Criterios que David utilizó al establecer el ministerio de la música.
El texto de 2 Samuel 23:1 al 7 contiene las últimas palabras registradas de David, en la forma de un salmo autobiográfico. El cántico se introduce de esta manera: “Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, dijo aquel varón que fue levantado en alto, el ungido del Dios de Jacob, el dulce cantor de Israel: El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua” (23:1, 2). Esta porción de la Escritura define a David como ungido, cantor y profeta.
En Efecto, David fue un gran músico: compositor, intérprete, constructor de instrumentos (véase Amós 6:5; Neh. 12:36) y organizador fundamental de la música hebrea. Veamos lo que podríamos llamar “el modelo de David”, en busca de valores que podrían orientar el abordaje de la música de la iglesia. En esta búsqueda, haremos referencia a tres aspectos de este modelo: los instrumentos musicales, los propósitos de la música y el ministerio de la música.
LOS INSTRUMENTOS DE DIOS
Las Escrituras hebreas hablan de “instrumentos de música de Dios”. Aquí están los textos: “Con ellos a Hemán y a Jedutún con trompetas y címbalos para los que tocaban, y con otros instrumentos de música de Dios […]” (1 Crón. 16:42). “Y los sacerdotes desempeñaban su ministerio; también los levitas, con los instrumentos de música de Jehová, los cuales había hecho el rey David para alabar a Jehová porque su misericordia es para siempre, cuando David alababa por medio de ellos. Asimismo los sacerdotes tocaban trompetas delante de ellos, y todo Israel estaba en pie” (2 Crón. 7:6).
Un texto clave menciona que David fue guiado por Dios, a través de sus profetas, al establecer la música y los instrumentos. Esta es la declaración: “Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas” (29:25). Algo similar se dice de la música empleada por Josías.
“Asimismo los cantores hijos de Asaf estaban en su puesto, conforme al mandamiento de David, de Asaf y de Hemán, y de Jedutún vidente del rey” (35:15). Es evidente que David contó con la orientación de videntes y profetas, al organizar las celebraciones religiosas y al escoger los instrumentos de música.
Tenemos una idea de lo que fueron aquellos instrumentos. Los címbalos eran pequeños platillos metálicos que se tocaban con un movimiento horizontal, produciendo un sonido suave. Los arqueólogos han encontrado en Palestina címbalos de bronce de diez centímetros de diámetro, con orificios en el centro, por los cuales pasaba alguna correa anudada en el interior. El arpa era un instrumento de cuerdas con caja de resonancia redondeada, recubierta de cuero, que se usaba para fines religiosos. El salterio también era un instrumento de cuerdas similar al arpa, de forma triangular, con una caja de resonancia arriba de las cuerdas.
Al parecer, los címbalos no eran utilizados como instrumentos rítmicos, sino que se tocaban para anunciar el comienzo de una canción o de una estrofa de dicha canción. Por su parte, el salterio y el arpa, o lira, tenían la función de acompañar los cantos con suavidad, para no cubrir las voces.
LOS PROPÓSITOS DE LA MÚSICA
En tiempos de David, la música se usaba para más de un propósito; del mismo modo, la música de hoy debería tener objetivos claros, especialmente en el contexto del culto.
Expresión de alegría y de celebración. La música establecida por David para el traslado del arca de Quiriat-jearim a Jerusalén debía ejecutarse con alegría. Informa el cronista: “Y David y todo Israel se regocijaban delante de Dios con todas sus fuerzas, con cánticos, arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas” (1 Crón. 13:8). Finalmente, David trajo el arca a Jerusalén, y se expresó la alegría por medio del canto y de la música de los levitas: “Asimismo dijo David a los principales de los levitas, que designasen de sus hermanos a cantores con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con alegría” (15:16). La narración insiste en el sentimiento de júbilo. “De esta manera llevaba todo Israel el arca del pacto de Jehová, con júbilo y sonido de bocinas y trompetas y címbalos, y al son de salterios y arpas” (15:28). El rey lideraba aquella celebración. “Así David y toda la casa de Israel conducían el arca de Jehová con júbilo y sonido de trompeta” (2 Sam. 6:15).
Alivio para las perturbaciones y las tristezas. Se echó mano de la musicoterapia a fin de aliviar ciertas perturbaciones causadas por un mal espíritu. Así surgió la idea de buscar a “alguno que sepa tocar el arpa […]. Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo” (1 Sam. 16:16, 17). Uno de los criados trajo la solución: “[…] He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él” (16:18). El efecto positivo de la música fue notable: “Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él” (16:23).
Por medio de la música se manifestaba, también, profunda tristeza, como en las endechas de David por la muerte de Saúl y de Jonatán. Dice el relato: “Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha, y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá” (2 Sam. 1:17, 18).
Gratitud, alabanza y adoración. El cántico de David en 2 Samuel 22 (similar al Salmo 18) manifiesta gratitud y alabanza hacia Dios por su liberación. Manifiesta, por ejemplo: “Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado […]” (22:4). La expresión de reconocimiento al Señor continúa en el texto del capítulo 23:1 al 7, que ya hemos citado.
