Un plan sugestivo para hacer su ministerio de visitación más efectivo

Después de su encuentro con Jesús, Pedro parece haber tomado en serio la orden enfatizada tres veces por Cristo: “Apacienta mis ovejas” (Juan 21:17). En su primera carta, aconsejó a los ancianos: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, […] siendo ejemplos de la grey” (1 Ped. 5:2, 3). Entiendo que al experimentar en la práctica el ministerio de la visitación, damos un buen ejemplo a nuestro rebaño y despertamos en los ancianos, diáconos, diaconisas y otros líderes la necesidad de unirse a nosotros en esta misión.

 Para resaltar la necesidad de reavivar esta tarea pastoral, hice una encuesta a pastores y miembros para descubrir detalles sobre el ministerio de la visitación. La encuesta se llevó a cabo por muestreo, en congregaciones con hasta 100 miembros, con 100 a 499 miembros y con más de 500 miembros.

 Entre otros datos, la encuesta identificó que, independientemente del tamaño de la congregación, la edad o la educación formal de los miembros, el 96 % de la gente entiende que la visita pastoral es importante. Por otro lado, cuando los participantes tuvieron que responder si habían recibido alguna visita pastoral en los últimos tres años, solo el 38 % dijo que sí; el 59 % dijo que no; y el 3 % no respondió.

 En cuanto a los pastores, la muestra también estaba organizada en tres grupos de ministros por antigüedad laboral: hasta cuatro años de trabajo, entre 5 y 25 años, y con más de 26 años de ministerio. Los datos indicaron que el 94 % de los pastores creen que la visita es importante y necesaria. Sin embargo, el 82 % de los ministros no tiene un plan sistemático de visitación. Cuando se les preguntó, en una escala de 0 a 5, qué posición ocupaba la visita pastoral en su trabajo, el 54 % le atribuyó un 3, lo que indica una prioridad media; el 37 % le dio un 4; y el 9 % no respondió. Por lo tanto, se observa que la mayoría de los pastores considera que esta tarea es importante; sin embargo, no está en una posición alta en su ranking.

Actividad intencional

 Con el tiempo, considerando la relevancia del ministerio de la visitación, comencé a sistematizar esta actividad ministerial y a llevarla a cabo con fines bien determinados. Este trabajo comienza conmigo, cuando visito a todos los miembros. Luego hago que los ancianos tomen conciencia, los capacito y los inspiro a visitar también. Como resultado, esta práctica se extiende a los miembros, lo que los lleva a visitar a los demás y a ser más acogedores con las visitas. Así que desarrollé un plan de visitación, que me gustaría compartir a continuación:

 Paso 1

 En el primer año de trabajo, hago un plan y paso mucho tiempo visitando a todos los miembros del distrito o la iglesia. Esta es una visita de reconocimiento. Comienzo visitando a los ancianos, luego a los miembros de junta de iglesia y luego a los otros directivos locales. Finalmente, visito a los ancianos y a los demás miembros.

 En esta primera visita, prefiero no estar acompañado por ningún líder local, para que el miembro se sienta más cómodo. Mi esposa me ha acompañado en la mayoría de estas visitas. Si necesitas compañía, pide la ayuda de un hermano piadoso y consagrado para que te acompañe.

  Paso 2

 En mi primera visita, hago algunas preguntas básicas. A través de ellas, puedo obtener una imagen general de la iglesia. Las preguntas son:

  • ¿Cómo fue tu conversión?

  • En el caso de las parejas: ¿Cómo se conocieron? ¿Cuánto tiempo llevan casados? ¿Cuántos hijos tienen?

  • ¿Cuál es tu ocupación? ¿Dónde trabajas? ¿Qué te llevó a optar por esta carrera profesional?

  • ¿Cuál es tu ministerio en la iglesia? ¿Qué te llevó a asistir a esta iglesia? ¿Estás satisfecho con la iglesia? ¿Te sientes parte de ella? ¿Cuál es la gran virtud de la iglesia en la que te congregas?

 Estas preguntas no deben formularse como un interrogatorio, sino naturalmente a medida que fluye el diálogo. La información obtenida puede ser anotada en una agenda o aplicación digital. Además de ayudarte a conocer mejor a las personas, estos datos pueden contribuir a la actualización de datos de la secretaría de iglesia.

 Paso 3

 Dependiendo del tamaño de la familia, esta visita no debe exceder de una hora a una hora y media. Antes de la oración final, leo un texto bíblico y le doy a cada persona la oportunidad de expresar sus deseos y sueños, asegurándoles que comenzaré a orar por ellas.

