¿Cuán importante es la hora de la comida en su hogar? Tal vez sea necesario repasar algunas de sus prioridades y hacer los arreglos apropiados en su programa.
– Por favor, ven a tiempo esta tarde, querido. Tengo que ir a una reunión y quisiera que quedaras con Viviana.
La esposa miró a su esposo ansiosamente.
-No te preocupes- le dijo, acariciándole la mejilla-, estaré en casa a las seis y con Viviana pasaremos momentos maravillosos.
-Gracias, querido.
Mientras él se alejaba, ella lo siguió con la mirada hasta que su automóvil desapareció. Había oído tantas veces la promesa de su esposo, pero siempre algún imprevisto lo demoraba. Las cenas eran tardías. Parecía un problema sin solución. Quizás esta tarde ella podría confiar en que nada perturbaría sus planes.
A las cinco de la tarde sonó el teléfono.
-Querida, voy a retrasarme un poco. Un compromiso surgió a última hora. Por favor, ten paciencia.
-Pero. . . -dijo ella, luchando por esconder su desengaño- Viviana nunca está contigo.
-Lo siento, querida, pero esta es una cita muy importante. Te prometo que mañana pasaremos una velada juntos.
Contrariada, colgó el teléfono y se dirigió a la cocina donde había comenzado a preparar la cena. Llamó a la señora Rojas para ver si Viviana podría quedar con ella. Antes de irse dejó en la puerta una nota que decía: “Viviana está con la señora Rojas. La cena está sobre la mesa y en el refrigerador. Yo me voy a la reunión. Que lo pases bien solo”.
Evaluemos por un momento este incidente. Hay varios puntos de interés que son parte del conflicto en este hogar.
1. En un hogar deben establecerse prioridades que los esposos designan de común acuerdo. Estas prioridades comprenden varias áreas que definen los límites del hogar y son parte de la paz hogareña. Por ejemplo, es importante definir y cumplir en la forma más conveniente el número de comidas al día y las horas en que estas comidas se ingieren. Los esposos deben ponerse de acuerdo en el régimen alimentario que seguirán en su hogar. Muchos prefieren comer sólo dos veces al día, otros prefieren tres. Sean dos o tres comidas al día, cada comida debe primar sobre las demás actividades y no se deben hacer compromisos durante estas horas a menos que los esposos se pongan de acuerdo.
¿Por qué es esto importante? En Ezequiel 4: 10, Dios explicó al profeta la alimentación que él debería tener durante un período de más de un año. Le indicó: “De tiempo en tiempo la comerás. . .” En Eclesiastés 10: 17 Salomón agrega: “¡Bienaventurada tú, tierra, cuando… tus príncipes comen a su hora…!” En Salmos 145: 15 dice: “Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo”.
Al referirse a este problema, Elena G. de White nos dice: “La regularidad en las comidas es de vital importancia. Debe haber una hora señalada para cada comida, y entonces cada cual debe comer lo que su organismo requiere. . .” (Consejos sobre el régimen alimenticio, pág. 213).
“Hay que observar cuidadosamente la regularidad en las comidas… La irregularidad en las comidas destruye el tono sano de los órganos de la digestión, en perjuicio de la salud y del buen humor” (loc. cit.).
“En ningún caso deben las comidas ser irregulares. Si el almuerzo se ingiere una o dos horas antes que de costumbre, el estómago no está preparado para la nueva carga… Tampoco deben demorarse las comidas por una o dos horas, a fin de acomodarse a las circunstancias, o para que pueda realizarse una cantidad de trabajo. El estómago exige el alimento a la hora de costumbre…” (ibíd., pág. 212).
¿Hay alguna razón científica para “comer a su tiempo”?
En una investigación se midió el tiempo que tarda el estómago en vaciarse después de ingerir una comida, por medio de rayos X y el agregado de bario a la comida. Se hizo la prueba con un desayuno que consistía en cereal, fruta, pan, leche y un huevo. El estómago estaba vacío después de cuatro a cuatro horas y media. Nada se comía entre estas horas. Luego se decidió ver qué ocurría si después del desayuno, a cada hora y media a dos horas se ingería un pedazo de pan con mantequilla o un helado. Con el helado, el estómago demoró seis horas, y con el pan con mantequilla, después de nueve horas todavía quedaba residuo en el estómago. El estómago necesita la comida a su tiempo para seguir su trabajo eficientemente.
Otra prioridad es tener una noche designada sólo para la familia, sin planear ninguna otra actividad. Este lapso de dedicación a los hijos es una excelente oportunidad para fortalecer los lazos familiares y hacer que los hijos se sientan seguros y contentos en sus hogares.
2. No demos lugar a frustraciones y “agendas ocultas” por la falta de disciplina en nuestros hogares. Levantarse temprano para el desayuno, al igual que dejar una comisión cuando hay importantes decisiones que tomar, por ir a comer, parece pérdida de tiempo. Pero somos seres humanos con exigencias energéticas y reparadoras. El alimento nos ayuda a trabajar y a enfrentar nuestras responsabilidades. Aun las decisiones hechas en comisiones pueden ser más justas después de una buena comida.
