Lo que los cristianos todavía pueden aprender de los judíos con respecto a la observancia del sábado.

     Muchas personas argumentan que el sábado es universalmente aplicable, y no primariamente para los judíos, por causa de su origen en el registro del Génesis.[1] Si bien esto es ciertamente verdad y argumentado incluso por notables eruditos judíos,[2] es crucial recordar que el sábado está incrustado en el éxodo de Israel de Egipto (Deut.5:12-15) y el pacto con Dios. “El punto de esta aparente paradoja –escribe Michael Lodahl– es aseverar que, en la noción judía del sábado, incluso cuando su observancia de alguna manera conmemora la Creación, esa remembranza en sí misma está fundamentada en el pacto de Dios con el pueblo judío”.[3] En otras palabras, si no fuera por el pueblo del pacto de Dios, Israel, que también escribió y preservó las Escrituras, el mundo no habría sabido del sábado, el día que Dios bendijo y santificó “porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gén. 2:3).

     Por lo tanto, los cristianos que observan el sábado deben reconocer que lo hacen como una señal de solidaridad y de celebración del pacto de elección de Israel, todavía sostenido por el fiel Dios del Éxodo.

     Por esta razón, la observancia del sábado también sirve como un testimonio del origen del cristianismo en la fe y la práctica judías. Este es un testimonio oportuno para hoy, considerando el sentimiento antijudío que la iglesia ha abrigado a lo largo de su historia. Afortunadamente, este pensamiento lentamente está desapareciendo por medio de la obra de teólogos post-Shoa,[4] declaraciones denominacionales[5] y el diálogo genuino.[6]

LOS CRISTIANOS Y EL SÁBADO

     Un resultado de la reconsideración de la relación del cristianismo con el judaísmo ha sido el renacimiento entre católicos y protestantes, que ven al judaísmo como un recurso útil para la práctica cristiana, incluyendo el sábado. El reciente libro de Walter Brueggemann acerca de cómo –a pesar de los numerosos textos que han salido de las prensas en los últimos años– el tema del sábado pareciera ser inagotable es un ejemplo de esto.[7] El creciente interés en el sábado y sus raíces judías entre los cristianos es loable, siempre y cuando no traiga, como resultado, la teología del reemplazo de días pasados. Esto también hace surgir complejas cuestiones que requieren una reflexión teológica práctica, tal y como la que expresó Claire Wolfteich: “Los judíos y los cristianos, ¿podrían unirse en una apreciación compartida del don del sábado sin caer en el supersesionismo o el mal uso de la comprensión judía del sábado?[8]

EXAMINANDO EL SÁBADO COMO UNA PRÁCTICA

     Numerosas voces dentro de la Iglesia Adventista han instado a la denominación a considerar lo que podemos aprender de los judíos acerca del sábado. Jacques Doukhan y Richard Davidson son dos prominentes teólogos que realizaron una obra notable en este sentido.[9] Ambos beben de la Biblia hebrea, los textos judíos y las fuentes litúrgicas, al igual que de sus propios encuentros sabáticos, para subrayar cómo los símbolos, la comida, la música y el ritual representan la belleza, el gozo y la esperanza potenciales contenidos en una experiencia sabática.[10] Si bien Sigve Tonstad argumenta que el “portafolios de significado”, inherente en el sábado, “inevitablemente nos lleva más allá de la perspectiva judía” para el creyente en Jesús, él asevera que nuestros mentores judíos guían a los cristianos en la dirección correcta.[11]

     Estos tres eruditos teológicos nos han hecho crecer en la comprensión de las raíces judías del sábado. Sin embargo, es preciso hacer todavía más. Lo que se necesita es una investigación sustancial del sábado como práctica encarnada. No es un objeto imparcial vacío de contexto; se conoce experimentalmente. Lo que se necesita es la incorporación empírica de la investigación empírica en nuestra reflexión teológica. ¿De qué manera los judíos religiosos practican actualmente el sábado? El fracaso en fundamentar cualquier aplicación cristiana de las prácticas sabáticas judías en la realidad de la vida contemporánea del judaísmo no solo traerá como resultado el anecdotismo; también podría, fácilmente, conducir a una caricaturización grosera de los judíos; algo que el cristianismo está tratando desesperadamente de evitar.

