oculte la solemnidad del momento en que vivimos. Tengamos, pues, una experiencia cristiana más intensa y profunda, y vivamos en íntima comunión con Dios mediante la práctica perseverante de la oración.
2. Desarrollemos nuestras aptitudes personales para realizar una actividad más fecunda al servicio de Cristo, escudriñando diligentemente las Sagradas Escrituras, examinando con interés creciente los consejos que Dios ha dado a su iglesia a través del espíritu de profecía, c investigando todos los ramos del conocimiento humano útiles para nuestro ministerio.
3. Propongámonos cada día trabajar con renovado ahínco con el propósito de salvar a las almas perdidas para el reino de Dios.
Con estos objetivos puestos en nuestro corazón, y con los que nos sugiera nuestra experiencia personal, recorramos animosamente el camino que nos brinda el nuevo año, con la certidumbre de que Dios nos ofrece una nueva oportunidad para una vida más fructífera para Cristo y el Evangelio.