Satanás odia a la obra de ganar almas más que a ninguna otra actividad humana. Con la colaboración de los ángeles caídos, realiza sus mayores esfuerzos para impedir la salvación de las almas. Sabe, por la luz de las profecías cumplidas, que finalmente será destruido, y quiere arrastrar consigo a la destrucción al mayor número posible de seres humanos.

Satanás está decidido a hacer aparecer el amor de Dios manifestado en el sacrificio de Cristo como algo carente de todo valor. Si puede persuadir a los hombres a rechazar la admirable salvación de Cristo, considera que habrá logrado una victoria sobre el Salvador. Sabe que cada vez que alguien rechaza definitivamente la salvación, el corazón de Cristo sufre. Se esfuerza constantemente por oponerse a todo esfuerzo evangélico.

Satanás es el mayor enemigo del evangelismo. Con sus astutas insinuaciones a los hombres que están en el poder procura desbaratar los planes que las juntas trazan para la obra de ganar almas. Con argumentos poderosos, basados en las muchas responsabilidades o en la necesidad de un merecido descanso procura disuadir a los ministros de visitar los hogares de la gente. Utiliza todos los medios y los engaños posibles para impedir que la gente conozca la verdad. El diablo es el impedimento más grande para la obra de ganar almas.

Transformando la mente

Puede probarse mediante la Biblia y el espíritu de profecía que en nuestro trato con las almas necesitamos tener una comprensión de la mente. En Romanos 12:2 leemos que para comprender la voluntad de Dios y seguir sus indicaciones, la mente primero debe ser cambiada. Satanás, para evitar que el pueblo acepte la verdad, enceguece o paraliza sus mentes. A fin de cambiar su actitud hacia la vida y la salvación, es necesario que el evangelista se introduzca fuera de la cortina de hierro de Satanás. No puede traer a la gente al mensaje por sus propias fuerzas, por su propia sabiduría, o solamente mediante el trabajo constante. Es demasiado débil para pelear por sí mismo contra la sutileza engañosa de los poderosos ángeles caídos.

Hay un solo Ser capaz de derrotar los designios de Satanás con la cooperación del hombre, y es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo cumple cinco cosas definidas para lograr que la mente sienta el deseo de aceptar la salvación provista por Dios:

Cinco formas en el que el Espíritu Santo influye en la mente

1. “El Espíritu Santo es el agente que abre las mentes a la verdad” (Evangelism, pág. 160). Es una verdad positiva la de que el Espíritu Santo es el único que puede libertar la mente enceguecida o paralizada por Satanás.

2. “Los ministros deben buscar a Dios en procura de su Espíritu Santo, a fin de que puedan presentar acertadamente la verdad” (Ibid., pág. 663). El Espíritu Santo no sólo abre las mentes de los oyentes del Evangelio, sino que también obra a través de la mente del que proclama la verdad para que la presente en forma debida. Este es un factor sumamente importante en la tarea de desbaratar las barreras del prejuicio y la oposición.

3. “Cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad” (Juan 16:13). El Espíritu Santo guía de una manera tan fácil, fascinadora y agradable que la gente comienza a amar la verdad a medida que la recibe.

4. La cuarta forma consiste en “caminar humildemente con Dios” para que “él les dé [a los obreros] su Espíritu Santo y ministre sus necesidades mediante la colaboración de los santos ángeles para causar impresiones correctas en las mentes” (Id., pág. 629).

Tomemos los casos de un hombre enceguecido por el pecado y de una mujer paralizada por las falsas doctrinas. Satanás domina ambas mentes. Únicamente cuando el ministro sea guiado por el poder del Espíritu Santo y rodeado por los ángeles invisibles podrá obrar efectivamente para transformar esas mentes dominadas por Satán. Dondequiera esté el Espíritu Santo, dondequiera estén los ángeles —y aparentemente hay dos por cada ángel caído— Satanás no puede prevalecer. Huye, y la mente prisionera queda libre para recibir la influencia del Espíritu Santo. Pero en esto es el hombre quien tiene la última palabra, porque posee la facultad de elegir.

5. Es en este punto donde el Espíritu Santo obra su primer milagro. “Es el poder del Espíritu Santo el que da eficacia a vuestros esfuerzos y a vuestras súplicas” (Id., pág. 285). Cuando se le pida a la persona interesada en el mensaje que acepte las preciosas verdades, el Espíritu Santo dará poder a la súplica y la hará efectiva. Por lo tanto, el arma que necesita el ganador de almas en la batalla por la liberación del alma esclavizada es el Espíritu Santo, la tercera persona de la Divinidad.

