El hombre, criatura inteligente, fue hecho por Dios a su imagen y por eso es hijo de Dios.[1]

“Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.[2] Aquí se expone con claridad el origen de la raza humana. No existe fundamento alguno para la suposición de que el hombre llegó a existir mediante un lento proceso evolutivo de las formas más bajas de la vida animal o vegetal… La genealogía de nuestro linaje no remonta su origen a una serie de gérmenes, moluscos o cuadrúpedos, sino al gran Creador.

Aunque Adán fue formado del polvo, era “hijo de Dios”.[3] La teoría de la evolución presupone: 1) La eternidad de la materia o la capacidad del vacío absoluto para generar materia; 2) La generación espontánea de la vida (por casualidad); 3) La sabiduría ordenadora en las fuerzas ciegas de la naturaleza; y 4) La capacidad de la nada para organizar el todo inteligentemente y producir belleza.

La teoría evolucionista del origen del hombre pende de una cadena de absurdos. La ruptura de su eslabón más débil la desploma y deshace, pero como cada una de sus partes es falsa, la aceptación del todo solo es posible mediante razonamientos necios y entenebrecidos.[4] Por el contrario, hay coherencia lógica en aceptar la existencia del “arquitecto y constructor”[5] ante la realidad de un edificio magnífico, funcional, útil y perfectamente adaptado a las necesidades de sus moradores. Y en aceptar la existencia del amante Artista, al percibir y recibir los incontables regalos de belleza que proceden de sus manos y nos llenan de alegría.[6]

Maravillosamente formado

“Porque tú formaste mis entrañas, tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras”.[7]

Algunas maravillas de la estructura humana. 1) Los medios transparentes del ojo. 2) La foto regulación automática del diafragma-iris. 3) La impresión cromática de la retina. 4) La telemetría por visión binocular trigonométrica. 5) La caja timpánica y la transmisión neumático-óseo-líquida del sonido. 6) El caracol del oído interno, el órgano de Corti y la percepción del sonido. 7) El “sonar” acústico por audición biauricular y la ubicación espacial de las fuentes sonoras. 8) La circulación del influjo nervioso. 9) La neurotransmisión en la sinapsis. 10) La autorregulación computadorizada cerebelosa del equilibrio estático y dinámico. 11) La transmisión neuromuscular y la respuesta contráctil. 12) Los mecanismos de autorregulación por retroalimentación en la homeostasis. 13) Las espirales de ADN y el código genético. 14) Los mecanismos de coagulación y anticoagulación. 15) Los mecanismos de inmunidad celular y humoral. 16) La hematosis. 17) El transporte de gases por la sangre y la respiración tisular. 18) La hematopoyesis. 19) La reducción cromática en las células germinativas. 20) La fecundación, la nidación y el desarrollo del embrión. 21) Y por último, la gran inmensidad de otras maravillas incontables.[8] “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena”.

El hombre, corona de la creación, es la estructura material más hermosa, compleja y perfecta que conocemos. “El que colocó los mundos estrellados en la altura y coloreó con delicada maestría las flores del campo, el que llenó la tierra y los cielos con las maravillas de su potencia, cuando quiso coronar su obra gloriosa, supo crear un ser digno de las manos que le dieron vida”,[9] y creó al hombre.

Antropología bíblica

Veáse Génesis 2: 7. Dios no hizo un muñeco de barro, hizo al hombre del polvo de la tierra.[10] Tenemos una estructura material, pero en nuestro cuerpo Dios obra el milagro de la vida por su Espíritu.[11] No hay vida humana fuera del cuerpo: “El cuerpo es el único medio por el cual la mente y el alma se desarrollan para la edificación del carácter”.[12]

La mente del hombre es función exclusiva del cuerpo del hombre y en particular de uno de sus órganos, el cerebro. “Los nervios del cerebro, que relacionan todo el organismo entre sí, son el único medio por el cual el cielo puede comunicarse con el hombre”.[13]

En Génesis 2: 7 encontramos la síntesis de la vida humana: polvo de la tierra (cuerpo) + aliento de vida (espíritu) = ser viviente (alma viviente).

Pero en Eclesiastés 12:7 encontramos la diéresis, es decir, la muerte del hombre, cuando “el polvo vuelve a la tierra,[14] como era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio”.[15]

La vida humana es un milagro del poder y de la sabiduría de Dios, hecho por su Espíritu en nuestro cuerpo.[16]

Concepto holístico

El concepto dualista del hombre, que concibe la existencia de un alma inmaterial e inmortal encerrada en un cuerpo material y mortal, fue introducido por el “padre de la mentira” en todas las civilizaciones paganas. Aristóteles y Platón describían la muerte como “la liberación del alma de la cárcel del cuerpo”.[17] Esta doctrina pagana pasó a través de la filosofía griega a la teología católica.

El concepto bíblico del hombre es definidamente monista (mónos = uno) o unicista. “El hombre es una unidad sellada no desmontable”.[18] Para entender el sentido de los pasajes bíblicos que describen la estructura del hombre, ofrecemos el siguiente cuadro:[19]

La aparente complejidad de esta terminología queda resuelta si tenemos en cuenta la concepción monista de los autores bíblicos. “El israelita no hace diferencia entre las funciones psíquicas y el cuerpo… El israelita es monista, es decir, para él el hombre forma una unidad indisoluble: alma, cuerpo y espíritu”.[20]

Cuando los autores bíblicos utilizan estos u otros términos para describir al hombre se valen de sinécdoques (figuras literarias que designan el todo por la parte). El paralelismo ideológico de la poesía hebrea contribuye grandemente a aclarar este principio. Veamos algunos ejemplos:

             Sal. 63: 1 “mi alma” = mi carne.