     Para abordar esta carencia, realicé detalladas entrevistas cualitativas con rabinos judíos, buscando explorar las profundidades de su experiencia sabática. También, dediqué los últimos años a participar de los servicios sabáticos en las sinagogas del sur de California, en el noroeste de los Estados Unidos y en Israel. El resto de este artículo está basado en mi investigación como teólogo del área aplicada.[12] Enfatizaré dos temas interrelacionados que surgieron de las investigaciones, y luego extraeré implicancias para la práctica cristiana.[13]

EL SÁBADO Y EL ESPECTRO DEL JUDAÍSMO

     En general, la historia de los judíos en los Estados Unidos es desconocida para los cristianos. De acuerdo con Jonathan Sarna, si las páginas de la historia hablaran, no oiríamos una “narración estereotipada de descendencia lineal”, sino el relato de un pueblo que luchó por ser estadounidense y judío al mismo tiempo. También veríamos a un pueblo que fue moldeando los acontecimientos, y “estableciendo y manteniendo comunidades, respondiendo a los desafíos, trabajando por el cambio”.[14] Un cambio significativo provocado por la presencia de los judíos fue la extensión de las fronteras de la libertad religiosa en los Estados Unidos, “de tal manera que ellos (y otras minorías) pudieron ser incluidos como iguales”.[15] Hoy, aproximadamente 6,8 millones de adultos y niños judíos viven en los Estados Unidos, el 50% de los cuales vive primariamente en áreas urbanas ya sea de la Costa Este o en California.[16] Cuando son preguntados acerca de su religión, los 4,2 millones de adultos que se identifican como judíos están diseminados a lo largo de un amplio espectro de denominaciones o movimientos dentro del judaísmo: 35% conservadores, 10% ortodoxos, 6% otros movimientos (por ejemplo, reconstruccionistas o renovadores), y 31% no se identifica con ningún movimiento judío.[17]

     Este panorama estadístico demuestra que sería errado ver el judaísmo como si fuera una entidad, y pensar que todos los judíos creen y practican sus creencias de la misma manera. De ahí que, si en verdad existe un espectro dentro del judaísmo, también existe un rango diverso de prácticas y experiencias sabáticas entre los rabinos. Este tema quizás haya sido una de las grandes revelaciones para mí al dirigir la investigación.

     Como cristianos, al considerar lo que se puede aprender de los judíos acerca del sábado, es crucial que la historia y la diversidad del sábado sea examinada en sus propios términos. Si bien los datos que arrojaron las entrevistas revelaron una estructura básica compartida en la manera en que estos rabinos practican el sábado, también hubo una amplia variación entre rabinos ortodoxos, conservadores, de la reforma, reconstruccionistas o del movimiento de renovación. Esto incluyó la preparación personal, el papel de la comunidad, la localización de la celebración y la función del ritual, solo para nombrar algunos.

LA LEY JUDÍA Y LAS PRÁCTICAS SABÁTICAS

     Otro tema significativo surgió al preguntar cuál es la razón de la diversidad de prácticas entre los rabinos. El papel de la ley judía (halakhah), más específicamente las 39 categorías generales de acciones prohibidas en sábado (melachot), es una de las mayores líneas de división entre los movimientos judíos.[18] Estas prohibiciones rabínicas funcionan como pautas religiosas acerca de cómo los guardadores del sábado (shomer Shabbat) deben honrar ese día. Estas pautas prohíben conducir un vehículo, comprar, cocinar, cortar el césped, escribir, utilizar energía eléctrica, cargar algo en un espacio público (a menos que sea un Eruv[19]) o mover ciertos objetos en un ambiente privado (muktzah). También son fuente de consternación, algo correctamente ilustrado por una experiencia que tuve al compartir el “púlpito” con un rabino en la ciudad de Nueva York. Mientras entrevistaba a los miembros de una gran congregación secular judía acerca de lo que ellos habían aprendido de los rabinos, escuché muchas historias de personas que habían sido criados como shomer Shabbat (observadores del sábado), pero que encontraban estas prácticas demasiado restrictivas.

