¿Cómo debería la iglesia extender su ministerio hacia los homosexuales que están en su medio?
Hace siete años supimos que nuestro hijo menor es homosexual. En ese momento nuestra ignorancia y nuestros prejuicios chocaron contra nuestro amor por nuestro hijo. Me siento muy feliz de decir que el amor finalmente ganó. Desde entonces aprendimos mucho acerca de la homosexualidad. También descubrimos que es enorme la cantidad de vidas que han sido tocadas por este dolor oculto. A medida que iba comprendiendo la homosexualidad de nuestro hijo, y especialmente desde que escribí un libro acerca de la experiencia de nuestra familia (My Son, Beloved Stranger), me he quedado asombrada al descubrir que casi todos aquellos con quienes hablé tienen a un amigo o un pariente homosexual.
¿Y mi hijo? ¿Qué le ocurrió? Desde niño siempre fue sensible a las cosas espirituales. Entregó su corazón a Jesús cuando tenía 9 años y se bautizó un año más tarde. Su ambición era llegar a ser maestro misionero. Nos dijo que había orado durante toda su niñez y su adolescencia para que Dios lo cambiara. Cuando ello no ocurrió, le dio la espalda a Dios casi al terminar sus estudios universitarios. Conoció a otro joven homosexual y empezaron a vivir juntos. Aunque mi hijo había llegado a la conclusión de que no creía en Dios, a él y a su amigo les gustaba la música y cantaban en el coro de una iglesia de su comunidad. Después de varios años encontró el camino de vuelta a Dios, y decidió seguir un estilo de vida sexual basado en el celibato; y luego se unió a la iglesia donde cantaba.
A través de todo esto, y muy a pesar de nuestro dolor y del chasco sufrido, habíamos mantenido una estrecha y amante relación con nuestro hijo, reconociendo que Dios sigue amándonos aun cuando cometemos errores.
Vimos su reconciliación con Dios, aun cuando no precisamente a través de nuestra iglesia, y su decisión de ser célibe como una respuesta a la oración, porque hemos sido testigos de un vibrante y gozoso cambio en su vida que no dudamos haya sido parte de la conducción divina. Pero la historia no termina aún.
¿Qué necesita un homosexual de parte de un pastor?
Comprensión. Tengo el presentimiento de que muchos miembros de iglesia, incluso pastores, todavía visualizan la homosexualidad como nosotros antes de que supiéramos la verdad acerca de nuestro hijo: sencillamente como una perversión sexual que las personas eligen, probablemente por “gusto”. La verdad es que nadie elige conscientemente la orientación sexual. La decisión que tiene que hacer el homosexual es si sigue o no un estilo de vida homosexual.
Cuando usted entiende eso, comienza a comprender algunas de las dificultades que los homosexuales afrontan, particularmente aquellos que han sido criados en hogares religiosos. Condicionados por las actitudes tanto de la sociedad como de la iglesia hacia la homosexualidad, y sin embargo, reconociendo esta horrible realidad en ellos mismos, aprenden desde muy temprano a negar una parte de su personalidad y a usar una máscara que los protege en su relación con los demás. Generalmente su fe se tambalea cuando sus oraciones pidiendo liberación no son contestadas. Y cuando finalmente se convencen que son homosexuales, muchas veces ya no les importa ocultarlo y manifestarlo públicamente, pero el temor al rechazo de la iglesia y de la sociedad no se lo permiten.
Educación. El debate todavía es candente, tanto en los círculos científicos como en los religiosos, en cuanto a las razones o causas de la homosexualidad. Mi conclusión personal, basada en mis múltiples lecturas y extensas entrevistas con homosexuales y sus familias, es que probablemente la mayoría nace con una orientación homosexual que, salvo un milagro de Dios, nadie podrá cambiar.
Otros, pienso, tienen una identidad sexual confusa porque fueron objeto de abuso sexual en la niñez. Es posible que estos puedan recibir ayuda a través de la terapia. Luego están los que se sitúan en el centro del espectro, entre la homosexualidad y la heterosexualidad, llamados bisexuales, que se sienten atraídos por ambos sexos. Si están fuertemente motivados por el deseo de obedecer a’ Dios, también pueden decidir que limitarán cualquier atracción romántica al sexo opuesto. Creo que ellos son los únicos que pueden recibir ayuda de los ministerios de “cambio” de varias denominaciones.
