TERCERA PARTE-RELACIONES ENTRE IGLESIA Y ESTADO
A menudo el término Latinoamérica se aplica a las repúblicas del Nuevo Mundo cuyos idiomas y cultura han venido de los pueblos latinos de España, Portugal y Francia. Esta terminología, sin embargo, no satisface del todo. No podemos estudiar estas repúblicas en con junto como unidad. Es cierto que las naciones iberoamericanas tienen una historia colonial común y pasaron por un movimiento común por la independencia. Sin embargo, cada país tiene su propia vida distinta y peculiar.
En este trabajo, en lugar de las generalizaciones comunes sobre Latinoamérica, consideraremos el problema de la libertad religiosa en cada nación por separado.
BRASIL
Ocupando cerca de la mitad de la superficie del continente, y con unos 85 millones de habitantes, el Brasil es la más grande y populosa de las repúblicas sudamericanas y está separado también del resto por peculiaridades raciales y lingüísticas.
Apenas tres décadas después de haber sido descubierto en 1500 por Cabral, navegante portugués, llegaron a la nueva tierra los primeros pobladores. Durante los siglos XVI y XVII los colonizadores portugueses organizaron en Brasil diferentes provincias bajo un fuerte gobierno unido.
Mientras los españoles creaban muchos estados autónomos, que son ahora las modernas naciones hispanohablantes, las diversas provincias (colonias) portuguesas se convirtieron en una gran nación.
Durante tres siglos, Brasil fue la mayor posesión de Portugal. Sin embargo, iban surgiendo los sentimientos nacionalistas y la formación de ideales brasileños que culminaron en la declaración de la Independencia en 1822. En contraste con las otras naciones latinoamericanas, que se convirtieron en repúblicas, cuando Brasil conquistó su libertad se convirtió en un imperio. Bajo este régimen político, Brasil gozó de años de unidad política, reformas sociales, fuerte economía agrícola y tolerancia religiosa.
Sin embargo, mayormente como resultado del creciente espíritu de libertad, el positivismo fue bienvenido y creció rápidamente en fuerza.[23] Los jefes del ejército y de la marina estaban infectados con las ideas de Comte. Un notable positivista, honrado como “Fundador de la República”, Benjamín Constant y sus amigos, en 1889, terminaron con el imperio y proclamaron la República del Brasil con una constitución casi idéntica a la de los Estados Unidos.[24]
Ruy Barbosa, el brillante jurista que llegó a ser ministro de justicia, bajo la influencia de las ideas positivistas “preparó el decreto que separó la iglesia del estado, el cual fue promulgado el 7 de enero de 1890, poco más de siete semanas después de la caída del imperio”.[25] Como resultado de este decreto se secularizaron los cementerios, se estableció el matrimonio civil y se excluyó la enseñanza del catolicismo del sistema de educación estatal.
Hoy la constitución garantiza perfecta libertad religiosa y de culto y ninguna persona está descalificada de ningún cargo público debido a su creencia religiosa. Este ha sido el ejemplo clásico del éxito de una iglesia libre en un estado libre.
LAS REPÚBLICAS RIOPLATENSES
El estuario del Río de la Plata da acceso al Atlántico a tres naciones sudamericanas: Argentina, Uruguay y Paraguay. Estos tres países están estrechamente relacionados por su situación geográfica y su historia pasada. Hoy, sin embargo, manifiestan tres conceptos diferentes y peculiares de democracia y religión.
ARGENTINA
La República Argentina por su situación geográfica, su gran extensión, el hecho de estar en la zona templada, la variedad y riqueza de sus productos naturales, parece destinada a ser una de las naciones rectoras en el hemisferio sur.
En su historia Argentina ha dado muestra de la posición de preeminencia que está destinada a tener entre las naciones hispanas del Nuevo Mundo. Primera de las colonias españolas de Sudamérica en reclamar su independencia, la Argentina se convirtió en guía y libertadora de los pueblos vecinos. Bajo la dirección del general José de San Martín los argentinos cruzaron los Andes y cooperaron decisivamente en dar independencia política a Chile. Más tarde organizaron un ejército libertador que fue al Virreinato del Perú donde triunfaron sobre el dominio español en las regiones andinas, después —con la ayuda de los ejércitos colombianos de Bolívar— libertaron a la Republica del Peru.
