Si no sabemos quiénes somos en relación con el plan de Dios, ¿qué tenemos para contar al mundo?

Estaba volando desde Manaos hacia Brasilia, cuando leí aquellas palabras tan simples, pero tan trascendentes: “La pérdida del rumbo comienza con el olvido del pasado; más específicamente, con el olvido de la conducción de Dios en el pasado. Cuando ocurre esto, los cristianos pierden su sentido de identidad. Y, tras la falta de identidad, sucede la extinción de la misión y el propósito. Después de todo, si no sabemos quiénes somos en relación con el plan de Dios, ¿qué tenemos para contar al mundo?” (George Knight, A menos que olvidemos, p. 8).

 La historia cristiana está plagada de cuerpos religiosos que han olvidado de dónde provienen y, como resultado, no tienen un rumbo para el futuro. Elena de White, ya anciana, escribió: “Al repasar la historia pasada puedo decir: ¡Alabado sea Dios! Al ver lo que el Señor ha hecho, me lleno de admiración y de confianza en Cristo como director. No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada” (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 216).

 “El fin llegó el viernes 16 de julio de 1915, a las 3:40 de la tarde, en la asoleada cámara del piso superior de su hogar de Elmshaven, donde ella había pasado tanto de su tiempo los últimos felices y fructíferos años de su ocupada vida. Durmió en Jesús en forma tan silenciosa y pacífica como un niño que va a descansar” (ibíd., p. 491).

 Sí. Durante el año 2015 recordaremos los cien años de la muerte no solo de una gran mujer, sino además de la mensajera del Señor para la Iglesia Adventista del Séptimo Día; y más particularmente, mensajera de Dios para ti y para mí. Bien haremos en a) recordar el centenario de la muerte de Elena de White; b) releer los consejos y las orientaciones recibidos; y c) tomar la decisión de hacer una evaluación para constatar cómo está nuestra vida en relación con los propósitos de Dios para sus hijos hoy.

 Como adventistas del séptimo día, entendemos que la verdad presente se encuentra en el mensaje del tercer ángel de Apocalipsis 14, y Elena de White nos dice que “aunque la reforma pro-salud no constituye el mensaje del tercer ángel, se encuentra estrechamente relacionada con él. Los que proclaman el mensaje también deberían enseñar la reforma pro-salud. Es un tema que debemos comprender, a fin de estar preparados para los acontecimientos que se aproximan, y debería ocupar un lugar prominente” (Consejos sobre la salud, p. 450).

 “Mucho del prejuicio que impide que la verdad del mensaje del tercer ángel llegue a los corazones de la gente podría eliminarse si se prestara más atención a la reforma pro-salud. Cuando la gente se interesa en este tema, con frecuencia queda preparado el camino para la entrada de otras verdades. Si ellos ven que actuamos inteligentemente con respecto a la salud, se mostrarán más dispuestos a creer que nuestras doctrinas bíblicas son sólidas” (ibíd.).

 “La obra de la reforma pro-salud es el medio divino para aminorar el sufrimiento de nuestro mundo y para purificar a su iglesia. Enseñad a la gente que puede actuar como la mano ayudadora de Dios, cooperando con el Obrero maestro en restaurar la salud física y espiritual. Esta tarea lleva la firma del Cielo, y abrirá las puertas para que entren otras verdades preciosas. Hay lugar para que trabajen todos los que se hagan cargo inteligentemente de esta obra” (Servicio cristiano, p. 169).

 Si viviéramos y proclamáramos el mensaje de la reforma pro-salud, los resultados de la tarea de los pastores se duplicaría (El evangelismo, p. 378) y “la eficiencia de nuestros obreros de experiencia se vería centuplicada” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 34).  Durante 2015, recordemos nuestra historia y practiquemos los consejos que el Señor nos dejó. Si así lo hacemos, ¡nos encontraremos antes con Jesús! Dios nos dice: “Preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él” (Jer. 6:16).

Sobre el autor: Secretario ministerial de la DSA.