Las nuevas tecnologías están en todos los lugares, transformando directamente nuestros paradigmas. Para entender esto, baste observar el comportamiento de los niños. Ellos son más fácilmente influenciados por las variadas posibilidades presentadas por la revolución digital. Sé bien de lo que estoy hablando, pues tengo dos muchachitas en casa, que acaban ayudándome a estar actualizado acerca de los tiempos y las nuevas tecnologías que surgen. Algunos padres, incluso, dejan a los hijos con un Smartphone o una tableta en las manos, a fin de entretenerlos, para que ellos, los adultos, puedan hacer lo que necesitan hacer.

    Frente a esta realidad, por estar expuestas a estímulos diferentes de aquellos existentes en las generaciones anteriores, las nuevas generaciones desarrollan aspectos cognitivos y sensoriales diferentes. Tal condición hace aún más intenso el desafío de predicar el evangelio de modo relevante en nuestros días.

    Para cumplir esa misión, es necesario adaptar el mensaje a los tiempos y a la cultura moderna, usando herramientas que nos ayuden a potenciar el alcance de nuestra predicación.

    “Los medios de comunicación se multiplicaron millares de veces. Así como Cristo, los mensajeros del Altísimo deben hoy asumir su papel en esos grandes medios de comunicación, donde pueden encontrarse con multitudes de todas partes del mundo” (Elena de White, Os ungidos, p. 31).

    No podemos ignorar que la revolución digital está dándonos la posibilidad de relacionarnos con más personas en menos tiempo. Sin embargo, para que seamos eficaces en nuestra tarea, es necesario identificar los nuevos trazos culturales de nuestra sociedad. Algunos de ellos alcanzan directamente al ministerio y la predicación. Cuando son bien entendidos, pueden ayudarnos a hacer que la iglesia sea aún más relevante en la comunidad en la que se encuentra.

    Observa algunas de esas características:

    1. De lo analógico a lo digital: Cierto día, descubrí Internet y todas las facilidades que sus herramientas me ofrecían. Con el paso del tiempo, la vida fue migrando hacia adentro de los componentes electrónicos. Actualmente, mis sermones, conferencias y cursos están todos guardados en archivos dentro de carpetas en la computadora.

    2. De lo organizacional a lo personal: Con las redes sociales hubo una popularización de la información; es decir, cualquier persona puede generar información. Esta actividad ya no es exclusividad de las agencias de comunicación o de noticias. Como resultado, lo que la gente dice de una institución se hace tan importante (o hasta más) que lo que la institución dice de sí misma.

    3. De lo escrito a lo visual: El año pasado, el diccionario Oxford eligió el emoji de un rostro con lágrimas de alegría ¡como la palabra del año! Las imágenes están comunicando más que las palabras, y transformando los modelos de comunicación.

   4. De lo cognitivo a lo afectivo: Como el conocimiento está disponible en la palma de la mano con los Smartphones, las nuevas generaciones no se preocupan tanto por guardar información en la memoria humana, porque lo más importante es saber dónde encontrarla cuando sea necesario.

    5. De lo absoluto a lo relativo: Cada uno hace o tiene su propia verdad. De esa manera, la Biblia ha sido ampliamente cuestionada. Sus orientaciones están siendo condicionadas y circunscritas meramente al tiempo en que fueron escritas. Ese concepto fue impulsado por el surgimiento de la pluralidad de información.

    6. De lo santo a lo secular: Al organizar los cultos, algunas iglesias hacen uso de la “tecnología de los palcos”, a fin de producir espectáculos. Cuanto más producción técnica haya, mayor audiencia.

    7.De lo bíblicamente moral a lo socialmente aceptado: En este punto, existen temas complejos. Por ejemplo, la Biblia tiene orientaciones claras en relación con la sexualidad. Sin embargo, eso ha sido combatido, y hasta incluso amenazado, jurídicamente en algunos contextos.

    El uso sabio y planificado de las redes sociales y el conocimiento de su influencia es un punto esencial para una iglesia que quiere marcar una diferencia en la sociedad en la que se encuentra. No hay que luchar contra la revolución digital; no hay cómo congelar el estilo de vida de comienzos del siglo XX y anunciarlo como el mejor o el ideal. En lugar de eso, necesitamos aprovechar las circunstancias y las posibilidades para conectar a las personas con Jesús.

Sobre el autor: Director de Comunicación de la División Sudamericana.