La Biblia no dice mucho sobre tatuajes. En diferentes culturas, el tatuaje es una práctica común desde hace mucho tiempo. Por lo tanto, al tratar el tema, estamos hablando de una práctica antigua que sigue siendo parte de la experiencia humana en muchos lugares. Por tatuaje generalmente se entiende que hablamos de la inserción de tinta o colorante debajo de la epidermis, utilizando ciertos instrumentos, formando dibujos, símbolos o arte en el cuerpo. De este modo, se utiliza la piel humana como tela natural. También existe lo que algunos llaman tatuaje de cicatriz, que resulta de quemar o herir intencionalmente el cuerpo para crear algún tipo de marca o patrón. Primero, discutiremos el papel del tatuaje en los tiempos bíblicos; después, el texto bíblico y, finalmente, haremos algunos comentarios sobre el tema.

1. Tatuaje en los tiempos bíblicos y hoy

En los tiempos bíblicos, los tatuajes indicaban estatus social. Por ejemplo, a un esclavo se lo podía tatuar con el nombre de su dueño o de su dios. Los tatuajes también podían tener un significado religioso; o sea, una persona se tatuaba el nombre o símbolo de una divinidad. Además, podían realizarse como amuleto, por ejemplo, para proteger a la persona de los ataques de poderes malignos. Estos tres usos se encuentran en casi todos los lugares del mundo antiguo y en muchas regiones actualmente.

En el mundo occidental, tradicionalmente, se asociaban los tatuajes a marineros, pandillas y motoqueros, pero eso cambió. En el caso de las pandillas, por ejemplo, los tatuajes eran básicamente expresiones de rebelión y solidaridad entre sus integrantes.

Sin embargo, los tatuajes ya no se restringen a ciertos grupos sociales marginados. Se volvió una práctica popular que celebridades del deporte y del cine se tatúen. Se estima que casi el 25 % de los norteamericanos están tatuados. Actualmente, se lo percibe como un gesto de autoexpresión, muchas veces aludiendo a algún evento importante en la vida de la persona o teniendo algún otro significado simbólico o espiritual. Curiosamente, un número creciente de evangélicos de América del Norte está utilizando tatuajes para expresar su compromiso con Cristo. Es importante considerar, también, que el 25 % de las personas que utilizaron tatuajes los han quitado de sus cuerpos.

2. Tatuaje en la Biblia

La Biblia dice poco sobre los tatuajes. El texto principal es Levítico 19:28, que forma parte de una colección de leyes en las que se prohíben las prácticas paganas relacionadas con los muertos. El significado de la palabra hebrea qa’aqa es incierto pero, con base en el hebreo posbíblico, se la traduce tradicionalmente como “tatuaje”. Esto se confirma con el segundo sustantivo, ketobet (“marca”), que tiene por base al verbo “escribir”. Por lo tanto, se trata de escribir algo en el cuerpo. La frase se entiende como una expresión idiomática que significa “un tatuaje” (“No coloques un tatuaje en ti mismo”). Con frecuencia, al tatuaje se lo menciona e interpreta como refiriéndose a una expresión pagana de luto, pero eso no está claramente indicado en el texto. Y, hasta donde conozco, los antiguos rituales de luto no incluían tatuajes. La prohibición puede referirse al tatuaje religioso.

3. Consejo

El pasaje discutido líneas arriba no apoya el tatuaje. No se da ninguna razón específica para la prohibición, excepto que Levítico 19 es un llamado a la santidad. Por lo tanto, la ley apunta a instruir al pueblo de Dios en el camino de la santidad. La santidad se expresa no solo en el reino espiritual, sino en y por medio de nuestro cuerpo, que es el Templo del Espíritu Santo. Se nos llama a glorificar a Dios con nuestro cuerpo (1 Cor. 6:19). También podemos agregar que los seres humanos, creados a la imagen de Dios, deben revelar esa imagen por medio del cuerpo y de la manera como se lo trata.

Las mutilaciones y los tatuajes pueden encuadrarse en esa categoría y ser vistos como daños a la creación de Dios. Debemos también tener en mente que el cuerpo no es algo que poseemos, sino quienes somos. Es un presente del Señor; pertenece a él. Por lo tanto, sería mejor que los cristianos no se tatúen.

Pero déjame concluir con una palabra de cautela. No debemos juzgar a aquellos que, por algún motivo, decidieron hacerse un tatuaje. Nuestras iglesias deben estar abiertas, dispuestas y listas a recibir a cualquier persona que desee adorar con nosotros. Lo que necesitamos es comprensión cristiana, no condenación.

Sobre el autor: ex director del Instituto de Investigación Bíblica de la Iglesia Adventista.