Conclusión por el método

La primera dificultad con que tropieza el evangelista en Sudamérica es el prejuicio exclusivista que la Iglesia Católica ha impreso en la mente de sus miembros. Esta iglesia se apoya fuertemente en la tradición, una tradición que ella pretende hacer remontar a la iglesia original fundada sobre el apóstol Pedro, quien según ella tuvo el primado de autoridad sobre todos los otros apóstoles y obispos, y también pretende ser el único órgano del Espíritu Santo, el depósito de la verdad revelada. Su catecismo enseña: “Todos están obligados a pertenecer a la Iglesia, y aquel que sabe que la Iglesia [Católica] es la verdadera, y permanece fuera de ella, no puede ser salvado”.[1] Es, pues, muy necesario que nos formulemos la pregunta: ¿Cómo podemos acercarnos a los católicos?

Walter Schubert, durante años evangelista en Sudamérica, y especialista en tratar con los católicos, trae excelentes sugerencias:

“Para atraer a la gente a las conferencias, no sólo los temas debieran ser escogidos en forma que cautiven la atención, sino que las conferencias debieran tener la forma que el público asocia con el término conferencia y no la de un servicio de culto. Cuando mediante volantes y diarios se anuncia una conferencia, el público que asiste se desagrada y siente que ha sido engañado si encuentra que la conferencia se convierte en un servicio religioso evangélico. Esta manera de actuar causa prejuicio y mala voluntad que se acumulan contra nuestra obra, y resulta en la falta de confianza en el orador.

“Cuando usamos el método de la conferencia, tal como el público entiende la palabra, no debiera pedírsele a la gente ni obligársela a cooperar en nada. Por lo tanto debemos evitar el celebrar servicios de canto antes de la conferencia en los cuales se espera que participe el público, ni intentar hacer que el auditorio cante durante la hora de la conferencia. Lo único admisible sería música vocal, coral o instrumental apropiada. Los obreros pueden orar fervientemente pidiendo la bendición de Dios antes de la conferencia en alguna habitación contigua al auditórium. El mismo principio se aplica también si la conferencia se da en el edificio de la iglesia”. [2]

Después de estas consideraciones, permítaseme presentar una lista de temas apropiados para romper el prejuicio, ganar la confianza de un público católico y presentar la verdad en una forma lógica, comprensiva y persuasiva:

I. Temas introductorios.

  1. El problema de la delincuencia juvenil.
  2. Cómo vencer los temores.
  3. El secreto de la felicidad.
  4. El hogar feliz (noviazgo, matrimonio, hogar).
  5. Cómo no estar nunca cansado.
  6. Cómo postergar su propio entierro.

Estos temas debieran tener el propósito de vencer el prejuicio y ganar la amistad del público. Walter Schubert, después de una larga experiencia en trabajar por los católicos, dice: “Los temas escogidos debieran ser tales que el público esté de acuerdo con ellos y esté agradecido por su presentación”.

II. Temas para establecer la confianza en la Escritura.

  1. El maravilloso Libro de Dios (La Biblia, su origen y el canon).
  2. Ei maravilloso Libro de Dios (La Biblia y la profecía).
  3. El maravilloso Libro de Dios (La Biblia y su poder transformador).

“Se dice que cerca del 90% de los sudamericanos no ha tenido contacto con la Biblia”. [3] De manera que uno de los primeros pasos es probar a su satisfacción la autoridad y suficiencia de las Escrituras.

III. Temas relativos a la “bienaventurada esperanza”.

  1. Señales de la venida de Cristo.
  2. La segunda venida de Cristo.
  3. Daniel 2.
  4. La vida en el mundo nuevo.

La situación en Latinoamérica y en nuestro mundo ha hecho a muchos conscientes de las señales de los tiempos; hay una conciencia general en cuanto al fin de todas las cosas.

IV. Temas sobre la aceptación de Cristo como Salvador.

  1. El contraste entre Dios y el pecado (El problema del mal).
  2. Profecías mesiánicas.
  3. Juan 3:16 (El plan de salvación).
  4. Justificación y santificación.