     Es interesante, de acuerdo con mis entrevistas, que tanto los rabinos hasídicos como los ortodoxos que observaban las leyes sabáticas experimentan estas leyes como fuente de paz, gozo y delicia. Uno de los momentos más conmovedores que viví al conducir esta investigación fue el tiempo que pasé con un rabino ortodoxo moderno. Él habló elocuentemente acerca de las implicancias de lo que significa no conducir un vehículo en sábado; es decir, una comunidad de personas que viven a una distancia tal, unos de otros, que puede ser transitada a pie. El sábado significaba libertad para él y su familia: libertad al estar en una relación abierta y confortable con personas de valores similares y que se comprometen a vivir un estilo de vida diferente, no solo en sábado, sino también a lo largo de la semana.[20] En palabras del rabino: “La restricción de no utilizar energía eléctrica ni tecnología, al igual que vivir cerca unos de otros, pienso, son dos de las cosas que ayudan a moldear nuestra cultura”. Lo que puede ser considerado restrictivo para algunos es una maravillosa forma de vida para otros. Y si el sábado, en su corazón, es relacional, una comunidad que observa las normas es ilustrativa de cómo funciona en la práctica.

     Aquellos rabinos que no adhieren estrictamente a las 39 melachot experimentaron con los aspectos que consideraron espiritualmente beneficiosos. Así, el rabino reconstruccionista que entrevisté no tenía problemas con que los niños participaran de competencias deportivas en sábado (mientras que el rabino ortodoxo moderno si tenía objeciones), pero no quería que ellos condujeran un vehículo para dirigirse hasta el torneo. La solución llegó cuando los niños tomaron la responsabilidad por sus propias prácticas sabáticas, decidiendo no conducir hasta el juego. Él explicó que “caminaban desde el hotel hasta el campo de juego, mientras que otros niños se hospedaban en el hogar de otras personas que luego los transportaban hasta allí”. El compromiso de los rabinos de no conducir en sábado es admirable, considerando que la mayoría de sus colegas reconstruccionistas no observan esa norma. Esto los pone, a ellos y a sus familias, en un mar‐ cado contraste con los miembros de su congregación, que rápidamente se suben a sus automóviles ni bien termina el servicio sabático. No es necesario decir que, al congregarse con otros judíos que comparten esta práctica, estos rabinos describen la experiencia sabática de sus familias como “triste” y “solitaria”, “porque no es parte de la práctica de los demás miembros de la comunidad”.

IMPLICANCIAS PARA LA PRÁCTICA CRISTIANA

     Volvemos a la incisiva pregunta de Wolfteich mencionada previamente: Los judíos y los cristianos, ¿podrían unirse en una apreciación compartida del don del sábado sin caer en el supersesionismo o el mal uso de la comprensión judía del sábado? Basado en mi investigación, pro‐ pongo dos recomendaciones. La primera sería cultivar la sensibilidad hacia el rango de creencias y prácticas dentro del judaísmo actual, que observan el sábado en sus propios términos y en su propio lenguaje. Esto se puede lograr, en parte, al leer textos escritos por judíos acerca del judaísmo y el sábado. El diálogo significativo con los judíos de todo el espectro es especialmente importante, dado que el lenguaje es el medio primario para comunicar y descubrir la verdad. Finalmente, y quizá más importante, es asistir a los servicios sabáticos en el hogar y en la shul, o sinagoga.

     La segunda recomendación para una práctica cristiana revisada del sábado está basada en una reflexión de las fuentes que gobiernan la observancia sabática. En numerosas ocasiones, al saber que era un cristiano que observa el sábado, se me preguntó acerca de mis fuentes para hacerlo. Todos los rabinos que entrevisté indicaron que las leyes que prohíben trabajar en sábado, y detallan la observancia del sábado en general, están primariamente deriva‐das no de la Biblia, sino de la Torá oral. Un rabino ortodoxo declaró que, fuera de la introducción del sábado en el Génesis, las dos versiones de los Diez Mandamientos y algunas otras menciones independientes del sábado, “no encontrará ninguna otra idea acerca de cómo observar el sábado, porque la Biblia hebrea dice muy poco acerca de cómo deben observarlo las personas”. De esta manera, ¿cómo definirlo y aplicarlo? Él continuó: “Los rabinos dicen que las leyes del sábado son como montañas que penden de un hilo. El hilo es la prescripción bíblica, pero la montaña es un robusto cuerpo de leyes acerca de cómo observar el sábado”.

