Con la implementación de los grupos pequeños en su territorio, la División Sudamericana comenzó a disminuir los índices de la apostasía.

Con la jubilación del Pr. Raúl Gómez, a fines de mayo del año pasado, el Pr. Melchor Ferreyra fue nombrado secretario de la División Sudamericana de la Iglesia Adventista. Antes de asumir esa función, se desempeñaba como presidente de la Unión Peruana, en la que también ya había servido como secretario, después de haber sido pastor de distrito, director de Jóvenes, evangelista y presidente de campo. El Pr. Ferreyra está casado con Veridiana Ferreyra, y de esa unión nacieron tres hijos.

En esta entrevista, habla acerca de los principios del crecimiento que contribuyeron al significativo avance de la iglesia en su país. Es también taxativo al presentar los Grupos pequeños como la solución para el drama de la apostasía, el medio eficaz de llevar el evangelio a las personas de todas las clases socioculturales: “Como estrategia de evangelización, los Grupos pequeños se adaptan a cualquier nivel y cualquier mentalidad cultural”, dice con entusiasmo.

Conozca en detalle lo que piensa el nuevo secretario de la DSA acerca de este y otros asuntos.

Ministerio: ¿Qué significó para usted ser nombrado secretario de la División Sudamericana?

Melchor Ferreyra: Esta nominación representó dos cosas: en primer lugar, incluye una gran responsabilidad. En segundo lugar, un nuevo desafío en mi ministerio. Estaba acostumbrado a trabajar en un área evidentemente menor, en términos geográficos, que el territorio de la División Sudamericana. Esos dos desafíos no pueden ser enfrentados sin oración. Así, le pido a Dios que siga bendiciendo mi trabajo, que debe ser realizado para su honra y gloria.

Ministerio: ¿En qué términos describiría el papel y la importancia de la Secretaría en el contexto administrativo y misionero de la iglesia?

Melchor Ferreyra: La Secretaría forma parte de la administración de la iglesia, pero debe estar centrada en la misión. Si la secretaría estuviera disociada de la misión de la iglesia, no habría razón para que existiese como segmento de ella. Si la función de la Secretaría fuese solo elaborar estadísticas, hacer actas y distribuir informes de los votos tomados, la obra misionera de la iglesia no avanzaría demasiado. Creo que la Secretaría tiene que ver con el proceso de crecimiento eclesiástico y la conservación de las personas que se convierten en miembros de iglesia a través del bautismo.

Ministerio: ¿Cuáles son, hoy, los grandes desafíos de la Secretaría como guardiana del crecimiento eclesiástico y de la conservación de los miembros de iglesia?

Melchor Ferreyra: Ese proceso, en su totalidad, representa un tremendo desafío, porque la Secretaría, como ya fue mencionado anteriormente, no solo realiza el trabajo de la conservación, sino también ejerce un papel importante en la salvación de las personas. La conservación de los nuevos creyentes es directamente proporcional a la manera en la que son conquistados: de la misma forma en que las personas ingresan en la iglesia, podrán ser conservadas. Por lo tanto, la Secretaría tiene un importante papel que desempeñar en la conservación de los miembros. ¿Cuál es, entonces, el mayor desafío en la conservación? Creo que necesitamos elaborar un plan efectivo a fin de hacer participar a los miembros de la iglesia en un proyecto misionero. La mejor manera de conservar a las personas en la iglesia es dándoles trabajo; porque, en caso contrario, le darán trabajo al pastor, a la comunidad de la fe y al campo.

Ministerio: A propósito, ¿cómo considera el crecimiento de la iglesia en la División Sudamericana?

Melchor Ferreyra: El crecimiento de la iglesia en Sudamérica es, realmente, muy alentador. En los últimos cinco años, se bautizaron 1.329.894 personas. Eso quiere decir que fueron bautizadas casi un 200% más en comparación con el quinquenio anterior. La mayoría de las personas que hoy asisten a la iglesia ingresó en este último quinquenio; es decir, entre los años 2000 a 2005. Si contáramos hasta este momento, sumaríamos 1.400.000; lo que significa que esta División ha crecido de manera extraordinaria, lodos los campos crecieron; todos experimentaron un crecimiento centrado en la misión de la iglesia. Para quien trabaja con estadísticas, números o índices de crecimiento, este resultado es, en verdad, muy alentador.