 Tengo un cuaderno en el que anoto esas peticiones. Menciono que cada miembro de la familia puede colocar hasta tres ítems allí. Si es algo objetivo, les pido que me avisen cuando Dios responda y que compartan otra petición para que sea puesta en su lugar. Esto crea un vínculo de intercesión entre el pastor y su rebaño. Dos veces al día, en mis momentos devocionales, intercedo por las peticiones anotadas. Suelo decir: “Mi visita terminará, pero mi intercesión por ustedes no”.

 Entonces les pido que oren por mí, mi familia y mi ministerio. También les pido su cooperación para llevar a cabo la obra del Señor. Luego oro por la familia, incluyendo en la oración las peticiones que se han hecho. También menciono a los vecinos de la familia visitada y a sus familiares no adventistas. Con esto, intencionalmente señalo la visión misionera de mi ministerio. Yo estoy allí para bendecirlos, pero quiero que bendigan a la iglesia y a la comunidad en la que viven.

 En algunas ocasiones, los miembros insisten en plantear cuestiones serias que se relacionan con la iglesia. Cuando eso sucede, digo que estoy llegando y que necesitaré más tiempo para entender estos problemas. Además, les pido que oren por la situación. Si se trata de alguna dificultad de la propia familia, escucho atentamente e intercedo ante Dios en oración.

 La familia visitada puede estar tan carente de cuidado pastoral que aprovecha la ocasión para abrirse. La mayoría tan solo necesita atención. No esperan que el pastor resuelva sus problemas, solo quieren ser escuchados con empatía. En otros casos, la familia todavía no confía en el pastor, por lo que no hablará tanto de sus problemas.

 En la primera visita, me invito a visitarlos, insisto en estar con ellos y hago la cita personalmente. A partir de allí, dejo en claro a los miembros que tendrán que solicitar una visita cuando surja la necesidad. Esto se organiza a través de la secretaría de iglesia. Adopto esta estrategia considerando el importante papel que desempeñará el ancianato en el ministerio de la visitación.

 Paso 4

 Cuando estoy finalizando las visitas, invito a ancianos y esposas a una reunión. En esta reunión, comparto con ellos el sueño de ver la iglesia bien cuidada. Trato de motivarlos para que hagan el trabajo de visitación de una manera sistemática e intencional. Les presento un pequeño informe de las visitas que hice. En general, se manifiestan dando testimonio de lo buena que fue la visita que recibieron.

 Entonces, desafío a cada anciano a que tome un cierto número de familias para pastorear y establecer un pequeño grupo entre ellos. Organizo una reunión con ellos para dividir la iglesia en regiones geográficas o por afinidad. De esta manera, como líderes, damos un gran paso hacia la solidificación del ministerio de la visitación.

 Paso 5

 Los ancianos reciben la lista de las familias de las que serán responsables en los próximos años. De esta manera, cada familia tendrá un anciano que la pastoreará y la conducirá a vivir en comunión, a valorar las relaciones y a apasionarse por la misión.

 En un culto sabático, invito a los ancianos a que pasen al frente con sus esposas e hijos para interceder por ellos y para informar a la iglesia que los ancianos harán la obra de la visitación. Los miembros necesitan entender y aceptar que el anciano es un copastor, y que las visitas forman parte de su trabajo.

 Trimestralmente, me reúno con los ancianos con el fin de evaluar cómo están realizando las visitas y cuál es el estado de las ovejas. En esos encuentros, comparten situaciones que no lograron manejar. Cuando es necesario, organizo una visita a la familia y voy con ellos para proporcionarles la ayuda adecuada. Por lo general, son casos de conflictos familiares, violaciones de principios bíblicos y cuestiones doctrinales.

 Algo muy importante en este proceso es que el anciano está bien orientado y motivado a promover algunas acciones con las ovejas de su rebaño: (1) un pequeño grupo semanal o quincenal, (2) actividades sociales y (3) actividades espirituales y misioneras.

 Mientras experimentan el pastoreo, los ancianos son capacitados y se sienten apoyados al cumplir con su ministerio. Este modelo los impele a buscar el poder del Espíritu Santo. Sin consagración, no tendrán la fuerza que requiere esta misión. Consecuentemente, esto resulta en crecimiento personal y congregacional.