     Esto me forzó a detenerme y considerar de dónde, como adventista, derivan mis parámetros para el sábado. ¿Es realmente de las Escrituras, u otras fuentes entran en juego? Quizá más importante, una vez que identificamos esas fuentes, es saber cuál es nuestra relación con ellas. De acuerdo con Nicholas de Lange, “la halakhah no es el único asunto que divide a los judíos contemporáneos […] es la teología que la respalda lo que realmente divide al judaísmo ortodoxo de los movimientos progresivos y los secularistas”.[21] Como adventistas, ciertamente la experiencia y los escritos de Elena de White desempeñan un papel en nuestra interpretación. Sin embargo, debemos recordar contextualizar la obra de su vida como una persona que vivió durante la era victoriana, que tuvo una herencia puritana de observancia del domingo como el día de reposo.[22] Sospecho que, para los primeros adventistas, la observancia del sábado se equiparaba a la observancia del domingo por parte de estos puritanos, solo que de una manera diferente. Fue el cambio de día lo que distinguió a los pioneros adventistas de las otras iglesias y su comprensión del significado del sábado como día de reposo; no necesariamente sus prácticas en ese día.[23]

     Existen, todavía, más matices de los que estamos dispuestos a admitir, en lo que respecta a la manera en que los adventistas sabatarios realmente practican el sábado.[24] Es interesante que, durante siglos, el judaísmo se ha mantenido unido a pesar de sus interpretaciones acerca de cómo guardar el sábado. Ciertamente, hay ciertos debates acerca de quién está en lo correcto. Sin embargo, a lo largo del tiempo, el sábado, con su miríada de formas de observancia y celebración, ha mantenido judío al judaísmo. Sin incitación, cada rabino que entrevisté citó al pensador sionista Ahad Ha’am: “Más que decir que los judíos han guardado el sábado, el sábado ha guardado a los judíos”.

     Celebrar el sábado durante la fiesta de Purim en el Muro Occidental en Jerusalén (el lugar más sagrado del judaísmo sobre la Tierra) ha sido uno de los mayores ejemplos de esto. He visto a judíos ortodoxos orando, con lágrimas cayendo de sus rostros junto con otros jóvenes judíos seculares, igualmente emocionados, que sirven en el ejército, que bailaban con sus armas en sus espaldas. Ambas son expresiones de gozo sabático y hablan del modo en que las variadas prácticas abarcan un gran espectro de significados. Así, podría ser útil abrazar una aproximación más amplia a la observancia sabática y animar a la variedad de expresiones, sin confundir la uniformidad sabática con la unidad denominacional, o temer que la diversidad conduzca a la división.

CONCLUSIÓN

     Recuerdo una declaración hecha por el fallecido Walter Wink: “La cuestión religiosa final hoy ya no debería ser más la pregunta de la Reforma: ‘¿Cómo puedo encontrar al Dios misericordioso?’, sino ‘¿Cómo podemos encontrar a Dios en nuestros enemigos?’ ”[25] Si esto es verdad, ¿dónde comenzar? Como cristianos, particularmente adventistas, no debemos ignorar nuestra conexión con el judaísmo. Tal como Michael Barnes argumenta: “La recuperación de las raíces del cristianismo en su relación con el pueblo del pacto conforma la matriz o el corazón creativo de una nueva forma de relacionarnos con las personas de otras tradiciones de fe”.[26]

     Por consiguiente, si la iglesia no puede resolver sus relaciones con el judaísmo, ¿qué se puede hacer por el futuro del cristianismo, que está siendo expulsado rápidamente hacia los márgenes de la sociedad occidental? Me gustaría sostener que, dado nuestro actual mundo pluralista y fragmentado, dar prioridad al diálogo y la reconciliación entre cristianos y judíos es un importante aspecto de lo que hace presente la verdad presente. Es más, “cuando la gracia y la Ley se integren”, reflexiona Doukhan, esta reconciliación será “una señal del fin”.[27] En este sentido, el sábado, como una práctica encarnada, ofrece un rico punto de partida.

