Cómo superar un sentimiento que incomoda a la esposa del pastor

Hace algún tiempo, mientras salía de un casamiento, empecé a observar a las personas a mi alrededor. Percibí que todas estaban acompañadas… excepto yo, la esposa del pastor. Una sensación extraña, nada agradable, invadió mi ser. Deseché ese pensamiento y volví a sonreír. Al reflexionar sobre esa experiencia, me pregunté: ¿Cómo es posible que alguien se sienta solo en medio de la multitud?

Como seres sociales, estamos siempre rodeados por personas. Algunas, felices; otras, no tanto; muchas, carentes; no todas, amigas. A pesar de todo, es cierto que estaremos rodeados por personas cuyos caracteres distintos contribuyen a la formación de nuestra comunidad; en este caso, la eclesiástica. El líder de esa comunidad, el pastor, es solicitado en diversas ocasiones; y su rutina es muy dinámica. En diversas ocasiones, nosotras, como esposas de pastor, nos encontramos en soledad. A fin de cuentas, la iglesia necesita de ambos, y no siempre es posible acompañar al esposo. Además de eso, la vida social de los hijos exige que la madre los acompañe constantemente, dado que el padre cumple el itinerario pastoral y no siempre le es posible tener horarios flexibles. Como si eso fuera poco, la familia pastoral es objeto de la atención de los miembros de iglesia, que buscan un modelo perfecto de hogar. En este punto, cabe preguntarnos: ¿Cómo podemos evitar que el sentimiento de soledad se alimente en nuestra mente? ¿Cómo vivir con placer las experiencias del ministerio pastoral?

SUPERACIÓN

Existen caminos rumbo a la superación. El primer punto que debemos considerar es la importancia real de la función del pastor. ¿No recuerdas la emoción que sentiste al decir que tu esposo sería pastor? ¡Qué noble misión! Ese es un don notable, pues ayuda en la conducción de las personas a la salvación. “Y él mismo constituyó a unos […] pastores” (Efe. 4:11). No debemos servir como piedra de tropiezo para la realización de los designios divinos; necesitamos hacer crecer en nosotras la alegría de ver a nuestro esposo actuar en el ministerio. Una buena idea es que la esposa busque participar de las actividades de la iglesia, colaborando activamente de acuerdo con los dones recibidos, y también incluir a los hijos en las diversas actividades según su edad. Pero, todo debe ser realizado con cierto margen de flexibilidad, pues la familia pastoral debe acompañar, cuando sea posible, al esposo y padre, a fin de mantener una relación saludable con todo el distrito pastoral. El segundo punto es el concepto bíblico de mujer, en la ocasión que ella fue creada. “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gén. 2:18). Si el hombre no debe estar solo, es porque necesita una compañera idónea, compatible, capaz de comunicar, tener percepción, a fin de facilitar la comprensión mutua. Además de esto, esa compañera debe ser ayudadora, colaboradora, para que las cargas y las alegrías sean compartidas, y ambos puedan sentir el placer de la convivencia mutua en todas las áreas de la vida. Ese fue el plan perfecto de Dios. Como estudiosos de su Palabra, necesitamos luchar por la construcción de una atmósfera celestial en nuestro hogar. En la práctica, la esposa del pastor podrá coordinar algunos ministerios, en consonancia con el esposo. Ciertamente, él se sentirá más aliviado, y los resultados serán altamente positivos. Así, entenderá bien el significado del mensaje de Salomón, cuando afirmó que “la mujer virtuosa es corona de su marido” (Prov. 12:4).

Finalmente, se destaca nuestra exclusividad ante Dios. Acerca de esto, el sabio dice: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Prov. 31:10). Así es la naturaleza de la creación de Dios. Su obra revela unidad en la diversidad; es decir, si bien somos distintos, esposa y esposo pueden compartir emociones, experiencias y objetivos. Evidentemente, eso no significa que debamos anularnos como personas, ni descuidar nuestros sueños, ansias y emociones. Luego de definir las prioridades para la vida, debemos ser responsables de llevarlas a cabo. Podemos ser óptimas esposas de pastor, ayudándolo en ese ministerio del que también formamos parte, sin perder la meta de nuestra realización como madres, ni descuidar nuestra formación académica, entre otras. Todo depende de una perfecta planificación. Actualmente, hay muchas opciones para el crecimiento intelectual, aun cuando estemos lejos de los grandes centros. Son los cursos de extensión, cursos técnicos, títulos de grado y posgrado, presenciales o a distancia, cursos online y sitios públicos, que ponen a disposición un acervo significativo de conocimiento, desde textos hasta clases magistrales en video.

Si a pesar de todo eso todavía te sientes solitaria, busca una solución por medio del diálogo con tu esposo. Tal vez, la estrategia sea rever cómo la pareja está lidiando con la rutina afectiva. Separar momentos exclusivos para los dos; momentos para la conversación, la interacción, cenar a la luz de las velas, pasear tomados de la mano. Aprovecha para generar un clima de armonía y amor dejando notas cariñosas en el automóvil, en los bolsillos del pantalón, en el espejo. Dile cuán bueno es en lo que hace. Recuerda: lo importante no es la cantidad de tiempo que pasan juntos, sino la calidad. La familia bien nutrida afectivamente estará fortalecida para las duras pruebas de la vida cotidiana.

LA RECOMPENSA

La iglesia de Dios necesita de nosotros, y nosotros necesitamos de ella. Siempre que nos mudamos de un lugar a otro, encontraremos amparo, amistad, simpatía y solidaridad en los hermanos; ellos son nuestra familia espiritual. A veces, necesitamos dejar a nuestros hijos en manos de hermanas preciosas, que no miden esfuerzos por ayudarnos. ¿Y los momentos de confraternización con la hermandad? ¡Sí, a los hermanos en Cristo les importa nuestra presencia! Las excursiones con los jóvenes, los campamentos divertidos, las programaciones festivas, como cumpleaños y casamientos, son ocasiones altamente recompensadoras. Ese es el espíritu de la familia de Dios. Nada más justo que actuar significativamente para el crecimiento efectivo de la iglesia.

A fin de cuentas, lo que importa es nuestra iniciativa por buscar desarrollar actitudes favorables al buen funcionamiento de la misión de Dios para nosotros, al igual que nuestra responsabilidad para con nuestra familia. Así, estaremos ayudando a conducir el rebaño que Dios nos confió, hasta que oigamos de él mismo la bienvenida a la eternidad: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mat. 25:21).

Sobre la autora: Esposa de pastor, escritora, directora del Ministerio de la Mujer en la Asociación Central Amazonas, Rep. del Brasil.