Por casualidad, ¿notó que, a veces, su actitud varía de un día para otro? En gran medida, nuestra actitud mental determina nuestro éxito o nuestro fracaso. Dios creó el cerebro con capacidad para perfeccionarse en función, habilidad y actitud, por medio del uso y del ejercicio. Así, se renueva constantemente de acuerdo con lo que leemos, pensamos, sentimos o esperamos.
Al enfrentarnos con las montañas de la vida, la actitud puede ser más importante que los hechos. Cuando alimentamos una actitud negativa, dedicamos mucha energía intentando superar pequeñas cuestiones, y terminamos sin preparación cuando necesitamos una actitud mental vigorosa para escalar los picos de las dificultades.
MENTALIDAD FIJA = RESULTADOS FIJOS
La psicóloga Carol Dweck analizó lo que ella misma llamó “mentalidad fija” y “mentalidad en crecimiento”.[1] La mentalidad fija cree que características como la inteligencia, la habilidad, la personalidad y la competencia son innatas e inmutables. Los poseedores de esa mentalidad creen que “trabajar” por el perfeccionamiento indica una falta básica de inteligencia o de habilidad. Tienden a verse a sí mismos como activos o pasivos, fuertes o débiles, vencedores o perdedores.
Esas personas escogerán resolver problemas fáciles, en lugar de los difíciles, para mostrarse a sí mismas que son competentes. Por causa de esa necesidad de ser activas, en lugar de “tornarse activas”, tienden a evitar desafíos, desisten fácilmente ante los obstáculos, ignoran las críticas y se sienten amenazadas por las otras personas.
El sociólogo Benjamín Barber concluyó: “No divido el mundo entre débiles o fuertes, exitosos o fracasados. Divido el mundo entre aprendices y no aprendices”. [2] Se puede tener mentalidad fija en algunas áreas, pero no en otras. La buena noticia es que esa clase de mentalidad puede ser transformada.
MENTALIDAD EN CRECIMIENTO = RESULTADOS CRECIENTES
La mentalidad en crecimiento cree que, si bien podemos ser diferentes en actitudes básicas, intereses y temperamentos, todo el mundo puede cambiar, crecer y perfeccionarse.
Las personas con esa mentalidad tienen pasión por el crecimiento, si bien cometen errores al enfrentar los desafíos. Pueden no ser activas, pero están interesadas en volverse activas. Tienden a aceptar los desafíos y a persistir en vencerlos a pesar de los obstáculos; aprenden con las críticas y consideran inspirador el éxito de los demás. Son capaces de recomenzar, cuando son abatidas por las dificultades, y tienden a ser más perdonadoras.
Cambie su mentalidad Al ser liberado, Viktor Frankl, psiquiatra judío preso en Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial, dijo: “Se le puede quitar todo a un hombre, menos una cosa, la última de las libertades humanas: la de escoger su actitud ante cualquier situación o circunstancia”.[3] Escoger una nueva forma de pensar es como cambiar cualquier otro hábito; es decir, requiere práctica, perseverancia y paciencia.
¿Tiende a ser negativo? No se aflija. El psiquiatra John Ratey afirma lo siguiente: “No somos prisioneros de nuestros genes ni de nuestro ambiente. La pobreza, la alienación, las drogas, el desequilibrio hormonal y la depresión no determinan el fracaso. La riqueza, los vegetales y el ejercicio no garantizan el éxito. Los genes establecen los límites del comportamiento humano, pero dentro de esos límites hay muchísimo espacio para variaciones determinadas por la experiencia, las decisiones personales, y por las oportunidades […]. Siempre tenemos la capacidad de remodelar nuestro futuro”.[4]
Entonces, primeramente, aprenda a identificar el pensamiento fijo. Después, determine sustituirlo por la mentalidad en crecimiento. Finalmente, busque conducción y poder en la Palabra de Dios. Cristo dijo: “Aprended de mí” (Mat. 11:29). Con él, es posible aprender nuevas y mejores maneras de vivir y de pensar. Practique una nueva actitud; eso lo ayudará a conquistar mayores alturas ante los desafíos de la vida. Y contagiará a otras personas a su alrededor, incluso a los miembros de su iglesia.
Sobre la autora: Director de Salud de la Asociación de Michigan, Estados Unidos.
Referencias
[1] Carol Dweck, Mindset: The New Psychology of Success (Nova York: Random House, 2006).
[2] Ibíd., p. 16.
[3] Viktor Frankl, Man’s Search for Meaning (Boston: Beacon Press, 2006), p. 66.
[4] John Ratey, A User’s Guide to the Brain (Nova York: Vintage Books, 2002), pp. 17, 32, 36.