Una concepción errada que mucha gente tiene es que es práctica común de los homosexuales tratar de inducir a los niños y jóvenes a la homosexualidad. Mucha de la confusión existente en esta área resulta de confundir a los homosexuales con los pederastas, es decir, aquellos que se sienten sexual- mente atraídos por los niños.
Por supuesto, no pretendo ser una experta. Hay muchas opiniones divergentes de por medio, y no creo que haya quienes comprendan en su totalidad este complejo problema. Pero si usted quiere ayudar de verdad a los homosexuales y sus familias, tiene la obligación de informarse mejor del problema.
Apertura. El estigma que conlleva el hecho de ser homosexual, genera el deseo de mantenerlo en secreto para evitar la vergüenza. La iglesia debiera proveer un lugar seguro para aquellos que tienen este problema y desean ser honestos consigo mismos, un lugar donde otros que también están luchando contra el pecado puedan orar con ellos y por ellos mismos.
Una vez que como pastor haya puesto a un lado sus prejuicios y su ignorancia, podrá ayudar a educar a su iglesia, y prepararla para aceptar el hecho de que una minoría significativa de nuestros miembros lucha contra una orientación homosexual.
Apoyo. Hasta donde sé, el único intento que ha hecho la Iglesia Adventista del Séptimo Día para ayudar a los homosexuales no ha tenido un carácter oficial y se ha llamado Homosexuales Anónimos, organización que se propone ayudar a los homosexuales para que lleguen a ser heterosexuales. Ha habido problemas de tipo moral con esta organización en el pasado. Y a causa de ello y otras circunstancias, creo que sus expectativas están fuera de la realidad respecto de las personas que tienen una verdadera orientación homosexual.
Otra organización adventista para ayudar a los homosexuales lleva por nombre Kinship. En vista de que la mayoría de sus miembros suscribe una interpretación alternativa de las Escrituras y creen que una relación homosexual monógama es aceptable para ellos, la Iglesia Adventista finalmente ha optado por no reconocer oficialmente a Kinship. Ello, no obstante, Kinship ofrece algo que nuestra iglesia no provee: una atmósfera de afabilidad, de apoyo, para homosexuales que aman a su iglesia, pero que no encuentran la forma de substraerse a su orientación.
Creo que existe una urgente necesidad de que nuestra iglesia provea oficialmente un grupo de apoyo para aquellos homosexuales que quieran vivir un estilo de vida célibe. Ellos necesitan sentir que son afectuosamente aceptados y que cuentan con el apoyo de los demás miembros de la iglesia que comprenden que ellos, como cualquier otro que está involucrado en una tenaz lucha contra el pecado, no ganan todas las batallas. Necesitamos mostrarles el mismo perdón y paciencia que externamos a quienes ocasionalmente ceden a la tentación del orgullo, los celos, o una desviación heterosexual.
Amor. La necesidad emocional básica y profunda de todo ser humano es de amor y compañerismo. Los heterosexuales solteros pueden llenar esta necesidad, hasta cierto grado, al compartir su cuarto con un compañero del mismo sexo, pero incluso esto es difícil y probablemente imposible para un homosexual. Por lo mismo, su vida es, generalmente, solitaria.
Sabiéndolo, la iglesia debería hacer algo por ellos con amor, considerándolos como miembros legítimos y queridos de la familia de la iglesia, a fin de compensar los deseos normales de tener un hogar y una familia, pero que deben renunciar a ellos.
La iglesia misma será bien recompensada por su esfuerzo para alentar y retener a sus miembros homosexuales célibes. Sabido es que como grupo los homosexuales son reconocidos como personas altamente dotadas y de una naturaleza artística extraordinaria, que pueden ofrecer al servicio de Dios.
¿Qué necesitan del pastor los padres de un homosexual?
Comprensión. Como pastor, usted necesita saber que cuando los padres se enteran que su hijo o hija es homosexual, caen en un estado de choque. Aun cuando pueden haber estado conscientes de que su hijo era diferente, es probable que nunca hubieran admitido en su interior ni remotamente que eso tuviera algo que ver con la homosexualidad.