Sobre el autor: Doctor en Ministerio, trabaja como instructor en la Facultad de Teología de la Universidad Loma Linda, California, Estados Unidos.


Referencias

[1] Jacques B. Doukhan advierte que, cuando los adventistas ponen un énfasis desmedido en cómo el sábado vino de Dios en el evento de la Creación, excluyendo el registro del Sinaí, “puede de hecho disfrazar el antiguo prejuicio antisemita: ellos no quieren tener nada que ver con los judíos, precisamente la motivación que llevó a los primeros cristianos a rechazar el sábado”. Jacques B. Doukhan, “What Can Adventism Learn From the Jews about the Sabbath?” Spectrum 39, N° 1 (Winter 2011), pp. 15-20.

[2] Por ejemplo, comentando Génesis 2:2 y 3, Umberto Cassuto escribe: “Las Escrituras desean enfatizar que el sábado es más antiguo que Israel, y descansa sobre toda la humanidad”, en A Commentary on the Book of Genesis, Part I: From Adam to Noah, trad. Israel Abrahams (Jerusalem: Magnes Press, Hebrew University, 1972), p. 64. Ver también Martin Buber, Moses: The Revelation and the Covenant (New York: Humanity, 2011); Franz Rosenzweig, The Star of Redemption (Notre Dame: University of Notre Dame, 1985).

[3] Michael Lodahl, “Sabbath Observance as a Theological Issue in Jewish-Christian Conversation”, en The Sabbath in Jewish and Christian Traditions, eds. Tamara C. Eskenazi, Daniel J. Harrington y William H. Shea (New York: Crossroad, 1991), p. 264.

[4] Para unos pocos ejemplos, ver Johann Baptist Metz, “Christians and Jews After Auschwitz: Being a Meditation Also on the End of Bourgeois Religion”, en A Holocaust Reader: Responses to the Nazi Extermination, ed. Michael L. Morgan (New York: Oxford University, 2001), pp. 238-250; Clark M. Williamson, A Guest in the House of Israel: Post-Holocaust Church Theology (Louisville, KY: Westminster John Knox, 1993). Para una contribución adventista, ver Jacques B. Doukhan, ed., Thinking in the Shadow of Hell: The Impact of the Holocaust on Theology and Jewish-Christian Relations (Berrien Springs, MI: Andrews University, 2002).

[5] El Concilio Vaticano II fue el divisor de aguas que estableció el estándar no solo para el catolicismo romano, sino también para las declaraciones emitidas de allí en más por todas las denominaciones protestantes. Ver Pope Paul VI, “Nostra Aetate: Declaration on the Relation of the Church to Non-Christian Religions”, 28 de octubre de 1965 (Holy See, 1965), www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_en.html; Austin Flannery, ed., Vatican Council II: The Conciliar and Post Conciliar Documents (Wilmington, DE: Scholarly Resources, Inc., 1975). Para las razones históricas y teológicas de por qué y cómo la Iglesia Católica revirtió radicalmente su posición adversa a los judíos, considere John Connelly, From Enemy to Brother: The Revolution in Catholic Teaching on the Jews, 1933-1965 (Cambridge: Harvard University, 2012). Para la participación de la Iglesia Adventista en este asunto, ver Adventist-Jewish Friendship Conference, “Consensus Statement”, Shabbat Shalom 52, N° 3 (2005), pp. 24, 25; Biblical Research Institute Committee, General Conference of Seventh-day Adventists, “Official Statement on the Jewish-Adventist Connection”, Reflections: Biblical Research Institute Newsletter 3 (July 2003), p. 2.

