Como estudiantes de la Biblia, sabemos que existen reglas para leer y analizar las Escrituras. Una de ellas es que debemos seguir un proceso estructurado de interpretación, si así lo exige el texto. Esto no es necesario al leer la carta de un familiar, porque conocemos al escritor y él nos conoce. Podemos descubrir el significado del mensaje, aun cuando las palabras estén mal escritas, pues la relación entre las partes hace más fácil la interpretación. Sin embargo, cuando hay una distancia cultural, contextual y lingüística entre el lector y el escritor, el proceso de interpretación se vuelve indispensable.

    Otro criterio que necesitamos tener en cuenta al analizar el significado de un texto es considerar qué es obvio y qué no lo es. Por ejemplo, Jesús vio a Mateo sentado en el banco de los tributos públicos, lo llamó y le dijo: “Sígueme” (Mat. 9:9). Probablemente existen muchas explicaciones teológicas complejas para este versículo, pero el contexto nos dice algo simple: Mateo debía dejar todo y seguir a Jesús. Podemos ver que, más allá de la complejidad de las explicaciones posibles, hay una lectura simple que se refleja en la “respuesta”. El texto dice que él dejó todo y “le siguió”. Ese es el significado literal y obvio de las palabras.

Un texto mal comprendido

    Con esto en mente, llegamos a dos versículos bien conocidos, pero poco comprendidos: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada” (Mat. 24:40, 41). Muchas explicaciones, variadas y complejas son aplicadas a estos dos versículos. Pero ¿qué es lo que Jesús estaba diciendo realmente? En el contexto del pasaje encontramos la pregunta introductoria de los discípulos: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (vers. 3). Mateo 24 contiene la respuesta.

    El texto en sí es claro. Las dificultades de interpretación, sin embargo, surgieron como resultado de explicaciones nunca antes defendidas por Jesús, como la idea del “rapto secreto”[1] que, aunque sea popular actualmente, no existía en el primer siglo. Aun así, cuando esta doctrina comenzó a ser enseñada, muchos comenzaron a creer en ella, incluso en el contexto adventista del séptimo día. Entonces, para contraponerse a la idea del “rapto secreto”, algunos comenzaron a argumentar que “tomado” representa a aquellos que serán juzgados y condenados. Este punto de vista, sin embargo, necesita ser evaluado de modo detallado. A fin de cuentas, ¿cuál es el significado de la afirmación de Cristo?

Análisis textual

    El pasaje afirma claramente que, en su segunda venida, Cristo llevará a algunas personas con él: “uno será tomado” (vers.40). Esa es la lectura natural del texto, que coincide muy bien con Juan 14:2 y 3: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.

    Así, en primer lugar, el principio de la Biblia como su propia intérprete debe ser aplicado aquí. Esto significa que podemos encontrar ayuda para la comprensión de textos difíciles usando otros pasajes que hablen del mismo asunto y que sean más claros.[2] De este modo, el texto de Mateo 24:40 y 41 puede estar claramente correlacionado con la promesa encontrada en Juan14:3: “vendré […] y os tomaré a mí mismo”.

    Gerhard Hasel escribe: “Un pasaje difícil u oscuro no debe ser interpretado por la aplicación indiscriminada de otro pasaje o texto bíblico. Este es un procedimiento que solo lleva a la confusión y a la contradicción. En el proceso del uso del principio de la autointerpretación, al comparar e interpretar pasajes con pasajes o textos con textos, el estudioso debe ser guiado a estudiar solo los pasajes o textos que tratan del mismo asunto”.[3]

    Otro elemento en el análisis textual es notar cómo presentan el texto otras traducciones. Por ejemplo, la Nueva Versión Internacional dice: “Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté” (Juan 14:3). La Biblia de las Américas interpreta el versículo del siguiente modo: “Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros”. En la mayoría de las versiones bíblicas, la traducción del verbo paralambánō expresa la idea de “recibir”.

    Un tercer elemento es la terminología original. En ambos casos (Mat. 24:40, 41; Juan 14:3) se usa el verbo paralambánō, que significa “llevar, tomar para sí mismo, unir a sí mismo”. Cuando este verbo es usado por Jesús, significa aceptación o recibimiento, no juicio ni condenación.