El texto bíblico fundamental para la concepción holística del hombre se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:23: “El mismo Dios de paz os santifique por completo (holoteléis) y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. “Pablo no habla del hombre como de un ser triple compuesto de espíritu, alma y cuerpo, sino de un ser total que tiene tres formas distintas de manifestarse… A través de todas sus páginas, la Biblia presenta un inalterable monismo. Esto significa que describe al hombre como una perfecta e indivisible unidad… El cuerpo (sóma) expresa la totalidad persona humana como una realidad física, el espíritu (pnéuma) manifiesta al hombre total como un ser inteligente, yel alma (psujé) expone la totalidad del hombre como un ser psíquico y viviente”.[21]

Cuando Pablo dice: “y el Dios de paz os santifique por completo”, usa la palabra joloteléis. Esta está formada por jólos, que significa “todo”, “entero”, y télos, que significa “finalidad”, “objetivo”. El hombre debe ser santificado en su totalidad o no puede ser santificado. Su ser, como un todo indivisible, logra la total armonía de la personalidad sólo cuando es santificado y guardado irreprensible por el Dios de paz.

Estructura del hombre

El hombre, hecho del polvo de la tierra a imagen de Dios y vivificado por su Espíritu, es por lo tanto una estructura material en la cual el Espíritu Santo obra el milagro de la vida inteligente. Veamos una pirámide las estructuras constitutivas del hombre:

En la cúspide de esta pirámide está el cerebro, la estructura material más compleja y perfecta conocida por el hombre, pero que excede por mucho a su comprensión. Ha sido comparada con una computadora, pero en realidad funciona como un asombroso complejo de computadoras interconectadas de ilimitada capacidad. Polvo de la tierra, organizado por Dios para pensar, elegir, decidir, gozar y amar:

  • Número de neuronas al nacer: aprox. 12.000 millones.
  • Células de sostén: aprox. 10 porcada neurona.
  • Maduración del SNC: mielinización, botones presinápticos, vías de facilitación; hábitos y aprendizaje.
  • Todos los planos subyacentes al cerebro, en la pirámide de estructuras, sostienen la función cerebral. El estado de conciencia, por ejemplo, función específica de la corteza cerebral, depende de su temperatura y de su irrigación (oxigenación, nutrición y depuración). Además, diversos órganos del cuerpo contribuyen a mantener esta función (por ejemplo: corazón, pulmones, hígado, páncreas, riñones).
  • Todos los planos de la estructura humana son regidos por leyes divinas, expresiones del pensamiento de Dios y evidencias de su amor. Estas leyes fueron designadas para mantener el orden y la armonía indispensable para la vida.
  • De igual modo que las estructuras, las funciones del hombre también pueden agruparse en orden creciente de complejidad, formando la Pirámide de funciones.[22]

“Puesto que la mente y el alma hallan expresión por medio del cuerpo, tanto el vigor mental como el espiritual dependen en gran parte de la fuerza y la actividad físicas. Debiera cuidarse, por lo tanto, tan fielmente la salud como el carácter. El conocimiento de la fisiología y de la higiene debiera ser la base de todo esfuerzo educativo… Como principio fundamental debiera enseñarse que las leyes de la naturaleza son leyes de Dios, tan ciertamente divinas como los preceptos del decálogo. El Señor ha escrito en cada nervio, músculo y fibra del cuerpo las leyes que gobiernan nuestro ser”.[23]

En el hombre y la mujer perfectos creados por Dios, las leyes de la vida se cumplían en forma absoluta y natural. Estos hijos de Dios estaban destinados a la vida eterna, así lo atestigua su ilimitada capacidad de desarrollo; y la armonía y el orden, necesarios para la vida, eran preservados por la obediencia. “El hombre fue creado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre”.[24]

“Las mismas leyes que guían igualmente a la estrella y al átomo, rigen también la vida humana… Son las leyes de la poderosa Inteligencia que tiene jurisdicción sobre el alma. De esa Inteligencia procede toda vida… La condición para todos los objetos de su creación es la misma: Una vida sostenida… por Dios, una vida que esté en armonía con la voluntad del Creador”.[25]

Sobre el autor: El Dr. Pedro Tabuenca es médico clínico y cirujano. Actualmente trabaja en el Sanatorio Adventista del Plata, Entre Ríos, Argentina.


Referencias

[1] Luc. 3: 23, 38

[2] Gén. 1: 27.

[3] Véase Luc. 3:38; Patriarcas y profetas, pág. 25

[4] Rom. 1: 21, 22

[5] Heb. 11:10.

[6] Sal. 16:11.

[7] Sal. 139:13,14.

[8] Sal. 139:16-18.

[9] Patriarcas y profetas, pág. 25.

[10] Sal. 103:14.

[11] Job 33:4.

[12] Ministerio de curación, pág. 91.

[13] Joyas de los testimonios, t. 1, pág. 305.

[14] Gén. 3: 19.

[15] Sal. 104: 29, 30.

[16] Véase hechos 17: 25,28; 1cor. 6:19.

[17] Platón, Phaedo, 63e, 64a.

[18] Mario Veloso, Concilio médico adventista 1986.

[19] Tomado de Mario Veloso, Comentario antropológico de 1 Tes. 5: 23, págs. 3-5 (un resumen se encuentra en su obra Yo tengo fe, cap. 4]; y de Georges Pidoux, El hombre en el Antiguo Testamento, págs. 11,12, 24-26.

[20] G. Pidoux, ibíd.

[21] Mario Veloso, Comentario…, págs. 1, 3.

[22] Adaptado de Mervyn Hardinge, Congreso de medicina preventiva 1984.

[23] La educación, págs. 195,196.

[24] Patriarcas y profetas, pág. 25.

[25] La educación, pág. 99.