La época en que vivimos requiere un ministerio poderoso y valiente. “Se necesitan hombres de fibra,” hombres con un carácter “que no pueda ser moldeado o subyugado por las circunstancias adversas.”—The Ministry of Healig, págs. 497, 498.

En los tiempos de dificultades han habido personas que han permanecido osadamente de parte de Dios. El testimonio de esos dirigentes ha traído ánimo y esperanza en la hora de tinieblas; y esas antorchas han servido para que otros enciendan sus luces. Podemos citar entre ellos a los valdenses, que vivían en los valles del Piamonte. La ciencia y la civilización han obrado grandes cambios en el mundo, pero Dios todavía necesita hombres que “posean una espina dorsal moral, una integridad que no pueda lisonjearse, sobornarse o intimidarse”—Ibid,

Los hombres que conduzcan el movimiento adventista a través de las tormentas de los últimos días tendrán que ser verdaderos héroes de la cruz. Quiera Dios hacer de cada uno de nosotros ministros de esa clase.