Los primeros cien días en el nuevo distrito son importantes para establecer el rumbo y la visión de nuestro ministerio para las nuevas generaciones.

El traslado de una iglesia a otra no es un fenómeno extraño para los pastores adventistas. Ese cambio incluye bendiciones y desafíos. Si bien a los pastores se les hace difícil dejar la antigua iglesia, los amigos y el ambiente familiar, el traslado también es la oportunidad de dejar atrás errores y disfrutar de un nuevo comienzo en un nuevo lugar. Tras haber pasado por eso muchas veces, descubrí que los primeros cien días en el nuevo distrito son importantes para establecer el rumbo y la visión de nuestro ministerio para las nuevas generaciones.

Esta visión y dirección incluye al menos diez puntos:

Comience con un toque transformador (Luc. 1:1-3). Durante el primer mes, forme una comisión de evangelización. Probablemente, la comisión misionera ya exista, pero establezca objetivos definidos. Incluya en ese grupo al primer anciano y al tesorero. Haga de la primera reunión un culto de consagración de estos hermanos, enfatizando que los días de las arañas y sus telas en el bautisterio están contados, pues será usado regularmente, por lo menos una vez al mes. Establezca planes para sembrar, cultivar y recoger en su nuevo territorio, incluyendo entrenamiento para los instructores bíblicos y los intercesores. Al presentar los planes a la Junta de iglesia, todos los miembros de la comisión de evangelismo deben estar presentes. Luego, presente el plan a la iglesia, como estrategia para alcanzar a los vecinos y a la comunidad. En esa ocasión, debe tener tarjetas de compromiso preparadas, a fin de que sean llenadas por los miembros en respuesta a su llamado a la participación. Ese compromiso público ayuda a que comprendan la necesidad individual de ser capacitados por el Espíritu Santo. En la programación semanal de la iglesia, dé oportunidad para que se compartan testimonios acerca de lo que Dios está realizando en la vida de las personas. Haga reuniones regulares de evaluación e incentivo de la comisión. Necesitamos más iglesias focalizadas en la misión y movilizadas para el trabajo.

Busque al perdido para fortalecer a los salvos (Mat. 28:18-20). Muestre que fue enviado por Dios a ese distrito a fin de “buscar y salvar lo que se había perdido”, en cooperación con Jesús. Cuando los miembros se comprometen más a compartir su fe, orar por la salvación de otros y conquistar personas, toda congregación experimenta un creciente fortalecimiento. La comisión de evangelización puede ser una gran aliada en esa tarea. En los primeros meses, intente uno o más de estos pasos:

  • Concluya cada sermón con un llamado al bautismo y para la reconsagración de la iglesia y su misión.
  • Marque un bautismo y una confraternización para un período de tres meses y, a partir de allí, mensualmente. En esta confraternización, los nuevos creyentes y sus amigos son los invitados de honor.
  • Identifique a los interesados que están más cerca de unirse a la iglesia y colóquelos en una clase especial de la Escuela Sabática, a fin de prepararlos para el bautismo.
  • Planifique una campaña evangelizados o un seminario profético para seis u ocho meses luego de su llegada. Incluya a uno o dos líderes voluntarios como sus asociados en la presentación de los temas. Ellos lo apreciarán por siempre y percibirán que evangelizar personas no es trabajo exclusivo de profesionales.
  • Entre sus primeros sermones, predique sobre la gran comisión o las parábolas de Lucas 15 (la oveja perdida, la dracma perdida y el hijo pródigo).
  • Incentive a los hermanos a orar por las personas que les gustaría que aceptaran a Cristo y se convirtieran en miembros de la iglesia en los siguientes seis meses.
  • Realice estudios acerca de la misión, en la comisión de iglesia o para toda la iglesia, focalizando el libro de los Hechos y los clásicos de Elena de White, como El evangelismo, Servicio cristiano, Obreros evangélicos o Los hechos de los apóstoles.