El Espíritu posee un poder ilimitado. En el Antiguo y el Nuevo Testamentos tenemos evidencia de que los profetas y los apóstoles fueron utilizados por el Espíritu Santo para obrar milagros y realizar lo que parecía imposible. Es un pensamiento admirable y subyugador el que Dios haya honrado al verdadero ministro capacitándolo para convertirse en el templo donde morará el Espíritu Santo. El ministro también podrá realizar lo que aparentemente es imposible, a través de una voluntad entregada a la dirección infalible del Espíritu.

Cuando la vida del ganador de almas se entrega completamente a la voluntad del Espíritu Santo, según Gálatas 5:22, VM, se observarán simultáneamente nueve características en su personalidad. Tendrá “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza”. Se hace ver claramente que aparecerán nueve rasgos de carácter, y no un solo fruto del Espíritu. El espíritu de profecía nos dice que los nueve rasgos son esenciales en la obra de ganar almas.

El amor ocupa el primer lugar entre todos. “Un verdadero evangelista es un amador de las almas” (Id., pág. 116). “Hacedles ver que amáis sus almas” (Id., pág. 141). “Cristo condujo hacia él los corazones de sus oyentes por la manifestación de su amor (Id., pág. 57). “El amor debe ser la característica preeminente de toda nuestra obra” (Id., pág. 303). “Para destruir las barreras del prejuicio y la impenitencia, el amor de Cristo debe ocupar un lugar en todo discurso” (Id., pág. 285). Por lo tanto el amor es la preciosa semilla de este fruto admirable. Y como la semilla, también tiene en sí mismo un principio germinador.

La razón por la cual tan pocos poseen este amor es porque el Espíritu Santo no mora en sus vidas. El amor se sacrifica a sí mismo por el bien y el gozo de los demás. Ningún amor verdadero puede manifestarse sin la presencia del Espíritu Santo. Las personas a menudo se unen a la iglesia debido al amor de Dios que fluye del corazón del hombre de Dios, y no tanto a causa de los argumentos convincentes de las doctrinas bíblicas. La persona será subyugada por el amor de Dios únicamente cuando lo vea a través de la vida del obrero.

La segunda cualidad es el gozo. El gozo se origina de dos fuentes: en primer lugar es el resultado de una vida recta y apacible. En segundo término, el gozo más duradero procede de la obra de ganar almas. Pablo les escribió a sus conversos de Tesalónica: “Vosotros sois nuestra gloria y gozo”. A los corintios les dijo, después que se arrepintieron de sus malas obras como resultado de su primera carta: “Ahora me gozo”. Ningún gozo es más conmovedor y duradero en este mundo que el que se experimenta después de haber sido el instrumento en las manos del Espíritu Santo para la conversión de un pecador.

La tercera cualidad es la paz. Puede alcanzarse cuando una persona que es guiada por el Espíritu Santo vive en armonía con la voluntad de Dios según está manifestada en su ley eterna. “¡Ojalá miraras tú a mis mandamientos! fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas de la mar” (Isa. 48:18).

La longanimidad es otro de los rasgos de la personalidad. Conduce a los pecadores hacia Cristo. El espíritu de profecía dice que “si nos humillásemos ante Dios y fuésemos bondadosos y corteses y compasivos, habría cien conversiones a la verdad donde ahora hay una sola” (Testimonies, tomo 9, pág. 189).

De modo que, si la longanimidad, o bondad, puede aumentar la eficiencia en la obra de ganar almas en un diez mil por ciento, sin un gran presupuesto, cada ministro debiera esforzarse por ser una persona bondadosa, compasiva y cortés. El espacio de que disponemos no permite continuar analizando las demás características admirables de la vida dominada por el Espíritu, tan necesarias para formar a un gran ganador de almas.

Lo que realiza el Espíritu Santo

A continuación transcribimos algunos pensamientos del espíritu de profecía concernientes a las realizaciones del Espíritu Santo en la vida de un ministro dominado por el Espíritu. El Espíritu Santo:

1. Convence de pecado (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 39).

2. Pone delante de la mente la norma de la justicia (Ibid.).

3. Conduce la vida a una perfecta obediencia (Evangelismo, pág. 231).

Se da como agente regenerador, para hacer efectiva la salvación obrada por la muerte de nuestro Redentor (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 39).

5. Desarrolla las facultades intelectuales y morales (Evangelismo, pág. 282).

6. Amolda y purifica el lenguaje (Id., pág. 131).

7. Quita los afectos de las cosas de esta tierra, y llena el alma con un deseo por la santidad (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 40).

8. Viene como un consejero, santificador, guía y testigo (Id., pág. 37). Esto significa que la obra del ministro es guiada por el cielo.