Ventajas del plan intencional

 Al poner en práctica este plan, mi ministerio tomó una nueva vida. He visto más crecimiento personal en los ancianos y nuevo vigor espiritual en la iglesia. Los buenos resultados cualitativos y cuantitativos me hacen creer en esta visión. Con el tiempo, he observado algunas ventajas importantes del plan de visitas intencionales.

 Despierta en la iglesia el deseo de cooperar más

 Al poner en práctica el plan de visitas intencionales, es posible encontrar familias que no han sido visitadas por años. Una parte de la feligresía nunca recibió una visita pastoral. Esto puede resultar en la construcción de una relación saludable con estas personas. Muchas de ellas, movidas por la gratitud, estarán más dispuestas a apoyar tu ministerio y trabajar por la iglesia.

 Mejora la comprensión del trabajo pastoral

 Una compañera de nuestra hija le dijo a su madre: “Ojalá tuviera un padre como el de Ellen. ¡Solo trabaja los sábados!” Su madre nos contó esa historia. Aproveché la oportunidad, y cuando los visité por primera vez pudieron entender que no solo trabajaba los sábados. Los pastores ancianos visitadores ayudan a la iglesia a entender la grandeza y el alcance del ministerio pastoral.

 Amplía el vínculo con las familias

 ¡Por medio de la visitación llegas a conocer y comienzas a relacionarte con una gran cantidad de personas no cristianas en las familias de la iglesia! Trabajé en una iglesia en que el número de mujeres cuyos cónyuges no eran adventistas era muy grande. Conversé con ellas acerca de los pasatiempos de sus maridos y de sus preferencias personales. A partir de la información que obtuve, estreché la amistad con ellos, basado en los temas que les interesaban. Por la gracia de Dios, bauticé a muchos de ellos.

  Despierta el espíritu misionero

 En las visitas, podemos fomentar el espíritu misionero en las vidas de los miembros de iglesia. Esta es la oportunidad de preguntar acerca de sus interesados y por la lista de personas por las cuales están intercediendo y trabajando por la salvación. Al hacerlo, nos ponemos a disposición para ayudar a los miembros de iglesia a ganar personas para Cristo.

 Ayuda a contener falsas doctrinas, apostasías y disensiones

 Muchos de nuestros problemas no son doctrinales, sino de falta de afecto. La visita puede suplir esta necesidad y, al mismo tiempo, nutrir a los miembros de iglesia para que no sean “zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza” (Efe. 4:14, NVI). El espíritu confesional se cultiva en el trabajo intencional de la visitación.

 Se convierte en una fuente de inspiración para los sermones

 Muchas ideas e ilustraciones de mis sermones provienen de las visitas. Haddon Robinson afirmó: “Los pastores que visitan y conocen las necesidades de su rebaño

tienen una gran ventaja. Llegan a conocer sus dolores, sus problemas y cuestionamientos. Considero que esto es vital para la eficacia en tu predicación. Las personas de tu congregación necesitan saber que las ama y deseas lo mejor de Dios para ellas. Al actuar así, captarán algo en tu predicación y darán oído a la Palabra que les predicas. Esto es vital y esencial”.[1]

 Estimula al ancianato al pastorado local

 En muchas iglesias, el anciano dedica la mayor parte de su tiempo a asuntos administrativos y litúrgicos. Es necesario restaurar la visión de que es un pastor local. En mi ministerio, hago mucho énfasis en esto. No es que otros aspectos de la iglesia no merezcan atención; sin embargo, la tarea principal del anciano es ayudarme a cuidar de los miembros de iglesia y a ganar personas para Cristo. Al igual que el pastor del distrito, el anciano tiene sobre sus hombros la responsabilidad de cuidar el rebaño del Señor.

Conclusión

 Estoy de acuerdo con Jay Adams cuando dice que necesitamos caminar menos por los pasillos de la iglesia, tener menos reuniones y programas, y caminar más hacia las casas de los hermanos y las calles de la ciudad, visitando la comunidad que nos rodea.[2] He dicho a los ancianos que, si hacen este trabajo en el espíritu de Cristo, con perseverancia, dedicación y compromiso, los frutos vendrán. ¡Hagamos nuestra parte, y dejemos los resultados en las manos de Dios!

Sobre el autor: es pastor en Uberlândia, Mato Grosso, Brasil.


Referencias

[1] Haddon W. Robinson, “O sermão que transforma vidas”, Ministerio, enero/febrero de 2015, p. 6.

[2] Jay Adams, Shepherding God’s Flock (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1974), p. 77.