[6] Un par de buenos textos introductorios incluyen a Mary C. Boys, ed., Seeing Judaism Anew: Christianity’s Sacred Obligation (Lanham: Rowman and Littlefield, 2005); Tikva Frymer-Kensky et al., Christianity in Jewish Terms (Boulder, CO: Westview, 2000). Resumiendo estos desarrollos dentro del adventismo, Stefan Hoeschele escribe: “En la última década [2000-2010] se ha visto un número de publicaciones que enfatizan la continuidad de la fe adventista y la judía […], y que contrarresta la teoría de que Israel ha sido rechazado por Dios en la dispensación cristiana”. Stefan Hoeschele, “The Emerging Adventist Theology of Religions Discourse: Participants, Positions, Particularities”, en A Man of Passionate Reflection: Festschrift in Honour of Jerald Whitehouse, ed. Bruce Bauer, Andrews University Mission Studies, t. 8 (Berrien Springs, MI: Department of World Mission, Andrews University, 2011), p. 364. Otro rico recurso es una revista publicada por Doukhan durante 16 años: Shabbat Shalom: A Journal of Jewish-Christian Reconciliation.

[7] Walter Brueggemann, Sabbath as Resistance: Saying No to the Culture of Now (Louisville, KY: Westminster John Knox, 2014). Ver también Dorothy C. Bass, “Keeping the Sabbath”, en Practicing Our Faith, ed. Dorothy C. Bass (San Francisco, CA: Jossey-Bass Publishers, 1997), pp. 75-89; Marva J. Dawn, Keeping the Sabbath Wholly: Ceasing, Resting, Embracing, Feasting (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1989); Wayne Muller, Sabbath: Finding Rest, Renewal, and Delight in Our Busy Lives (New York: Bantam, 2000); Norman Wirzba, Living the Sabbath: Discovering the Rhythms of Rest and Delight (Grand Rapids, MI: Brazos, 2006).

[8] Claire E. Wolfteich, “Re-claiming Sabbath as Transforming Practice: Critical Reflections in Light of Jewish-Christian Dialogue”, en Religion, Diversity, and Conflict, ed. Edward Foley (Berlin: LIT Verlag, 2010), p. 248.

[9] Entre sus muchos escritos, ver Jacques B. Doukhan, Israel and the Church: Two Voices for the Same God (Peabody: Hendrickson, 2002); Richard M. Davidson, Love Song for the Sabbath (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1988); y “Sabbath, Spirituality and Mission: Torah’s Seven Dimensions of Sabbath Rest”, en Encountering God in Life and Mission: A Fest schrift Honoring Jon Dybdahl, ed. Rudi Maier (Berrien Springs, MI: Department of World Mission, Andrews University, 2010), pp. 3-19.

[10] Cuando uso Shabbat, generalmente me refiero a la expresión judía, y cuando uso sábado, me refiero habitualmente a la expresión cristiana.

[11] Sigve K. Tonstad, The Lost Meaning of the Seventh Day (Berrien Springs, MI: Andrews University, 2009), p. 511.

[12] La investigación empírica es una de los sellos distintivos del campo académico de la teología práctica. Pero ¿qué es exactamente una “teología práctica”? Aquí, sigo la definición de Richard Osmer: Teología práctica es

“la rama de la teología cristiana que busca reconstruir teorías que guían la acción de la praxis cristiana en contextos sociales particulares”. Es más, “se centra en el ‘cómo’ dentro del ministerio cristiano, pero está guiada por una teoría instruida del ‘por qué’: por qué debemos practicar el estilo de vida cristiano de cierta manera, a la luz de la interpretación de un contexto social particular y las afirmaciones normativas de la comunidad cristiana”, en Richard Robert Osmer, The Teaching Ministry of Congregations (Louisville, KY: Westminster John Knox, 2005), p. xiv. Para un ejemplo de la investigación empírica sobre el sábado en pastores, ver Erik C. Carter, “The Practice and Experience of the Sabbath Among Seventh- day Adventist Pastors”, Pastoral Psychology 62, N° 1 (February 2013), pp. 13-26.

[13] Es importante señalar que mis descubrimientos, que están basados sobre seis entrevistas, no tienen la intención de ser generalizadas, como si representaran a todos los rabinos judíos. A pesar del tamaño relativamente pequeño, en la investigación cualitativa no es visto como una falencia metodológica ni se prohíbe la transferibilidad del significado, ya que los descubrimientos “resuena en las experiencias de los participantes o de los demás”. John Swinton y Harriet Mowat, Practical Theology and Qualitative Research (London: SCM, 2006), p. 122. Más específicamente, como un estudio que se basa sobre una metodología fenomenológica, prestar atención a los detalles es clave. En otras palabras, es idiográfica: “Busca conocer en detalle cuál es la experiencia de esta persona, qué sentido tiene para esta persona en particular lo que les está sucediendo”. Jonathan A. Smith, Paul Flowers y Michael Larkin, Interpretive Phenomenological Analysis: Theory, Method, and Research (London: SAGE, 2013), p. 3 (énfasis en el original). Para un abordaje más en profundidad, Erik C. Carter, “ ‘American Pulpit Rabbis’, Shabbat Practices in Practical Theological Perspective” (tesis de doctorado, Claremont School of Theology).