Ministerio: Se habla constantemente de índices de apostasía. ¿Cuál es la realidad en la División Sudamericana: preocupante o está reducida, contenida?

Melchor Ferreyra: En el pasado, podríamos decir que teníamos preocupaciones en relación con el problema de la apostasía. Hoy, estamos haciendo algunos ajustes en el área de Secretaría, con respecto al número de miembros. Aun así, haciendo esos ajustes, quedamos asombrados con el número de personas que dejaron la iglesia. En el año 2000, tuvimos un índice de apostasía del 33%. A fines de 2005, este índice fue del 23%; esto es, 10% menor que el año 2000, cuando iniciamos el quinquenio. Estamos, entonces, ante una significativa realidad: la División Sudamericana comenzó a disminuir el número de apostasía cuando los Grupos pequeños comenzaron a funcionar en su territorio. Estos desempeñan un importante papel en las relaciones personales. Creo que la mayoría de las personas que dejaron la iglesia no lo hicieron por falta de preparación doctrinal ni por falta de capacitación o entrenamiento misionero, sino porque no encontraron un ambiente apropiado para desarrollar su nueva experiencia ni su vida social, cuyo ambiente dejaron atrás y no fue sustituido por la iglesia. Por eso, regresaron a sus amistades anteriores. Los Grupos pequeños pasaron a existir con la finalidad, entre otras, de desarrollar una amistad saludable, la confraternización, un ambiente de familia. Después de eso, las personas se empezaron a quedar mucho más firmes en la iglesia.

Ministerio: En ese caso, ¿las relaciones humanas son la idea clave en el proceso de conservación o en la apostasía del nuevo creyente?

Melchor Ferreyra: Creo que la falta de buenas relaciones es la causa fundamental de la apostasía. Por todo lo que he vivido dentro y fuera de Sudamérica, hay un grave problema para involucrar al nuevo converso en las actividades de la iglesia. Creo que no necesitamos insistir tanto en la necesidad de la preparación doctrinal, porque este es un punto ya establecido: nadie debe ser bautizado sin que esté debidamente adoctrinado. Creo, también, que una persona no toma su decisión por el bautismo solo o exclusivamente por la emoción, sino como una respuesta racional. Creo que las personas dejan la iglesia porque no encuentran dentro de ella un ambiente receptivo; no encuentran lazos fuertes de amistad. Y puedo decir que, aparte de los Grupos pequeños, todavía no encontré otro ambiente para crear, desarrollar y solidificar las relaciones de amistad. Note que en el año 2000 nuestro índice de apostasía en la División Sudamericana era del 33%. En 2001, del 38%. En 2002 fue reducido a un 24%.

En 2003, a un 22%. Repito: desde que los Grupos pequeños fueron implantados como filosofía de trabajo, desde que fue establecido el concepto de Evangelismo integrado, desde que la iglesia se puso a trabajar bajo el énfasis de un ambiente más familiar de compañerismo y amistad, la apostasía disminuyó. Los Grupos pequeños posibilitan un ambiente en el que quien asiste puede ser escuchado; un ambiente sereno de oración, comunicación, lectura de la Biblia, confraternización y compromiso. Cuando se crean sólidos lazos entre las personas, especialmente entre los adultos, el compromiso permanece. Por esa razón, las personas se mantienen en la iglesia.

Ministerio: Ocurre que, en algunos lugares, los Grupos pequeños aparecen como verdadero fenómeno de evangelización. En otros, no tanto. ¿Dónde está la dificultad, y cómo puede ser evitada?

Melchor Ferreyra: Hay un principio muy importante que debemos alimentar y que es definido por una palabra: paciencia. Creo que, para establecerlos Grupos pequeños, debemos ejercer la paciencia. Si no la poseemos, o no estamos dispuestos a cultivarla, tal vez no convenga comenzar el proceso. El problema es que siempre queremos resultados inmediatos, rápidos. Pero no podemos obtener resultados a menos que estemos dispuestos a pagar el precio del trabajo para establecer los Grupos pequeños. Si miramos al Grupo pequeño como un método, fracasará. Necesitamos mirarlos como un estilo de vida para la iglesia; y, con este estilo de vida, podemos crecer, avanzar pacientemente. Los resultados pueden no ser inmediatos, pero sí a largo plazo. Además, cuando surjan, se revelarán tan altamente compensadores que el proyecto avanzará y la iglesia será bendecida. No debe haber preocupación por establecer muchos Grupos pequeños. Podemos comenzar con uno o dos, y crecer a medida que surjan los frutos.

