Sentémonos juntos un momento para hacer el inventario de nuestros planes y resoluciones de principio de año de lo hecho en el transcurso del mismo, y de lo que haremos en los días que le restan.

Crecimiento espiritual

No satisfechos con el poco crecimiento espiritual de 1954 hicimos resoluciones muy definidas a comienzos de 1955 para mejorar notablemente en este sentido: más fidelidad en el estudio de la Biblia, nueva comprensión del espíritu de profecía, la adquisición de buenos libros, mayor cuidado en nuestras conversaciones, más oración, etc.

Al revisar este inventario, ¿podemos decir cuánto hemos leído del Libro Sagrado? ¿Cuánta meditación hemos puesto en sus enseñanzas? ¿Cuántos de sus principios de conducta hemos puesto en práctica? Si los escritos del espíritu de profecía son una especie de vidrio de aumento para darle mayor relieve a las enseñanzas de la Biblia, ¿cuántos nuevos detalles de su belleza hemos enfocado? ¿Cuántos libros hemos leído en lo que va del año?

¿Hemos mejorado en nuestra conversación, o hemos seguido la vieja rutina de criticar, de chismear y de entregarnos a charlas poco provechosas? ¿Somos más fieles en dedicarnos a la oración con nuestros feligreses cuando nos visitan o los visitamos? ¿Qué podemos decir de los no creyentes? ¿Han logrado vislumbrar ellos, por medio de nuestras conversaciones, que somos cristianos y ministros de Dios?

Actividades

Siguiendo con el inventario, es probable que nos hayamos decidido al principio del año a trabajar con más ahínco y fervor. Es probable también que tengamos un cargo de conciencia porque durante 1954 nuestro éxito o falta de él no correspondió a la confianza de nuestros hermanos dirigentes o de nuestros miembros. O, aunque nuestro salario haya sido modesto, probablemente haya excedido a lo que nos correspondió frente a los resultados. ¿Cuánto les costó a nuestros fieles hermanos que dieron sus diezmos cada alma que ganamos para Cristo? La cuenta es fácil: divídase la suma de nuestro sueldo más los gastos, por el número de almas bautizadas más los candidatos al bautismo.

Otra manera de inventariar nuestras actividades, justa e intangible, y por lo mismo, importante: ¿Cuál ha sido nuestra influencia sobre nuestros hermanos? ¿Hemos unido o dividido a la iglesia? ¿Han sido de mejor calidad nuestras prédicas, más claros nuestros pensamientos y más prácticas nuestras enseñanzas? ¿Es más claro el camino de salvación para nuestros oyentes como consecuencia de nuestra mejor comprensión de él? ¿Y qué podemos decir de las campañas misioneras? ¿Alcanzamos los blancos de la recolección, de las publicaciones por distribuir, de estudios bíblicos que hay que dar, de los ciclos de conferencias dictados, del aumento de nuestras clases bautismales? ¿Supimos organizar a la iglesia provechosamente? ¿Inculcamos mayor sentido de responsabilidad en nuestros oficiales de iglesia, y los preparamos mejor para cumplir con sus responsabilidades?

¿Cuáles serían nuestras respuestas sinceras a esta serie de preguntas? Tal vez será fácil ocultar al presidente de la asociación o la misión la realidad de nuestra situación mediante una nube de palabras y buenas intenciones, y aun de estadísticas. Por algún tiempo, aun será posible engañar a la misma iglesia. Pero, si tomamos como jueces a nuestra íntima conciencia y a nuestro Dios, ¿cuál sería el veredicto?

Redimamos el año

Pidamos perdón a Dios por nuestras debilidades y falta de éxito. Que sirvan nuestras inquietudes para incitar en nosotros el deseo de redimir el resto del año con frutos dignos de nuestra vocación.

“Porque he aquí, esto mismo que según Dios fuisteis contristados, cuánta solicitud ha obrado en vosotros, y aun defensa, y aun enojo, y aun temor, y aun gran deseo, y aun celo, y aun vindicación. En todo os habéis mostrado limpios en el negocio.” (2 Cor. 7:11.)

Sugerencia práctica

Hay satisfacción al notar que se crece gradualmente en todo sentido. Reconocemos que es imposible avanzar vigorosamente en todas las direcciones a la vez, pues nuestras fuerzas, nuestro tiempo y nuestras facultades son limitados. Pero en algo debemos resaltar. Nuestra sugerencia sería la siguiente: después de haber hecho nuestro inventario de lo pasado, y con miras a lo futuro, estudiemos uno, dos o tres puntos que quisiéramos impulsar especialmente durante el resto del año, y sin descuidar el desarrollo general de nuestros caracteres y de nuestras actividades, concentremos definitivamente nuestra atención en estos proyectos para que resalten más de lo ordinario hasta fines de diciembre. Para dar rienda suelta a nuestra imaginación bastan algunos ejemplos: las clases bautismales podrían ser el punto en el cual enfocaríamos nuestros mayores esfuerzos o podríamos concentrarnos en nuestros hermanos que se han desviado del camino de la verdad. Otra cosa que convendría hacer es organizar mejor a nuestros hermanos a fin de que realicen más actividad misionera mediante publicaciones u otros métodos, a fin de preparar el camino para realizar grandes cosas durante 1956.

Adoptemos el lema: Progreso en todo, dedicándonos especialmente a dos o tres actividades particulares; emprendamos nuestra tarea con constancia y hagamos grandes cosas para Dios. Así gozaremos de mayor satisfacción personal y de paz de espíritu.

Sobre el autor: Secretario de la Aso. Ministerial de la Div. Interamericana.