Los músicos del tiempo de David debían adorar a Dios en la forma de recordación, confesión y loor. He aquí algunos textos: “Y puso delante del arca de Jehová ministros de los levitas, para que recordasen y confesasen y loasen a Jehová Dios de Israel” (1 Crón. 16:4). David puso a Asaf y a sus hermanos a cargo de la alabanza a Jehová (vers. 7).
Sigue un salmo de David, similar a ciertas porciones de los Salmos (16:7-36). Estas son algunas de sus expresiones: “Alabad a Jehová” (8); “cantad a él, cantadle salmos” (9). “Cantad a Jehová toda la tierra” (23). “Cantad entre las gentes su gloria” (24). “Entonces cantarán los árboles de los bosques delante de Jehová” (33). Asaf y sus hermanos fueron asignados para que ministrasen delante del arca (37); también Hemán, Jedutún y otros, fueron designados […] “para glorificar a Jehová” (41).
David dejó organizada la música destinada a la alabanza a Dios, y fabricó instrumentos musicales. Así lo registra el relato bíblico. “Además, cuatro mil porteros, y cuatro mil para alabar a Jehová, dijo David, con los instrumentos que he hecho para tributar alabanza” (23:5). Se trataba de un ministerio permanente. “Y para asistir cada mañana todos los días a dar gracias y tributar alabanzas a Jehová, y así mismo por la tarde” (23:30). Estos músicos de David debían alabar y aclamar al Señor (25:3).
El ministerio de la música en Israel tenía el propósito de alabar y dar gracias a Dios: “y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas, cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová” (2 Crón. 5:12, 13).
EVANGELIZACIÓN
Es evidente que la alabanza en Israel tenía una dimensión corporativa y servía para la edificación de la congregación. Así lo atestiguan los Salmos: “Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos” (Sal. 149:1). Sin embargo. David consideró que el canto y la música debían compartirse con todos, transformándose en un medio de evangelización. Cuando David manifiesta gratitud y alabanza al Señor por la liberación de sus enemigos, lo extiende como testimonio a las naciones. Dijo: “Por tanto, yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, y cantaré a tu nombre” (2 Sam.22:50). La música puede ser un buen recurso para la evangelización. De ahí la exhortación: “Cantad entre las gentes su gloria, y en todos los pueblos sus maravillas” (1 Crón. 16:24).
Los Salmos se refieren extensamente a la publicación de las alabanzas entre las naciones, como lo muestran los siguientes: “Cantad a Jehová, que habita en Sión; publicad entre los pueblos sus obras” (9:11). “Por tanto yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, y cantaré a tu nombre” (18:49). “Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré, y trovaré salmos. Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de mañana. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las naciones” (57:7-9).
Esta dimensión de la música sagrada completa los tres propósitos más reconocidos del culto cristiano: adoración, edificación y evangelización.
MINISTERIO Y ORGANIZACIÓN
David había organizado la música destinada a la adoración cuando aún no existía el Templo; el altar de los holocaustos estaba situado en Gabaón (1 Crón. 16:39; 21:29; 1 Rey. 3:4; 2 Crón. 1:3-6), y el arca fue llevada a Jerusalén. Pero, había encargados del servicio de canto. “Estos son los que David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová, después que el arca tuvo reposo, los cuales servían delante de la tienda del tabernáculo de reunión en el canto […]” (1 Crón. 6:31, 32).
Hemán, Asaf y Etán fueron directores de coro de David. Se registra, también, que los cantores ejercían un ministerio exclusivo. “También había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las cámaras del templo, exentos de otros servicios, porque de día y de noche estaban en aquella obra” (1 Crón. 9:33).
LA ORGANIZACIÓN DE LA MÚSICA
El episodio del traslado del arca a Jerusalén estuvo enmarcado en cuidadosas y organizadas manifestaciones musicales. A partir de entonces, la música quedó establecida y reglamentada, exhibiendo las características de un verdadero ministerio de la música:
1. Los cantores y los músicos eran designados de entre los levitas. Ellos utilizaban salterios, arpas y címbalos, mientras los sacerdotes tocaban trompetas. “Asimismo dijo David a los principales de los levitas, que designasen de sus hermanos a cantores con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con alegría. Y los levitas designaron a Hemán hijo de Joel; y de sus hermanos, a Asaf hijo de Berequías; y de los hijos de Merari y de sus hermanos, a Etán hijo de Cusías” (1 Crón. 15:16, 17).
2. Los encargados de la música eran entrenados y dedicados para ese servicio. El relato es claro y pormenorizado. “Así Hemán, Asaf y Etán, que eran cantores, sonaban címbalos de bronce. Y Zacarías, Aziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Maasías y Benaía, con salterios sobre Alamot. Matatías, Elifelehu, Micnías, Obed-edom, Jeiel y Azazías tenían arpas afinadas en la octava para dirigir. Y Quenanías, principal de los levitas en la música, fue puesto para dirigir el canto, porque era entendido en ello” (15:19-22). “Y Sebanías, Josafat, Natanael, Amasai, Zacarías, Benaía y Eliezer, sacerdotes, tocaban las trompetas delante del arca de Dios […]” (15:24).