Ministerio: En su opinión, ¿cuales son los métodos más eficaces que el pastor debe usar para llevar a su iglesia a una experiencia de crecimiento saludable?

Melchor Ferreyra: Creo que debemos considerar los principios que ayudan a la iglesia a crecer alrededor del mundo. Estos principios han contribuido mucho al crecimiento en la iglesia aquí, en Sudamérica. Menciono cinco: (1) Una iglesia que crece es una iglesia que ama la verdad, a Dios y a las personas. (2) Una iglesia que crece estudia la Biblia; está identificada con el amor de Dios manifestado en su Palabra. (3) Una iglesia que crece es una iglesia que realiza cultos inspiradores, tiene un programa de adoración, alabanza y cánticos. (4) Una iglesia que crece está organizada en Grupos pequeños. Y (5) una iglesia que crece está abierta a los cambios en relación con el mejoramiento de la recepción, la oración intercesora y la evangelización interna, transformándose en un centro de evangelización.

Ministerio: Su campo de trabajo anterior, la Unión Peruana, es un ejemplo de crecimiento de iglesia en Sudamérica. ¿Qué es lo que pueden aprender los demás campos de esa experiencia e implementar en sus respectivos territorios?

Melchor Ferreyra: La Unión Peruana realmente creció mucho en los últimos cinco años. En ese período, fueron bautizadas más de trescientas cincuenta mil personas, duplicando lo que en setenta años no fue hecho. Por otro lado, copiar métodos que dieron resultado en una región no es una práctica segura. Cada región tiene realidades específicas, y lo que funciona en un lugar puede no funcionar en otro. Debemos seguir principios. Y los principios que ayudaron a la Unión Peruana a crecer son los que acabo de mencionar.

Ministerio: La Unión Peruana fue pionera en la realización de “Caravanas de la esperanza”. ¿Cómo evalúa el desarrollo de este proyecto en el resto del territorio de la División Sudamericana?

Melchor Ferreyra: Las “Caravanas de la esperanza” van creciendo, y ahora creo que todas las uniones de la División Sudamericana están avanzando en esta dirección. La idea comenzó con un plan piloto en el Lago Titicaca, que denominamos “Caravana del poder”. Creo que la “Caravana de la esperanza” identifica más el mensaje que deseamos transmitir. “Caravana del poder” tenía un sentido más inclinado hacia nosotros, hacia dentro de la iglesia; “Caravana de la esperanza” tiene un atractivo mayor para los que no son de la iglesia. Este concepto entró en la mente de los administradores y hoy, en el territorio de la División Sudamericana, dirigentes de Unión, Asociación y Misión están promoviendo y ejecutando el proyecto.

Ministerio: ¿Cómo puede el pastor ser entrenador y evangelista y, al mismo tiempo, consejero, apacentador y nutridor del rebaño, sin perjudicar la buena atención de todos los aspectos de su ministerio?

Melchor Ferreyra: El pastor debe ser entrenador, evangelista y predicador, pero no creo que deba dejar de visitar a los miembros de sus congregaciones. Si el pastor tiene bajo su responsabilidad una iglesia grande, debe hacer planes, junto con sus líderes auxiliares, para poner en práctica un programa de visitación. Me parece que existe un peligro cuando el pastor se convierte en solo un “director de orquesta”, descuidando el trabajo de la visitación, o cuando se va al otro extremo: se convierte en un tremendo visitador y se olvida que es el “director de la orquesta”. Debe existir un equilibrio en el trabajo pastoral, a fin de que, al mismo tiempo en que dirige la orquesta, el pastor sepa cómo “tocar los instrumentos”.

Ministerio: Parece que hay un gran número de personas, en los registros de la iglesia, que ya no asisten a ella. ¿Cuál es la orientación para la actualización de esos registros?