Comprométase con la comunidad (Mat. 5:13, 14). Como hijo del Rey de reyes, es su embajador en la comunidad en que vive y trabaja. Aproveche toda oportunidad para encontrar a las personas. Mientras interactúa con los funcionarios públicos, los bancarios, los cajeros de los supermercados, los vendedores, los pastores evangélicos y otras personas, ore silenciosamente para que cada uno llegue a conocer a Jesús, a amarlo y a servirlo. Si fuera posible, preséntese como el nuevo pastor adventista y póngase a disposición. Invite a esas personas a que visiten la iglesia. Al despedirse, deles alguna literatura inspiradora. Necesitamos más creyentes adventistas que dejen brillar su luz, y puede ejemplificar esto en su comunidad.

Siga un calendario de sermones (2 Tim. 4:1-5). Es importantísimo tener un calendario de sermones semestral o anual. En ese calendario, reserve un sábado por mes para un anciano, un miembro de la comisión, un joven o un invitado especial. Quien nunca antes predicó, puede contar la historia de su conversión y compartir textos que marcaron la diferencia en su vida. Permanezca atento a las necesidades de la congregación y busque satisfacerlas durante los mensajes.

Seguramente, deberá preparar series de sermones acerca del hogar cristiano, la mayordomía cristiana, los dones espirituales y otras doctrinas como: Santuario, salvación, segunda venida, sábado, mortalidad del alma y otras. No se olvide del sábado dedicado a la Santa Cena y a los bautismos. Sus primeros sermones serán más recordados que los últimos. Así, haga de su iglesia un lugar seguro, en que la verdad es predicada por un corazón amoroso que exalta a Jesús.

Visite a cada miembro en su casa (Hech. 2:42-47). Establezca de uno a tres días por semana para la visitación en los hogares, los hospitales y la prisión. Lleve rotativamente con usted a algún anciano, a un miembro de la comisión de jóvenes o a un nuevo creyente. Así incluye a los futuros líderes. Una de las mayores prioridades es visitar inmediatamente a los invitados que van a la iglesia. Pero no deje de atender a todos los miembros, animándolos a estudiar la Biblia, a hacer el culto familiar y a descubrir su ministerio específico. Una visita pastoral debe durar entre 20 y 40 minutos, tiempo suficiente para aprender algo sobre la familia visitada y orar en favor de las situaciones específicas, los parientes, los amigos y los hermanos apartados de la iglesia. Necesitamos mayor interacción entre los miembros del cuerpo de Cristo para que funcione bien. Puede comenzar esa interacción visitando los hogares de su iglesia.

Trabaje con la Junta Directiva de iglesia (1 Cor. 1:9, 10). Las reuniones de la Junta no necesitan ser aburridas; ellas pueden ser instrumentos de entrenamiento para el liderazgo, el desarrollo y el crecimiento de la iglesia. Inicie cada reunión con una lectura bíblica, una oración, y una reflexión o relato de una experiencia edificante. Los primeros temas de la agenda deben abordar planes y actividades para conquistar nuevos miembros. Cuando eso se realiza, todo lo demás fluye mejor. Los otros temas pueden ser tratados más eficazmente o postergados para la siguiente reunión. Los miembros de la Junta quedan más felices cuando son llevados a centrarse en quién está siendo salvo en lugar de en cuántos están siendo salvos.

Cada trimestre, me gusta designar una reunión de Junta para tratar estos asuntos: evaluar la visitación, presentar informes, compartir victorias, y votar asuntos financieros y el movimiento de miembros. La iglesia crecerá espiritualmente si sus líderes también crecen espiritualmente. En la primera reunión de Junta de su nuevo distrito, desafíe a cada persona a invertir al menos diez minutos por día durante el mes siguiente para una comunión personal con Dios, y relatar su experiencia en el siguiente encuentro de la Junta.

