Sugerencias para llevar a su congregación a trabajar más eficazmente por la salvación de la comunidad.

Todo pastor adventista debe ejercer una influencia positiva en la comunidad local. Es su privilegio y prerrogativa buscar ser el principal agente para el bien de su comunidad. Este compromiso ayuda a eliminar las suspicacias, superar barreras y derribar prejuicios, elevando así la imagen de la iglesia local en la comunidad.

Las iglesias que funcionan aisladas muestran desconsideración hacia las necesidades de las personas que están fuera de sus límites. Así, ¿quién puede esperar resultados positivos de cualquier iniciativa espiritual y evangelizadora? Las personas nos verán como meros huéspedes en la comunidad, no como verdaderos residentes.

Participar como capellán voluntario en el hospital de mi ciudad, en la prisión y en la universidad me ha dado la posibilidad de encontrar personas con diversos antecedentes y experiencias. Eso me permite comprender algunos de los desafíos que la gente enfrenta actualmente, al igual que las preocupaciones sociales de diversos grupos comunitarios; lo que, a su vez, me ayuda a orientar a mi iglesia en el desarrollo de proyectos que atiendan eficazmente esas necesidades.

Eso no siempre será fácil, especialmente si los miembros no están muy volcados a la comunidad y, sencillamente, ven a la iglesia como un lugar de adoración. La mayoría de las iglesias tienden a la preservación propia y a concentrarse en sí mismas. Para las iglesias más antiguas, volcarse hacia el afuera puede ser algo tan difícil como un giro de 180 grados para un portaviones. En el libro The Externally Focused Church [La iglesia enfocada hacia afuera], Rick Rusaw y Eric Swanson describen que esta clase de iglesia está “dispuesta a salir de su red de seguridad de los bancos de los templos para ir a las calles, al mundo real, con actos de servicio a fin de compartir la verdad de Jesucristo”.[1]

Redireccionamiento

Lo importante no es solo saber cómo entrenar a los creyentes para interactuar con las personas de la comunidad, sino reprogramar la mentalidad y las actitudes de algunos miembros. Si bien la iglesia ha sido llamada a tener un estilo de vida diferente, no fue llamada a aislarse de las personas a las que busca influenciar.

Muy frecuentemente, la iglesia trata de interactuar con la comunidad motivada solo por un propósito proselitista. La participación en la comunidad es considerada como una actividad para salir a “repartir” nuestra fe con los demás en las calles, sin desear comprender la situación de las personas ni los desafíos que enfrentan. Nos encerramos en nuestro círculo cristiano orando a favor de los perdidos, pero nunca interactuamos significativamente con ellos. Cuando conversamos con ellos, directa o indirectamente, solo les transmitimos la necesidad que ellos tienen de unirse a nosotros.

Uno de los desafíos que frustran la influencia eficaz sobre la comunidad es cuando la iglesia fracasa en tener una comprensión clara de su misión. Distribuir literatura de casa en casa o participar de grandes eventos misioneros de cosecha puede ser visto por algunos como evangelización comunitaria. Pero hasta que haya acciones con propósitos direccionados, la iglesia dejará de causar un impacto positivo. La fe cristiana no nos pide solamente que creamos en algo; nos pide que hagamos algo con nuestra fe. De esta manera, cuando decimos que amamos a nuestro prójimo, ¿cómo expresamos ese amor? Si decimos que cuidamos del pobre, ¿cómo practicamos ese cuidado?

No es un secreto que las iglesias de hoy deben ir más allá de su programación tradicional orientada a los miembros, si desean alcanzar a los perdidos. Eric Swanson escribió: “En el mundo posmoderno, las personas no quedan impactadas por el tamaño de la iglesia ni por su compromiso con la ‘verdad’ […]. Tal vez, en este siglo, la mayor apología para demostrar que Jesucristo es una realidad que vive en una comunidad, será más observacional que proposicional. Tener una fe que pueda ser observada es estar viviendo las verdades que deseamos que otros acepten, y la vida del Salvador que queremos dar a conocer a los demás”.[2]

Cuando Jesús escogió un pasaje para describir su misión y su ministerio, citó las palabras del libro de Isaías: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya” (Isa. 61:1-3).

La manera por la que él ministró fue esta: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). De manera semejante, el apóstol Pablo era tan celoso en recordar a los pobres como en anunciar el evangelio (Gál. 2:10; Rom. 1:15). El ministerio eficaz siempre ha sido integral, al combinar las buenas obras con las buenas nuevas (Hech. 10:36-38).