3. Utilizaron vestimentas especiales. Los uniformes tienen este antiguo antecedente. “Y David iba vestido de lino fino, y también todos los levitas que llevaban el arca, y asimismo los cantores; y Quenanías era maestro de canto entre los cantores […]. De esta manera llevaba todo Israel el arca del pacto de Jehová, con júbilo y sonido de bocinas y trompetas y címbalos, y al son de salterios y arpas” (15:27, 28).
4. Los músicos eran ministros de adoración sostenidos con los diezmos del pueblo. Los encargados de la música pertenecían a la tribu de Leví, y eran sostenidos en su ministerio. “Y puso delante del arca de Jehová ministros de los levitas, para que recordasen y confesasen y loasen a Jehová Dios de Israel. Asaf el primero; el segundo después de él, Zacarías; Jeiel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benanía, Obed-edom y Jeiel, con sus instrumentos de salterios y arpas; pero Asaf sonaba los címbalos. También los sacerdotes Benaía y Jahaziel sonaban continuamente las trompetas delante del arca del pacto de Dios” (16:4-6).
5. Estos músicos eran apartados para ese ministerio, y con instrumentos musicales debían “profetizar”. “Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de Hemán y de Jedutún, para que profetizasen con arpas, salterios y címbalos; y el número de ellos, hombres idóneos para la obra de su ministerio fue: […]” (25:1); “Bajo la dirección de su padre Jedutún, el cual profetizaba con arpa, para aclamar y alabar a Jehová” (25:3); “Y todos estos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios” (25:6). “Y el número de ellos, con sus hermanos, instruidos en el canto para Jehová, todos los aptos, fue doscientos ochenta y ocho” (25:7).
EL MODELO DE ORGANIZACIÓN MUSICAL DE DAVID
Este modelo parece no haber tenido antecedentes y, ciertamente, fue seguido en el futuro Templo. “El Pentateuco no registra servicios musicales que se realizaran en el Santuario, y parece que fueron establecidos primero por David (ver 1 Crón. 16:4-6, 37, 41, 42; 23:5; 25:1, 6, 7; 2 Crón. 29:25, 26)”.
Se lo siguió en la reforma de Joiada. “Luego ordenó Joiada los oficios en la casa de Jehová, bajo la mano de los sacerdotes y levitas, según David los había distribuido en la casa de Jehová, para ofrecer a Jehová los holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés, con gozo y con cánticos, conforme a la disposición de David” (2 Crón. 23:18).
Ezequías restableció los servicios del Templo y adoptó el modelo davídico. “Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas. Y los levitas estaban con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas.
“Entonces mandó Ezequías sacrificar el holocausto en el altar; y cuando comenzó el holocausto, comenzó también el cántico de Jehová, con trompetas y los instrumentos de David rey de Israel. Y toda la multitud adoraba, y los cantores cantaban y los trompeteros sonaban las trompetas; todo esto duró hasta consumirse el holocausto. Y cuando acabaron de ofrecer, se inclinó el rey, y todos los que con él estaban, y adoraron. Entonces el rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabasen a Jehová con las palabras de David y de Asaf vidente; y ellos alabaron con gran alegría, y se inclinaron y adoraron” (29:25-30).
El los días de Josías, continuó la organización de David. “Asimismo los cantores hijos de Asaf estaban en su puesto, conforme al mandamiento de David, de Asaf y de Hemán, y de Jedutún vidente del rey; también los porteros estaban a cada puerta; y no era necesario que se apartasen de su ministerio, porque sus hermanos los levitas preparaban para ellos” (35:15).
Lo mismo ocurrió durante la edificación del segundo Templo, en tiempos de Esdras. “Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la ordenanza de David rey de Israel. Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová […]” (Esd. 3:10, 11).
Podemos decir que “El modelo de David” encierra lecciones importantes para el actual Ministerio de la Música, tan necesitado de criterios y orientaciones reveladas. He aquí algunas de ellas:
1. Dios debe orientarnos en la elección de los instrumentos musicales y en la manera de ejecutarlos.
2. Los instrumentos de Dios deben realzar y hermosear el canto, sin distraer, distorsionar ni ocultar la melodía y las palabras de los cánticos.
3. La música es un buen medio de expresión de las emociones humanas pero, sobre todo, un vehículo para la gratitud, la alabanza, la adoración, la edificación y la evangelización.
4. Los objetivos de la música de la iglesia deberían ser claros, orientados hacia Dios y hacia la misión de la iglesia.
5. La música de la iglesia debe ser cuidadosamente organizada, como un verdadero ministerio.
6. Los encargados de la música deben ser designados, entrenados, dedicados para ese servicio y apoyados por toda la iglesia.
Sobre el autor: Director del Centro de Investigación White, sede regional Universidad Adventista del Plata, Rep. Argentina.