    El Theological Dictionary of The New Testament dice de paralambánō: “1. Con un objeto personal (solamente evangelios y Hechos), ‘llevar para sí (o consigo) mismo’ (por ejemplo, en comunión íntima). En declaraciones teológicamente significativas, es usado para referirse a la recepción de Cristo por parte del mundo, Juan 1:11; para la aceptación en el reino de Cristo, Juan 14:3; Mateo 24:40, cf. también Lucas 17:34”.[4] El significado de recibir, como una comunión íntima, también es compartido por J. P. Louw y Eugene Nida, Joseph H. Thayer y William D. Mounce en sus diccionarios de griego bíblico.

    Es evidente que el contexto presenta una división entre las dos palabras traducidas como “tomados” y “dejados”. A su vez, la Vulgata Latina traduce paralambánō como assumetur, que significa “ayuda”, “asistencia” y “medios para ayudar”. En contraste, traduce aphietai como relinquetur, o “abandonar”.

Análisis teológico

    En su comentario sobre Mateo, William Hendriksen afirma: “El Señor vuelve. De dos hombres dedicados al mismo tipo de actividad, probablemente trabajando lado a lado en el campo, uno es llevado. Es tomado por los ángeles para estar para siempre con el Señor. El otro es dejado, designado a la perdición eterna”.[5]

    George A. Buttrick, en The Interpreter’s Bible, dice: “Entonces, dos hombres trabajando en la misma zanja son divididos, o dos mujeres trabajando en el mismo molino: una persona es tomada y la otra es dejada. Tomado(a) y dejado(a) son palabras con una amplia y no catalogada variedad de significados: una vinculada a la alegría y, la otra, a la destrucción”.[6]

    El Word Biblical Commentary declara: “Aquellos que son tomados están entre los escogidos que los ángeles del Hijo del Hombre deben reunir en su venida (vers.31), mientras que aquellos que son dejados aguardan la perspectiva del juicio”.[7]

    W. Davies y Dale Allison, en Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to Saint Matthew, afirman: “La primera ilustración habla de dos hombres que hacen la misma tarea; la segunda, de dos mujeres que hacen la misma tarea. Los destinos divergentes muestran que el juicio repentino de Dios anula las similitudes externas. […] Porque uno es llevado (note el presente expresivo) y el otro es dejado. No se declara explícitamente, pero los versículos del contexto proporcionan la respuesta: uno estaba preparado, el otro no. […] ¿Pero los justos son llevados para encontrarse con el Señor en los aires? ¿O los impíos son separados por los ángeles y lanzados en el fuego? La primera opción es la más probable. (1) En Mateo, aphiēmi generalmente significa abandonar o dejar. (2) Paralambánō significa ‘tomar (en seguridad)’ en [Mat.] 2:13, 14, 20, 21. (3) La imagen de los ángeles llevando a los santos para su encuentro con el Hijo del Hombre probablemente era común en el cristianismo apostólico. (4) En los versículos 37 al 39 (de Mat. 24), los que fueron llevados (al arca) son salvos, mientras que aquellos que quedaron atrás, perecen”.[8]

    Ulrich Luz dice en su comentario sobre Mateo 24: “Con relación al ‘tomado’, los lectores piensan en aquel que fue llevado hacia el Señor, sobre quien acaban de leer (vers. 31) y con quien están familiarizados por su conocimiento de las tradiciones judaica y cristianas. En cuanto a lo dejado atrás, piensan en la condición de estar perdido, consecuencia de la separación final de Dios. De acuerdo con el vers. 41, lo mismo es cierto para las dos mujeres, que probablemente sean de la misma familia por estar haciendo juntas las tareas domésticas. Una es llevada del molino a Cristo; la otra queda atrás, y eso significa muerte y destrucción”.[9]

    A su vez, el Comentario Bíblico Adventista declara: “Será tomado. Gr. paralambánō, ‘tomar o recibir para sí mismo’. En los papiros se emplea este vocablo para referirse a recibir cosas que le pertenecen a uno. Se lo emplea también (cap. 17:1) para expresar que Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan para ascender con él al monte de la transfiguración. En Col. 4:17 se lo emplea para referirse a un ministro cristiano que recibe la comisión evangélica.En Juan 14:3, se emplea paralambánō para decir que Jesús recibió a los discípulos que le aguardaban. Por contraste, la frase ‘se los llevó’ en Mateo 24:39 es del verbo airō, ‘llevarse’, ‘quitar’. En el vers. 40, el ‘uno’ es tomado por los ángeles que son enviados para juntar a los escogidos (vers. 31)”.