Melchor Ferreyra: Hace aproximadamente tres años, la División Sudamericana inició un plan de actualización de los registros de miembros, y ahora podemos decir que casi el 80% de los campos está con sus registros actualizados. Muchos deberán hacer ajustes de actualización porque tenían cifras, pero no tenían nombres. Los secretarios deben continuar trabajando, colocando los registros al día, en relación con los bautismos.

Ministerio: ¿Cuáles son las implicancias del funcionamiento de la Secretaría en el éxito del trabajo del pastor de distrito?

Melchor Ferreyra: Ese es un punto interesante. Muchos miran la Secretaría como un centro estadístico del campo. El secretario debe ser alguien que posea una visión misionera y que tenga el corazón no tanto en los reglamentos, que necesita conocer bien, ni en las estadísticas, que también son importantes, sino en el programa misionero de la iglesia. En todos los niveles eclesiásticos, el secretario debe colocar su corazón en el cumplimiento de la misión. Eso ayudará mucho al pastor.

Ministerio: ¿Qué se puede hacer para dinamizar esa área?

Melchor Ferreyra: El pastor debe y puede hacer mucho en el área de Secretaría. Muchas veces, no deja que el secretario o la secretaria de iglesia trabaje. Ese oficial tiene un trabajo importantísimo. Cada vez que se realiza un bautismo, debe estar presente, haciendo el registro de la ceremonia y transmitiendo inmediatamente la información al campo local. El pastor debe apoyar ese proceso para que, en el futuro, no contenga solo números, sino también personas en nuestros registros.

Ministerio: La mentalidad posmoderna es, se sabe, un desafío para la evangelización. Algunas regiones de nuestro territorio la representan muy bien. A partir de su experiencia, ¿qué estrategias ayudan a penetrar en esos lugares y alcanzar a este tipo de personas?

Melchor Ferreyra: Nuevamente, presento a los Grupos pequeños, porque no puede haber una estrategia más efectiva que permitir que las personas trabajen por otras en el mismo nivel en que ellas están. Por ejemplo: si formamos un grupo de profesionales, ¿con quién va a trabajar ese grupo? Si hay un grupo pequeño de médicos, ingenieros, abogados, cada grupo trabajará con personas de su área profesional y social. El grupo pequeño se adapta, como estrategia de evangelización, a cualquier nivel y para cualquier mentalidad, ya sea posmodernista, modernista o secular. Se trata de una estrategia para alcanzar a las personas donde ellas se encuentren.

Ministerio: ¿Cuáles son los planes y las metas de la Secretaría de la División Sudamericana para el restante quinquenio?

Melchor Ferreyra: Existen muchos proyectos, pero podemos responder teniendo en vista tres cosas: hay un programa llamado “Reencuentro”, cuyo objetivo es reconquistar a las personas que dejaron la iglesia. Las uniones Este Brasilera, Central Brasilera y otros campos ya lo han probado, con éxito. Particularmente, deseo que cada unión lo abrace y lo realice, porque en todo lugar existen personas que dejaron la iglesia y necesitan ser traídas de vuelta. Otro plan es la actualización de los registros de miembros. Creo que esto debe ser hecho en la menor brevedad posible. En poco tiempo tendremos disponibles ejemplares del Manual de Secretaría, que serán distribuidos a todos los secretarios en todos los ámbitos. También estoy ansioso de ver funcionando a los Grupos pequeños, teniendo en vista el proceso de conservación de los miembros de iglesia.

Ministerio: Como secretario de la División Sudamericana, ¿qué mensaje especial desearía dejar a los lectores?

Melchor Ferreyra: Estamos en un momento crítico de la historia de la humanidad, y necesitamos vivir no como si fuesen las 9:30 de la noche, sino como si faltaran cinco minutos para la medianoche. Creo que, en el reloj profético, faltan cinco minutos para las 24. Necesitamos avanzar, porque resta poco tiempo. Aprovecho la oportunidad para convocar a mis compañeros de administración: secretarios, tesoreros, secretarios de departamento, para que trabajemos unidos, haciendo avanzar la tarea de llevar el mensaje del evangelio a los que no conocen a Jesucristo.

Sobre el autor: Director de Ministerio, edición de la CPB.