Argentina es una república federal con una constitución adoptada en 1853 que estaba modelada según la de Estados Unidos de América. Este hecho fue reconocido oficialmente por la suprema corte cuando declaró: “El sistema de gobierno que nos rige no es nuestra creación. Lo hemos encontrado en acción, probado por largos años de experiencia, y nos hemos apropiado de él”.[26] Alberto Padilla, erudito argentino, señaló similitudes en sesenta de los ciento diez artículos.[27]
No obstante, hay en este documento político vestigios inconfundibles de la influencia hispánica. El primero de ellos es que se declara que el catolicismo romano es la religión oficialmente sostenida por el estado. Se requiere que el presidente y el vicepresidente sean miembros de la Iglesia Católica Apostólica Romana y el estado se reserva el derecho de nombrar a los obispos para cada diócesis de una lista de tres presentada por el senado.
En los siguientes párrafos M. Searly Bates resume esta relación entre estado e iglesia:
“La Argentina sostiene a la Iglesia Católica Romana y requiere que su presidente sea de esa fe, puesto que nombra a los obispos. Existe, pues, la base de una iglesia del estado, aunque no el nombre o el sistema completo. El culto y la enseñanza de la religión no están sujetos a restricciones. En ciertas provincias hay instrucción religiosa dada por maestros católicos en las escuelas públicas, pero los niños provenientes de hogares de otros credos pueden fácilmente ser eximidos de tales clases. Así pues, la Iglesia Católica goza de privilegios y ayudas, pero no de dominio exclusivo y opresivo”.[28]
A pesar de estas provisiones de la constitución, la libertad de culto está garantizada para todos por la constitución, y el mismo congreso ha concedido subvenciones a las escuelas protestantes.
URUGUAY
La República Oriental del Uruguay es la más pequeña de todas las naciones sudamericanas con un área de unos 186.000 km2, situada entre sus vastos vecinos, Brasil y Argentina, ha sido comparada con una parcela de jardín entre dos grandes latifundios.
En 1828 se proclamó la independencia y Uruguay pasó a ser un miembro de la familia de naciones sudamericanas. Durante muchos años desde entonces hasta el comienzo de nuestro siglo, sangrientas revoluciones a menudo retrasaron el progreso del país. Las diferencias políticas de facciones rivales llevaron a la formación de dos partidos políticos, los colorados y los blancos, y aun hoy estos dos partidos tradicionales dominan la vida de la nación. Los conservadores blancos eran, en general, los partidarios de la iglesia, y los colorados, que estaban radicalmente opuestos a ella, eran sus opositores.
Durante casi cien años los blancos defendieron la primacía de la religión católica. Pero fueron derrotados, y la iglesia fue separada del estado. Barclay afirma:
“Pronto la iglesia perdió terreno. En 1838 los conventos franciscanos fueron suprimidos y sus propiedades confiscadas para uso público. En 1859 los jesuítas fueron expulsados por segunda vez del país. En 1885 se hizo obligatorio el matrimonio civil y pasó a ser la única forma legal. Finalmente en 1919, cuando se adoptó la presente constitución, la Iglesia Católica fue separada completamente del estado en el siguiente artículo: ‘Todos los cultos religiosos son permitidos en Uruguay. El estado no reconoce religión alguna’. Al mismo tiempo el estado abandonó toda pretensión al patronato eclesiástico. Desde su separación del estado, la iglesia ha dejado de gravitar como factor político”.[29]
Hoy día la mayoría de los que ocupan cargos políticos de importancia son ateos declarados o, en el mejor de los casos, agnósticos, y se hace todo lo posible por excluir el nombre de Dios y toda referencia al cristianismo de los documentos oficiales, e incluso en los diarios controlados por los colorados. El Dr. John A. Mackay, observador de vieja data de asuntos latinoamericanos, dice:
“En Uruguay… se conservó la libertad religiosa, pero se revolucionó el calendario tradicional, convirtiendo a la Navidad en el ‘día de la familia’ y a la Semana Santa en ‘semana del turismo’. El nombre de Dios ha sido escrito con ‘d’ minúscula, y cuando ha tenido que hacerse alusión al papa, sólo se ha dado su apellido designándoselo simplemente como ‘un caballero que vive en Roma’ ”.[30]
Durante muchos años la iglesia establecida en Uruguay sembró odio e intolerancia, y ahora está cosechando los amargos frutos. Desafortunadamente, hoy esta reacción está identificada no sólo contra la denominación católica, sino contra la misma fe religiosa.