    “[…] El contexto permite entender claramente lo que significan estas dos formas verbales: ‘ser tomado’ y ‘ser dejado’. Los que son dejados son los siervos malos, quienes, en vez de seguir con sus actividades habituales después de un supuesto rapto secreto, son castigados duramente y relegados a la suerte que les toca junto con los hipócritas (vers. 48-51)”.

    “Será dejado. Gr. afíēmi, ‘dejar’, ‘despachar’, ‘despedir’. Según el griego, los justos son ‘recibidos’ mientras que los impíos son ‘despachados’”.[10]

    Elena de White escribió: “‘Dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada y la otra dejada. Dos estarán en el campo: el uno será tomado y el otro dejado’ (Mat. 24:41, 40). Los justos y los impíos están asociados en la obra de la vida, pero el Señor lee el carácter; él discierne quiénes son hijos obedientes, quiénes respetan y aman sus mandamientos”.

    “Quizás el observador no discierna diferencia ninguna; pero hay un Ser que dijo que la cizaña no debía ser arrancada por manos humanas para que no fuera desarraigado también el trigo. Crezcan juntas ambas plantas hasta la cosecha. Luego el Señor enviará a sus segadores a juntar la cizaña y atarla en manojos para ser quemada, mientras el trigo es acopiado en el granero celestial”.

   “Hoy la cizaña y el trigo están mezclados, pero entonces la única mano que puede separarlos dará a cada uno su verdadera ubicación”.[11]

Conclusión

    La evidencia de Mateo 24:40 demuestra que los “tomados” son aquellos que Jesús va a llevar con él, conforme a la promesa encontrada en Juan 14:3. El uso griego de paralambánō indica que los “tomados” o “recibidos” por Jesús son los salvos (ver 1 Tes. 4:17).

    A pesar de la popularidad de la interpretación del “rapto secreto”, relacionada con Mateo 24:40 y 41, una lectura bíblica contextual de esos versículos expresa la gran verdad de que, mientras los perdidos (los “dejados”) en definitiva enfrentarán otro destino (Mat. 24:28), los salvos (los “tomados”), cuando Jesús venga, irán a casa a fin de vivir eternamente con el Señor.

Sobre el autor: Secretario ministerial asociado de la Iglesia Adventista en Michigan, Estados Unidos.


Referencias

[1] La idea central de la doctrina del rapto secreto es que el cumplimiento de la última semana de la profecía de las setenta semanas de Daniel 9 todavía está en el futuro. Esa doctrina también pasará por la gran tribulación. Ver Gerhard Pfandl, “The Rapture: Why it cannot occur before the Second Coming”, <https://tinyurl.com/yblql7ay>.enseña que la iglesia no

[2] Gerhard F. Hasel, Understanding the Living Word of God (Mountain View, California: Pacific Press, 1980), p. 76.

[3] Hasel, Understanding the Living Word of God, p. 76.

[4] Gerhard Kittel, ed., “C. παραλαμβανω in the NT”, Theological Dictionary of the New Testament, t. 4 (Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Pub. Co., 1967), p. 13.

[5] William Hendriksen, The Gospel of Matthew (Londres: Banner of Truth Trust, 1973), p. 870.

[6] George Arthur Buttrick, ed., The Interpreter’s Bible, t. 7 (Nashville, Tennessee: Abingdon Press, 1979), p. 553.

[7] Donald A. Hagner et al., Word Biblical Commentary Matt 14–28 (Dallas, Texas: Word Books, 1995), p. 783.

[8] W. D. Davies y Dale C. Allison, A Critical and Exegetical Commentary on The Gospel According to Saint Matthew (Edimburgo: T & T Clark, 1997), p. 383.

[9] Ulrich Luz, Matthew 21–28 (Mineápolis, Minnesota: Fortress Press, 2005), p. 214.

[10] Nichol, Francis D., ed. Comentario bíblico adventista, t. 5 (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), p. 492

[11] Elena de White, Testimonios para los ministros (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2013), p. 252.