Después de haber trabajado como pastor de iglesia y director de departamentos en las regiones sur y centro-oeste del Brasil, el pastor Wilson Borba pastorea, actualmente, el distrito de Parque Industrial, en San José de los Campos, San Pablo, en la Asociación Paulista del Valle. Se graduó en Teología en el antiguo Instituto Adventista de Ensino, hoy Unasp, donde también concluyó la maestría y el doctorado. Su tesis, titulada “La base misionera adventista del séptimo día brasileña: su formación, consolidación y expansión”, fue defendida el año pasado, en ocasión del VIII Simposio Bíblico Teológico Sudamericano, realizado en el Seminario Teológico de la Facultad Adventista de Bahía.

En esta entrevista, el Pr. Wilson, que está casado con Néli Borba, y es padre de tres hijos, habla acerca del tema de su tesis, haciendo una reflexión histórica de la misión adventista mundial. Analiza el papel importante que la iglesia brasileña ha desempeñado en ese escenario en el pasado, en el presente, y lo que todavía es capaz de realizar en el futuro.

Ministerio: ¿Cuál fue su motivación para elaborar una tesis acerca de la misión adventista en Brasil?

Wilson: La idea surgió en un diálogo mantenido con el Dr. Alberto Timm, que fue orientador de la tesis. Concluimos que era interesante rescatar un poco de la historia de un tema que siempre es relevante y actual. A lo largo del trabajo, descubrí que también es apasionante.

Ministerio: Luego del chasco de 1844, entre los pioneros adventistas existía la idea de que la salvación estaba restringida solo a los mi lientas. ¿Qué sucedió para que luego entendieran que tenían una misión mundial?

Wilson: Hubo, básicamente, cuatro factores de influencia: Primeramente, Jesús no vino, como esos creyentes esperaban. Después, Elena de White recibió varias visiones indicadoras de que el regreso de Jesús no ocurriría inmediatamente después de esa experiencia, al igual que sugerían la posibilidad de una acción misionera más amplia. La conversión de las personas que no habían participado del movimiento millerita de 1844 también ejerció influencia para el cambio de idea. Finalmente, surgió la experiencia de la justificación por la fe en Cristo, vivida por los pioneros adventistas presentes en la asamblea general de 1888, en Mineápolis. Refiriéndose a esto, Elena de White escribió: “El tiempo de prueba está precisamente delante de nosotros, pues el fuerte pregón del tercer ángel ya ha comenzado en la revelación de la justicia de Cristo, el Redentor que perdona los pecados. Este es el comienzo de la luz del ángel cuya gloria llenará toda la tierra” (Mensajes selectos, t.1, p. 425). Esa declaración impactó especialmente en Arturo Daniells, que llegó a ser presidente mundial de la iglesia.

Sus conclusiones aparecen en el libro Cristo nuestra justicia. Basado en esta declaración, él creía que el gran clamor ya se había iniciado y que la Iglesia Adventista debía comprometerse con el movimiento misionero.

Ministerio: ¿Cuál fue entonces la estrategia misionera adoptada por la iglesia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, para alcanzar otros continentes fuera de Norteamérica?

Wilson: Inicialmente, la iglesia planeó establecerse en países económicamente sólidos. Esos países funcionaban como bases misioneras emergentes y proveían misioneros adicionales para evangelizar su territorio y otras regiones. La organización de Uniones como bases misioneras formaba parte de la estrategia. De acuerdo con ese plan, en la asamblea mundial de 1901, la responsabilidad de supervisar las islas del sur fue transferida de la base norteamericana de la iglesia a la Unión Australiana, que ya estaba llegando a los dos mil quinientos miembros.

Ministerio: ¿Y con respecto a Sudamérica y Brasil?