Estrategia divina

Con el fin de que la iglesia cumpla el mandato recibido, necesita ganar el favor no solo de Dios, sino también de las personas. “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Luc. 2:52). Cristo interactuaba con las personas como alguien que deseaba hacerles bien. No mostraba imparcialidad entre grupos de personas. Por ejemplo, entró en contacto con fariseos, publicanos, mujeres, niños y extranjeros. Mostraba simpatía hacia las necesidades de esas personas, escuchándolas y comprendiéndolas, como ocurrió con la mujer samaritana junto al pozo de Jacob y con la mujer encontrada en adulterio. Ambas tuvieron la oportunidad de expresar sus vulnerabilidades sin que fueran condenadas. Al atender a las necesidades emocionales, ya sea por medio de la aceptación, el consuelo o las palabras de ánimo, Cristo se ganaba la confianza de las personas. Así, ellas respondían positivamente a las soluciones espirituales para las necesidades presentadas.

Evangelismo

Ese abordaje fue usado con éxito cuando un grupo de miembros de mi iglesia sintió que debía crear un ministerio para proveer de alimentación a los drogadictos y a las personas que viven en la calle, en los alrededores de nuestra ciudad. Cada domingo de tarde, ese grupo, de unas veinte personas, se reunía en ese barrio para distribuir sopa, sándwiches y pan. La perseverancia del grupo rindió sus frutos, pues sus esfuerzos fueron reconocidos y apreciados.

Muchos de ese grupo llegaron a conocer por nombre a las personas a las que asistieron. Establecimos amistades genuinas, y las personas atendidas comenzaron a sentirse cómodas como para compartir sus historias personales acerca de cómo terminaron en la calle o drogándose. El foco de nuestros encuentros semanales cambió, de la provisión de comida, a la seguridad de un lugar en que ellos pudieran hablar. Después de algunos meses, las reuniones fueron seguidas por un desayuno en un salón alquilado, los sábados de mañana. Actualmente tenemos un Grupo pequeño, compuesto solo por personas sin techo, que se reúnen semanalmente. Comenzó a establecerse una iglesia, como resultado de la sabiduría de un grupo de miembros que buscó alcanzar a las personas donde ellas se encontraban. Las posibilidades son virtualmente ilimitadas, cuando la comunidad local percibe que las personas que asisten a la iglesia el sábado de mañana también tienen interés en lo que sucede fuera de ella. Es altamente beneficioso cuando la comunidad percibe que la iglesia no manifiesta exclusivismo, sino que está abierta a todos. Abrir las puertas de la iglesia a programas comunitarios representa un eslabón significativo.

Trabajo nocturno

La inspiradora historia de la Iglesia Bautista de Hereford demuestra cómo una situación sin esperanza puede ser transformada en un buen y eficaz compromiso con la comunidad. Establecida en medio de una comunidad del interior, la iglesia era antigua, y estaba localizada junto a un edificio en que también funcionaba una discoteca de la ciudad. Cuando las personas llegaban a la iglesia los domingos por la mañana, encontraban el frente del edificio lleno de basura, y marcas de vómito y de orina.

Los miembros de esa congregación planificaron construir un muro que separara los dos predios, pero, uno de los creyentes antiguos hizo una sugerencia: que se abriera el hall de la iglesia durante los viernes y los sábados de noche, poniendo a disposición los baños de la iglesia para los concurrentes a la discoteca; y que también se les ofreciera un breve seminario y café. Parte del grupo apoyó, y ese fue el comienzo del cambio.

De un pequeño comienzo, cerca de doscientas personas pasaban semanalmente a usar los baños, escuchar algún seminario o tomar algo caliente. Es interesante notar que fueron las personas más adultas que, al ser vistas como abuelos y abuelas, sin riesgos, tuvieron tiempo y capacidades para realizar el trabajo. Ese grupo fue capaz de construir el puente entre las generaciones. La historia, también, muestra el deseo de pertenencia a una familia. Muchos de esos jóvenes, de entre 18 y 20 años, tenían dificultades para dialogar con sus padres, o habían perdido su relación con los abuelos por causa de la distancia.

Actualmente, la iglesia está comprometida en trabajar específicamente con las personas nocturnas; y a lo largo de las últimas Navidades se han preocupado por ofrecerles un servicio de música navideña. Esto generó un cambio de dinámica en esa congregación; la iglesia comenzó a crecer. Pero ¿cómo puede una iglesia local convertirse en una iglesia volcada hacia la comunidad? Comparto algunas ideas. Es relevante dialogar con sus líderes, la junta y, quizá con toda la iglesia, acerca de temas clave como estos:

1. ¿Cuál es la misión de nuestra iglesia?

2. ¿Cuáles son nuestras principales estrategias?

3. Nuestro programa, ¿corresponde a esas estrategias? ¿Cuáles son los puntos fuertes y los débiles?

4. ¿Qué se puede mejorar?

5. Si la congregación fuera más antigua, ¿cuál es la razón por la que Dios permitió que la congregación permaneciera allí por tantos años?