Con este cuarto grupo de conferencias, el evangelista debe apuntar a conseguir la verdadera conversión y la aceptación de Cristo como único Salvador. Este mensaje se necesita en Sudamérica porque Cristo es generalmente presentado como muerto y clavado en la cruz. María es la figura central en casi todos los grupos de imágenes y cuadros. María es presentada ante la gente como la que salva e intercede por el fiel. Ante la puerta de la iglesia jesuita en Cuzco, Perú, están las palabras: “Venid a María, todos los que estáis trabajados y cargados, y ella os dará descanso”. [4] En medio de tales condiciones, Cristo debe ser exaltado en toda su belleza y poder en el mensaje adventista.

V. Temas sobre los mensajes de los tres ángeles.

  1. Daniel 8.
  2. Los 2.300 años.
  3. El santuario.
  4. El juicio.
  5. El movimiento adventista (Apoc. 10, 14).
  6. La ley y el Evangelio.
  7. El origen del sábado.
  8. El sábado en el Nuevo Testamento.
  9. La prueba de la obediencia.
  10. Ei pecado imperdonable.
  11. Los siete sellos.
  12. Apocalipsis 12.

El problema del pecado y la expiación en Cristo se presenta mejor a los católicos mediante un estudio sobre el santuario. El camino a Cristo puede ser hermosamente enseñado mediante los esclarecedores símbolos y sombras de la Biblia.

VI. El estado de los muertos.

  1. La vida de Cristo.
  2. El estado de los muertos.
  3. Definición de “espíritu” y “alma”.
  4. ¿Dónde pasarán la eternidad los impíos?

Se gana más mediante una presentación amistosa y alegre del tema que mediante un espíritu combativo. Reforzar la esperanza de la vida en Cristo es más efectivo que un estudio intensivo, exhaustivo y dogmático sobre el tema.

VII Temas sobre salud.

  1. Salud y religión.
  2. El alcohol y el tabaco.

La enseñanza sobre salud es parte del Evangelio eterno y debiera ser incluida en nuestro programa evangelístico.

VIII. Temas varios de confirmación.

  1. Cómo podemos llegar a ser justos.
  2.  La confesión y el perdón.
  3. El bautismo y la vida nueva.
  4. La fe.
  5. La oración.
  6. La vida victoriosa.
  7. El rito de humildad y la Cena del Señor.

CONCLUSIÓN

El converso católico debe ser tratado como un caso especial por un largo tiempo después de su conversión. En efecto, la conversión, que debiera ser un verdadero y consciente arrepentimiento del pecado y una sincera conversión a Cristo, debiera ser estudiado a medida que se desarrolle. El converso tendrá grandes dificultades en comprender los elementos bíblicos. Algunas de sus ideas y prácticas católicas tardarán en cambiar. Pero no nos conformemos con los “rudimentos de la doctrina de Cristo”. Elena G. de White escribe: “Después de haber trabajado para convencer a las almas en cuanto a lo que exige de ellas la ley de Dios, enseñándoles el arrepentimiento hacia Dios y la fe en Cristo, vuestro trabajo apenas ha comenzado”. [5]

Vivir una vida enteramente consagrada a Dios no es el logro de unos pocos días; lleva tiempo el formar cristianos profundamente arraigados.


Referencias:

[1] A Catechism of Christian Doctrine, págs. 129, 130. St. Anthony Guild Press, Peterson, New Jersey, 1949.

[2] Walter Schubert, “A Public Effort Among Catholics”, The Ministry, noviembre de 1949, pág. 3.

[3] Louise C. Kleuser, The Bible Instructor, pág. 258. Review and Herald, Washington D.C., 1949.

[4] Webster E. Browning, Roman Christianity in Latín America, pág. 43. Fleming H. Revell Co., Nueva York, 1924.

[5] Testimonies, tomo 3, pág. 228.