La alegría de vivir y disfrutar las bendiciones de Dios hace de la esposa del pastor una mujer feliz, amable y gentil con todos. Dios nos creó a todas con talentos y temperamentos diferentes, pero todas poseemos algo con lo que podemos contribuir a su causa. Tenemos la plena certidumbre del amor de Dios hacia nosotras. Nos creó a su imagen, y dio a su propio Hijo para nuestra salvación. Esas circunstancias nos garantizan un valor real, y nos muestran cuál es nuestra verdadera herencia. Somos nada más y nada menos que las hijas del Rey.
Si aceptamos esta gran verdad, no importa de qué raza seamos, cuál sea nuestro nivel académico, nuestra situación financiera o nuestra posición social, aprenderemos también a aceptar a la gente, y eso nos capacitará para progresar cada día, al tener a Cristo, nuestro Rey, como ejemplo a imitar.
Evaluación propia
Cómo se ve una persona es un elemento importante en la comprensión de la forma como se relaciona con los demás. Si alguien no se da valor a sí mismo tiene la tendencia de estar siempre a la defensiva. Le cuesta tanto aceptarse tal como es que empieza a tener enormes dificultades para oír y entender a los otros.
Si usted se valora de manera positiva, optimista y alegre, tiene grandes posibilidades de relacionarse bien con la gente que está a su alrededor.
Parece que los seres humanos estamos perdiendo el respeto propio y la dignidad. Es muy cierto que los valores están cambiando, pero no cambió la necesidad de tener dignidad personal para lograr una estima propia positiva. La dignidad consiste en obrar de acuerdo con patrones, principios y valores morales. Es importante que tengamos la certidumbre de que estamos actuando correctamente, con sinceridad y honestidad. Si usted carece de principios, no tiene normas, pasa a ser una persona sin control. Tendrá dificultades para relacionarse con los demás y, por consiguiente, desarrollará una estima propia de nivel muy bajo.
Confianza en Dios
Todos tenemos que vencer muchos defectos y dificultades, pero no por eso nos vamos a menospreciar y vivir una vida inútil e infeliz. Necesitamos aferramos a las promesas de Dios, “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Ped. 5:7).
Sin duda usted alcanzará sus objetivos si pone todo en manos de Dios, porque no hay límites para quien lo hace. En esa situación la mujer está en condiciones de descubrir dónde falló y en qué se equivocó si las cosas no fueron tan bien. Es capaz de hacer un esfuerzo para mejorar y alcanzar el éxito la siguiente vez en sus emprendimientos. En otras palabras, mira hacia adelante y no se queda lamentando lo que pasó.
El apoyo del esposo
Es maravilloso poder compartir con el esposo no sólo las alegrías de la vida sino también las dificultades. Tenerlo siempre a nuestro lado para darnos seguridad y amor; es muy importante para una mujer sentir que se la ama. Si es así, se siente más segura, desarrolla más confianza en sí misma y se vuelve más optimista y más feliz. Por eso, una persona amada tiene más vida, más calor humano y mucho más entusiasmo. Se gusta más a sí misma, y su ser interior es tan lindo que les transmite felicidad y alegría de vivir a todos los que están a su alrededor. Se respeta a sí misma y a los demás, y comunica confianza y tranquilidad en el ambiente donde vive.
Una mujer con estima propia positiva es competente, propensa al éxito y está preparada para vencer. Cada éxito genera un nuevo éxito, cada victoria abre el camino para un nuevo triunfo. La mujer que se siente victoriosa disfruta de la sensación del deber cumplido, y todo eso incide sobre su estima propia.
La estima propia positiva le imprime espontaneidad a la mujer al lidiar con los sentimientos, principalmente con los negativos, como lo son la rabia, el odio, la culpa o el remordimiento. Sabe amoldar las circunstancias para lograr sus objetivos. Posee salud mental, porque está en contacto con la realidad. Sabe tomar decisiones, dirigida por principios claros y objetivos. Cree en su capacidad y se pone en las manos de Dios para servirlo.
Para la mujer cristiana, la vida es muy importante. A cada momento hace suyas las promesas de Dios, teniendo en mente el siguiente modelo de conducta:
- Nunca más diré “No puedo”, porque “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece” (Fil. 4:13).
- Nunca más diré “No tengo”, porque mi Dios, de acuerdo con su riqueza en gloria, suplirá todas mis necesidades en Cristo Jesús (Fil. 4:19).
- Nunca más diré que tengo miedo, porque Dios no nos da un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y moderación (2Tim. 1:7).
- Nunca más diré que tengo dudas ni falta de fe, porque dispongo de la medida de fe que el Señor repartió a cada uno (Rom. 12:3).
- Nunca más diré que soy débil, porque el Señor es la fortaleza de mi vida (Sal. 27:1). El pueblo que conoce a su Dios se volverá fuerte y activo (Dan. I 1:32).
- Nunca más diré “Estoy derrotada”, porque Dios siempre me conduce al triunfo en Cristo (2 Cor. 2:14).
- Nunca más diré que no tengo sabiduría, porque Jesucristo siempre está a mi lado y él es la fuente de mi sabiduría (I Cor. 1:30).
- Nunca más diré que Satanás tiene supremacía en mi vida, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo (I Juan 4:4).
- Nunca más diré que estoy preocupada o frustrada, pues estoy echando todas mis ansiedades sobre él, porque él tiene cuidado de mí (I Ped. 5:7).
- Nunca más diré que estoy condenada, porque ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús (Rom. 8:1).
Sí, mi querida hermana: su valor es inestimable.
Sobre el autor: Directora de AFAM de la Unión del Sur del Brasil.