6. Si la iglesia es nueva, ¿cuál es el motivo por el cual cree que Dios la colocó donde está, justamente ahora?

7. Si la congregación dejara de existir, ¿la comunidad lo notaría?

Estudie su comunidad

Defina su territorio. Busque establecer una comprensión clara del lugar en que está su comunidad. Un gran primer paso para convertirse en una iglesia orientada hacia afuera es conocer la comunidad que desea ayudar y las personas que necesita servir. Las informaciones pueden ayudar a direccionar los planes.

¿Dónde es posible encontrar informaciones acerca de la comunidad? Se debe comenzar pidiendo los datos estadísticos en sitios u oficinas oficiales del Gobierno Municipal. En algunas regiones, puede ser más fácil investigar en Internet y recibir instantáneamente las informaciones. Las fuentes de estudio pueden dar más que informaciones poblacionales; y, ciertamente, mostrarán características sociales, económicas, etc. Puede encontrar informaciones como, por ejemplo: ¿Cuántas personas están desempleadas por causa de incapacidades? ¿Cuáles son los principales problemas en el área de la salud? ¿Cuántos están divorciados? ¿Cuántos viven debajo del nivel de pobreza?

¿Por qué es importante todo eso? Porque, más allá de los números, hay personas, familias y vecinos. Las informaciones estadísticas pueden constituir el primer paso para conocer a las personas.

Identifique una necesidad

Otro elemento clave, después de haber estudiado el área, es descubrir las necesidades y las cuestiones cruciales que se destacan en los datos obtenidos. Luego, comience a satisfacer alguna necesidad. Haga algo nuevo, aun cuando sea pequeño, con los recursos disponibles.

Asistí a un encuentro de líderes en el que se discutía este asunto, cuando un pastor preguntó: “¿Cuál debe ser el tamaño de la iglesia, antes de que pueda comprometerse activamente en acciones comunitarias?” Podemos asumir que esto debe requerir más personas de las que tenemos a disposición. Pero, para comprometerse activamente con las familias de su comunidad no necesita tener más que una familia.

Esa pregunta debe ser sustituida por otra: ¿Cuál debe ser el impacto que necesitará ejercer en la comunidad? Cualquier otra medida es interesante, pero no relevante. Rechacemos ser impresionados solo por los números.

Una iglesia de doce adultos quería impactar su comunidad, pero no estaba segura acerca de dónde comenzar. Mientras consideraban las opiniones, uno de los dirigentes leyó en el periódico local que existía una necesidad real de padres adoptivos. Llevó la información a los demás miembros, y preguntó si alguien podía ponerse a disposición. Sorprendentemente, seis personas de la congregación estuvieron dispuestas y, en poco tiempo, la iglesia se hizo conocida como una iglesia “adoptiva”. El tamaño no es el problema; la disposición sí lo es. Las personas que no pertenecen a la iglesia, probablemente, no se sientan atraídas a participar de los cultos, pero responderán al servicio de la iglesia.

Atienda las necesidades

Cuando una calamidad alcanzó a la ciudad, las necesidades quedaron evidentes para la iglesia local. El pastor abrió las puertas de sus iglesias para abrigar y atender a las personas. Ofreció aconsejamiento y escuchó a cada necesitado. Un mes después, su iglesia encabezó una gran campaña de oración a favor de las personas cuyas casas fueron destruidas y sus vidas laceradas. No es necesario decir que su iniciativa obtuvo un apoyo comunitario extraordinario.

Otro pastor, en Inglaterra, preocupado por los niveles de comportamiento antisocial en su comunidad, tomó la iniciativa y, junto con su congregación, formó equipos de “pastores de las calles”. Cada sábado de noche, los equipos se colocaban una remera/polo con la inscripción “Pastores de las calles”, y salían de dos en dos, interactuando con los jóvenes, dialogando y oyendo. Los equipos, que recibieron un gran reconocimiento de la policía local, continúan su trabajo de atención a las necesidades de las personas, orando por ellas y ayudándolas en la solución de los problemas. La iglesia se hizo conocida en la comunidad como la “iglesia del pueblo”.

Si todas nuestras iglesias fueran vistas de esa manera, habríamos cumplido nuestra misión divina para la comunidad. La iglesia local tiene la responsabilidad de ser una bendición para la comunidad o la región en la que está presente.

Sobre el autor: Pastor en Londres, Inglaterra.


Referencias

[1] Rick Rusaw y Eric Swanson, The Externally Focused Church (Loveland, CO: Group Publishing, 2004), p. 12.

[2] Eric Swanson, “Ten Paradigm Shifts Toward Community Transformation”, www.missionamerica.org/Brix?pageID=13539, accedido el 17 de julio de 2013.