Wilson: La Asociación General no estaba preparada para un “ataque lingüístico” que incluyera todos los idiomas hablados en Sudamérica. Y, como los primeros interesados surgieron en colonias alemanas, se decidió iniciar el trabajo entre personas de descendencia y lengua alemanas. En Brasil, inicial- mente, el adventismo fue establecido en los estados del sur, para evangelizar a los millones de personas de habla portuguesa. Un centro del adventismo fue establecido en el estado de San Pablo, y se radicaron allí las principales instituciones de la iglesia.

Ministerio: ¿Cuáles son los factores que consolidaron la base misionera adventista brasileña?

Wilson: Fueron varios. Podemos mencionar el surgimiento de la gran Unión Este Brasileña, en 1919; la ordenación del primer pastor nativo, en 1920; la graduación de la primera cohorte del Seminario Adventista, en 1922; el establecimiento de la Unión Norte Brasileña, en 1936; el interés en la obra médico-misionera; y la fundación de clínicas y hospitales, a partir de la década de 1940. En los años 50, ocurrió la transición del liderazgo extranjero al nacional. Esta transición estuvo marcada, principalmente, cuando los pastores Moisés Nigri, Walter Streithorst y Rodolfo Belz fueron nombrados, respectivamente, presidentes de las Uniones Sur (1952), Norte (1955) y Este Brasileñas (1958). Pero el hecho que coronó esa consolidación también ocurrió en la década de 1950, con la elección de misioneros brasileños para componer el equipo de la División Sudamericana, cuya sede era Montevideo, Uruguay. Ahora, si el Brasil ya tenía obreros para liderar la DSA, también podría proveer obreros capacitados para otras regiones. Entre los misioneros extranjeros, líderes de la Iglesia en el Brasil, se creía que ese país también podía contribuir a la evangelización de otros países, enviando los obreros más preparados, así como la base norteamericana había enviado a J. N. Andrews a Europa.

Ministerio: ¿Y cuál fue el siguiente paso en la expansión de las misiones adventistas brasileñas por el mundo?

Wilson: En los años 70, se dio un movimiento intencional de envío de misioneros brasileños para servir en Angola y Mozambique, países de habla portuguesa en África. Pareciera que este hecho está ligado al nombramiento de los pastores brasileños Moisés Nigri y Leo Ranzolin, el primero como vicepresidente y el segundo como director asociado del Ministerio Joven de la Asociación General. Es importante mencionar que la ida de estos brasileños para la sede mundial de la iglesia se dio como resultado de un plan del Pr. Robert Pierson (presidente de la Asociación General de 1966 a 1979) en el sentido de internacionalizar nuestro liderazgo mundial pues, desde los años 30, el número de adventistas fuera de los Estados Unidos ya alcanzaba el número existente en ese país.

Ministerio: L os misioneros extranjeros que fueron pioneros de la iglesia en el Brasil mantenían un doble concepto; es decir, misión local e internacional. ¿Eso caracterizaba, también, tobase brasileña?

Wilson: Realmente, ese era el concepto alimentado por los misioneros en el Brasil. En 1929, cuando Joáo Gnutzmann estaba por ser enviado como primer misionero a Angola, en África, el Pr. N. P. Nielsen declaró lo siguiente: “Nuestros hermanos en el Brasil, que forman parte de la gran familia de Dios, también tienen que tener una parte en la proclamación de este mensaje a todo el mundo. Si bien nuestras necesidades son grandes y tenemos muchos millones de personas a las que advertir en nuestro propio país, debemos estar dispuestos a enviar parte de recursos y obreros a otras tierras, con el fin de ayudar a terminar la obra en todo el mundo. Será una bendición para nosotros poder compartir nuestros obreros con otras tierras, pues eso aumentará el interés del pueblo en la obra misionera mundial. Y eso es lo que estamos haciendo”. Pero la base misionera brasileña no desarrolló ese doble concepto por al menos cuatro causas: La tradicional y angustiante falta de obreros que solo terminó en los años 50; la influencia de tres crisis económicas mundiales que afectaron a la iglesia en el Brasil; las dos guerras mundiales y la gran depresión de 1929; la comodidad, debido al hecho de tener solo una lengua oficial en nuestro territorio. Si eso favorecía la evangelización del Brasil, también hizo que nuestros obreros tuvieran poco entusiasmo para aprender un nuevo idioma y servir en el exterior. Finalmente, la disminución de misioneros extranjeros. La presencia de ellos favorecía el desarrollo de la visión misionera nacional e internacional.