9. Pone una preocupación por la obra de salvar almas (Evangelismo, pág. 34).

10. Obra milagros, sana a los enfermos, especialmente en el tiempo de la lluvia tardía (Evangelism, pág. 700, 701).

Comprendemos, entonces, cuán maravilloso es someterse en todos los actos de la vida a la dirección del Espíritu Santo. Cuando nos entreguemos a él, “hemos de estar en este mundo como si nos rodearan los resultados de la compra de la sangre de Cristo, y como si dependiera grandemente de nuestras palabras, de nuestra conducta y manera de trabajar el que estas almas se salven o no” (Evangelismo. pág. 99).

Sigamos el método de Jesús en la obra de ganar almas

¿Cómo llegaba Jesús al corazón de la gente? Jesús obtenía acceso a los corazones humanos “consiguiendo la simpatía y la confianza, haciendo que todos sientan que su identificación con su naturaleza es completa” (Ibid.).

Dicho con otras palabras, Cristo procuraba conmover el corazón, el que en realidad es el centro de las emociones. Se identificaba con ellos en todas las cosas, ganando su simpatía y confianza. “Atraía hacia sí los corazones de sus oyentes por la manifestación de su amor” (Id., pág. 44).

Dondequiera que uno vaya, a quienquiera que uno vea, en todas partes siente que hay una necesidad universal de amor, amistad y comprensión. El Dr. Smiley Blanton, autor del libro Love or Perish, dice: “Sin amor perdemos la voluntad de vivir. Nuestra vitalidad mental y física se perjudica, nuestra resistencia disminuye y sucumbimos a la enfermedad que a menudo resulta fatal. Podemos escapar cíe la muerte, pero lo que queda es una existencia pobre y estéril, tan empobrecida emocionalmente que sólo podemos ser llamados vivos a medias”.

El amor es el mejor recurso terapéutico contra el odio, el resentimiento, la envidia, la miseria y algunas veces contra la muerte misma.

“El Señor desea que los hombres se olviden de sí mismos en el esfuerzo por salvar almas. Nuestra vida es peor que un fracaso si andamos por ella sin dejar señales de amor y compasión. Dios no obrará por medio de un hombre áspero, empecinado y falto de amor. Un hombre tal echa a perder el modelo que Cristo quiere que sus obreros revelen al mundo” (Id., pág. 379). Si el ministerio adventista sólo reflejara ante los demás en todo su profundo significado ese amor de Cristo, ¡cuán pronto se terminaría la obra!

Las emociones en la obra de ganar almas

La declaración siguiente señala la operación del Espíritu al revelar la hermosura de la verdad a la mente para su aceptación del mensaje. “Cuando la verdad es considerada como la verdad únicamente por la conciencia; cuando el corazón no es estimulado y hecho receptivo, tan sólo la mente resulta afectada. Mas cuando la verdad es recibida como verdad por el corazón, ha pasado por la conciencia y ha cautivado el alma con sus principios puros. Es colocada en el corazón por el Espíritu Santo que revela su hermosura a la mente, para que su potencia transformadora se manifieste en el carácter” (Id., pág. 216).

Cristo fué el creador del hombre. Creó el intelecto, que incluye el juicio, la voluntad y el poder de elección. También creó esa parte del cerebro que contiene las tiernas emociones del amor, el gozo, la paz y la simpatía. Esto destaca más que nunca la verdad de Gálatas 5 que menciona ciertas cualidades que son denominadas emociones, y algunas de las cuales llevan los mismos nombres de los frutos del Espíritu.

En la actualidad el término emoción ha adquirido nuevos significados en relación con las ciencias de la psicología y la psiquiatría. Sin embargo, el Señor enseña que el intelecto puede ser convencido a aceptar la verdad únicamente cuando el Espíritu Santo toca primero el centro de todas las emociones y luego persuade y mueve a la mente convencida a aceptar la verdad. Una de las razones por las cuales tan pocas personas son traídas a la iglesia es porque algunas de ellas han recibido predicaciones casi exclusivamente en la esfera de las emociones, en tanto que otras han recibido llamamientos únicamente al intelecto. Pero, hermanos, el fruto del Espíritu es un fruto múltiple, y los resultados que produce deben incluir a la totalidad del hombre. Así, el ministro que está lleno del Espíritu trabaja a través del corazón y las emociones, y el intelecto o la mente. Así es como obra el Espíritu Santo.

El secreto del éxito de Pedro y Pablo

En 1 Pedro 1:12 encontramos la razón por la cual el Evangelio se esparció con tanta rapidez en los tiempos apostólicos. Pedro declara que ellos predicaban el Evangelio “por el Espíritu Santo enviado del cielo”.

Cuando los apóstoles salieron después del Pentecostés para predicar bajo la influencia celestial del Espíritu Santo, basta los dirigentes y el pueblo, cuyas mentes estaban paralizadas por las falsas doctrinas, aceptaban al Salvador resucitado. Respecto de esta experiencia leemos la siguiente declaración: “Las tradiciones y supersticiones inculcadas por los sacerdotes fueron barridas de sus mentes, y las enseñanzas del Salvador fueron aceptadas” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 33).

