Apocalipsis 22:14
Generalmente hemos citado el texto de Apocalipsis 22:14 para probar que la observancia de los diez mandamientos constituye un requisito de nuestra salvación. En la Versión Reina-Valera dicho texto se lee así: “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad.” Pero si consultamos las versiones Moderna e Hispanoamericana, hechas a la luz de manuscritos más antiguos, hallaremos para sorpresa nuestra que no se hace ninguna referencia a los mandamientos, sino que la bendición es pronunciada sobre “los que lavan sus ropas,” lo cual nos hace pensar en la justificación por la fe como factor imprescindible de nuestra salvación.
Es interesante conocer unos pocos hechos en relación con esta nueva traducción de Apocalipsis 22:14. El original griego que apoya esta traducción se encuentra en los códices Sinaítico y Alejandrino, que datan de los siglos IV y V respectivamente. Varias son las ediciones impresas que se han publicado del texto griego del Nuevo Testamento en base a estos manuscritos: la de Alford, 1866; la de Tischendorf, 1872; la de Wescott y Hort, 1881; la de Nestle, 1901; la de Souter, 1910; la de Von Soden, 1913; la de Vogel, 1920; y también la edición de la Vulgata Latina de Wordsworth y White, 1911.
Estas diferencias en el original griego podrían explicarse atribuyéndolas a la suposición de que los escribas, al copiarlos manuscritos, pueden haber cometido errores debido al hecho de que hay solamente seis letras distintas en las dos traducciones originales de este pasaje.
En la versión inglesa de Wiclef, del año 1380, el texto se lee también de esta manera: “Bienaventurados los que lavan sus ropas,” etc.
Esta manera de traducir se confirma en el mismo libro de Apocalipsis. En efecto, en el capítulo 7, versículo 14, leemos: “Y él me dijo: Estos son los que han venido de grande tribulación, y han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero.” Los autores que se han ocupado del Nuevo Testamento tienen la tendencia a destacar el principio de la justificación por la fe más bien que la justificación por las obras de la ley, y de aquí la traducción: “Bienaventurados los que lavan sus ropas,” etc. Esto parece hallarse más de acuerdo con el espíritu del Nuevo Testamento, e indudablemente es la traducción de un texto griego original correcto.
Esta manera de verter jamás puede ser empleada como un argumento contra la validez y la perpetuidad de la ley de Dios expresada en los Diez Mandamientos. Destaca sencillamente el hecho de que el escritor inspirado, en este texto particular, no se refería a los Diez Mandamientos, sino que enuncia, el principio del nuevo pacto de la justificación por la fe. Tanto en la fraseología del Antiguo Testamento como en la del Nuevo, la palabra “ropas sirve para significar el carácter de las personas. En Zacarías, los harapos sucios representan pobreza espiritual, mientras que un cambio de vestiduras, o ropas blancas, es un símbolo de pureza de carácter, obtenida solamente por la fe en la gracia salvadora de Jesucristo. Considerando el texto desde este punto de vista, resulta pues hermoso e iluminador.