Si no tenemos orden en nuestros hábitos, o si no nos conformamos a lo que, de común acuerdo, hemos decidido en el hogar, esto dará lugar a frustraciones entre los esposos y a “agendas ocultas” que son decisiones que toma un cónyuge cuando se siente contrariado. La falta de una tarde para la familia solamente puede crear “agendas ocultas” como el caso de la esposa de nuestro ejemplo. Al preparar una cena deleitosa para el esposo, recibe el mensaje de que él no podrá venir por razones más importantes que la compañía de las personas de su hogar.
La tendencia moderna de comer a cualquier hora que sea conveniente sin atenerse a un horario, no es precisamente el mejor sistema para mantener la salud. Esto no quiere decir que el horario debe ser tan exacto que no se pueda retrasar un minuto. Pero debe haber coherencia en las horas de comer.
3. La hora de la comida debe esperarse con alegría como una actividad grata.
Conocí a una familia numerosa que todas las tardes se reunía para la cena. La mesa grande siempre tenía un mantel limpio y flores. La mejor vajilla y servicio era de rigor, aunque la comida era generalmente sencilla pero servida con fineza. Lo que más llamaba la atención era la alegría de vivir de todos los comensales. Había conversación animada, risas y participación de todos en los eventos del día, en las experiencias personales y en el deseo de compartir sentimientos y pensamientos. Era el momento que todos anhelaban que llegara para relajar tensiones, olvidarse del trabajo y las dificultades, y sumergirse en el seno de la familia donde se sentían felices y seguros.
Es éste el modelo que debemos dejar a nuestros hijos para su desarrollo emocional, físico, intelectual y espiritual. Esto ayudará a estimular la estimación propia para triunfar en la vida. En Eclesiastés 9: 7 el sabio Salomón nos exhorta: “Anda, y come tu pan con gozo”.
El acto de comer es complejo, pues no es sólo una actividad física sino que involucra el ser entero. Usamos los cinco sentidos. Además, comemos con nuestros sentimientos. Nos basamos en experiencias anteriores para el gusto, disgusto, o la satisfacción que el alimento nos da. El medio social que nos rodea es poderoso en formar nuestros hábitos en el comer, y el estado de ánimo determinará cómo nuestro organismo responde a las diferentes emociones. Comer con gozo es invitar a nuestro organismo a desenvolverse en forma óptima.
En el siglo pasado un médico canadiense tuvo la oportunidad única de observar lo que pasa en el estómago de una persona. Un cazador de pieles fue herido en el estómago por una bala. La herida sanó, pero quedó una abertura por la cual el médico podía mirar dentro del estómago. Basado en sus observaciones, el médico escribió un libro de fisiología de la digestión. Observó que cuando el paciente estaba calmado y contento, el estómago estaba rosado y con muchos pliegues. Cuando el paciente se enojaba, el estómago se ponía rojo vivido y se veía inflado sin mostrar ningún pliegue. Cuando el paciente estaba resentido, tenía exceso de secreción de jugo gástrico, el que generalmente se correlaciona con la formación de úlceras y otros problemas gástricos. Si el paciente estaba deprimido, la secreción gástrica cesaba y no podía digerir la comida. Cuando el paciente tenía miedo, la mucosa del estómago estaba lívida y parecía que los vasos sanguíneos habían desaparecido. Las observaciones del médico canadiense fueron corroboradas en este siglo con instrumentos más perfeccionados.
“Al sentarse a la mesa, deséchense los cuidados, las preocupaciones y todo apuro, para comer despacio y alegremente, con el corazón lleno de agradecimiento a Dios por todos sus beneficios” (El ministerio de curación, pág. 235).
4. Los hábitos en el comer se forman en el hogar. La influencia de la madre y el padre es poderosa en la formación de los hábitos del niño. Si Juancito ve a su padre desechar la cebolla o la zanahoria, él hará lo mismo. Si lo ve faltar a las comidas o llegar insistentemente tarde, tomará ese comportamiento como modelo.
Cuando el padre está presente para las comidas, tendrá la oportunidad de dialogar con sus hijos y su esposa para conocerlos mas íntimamente y proveer el medio ambiente para el crecimiento de la familia en todas sus dimensiones. Alrededor de la mesa, al consumir los alimentos que proveen la energía que gastamos en el vivir, al intercambiar ideas y al fomentar un espíritu alegre y de camaradería, los lazos de amor y de confianza se fortalecerán y los hijos no sufrirán la separación de la “brecha generacional”.
José, en tiempos bíblicos, al acompañar a su padre en sus actividades o al sentarse alrededor de la mesa familiar, aprendió no sólo hábitos sanos en el comer sino también el sentido de honestidad, de integridad y de lealtad que fueron la salvaguardia de su vida futura. En Proverbios 22:6 dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
En todo hogar la hora de la comida es “una cita importante”. No la olvidemos. Con una alimentación sana, sencilla, nutritiva, deliciosa y atrayente, con un espíritu de regocijo, de gratitud y de tolerancia hacia los demás, podemos crecer de día en día, comprendiendo el amor de Dios al darnos esta vida tan maravillosa y sus bendiciones, y al enseñarnos cómo mantener saludable nuestro organismo.
Con el salmista podemos decir: “Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia”. Salmos 136:1.