La editorial norteamericana, Zondervan Publishing House, anunció en 1960 la publicación del esperado libro The Truth About Seventh-day Adventism, escrito por Walter R. Martin.

El autor investigó durante siete años, con honradez y sinceridad, los principales libros publicados contra los adventistas, leyó con interés las publicaciones adventistas más importantes, y complementó esta extenuante investigación bibliográfica consultando a más de cien pastores adventistas influyentes de los Estados Unidos, Europa y Asia.

Al cabo de estos años de exhaustiva investigación sobre la historia y la doctrina adventistas el Dr. W. Martin renunció a las conclusiones que había formulado en 1949, cuando afirmó que “los adventistas se han constituido en un culto de origen cristiano, pero con suficientes herejías en sus doctrinas como para excluirlos del cuerpo de Cristo”.

Sin embargo aunque admite la improcedencia de muchas acusaciones formuladas contra los adventistas, el autor se vale de la misma dialéctica y pasajes bíblicos utilizados por las iglesias tradicionales para refutar algunas de nuestras creencias, a saber: el sábado, la ley, la doctrina del santuario, el castigo de los impíos y el don de profecía dado mediante Elena G. de White.

Hablando de la genuinidad de la inspiración de los escritos del espíritu de profecía, el Dr. Martin enumera varios supuestos errores cometidos por la Sra. de White, inclusive la conocida declaración que ella hace en Testimonies, tomo 1, pág. 563, en la que la Hna. White admite haberse equivocado cuando escribió extemporáneamente un testimonio para la iglesia en el que manifestaba la necesidad de edificar un instituto de salud en Battle Creek. Sin embargo, el autor no se atreve a poner en tela de juicio la sinceridad de las convicciones de la mensajera del movimiento adventista.

En lo que atañe al día de reposo, el Dr. Martin defiende la idea de que el primer día de la semana debe reverenciarse como un marco conmemorativo de la resurrección de Cristo. Para él no existe en las páginas de las Sagradas Escrituras más que una sola ley, y no dos o tres según enseñan algunos grupos religiosos, inclusive los adventistas.

En contraposición con nuestro pensamiento teológico afirma sin mucha originalidad su creencia en la doctrina del infierno y el “castigo eterno de los impíos”, y usa casi los mismos argumentos que emplean los “inmortalistas” para probar la existencia de un horrendo infierno “que nunca se apaga”.

Uno de los capítulos de esta obra se consagra al estudio de la expresión que, con frecuencia, encontramos en nuestras publicaciones denominacionales: la “iglesia remanente”. Analizando lo que significa para nosotros esta expresión, concluye declarando que los adventistas no pretendemos equiparar la iglesia visible con la iglesia invisible, formada por los miembros de todas las denominaciones que permanecen fieles a las Escrituras. El autor reconoce que rechazamos la suposición de que únicamente nosotros los adventistas somos amados por Dios y que el cielo nos pertenece exclusivamente.

Entre las incontables acusaciones formuladas contra nuestras doctrinas y enseñanzas, la que reviste mayor gravedad tiene como fundamento la idea falsa y generalizada de que Satanás, representado por Azazel en el ritual levítico, realiza una obra redentora en favor del hombre. Sin embargo, el Dr. Martin, en la pág. 186 de su libro restablece en forma inequívoca la verdad de nuestra posición: “Los adventistas tienen un concepto singular acerca del macho cabrío expiatorio, y sin embargo, a la luz de sus explicaciones, ningún crítico podría acusarlos honradamente de herejía en lo que se refiere a la expiación de nuestro Señor. Los adventistas han declarado inequívocamente que Jesucristo es su única propiciación por el pecado y que Satanás no tiene parte en la expiación del pecado”.

Con esta declaración, el autor embiste contra el arsenal tradicional de la apologética protestante, en el que se atrincheran los más ardientes opositores del adventismo.

Leyendo The Truth About Seventhday Adventism, llegamos a la conclusión de que, entre todos los críticos que han procurado interpretar la teología de los adventistas del séptimo día, tal vez ninguno como él ha actuado con mayor nobleza, sinceridad e imparcialidad de espíritu.

En este número de El Ministerio Adventista iniciamos la publicación de una serie de artículos escritos por ministros de nuestra iglesia, para refutar los argumentos invocados por el autor mencionado a fin de justificar sus discrepancias con el pensamiento adventista.

Estamos seguros de que la publicación de estos artículos robustecerá nuestra certidumbre en la autenticidad del triple mensaje angélico.