Ministerio: ¿Qué se debe entender por “intencionalidad” en el envío de misioneros al exterior?

Wilson: Esa expresión es utilizada cuando se pretende mencionar que toda la base misionera, que en nuestro caso es la brasileña, está comprometida y transpira la intención de invertir en misiones al exterior. Cuando mencionamos “toda la base”, queremos referirnos a toda la iglesia en todos los sectores e instituciones: uniones, pastores, administradores, iglesias locales, y casas editoras, y no solo los seminarios teológicos.

Ministerio: ¿Cómo evalúa esa intencionalidad, en lo que atañe a la base misionera adventista brasileña?

Wilson: Bien, en verdad, todavía no tenemos un centro de entrenamiento destinado a la preparación de nuestros misioneros para que sean enviados a otros países. Como resultado, muchos han salido con poca orientación con respecto a servir en lugares considerados una prioridad por la Iglesia mundial. Creo que la creación de un departamento de Misiones en la División Sudamericana y de un centro de preparación en uno de nuestros seminarios, más el informar a las iglesias locales respecto de las necesidades misioneras mundiales, al igual que el incentivo a obreros y profesionales de las diferentes áreas para que sirvan en el campo misionero extranjero son factores que contribuirán a una acción más efectivamente intencional.

Ministerio: De manera general, los misioneros adventistas brasileños ¿son bien recibidos en regiones donde predominan el islamismo y otros religiones no cristianas?

Wilson: Hay varias razones. En primer lugar, el Brasil es un país que se posiciona con neutralidad en el escenario político mundial. También somos un pueblo tradicionalmente pacífico y nuestra nación ha servido de hogar para millones de personas de ascendencia árabe y descendientes de otras nacionalidades. Por ejemplo, después del Líbano, Brasil es el mayor país libanés del mundo. Además, hasta el fútbol, un deporte popular mundial, y la fama proyectada por la selección brasileña han ayudado a facilitar el diálogo, y a conquistar la simpatía y la admiración de millones de personas fuera del Brasil.

Ministerio: ¿Qué regiones considera más desafiantes para la misión adventista mundial?

Wilson: En Europa, Asia y la región norte de África están nuestros grandes desafíos.

Ministerio: ¿Cómo ve el futuro de las misiones adventistas brasileños en el mundo?

Wilson: Desde 1997, el Brasil se convirtió en el país con mayor número de adventistas en todo el mundo. Aquí, la iglesia adventista es una potencia en número de miembros, instituciones y capacidad de contribuir a la misión mundial. Tenemos una iglesia joven, comprometida, fuerte y dinámica. Hasta el fin del tiempo de gracia, tendremos nuestros desafíos internos de evangelización, pero ha llegado el tiempo en que la base misionera brasileña haga una gran contribución a la evangelización de países que todavía no fueron alcanzados con el mensaje adventista y de otras regiones necesitadas. Necesitamos tener en mente que países de habla portuguesa como, por ejemplo, Angola, que tienen un adventista por cada 50 no adventistas; Cabo Verde, con un adventista por cada 83 no adventistas; y Mozambique, con un adventista por cada 87 no adventistas, ya poseen una representación adventista significativa. Salvo algunas situaciones especiales, esos y algunos otros países ya no deberían ser considerados un lugar de destino para los misioneros adventistas, como lo fueron en las décadas de 1970 y 1980. Ahora, tenemos la responsabilidad de levantar nuestros ojos más allá de los territorios de habla portuguesa. Necesitamos preparar a nuestros jóvenes, dándoles condiciones de dominar los idiomas inglés y francés. El inglés facilitará el trabajo en Asia. El francés, en el norte africano.