PARAGUAY
La República del Paraguay, a la cual se llama a menudo la “Mesopotamia de Sudamérica”, está bien en el interior, casi circundada por los grandes ríos que vierten su caudal en el Río de la Plata.
Su capital, Asunción, fue la primera población permanente de los españoles en la parte oriental de Sudamérica, y durante muchos años siguió siendo un centro de influencia hispánica, a pesar de hallarse a mil millas del océano.
Después del período colonial siguió el período de vida nacional independiente. Pero la república lo era sólo de nombre, y después de un período de anarquía, el famoso Doctor Francia consiguió instaurar su dictadura que duró cerca de treinta años. A su muerte su autoridad fue transmitida a la familia López. La autoridad comparativamente suave y bebenévola de Carlos Antonio López se convirtió en las manos de su hijo y sucesor, Francisco Solano López, en la más odiosa de las tiranías. Este hombre precipitó a su país en una guerra contra Brasil, Argentina y Uruguay, y durante cinco años sostuvo su posición frente a los aliados recurriendo a los expedientes más crueles. Según Robert E. Speer, cuando terminó la guerra “el censo oficial arrojó 231.079 habitantes para todo el país [el Paraguay], de los cuales sólo 28.746 eran hombres”.[31]
Siete octavos de la población pereció y el país quedó sumido en la más profunda pobreza.
Así durante muchos años el Paraguay “estuvo bajo el dominio de dictadores que oprimieron despiadadamente a la iglesia y la hicieron juguete de su tiranía política”.[32]
Recién en 1870 el pueblo del Paraguay estuvo libre para forjar su propio destino. En ese año adoptó una constitución que demostró no llenar los requisitos de un estado moderno. Esta ley fundamental declaraba (artículo IV) que “la religión Católica Apostólica Romana era la del estado”.[33]
La constitución de 1870 rigió hasta 1940 cuando se adoptó una nueva ley, la más corta de Latinoamérica.[34] En sus 7.600 palabras se contempla, entre otras, la libertad religiosa. Barclay al referirse a este documento político dice:
“Aunque el catolicismo romano todavía es considerado la religión del estado, se le niega expresamente al congreso la facultad de prohibir el libre ejercicio de cualquier otra religión, y todas las personas, tanto ciudadanos como extranjeros, tienen garantizado el derecho de profesar libremente la religión que creen. Las escuelas privadas están libres de enseñar religión como materia especial.[35]
Hasta hace pocos años, el Paraguay presentaba un lamentable espectáculo de intolerancia cuyo cuadro comprendía muchos ejemplos de violación de los derechos de la conciencia.
Referencias:
[23] W. Stanley Rycroft, Religion and Faith in Latin America, Filadelfia, The Westminster Press, 1958, pág. 59.
[24] James And Martin, op. cit,. pag. 139.
[25] Austin F. Macdonald, Op. cit,. pag. 126.
[26] Macdonald, Op. cit,. pag. 20.
[27] Id,. pág. 22.
[28] M. Searles Mates, Religious liberty, New York international missionary Council 1945, Pag 78.
[29] Barclay, Op. cit,. pag. 78.
[30] John A. Mackay, “Latin America and revolution”, The Christian Century, vol. 82, 1965, pág. 1439.
[31] Robert P. Speer, Op. Cit,. pág. 50.
[32] Barclay, Op. cit., pag. 12.
[33] Ibid.
[34] Macdonald, Op. cit., pág. 502.
[35] Barclay, Op. cit., pág., 102.