¿Cómo se llevó a cabo esto? Primero, por la operación del Espíritu Santo en el corazón o las emociones, seguido por un llamamiento a la mente o al intelecto. Hoy obra exactamente del mismo modo. En otras palabras, un hombre que es inducido a sentirse triste por sus pecados y feliz porque el Salvador lo libra de ellos, estará en una disposición mental adecuada para oir una explicación intelectual de la doctrina que disipará la ceguera y la parálisis de su mente.

En una forma semejante, el gran éxito de Pablo se produjo debido a que el apóstol siempre predicaba bajo la conciencia de que era guiado por el Espíritu Santo. “Y ni mi palabra ni mi predicación fué con palabras persuasivas de humana sabiduría, mas con demostración del Espíritu y de poder” (1 Cor. 2:4).

¿Por qué muchos fracasan en la obra de ganar almas?

¿Cuál es la razón del fracaso de muchos en la obra de ganar almas? ‘‘Muchos presentan las doctrinas y teorías de nuestra fe; pero su presentación es como sal sin sabor; pues el Espíritu Santo no está trabajando por medio de su ministerio falto de fe… . No conocen la operación del Espíritu; … y dejan de ganar las almas para Cristo” (Evangelismo, págs. 388, 389). (La cursiva es nuestra.)

Puesto que la mensajera del Señor señala la falta de más almas ganadas como una consecuencia de la ausencia del Espíritu Santo en la vida del ministro, ¿no buscaremos con oración cuáles son las condiciones necesarias para recibir este precioso don?

El Espíritu Santo vendrá y tomará posesión del corazón del ganador de almas únicamente cuando entregue su vida a su Señor. El Espíritu Santo hará su morada en el corazón tan pronto como el hombre esté dispuesto a abandonar todo pecado, aun los pecados secretos. Vendrá como una respuesta a las súplicas fervientes y sinceras. En Lucas 11:13 se nos da la promesa de que el Padre enviará el Espíritu Santo a los que? lo piden. Judas 20 recomienda que perseveremos ‘‘orando por el Espíritu Santo’’.

La siguiente declaración es digna de una profunda meditación: “El Espíritu será derramado sobre todos los que cedan a sus insinuaciones, y entonces, arrojando toda maquinaria humana, con sus reglas esclavizadoras y métodos cautelosos, declararán la verdad con la potencia del poder del Espíritu. Multitudes recibirán la fe y se unirán a los ejércitos del Señor” (Evangelista, pág. 700). La necesidad primordial en el evangelismo no es más dinero ni mejor equipo, sino obreros que estén bajo el control permanente del Espíritu Santo.

Resultados de la predicación llena del Espíritu

Cuando el Espíritu Santo toma posesión de un obrero de cualquier departamento de la actividad denominacional, éste manifestará un gran interés en la salvación de las almas perdidas. Como un resultado de una entrega de esta clase, el mundo no tardaría en ser alumbrado y se produciría un reavivamiento contagioso en la obra de ganar almas. Entonces, más de mil personas se decidirían por la verdad en un solo día y serían bautizadas. Esto apresuraría el día cuando la iglesia militante se convierta en la iglesia triunfante.

“Ninguna verdad se enseña en la Biblia con mayor claridad que aquella de que por medio de su Santo Espíritu Dios dirige especialmente a sus siervos en la tierra en los grandes movimientos en pro del adelanto de la obra de salvación” (El Conflicto de los Siglos, pág. 391).

Únicamente bajo la dirección de la influencia poderosa del Espíritu Santo puede el Evangelio predicarse victoriosamente en todo el mundo. ¿No buscaremos ahora la compañía constante de la tercera persona de la Divinidad? Necesitamos tomar el tiempo necesario para orar fervientemente por este ungimiento. Antes de comenzar las tareas diarias debemos someter nuestros corazones de nuevo a su voluntad. No debemos levantarnos de nuestra oración matutina hasta estar seguros de que el yo ha sido destronado, y de que en cada pensamiento, palabra y obra, y en cada problema que surja, seremos guiados por el Espíritu Santo. Mientras mantengamos esta actitud podremos tener la seguridad de que cuando prediquemos y demos estudios bíblicos para persuadir a las almas, el Espíritu del Dios viviente obrará mediante nosotros, y entonces Satanás huirá. La actuación de un obrero lleno del Espíritu Santo convencerá el corazón y la mente de las multitudes y los constreñirá a aceptar el maravilloso plan de salvación de Dios.

Sobre el autor: Director adjunto de la Asociación Ministerial de la Asociación General