[14] Jonathan D. Sarna, American Judaism: A History (New Haven: Yale University, 2004), pp. xiv, xx.

[15] Ibíd., p. xv.

[16] Elizabeth Tighe et al., “American Jewish Population Estimates: 2012”, Steinhardt Social Research Institute, Brandeis University (septiembre de 2013), p. 1.

[17] “A Portrait of Jewish Americans: Findings From a Pew Research Center Survey of U.S. Jews”, Pew Research Center (octubre de 2013), p. 10.

[18] Dana Evan Kaplan, Contemporary American Judaism: Transformation and Renewal (New York: Columbia University, 2009), p. 69.

[19] Un Eruv es un recinto creado para demarcar un ámbito público apto para extender el dominio privado, porque ciertas cosas pueden ser transportadas en privado, pero no en púbico. De la Jewish Virtual Library, s.v. “Shabbat: Eruv”, www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Judaism/eruv.html.

[20] Sobre este punto, la observación de Roy Branson coincide con la experiencia de este rabino en particular:

“La discusión ortodoxa acerca del sábado enfatiza cómo la conformidad a la ley pone las acciones del hombre en sintonía con la voluntad del Creador. Pero la conformidad con la voluntad de Dios no trae como resultado la monotonía. Muy por el contrario, para los ortodoxos, al igual que para todos los judíos, el sábado brinda un sentido de liberad y gozo”. Roy Branson, “The Sabbath in Modern Jewish Theology”, en The Sabbath in Scripture and History, ed. Kenneth A. Strand (Washington, DC: Review and Herald, 1982), p. 269.

[21] Nicholas de Lange, An Introduction to Judaism (Cambridge: Cambridge University, 2000), p. 221.

[22] Terrie Dopp Aamodt, Gary Land y Ronald L. Numbers, eds., Ellen Harmon White: American Prophet (New York: Oxford University, 2014).

[23] Para una exposición de este desarrollo de la observancia del sábado cristiano, ver Erik C. Carter, “Sabbatarianism”, en Encyclopedia of Christian Education, eds. George Thomas Kurian y Mark A. Lamport (Lanham: Rowman and Little field, 2015).

[24] Ver May-Ellen Marian Colón, “Sabbath-Keeping Practices and Factors Related to These Practices Among Seventh-day Adventists in 51 Countries” (tesis doctoral, Andrews University, 2003). Su tesis ha sido editada y publicada para divulgación bajo el título From Sundown to Sundown: How to Keep the Sabbath and Enjoy It! (Nampa, ID: Pacific Press Pub. Assn., 2008).

[25] Walter Wink, Engaging the Powers: Discernment and Resistance in a World of Domination (Minneapolis, MN: Fortress, 1992), p. 263.

[26] Michael Barnes S. J., Interreligious Learning: Dialogue, Spirituality and the Christian Imagination (Cambridge: Cambridge University, 2012), p. 50.

[27] En este punto, Doukhan escribe: “El sueño de reconciliación, cuando la gracia y la ley se integren, creo que sería una señal del fin. […] En cierta manera, sin saberlo, el pueblo adventista está trabajando hacia la reconciliación, sin necesariamente quererlo o esperarlo. Sucede que en el contexto [adventista], se puede encontrar la gracia y la ley, el Antiguo y el Nuevo Testamentos juntos, y eso promueve y permite la reconciliación”. Citado en “Building Bridges”, Office of Research and Creative Scholarship, Andrews University (2011), consultado el 25 de junio de 2014, www.andrews.edu/services/research/research_highlights/research_brochure/2011_brochure/building_bridges/index.html.