Conéctese con los niños (Tito 2:6-8). Encuentre formas de acercarse a los niños de la iglesia, la escuela y la comunidad, especialmente durante los dos primeros meses. Puede jugar con ellos durante el recreo de la escuela, contar historias bíblicas, hacer la meditación en el Club de Conquistadores, acampar con ellos o ayudar a transportar alumnos que vivan lejos. También puede incluirlos individualmente en el programa del sábado (lectura bíblica, música especial, recolección de ofrendas, oración) o en grupo (coro, Conquistadores, equipo de recepción). Necesitamos que la próxima generación esté formada por cuidadosos y amorosos adultos para liderar y evangelizar. Usted puede moldear eso en su congregación.

Energice su iglesia a través de los Grupos pequeños (Heb. 10:23-25). Promueva el establecimiento a corto plazo de Grupos pequeños, donde los miembros puedan disfrutar del compañerismo, estudiar la Biblia y aprender a ministrar las necesidades mutuas, en lugar de depender únicamente del pastor y de los ancianos. Siga las instrucciones de su Asociación para el establecimiento de esos grupos, y establezca líderes, asistentes y el hogar anfitrión. Los grupos pueden reunirse una vez por semana, en cualquier día y horario. Oriente a que los estudios se centren en la Biblia: personajes, libros, milagros; o en alguna serie específica producida por la Asociación. Contextualice cada estudio en relación con las necesidades de las personas. Los grupos pequeños necesitan convertirse en un estilo de vida, no solo en un programa de la iglesia.

Cuide de su familia y de su bienestar (Heb. 11:6, 7; 12:22). Planifique y respete el tiempo diario y semanal de su familia. Eso incluye momentos de actividades familiares, como el culto doméstico, las comidas y otras, además de un día libre por semana. Necesitamos de más familias fuertes, saludables y comprometidas con la iglesia. Puede ejemplificar eso. Planifique y respete su bienestar también. Las caminatas diarias de 30 minutos con mi esposa me ayudan a clarificar mi mente, y fortalecen y revigorizan mi alma.

Con frecuencia, evalúo mi adhesión a los remedios naturales: alimentación, ejercicio, agua, luz solar, temperancia, aire puro, descanso y confianza en Dios. En caso de alguna dificultad, pido la ayuda de Dios para vencer. Él desea que prolonguemos nuestra vida y nuestro ministerio. Necesitamos de más miembros saludables y felices en la iglesia. Usted puede ser un ejemplo.

Por sobre todo, mantenga una amistad con Dios (Jer. 29:11-13). Una de mis citas favoritas está en el libro El conflicto de los siglos, de Elena de White: “El primero y más alto deber de toda criatura racional es el de escudriñar la verdad en las Sagradas Escrituras, y luego andar en la luz y exhortar a otros a que sigan su ejemplo. Día tras día deberíamos estudiar diligentemente la Biblia, pesando cada pensamiento y comparando texto con texto. Con la ayuda de Dios debemos formarnos nuestras propias opiniones ya que tenemos que responder a Dios por nosotros mismos” (p. 656).

Todos necesitamos de la comunión personal diaria con Dios. Ese no es tiempo empleado en la preparación de sermones, si bien podamos encontrar algunos versículos que parezcan decirnos: “Predica sobre mí, Predica sobre mí”. Lo animo a que, a pesar de todas las presiones de los nuevos desafíos, reserve tiempo regular y un buen lugar, y planee encontrarse diariamente con su Creador y Salvador. Durante ese tiempo, él renovará su cerebro y las prioridades para el día, le dará ideas que impedirán muchas horas de errores, y reafirmará su amor y su cuidado por usted y su familia. Él es el verdadero líder. El trabajo es de él y él le mostrará lo que debe hacer cada día.

Comience el trabajo en su nuevo distrito poniendo en práctica estas ideas, y percibirá que su ministerio se va convirtiendo en una bendición para quien da y para quien recibe.

Sobre el autor: Secretario ministerial de la Unión Norte del Pacífico, Estados Unidos.