Una declaración de los líderes ejecutivos de la Asociación General y los presidentes de las divisiones
Honrar y exaltar a Jesús es el compromiso fundamental de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y la base de su mensaje profético, que está expresado en las 28 Creencias Fundamentales. La salvación solo por la fe, que conduce a una vida de discipulado en Jesús, es el objetivo de nuestra misión. Al proclamar los tres mensajes angélicos, asegurémonos de que Cristo esté en el centro de todas nuestras actividades e iniciativas.
Se fundaron distintas entidades, dentro y fuera de la organización de la iglesia, con el propósito de exaltar el nombre de Jesús. Esa honorable tarea trae consigo el desafío de proclamar a un Cristo en armonía con su Palabra. Y es nuestra convicción que el Jesús que los adventistas del séptimo día deben seguir e imitar es el que está revelado en la Biblia: el que se presentó como la Verdad y confirmó la autoridad de las Escrituras. Es muy importante que nunca olvidemos que Jesús se identificó como “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). Él es el Verbo, en realidad (Juan 1:1).
Muchos piden consejos a los líderes de la iglesia sobre cómo relacionarse con ciertas iniciativas y organizaciones, algunas de las cuales están bien establecidas y son ampliamente aceptadas, como las entidades reconocidas por ASI (Adventist Laymen’s Services & Industries, correspondiente a la Federación de Emprendedores Adventistas del Brasil), que colaboran desde hace mucho tiempo con la iglesia y su dirigencia. Un desarrollo más reciente es One Project (que ahora está aparentemente en transición para convertirse en Global Resource Collective), sobre el cual se levantaron algunos cuestionamientos. Por ello, el liderazgo ejecutivo de la Asociación General, unido con los presidentes de las divisiones, decidió ofrecer algunas orientaciones para la evaluación de cualquier iniciativa que pretenda el reconocimiento de la iglesia.
Elogiamos a los que, antes de unirse a cualquier iniciativa o movimiento, estudian para evaluar si tales movimientos están de acuerdo con la voluntad revelada de Dios (Hech. 17:11). Tal como nos aconsejó el mismo Jesús: “Por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7:16). También nos hizo una advertencia: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 7:21).
En armonía con la convicción manifestada anteriormente, de que el nombre de Jesús debe ser exaltado de manera coherente con la revelación de sí mismo propuesta en las Escrituras, invitamos a nuestros dirigentes de iglesia y a todas las personas preocupadas a evaluar los fundamentos bíblicos de todo ministerio o iniciativa evangelizadora a la luz de Isaías 8:20: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”.
La iglesia está ansiosa por trabajar con todos los que comparten su mensaje profético tal como está expresado en las 28 Creencias Fundamentales. A la luz de cuestionamientos que se levantaron en relación con algunas iniciativas recientes, las siguientes preguntas, aunque no son exhaustivas, proporcionan algunas orientaciones para la evaluación de esos grupos. Instamos a todas las organizaciones e iniciativas que están unidas a nosotros en la misión a refirmar o responder positivamente, en sus canales de comunicación oficiales, las siguientes preguntas cruciales:
1. ¿Qué significa aceptar a Jesucristo? Cuando dicen que aceptan a Cristo, ¿se trata de un Cristo místico, de la experiencia? ¿Significa la aceptación de las verdades que él enseñó? ¿O ambos? Ese ministerio o iniciativa ¿defiende la expiación sustitutiva de Jesús?
2. ¿Cómo entienden el papel de la doctrina en la fe cristiana? ¿Existe una conexión orgánica entre la persona de Cristo y sus enseñanzas o doctrinas? ¿Entienden que conocer a Jesús incluye necesariamente conocer y vivir sus enseñanzas y las verdades bíblicas que él enseñó?
3. ¿Entienden y apoyan el mensaje y la misión de la Iglesia Adventista a la luz de su misión profética? ¿Cómo expresan su comprensión de 1844 y del ministerio de Cristo en el Santuario celestial?
4. ¿Entienden la singularidad del Movimiento Adventista del Séptimo Día? ¿Son conscientes de la fe adventista y de cómo difiere de otras confesiones evangélicas que exaltan a Jesús?
5. ¿Qué entienden sobre la Creación? ¿Creen que Dios creó al mundo en seis días literales y descansó el séptimo día en un pasado reciente, tal como se lo entiende y fue votado en nuestras 28 Creencias Fundamentales?
6. ¿Cuál es la comprensión que poseen sobre la autoridad bíblica y la interpretación profética? ¿Aceptan la explicación historicista de la profecía bíblica y comparten la comprensión adventista sobre el Cuerno Pequeño de Daniel 7, los poderes de la Bestia de Apocalipsis 13 y el anticristo de las Escrituras, y que la fidelidad a Cristo culminará en un conflicto sobre la Ley de Dios con el sábado en el centro de esa controversia final?
7. Debido a las percepciones actuales sobre género y sexualidad que contradicen la enseñanza bíblica acerca del matrimonio y de la familia tal como la acepta la Iglesia Adventista del Séptimo Día, ¿cómo entienden la identidad de género y la cuestión de las relaciones LGBTQ+ con los miembros de la iglesia? ¿Tienen una comprensión clara, inequívoca y bíblica sobre ese tema?
Las organizaciones, grupos o personas que no puedan afirmar las 28 Creencias Fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y proporcionar respuestas claras e inequívocas a las preguntas anteriores, no deben esperar la aprobación de las organizaciones de la iglesia. El liderazgo ejecutivo de la Asociación General y los presidentes de las divisiones invitan a todos los miembros y las instituciones de la iglesia a defender el nombre de Jesús, presentándolo ante el mundo y viviendo de acuerdo con su voluntad. Al hacerlo, Jesús debe ser proclamado en conexión con la verdad revelada en la Biblia, tal como es comprendida por los Adventistas del Séptimo Día. En consecuencia, reafirmamos nuestro mayor compromiso, que es predicar a “Jesucristo, y a este crucificado” (1 Cor. 2:2).