Es posible que experimenten cualquiera de un amplio espectro de emociones: ira, negación, pena, culpabilidad, temor o vergüenza. Los sueños respecto del futuro de su hijo de pronto se desmoronan ante sus ojos. Si, como ocurre a veces, llegan a saber que su hijo es homosexual al mismo tiempo que se les comunica que ha contraído el SIDA, el choque y el dolor que experimentan son más profundos. Con frecuencia el esposo y la esposa reaccionan en forma completamente diferente, y es posible que el matrimonio entre en una etapa de crisis.
Concientización. Cuando los hijos “se salen del huacal”, los padres literalmente toman su lugar en él. Sienten que de algún modo son responsables, y tienen la tendencia a cargar el estigma que la iglesia y la sociedad le atribuyen a la homosexualidad. Pocos padres se atreven a compartir con otros el problema, y, sin embargo, lo que más necesitan es hablar.
Un pastor necesita estar consciente de cualquier pequeña señal, por insignificante que sea, que los padres le den con respecto al drama interno por el cual están pasando. Esto podría revelarse cuando hacen preguntas de soslayo acerca de la homosexualidad, cuando pasan por una inexplicable depresión o en cualquier otro cambio repentino de actitud.
Se requiere mucho tacto para ayudar a tales padres. Muchas veces anhelan que alguien sencillamente note la angustia que sufren y les pregunte qué les ocurre. Es posible que sus corazones deseen expresar emociones incontenibles y hacer preguntas, pero no tienen el valor de sacar a luz el asunto por sí mismos. Usted como pastor puede crear una apertura simplemente preguntándoles: “¿Cómo han ido las cosas últimamente?” o “Últimamente he notado que algo parece perturbarlos. ¿Hay algo que quisieran decirme?” También es importante que continúe propiciando oportunidades para que hablen; aunque puede ser que pase algún tiempo antes de que se sientan lo suficientemente seguros como para discutir lo que realmente los hace sufrir.
Reafirmación. Probablemente una de las primeras preguntas que se hacen los padres cristianos tras descubrir que su hijo es homosexual es, ¿se perderá mi hijo? Esto, por lo general, se debe a que no comprenden la diferencia que hay entre una orientación y una conducta homosexual.
Usted puede reafirmar la idea de que Dios ama a todos y quiere salvar a todos. El no condena a las personas por una condición de la cual no son responsables, sino sólo por la forma en que deciden relacionarse con ella. Y si ellos hacen una decisión equivocada, pueden ser guiados por el Espíritu Santo para arrepentirse de su error.
Educación. Usted puede ayudar a los padres a comprender que las dos cosas más importantes que pueden hacer para su hijo o su hija es mostrarles el mismo amor incondicional que Dios mostró cuando todavía éramos pecadores, y orar para que el Espíritu Santo obre en sus vidas. Muchas veces las cosas empeoran en vez de mejorar; pero el amor, la comprensión, el apoyo y la aceptación de los padres pueden acelerar la reconciliación de su hijo con Dios. Muchos padres sienten que a menos que le recuerden continuamente a su hijo o hija que lo que están haciendo está mal, serán vistos como indiferentes ante el comportamiento pecaminoso; pero esto, lo único que hace es alejarlos de la familia y de Dios. El Espíritu Santo puede hacer lo que nosotros jamás podremos.
Mi oración
Yo creo que cuando tomemos conciencia de estos complejos problemas que afectan a nuestra iglesia; cuando estemos dispuestos a encarar valientemente el problema y a tratarlo abierta, honesta y francamente, y cuando brindemos un apoyo lleno de simpatía a aquellos que luchan con una de las más tristes y dolorosas maldiciones del pecado sobre la raza humana habremos, en efecto, madurado espiritualmente como iglesia.
Cuán maravilloso sería si nuestra iglesia pudiera despejar el camino en la obra de mostrar compasión cristiana y cuidado a los homosexuales, sin reducirlos al ostracismo sólo por su orientación sobre la cual no tienen control. Alentarlos para que acepten lo mejor que Dios tiene para sus vidas y apoyarlos con amor y comprensión mientras buscan la forma de hacer la voluntad de Dios. Mi oración es que usted, como pastor, ayude a lograr este ideal cristiano.
Sobre la autora: Es un pseudónimo.