Un estudio comparativo de la interpretación de los símbolos de Apocalipsis 12.

La profecía bíblica, especialmente de los libros de Daniel y Apocalipsis, es interpretada desde cuatro grandes enfoques, o métodos:

  1. Preterismo
  2. Futurismo
  3. Idealismo
  4. Historicismo.

 Aunque algunos han sugerido uno más, el eclecticismo.[1] La Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) cree que el historicismo[2] es el único enfoque que respeta los principios de Sola y Tota Scriptura.[3] Historicismo, en palabras de Bryan W. Ball, es “la aproximación que establece a Daniel y Apocalipsis en el contexto de la historia, y considera el cumplimiento progresivo de la profecía en el trasfondo del desarrollo continuo de la historia mundial”.[4]

 Sin embargo, ya que la definición que se tenga sobre el historicismo es importante, deberíamos preguntarnos si este ha sido desafiado en las últimas décadas por la introducción de “nuevos” enfoques alternativos en la IASD, o si ha sido abandonado totalmente.

 Por ende, el objetivo de nuestro estudio –después de un análisis comparativo– es comprobar si el historicismo ha sufrido cambios en el seno de la IASD, enfocándonos únicamente en la interpretación de los símbolos de Apocalipsis 12.

DIVERSIDAD DE ÉNFASIS

 El diagrama de las páginas 18 y 19[5] ilustra cómo nuestros especialistas interpretan los símbolos de Apocalipsis 12, lo que revela varios puntos importantes:

 Primero. Está claro que el punto de vista tradicional entre los adventistas, representado por Urías Smith, está apoyado en su totalidad por C. M. Maxwell y Alberto R. Treiyer.

 Segundo. Es importante mencionar, además, que todos nuestros estudiosos identifican a la “Mujer” como la iglesia verdadera, o el pueblo de Dios; y al “Niño” como Cristo.

 Tercero. Con la identificación del dragón empieza una ligera variación. Aunque LaRondelle y Naden se inclinan por la posición de Smith, Maxwell y Treiyer (Dragón=Satanás, Roma pagana y papal), Paulien cree que el dragón es “Satanás y todos sus seguidores en la Tierra”. Por otro lado, Müller menciona que “en Apocalipsis 12 […] el Dragón es explicado en el versículo 9. Este es Satanás. Sin embargo, Satanás se vale de otras facultades. En el capítulo 12, son los poderes políticos, como Herodes el Grande y Roma; mientras que en Apocalipsis 13 es la bestia del mar. Aun así, es Satanás quien está trabajando”.[6] Y Stefanovic afirma que el Dragón se refiere, principalmente, a “Satanás actuando detrás del poder de Roma”.[7]

 Cuarto, el cumplimiento histórico de los 1.260 días (vers. 6, 14)[8] solamente está apoyado por Smith, Maxwell, Treiyer y Müller; mientras que Stefanovic afirma que “la Iglesia Adventista ha considerado el año 538 d.C. como el año en que la iglesia se estableció como un poder eclesiástico, para señalar el comienzo del período profético, y el año 1798 d.C. como el año en que termina”.[9] LaRondelle y Naden parecen espiritualizar sus conclusiones sin señalar fecha; y Paulien no mencionada nada.

 Quinto. ¿Quién, o qué, es el remanente? [10] Smith, Maxwell, Treiyer, Paulien y Müller creen que es la IASD; mientras LaRondelle dice que la “mayoría de exégetas concluyen que ‘el resto’ [KJV, Remnant] define a todos los seguidores en Cristo”.[11] Y Naden señala que –en términos de tiempo– “es la iglesia en el tiempo del fin”.[12] Por lo que ambos se alejan de la posición tradicional, como también lo hace Stefanovic.

 Aunque cada uno de estos estudiosos ha señalado que emplea el historicismo para interpretar y comprender el Apocalipsis, ¿por qué llegan a diferentes conclusiones?

 Esto ocurre porque, en la IASD, con el pasar de los años, el historicismo se ha desarrollado “progresivamente” a través de un énfasis en la historia, en la teología y, finalmente, en la exégesis.[13]

  1) Énfasis histórico. Este énfasis muestra que desde sus inicios la IASD heredó y utilizó únicamente el enfoque historicista de interpretación profética mantenido por los reformadores protestantes y los milleritas, prestando poca atención a la teología y a la exégesis. Aquí, Guillermo Miller presentó catorce reglas de interpretación bíblica, siendo las últimas ocho las más importantes, porque trataban acerca de la interpretación profética.[14] En otras palabras, Miller trabajó dentro del sistema protestante establecido, basado sobre el principio de Sola Scriptura, haciendo hincapié en los principios de analogía y tipología. Después del Gran Chasco (1844), los adventistas sabatarios publicaron once pautas de interpretación profética[15] basadas en las reglas de Miller; y, aunque siguieron usando el enfoque historicista, llegaron a diferentes conclusiones. Después de los milleritas y los adventistas sabatarios, el trabajo de Smith es subrayado, hasta la aparición de Mawxell y luego Treiyer.

  2) Énfasis teológico. Este énfasis revela que los adventistas continuaron usando el enfoque historicista de manera virtual, para interpretar el libro de Apocalipsis. Se dice que es virtual porque, con las publicaciones del australiano Louis F. Were –con quien empieza este énfasis–, el Apocalipsis empezó a centrarse en una interpretación espiritual y cristocéntrica,[16] dejando la historia en segundo lugar. No fue sino hasta el trabajo de LaRondelle que este énfasis llega a su clímax. Aunque no ofreció una definición del historicismo, mencionó que este enfoque es el mejor para interpretar las profecías del Apocalipsis porque, desde su perspectiva, era mejor dar más espacio a la teología que a la historia y a la exégesis, con el fin de enfatizar la interpretación cristocéntrica.[17]

  3) Énfasis exegético. Con la utilización de este énfasis, los adventistas empezaron a cuestionar el historicismo para interpretar y comprender el libro del Apocalipsis. Kenneth A Strand, por ejemplo, propuso un “nuevo” enfoque y análisis literario,[18] el cual es considerado como una variación de la interpretación historicista, a la que llamó “filosofía de la historia”.[19] Sin embargo, esta propuesta está relacionada, en cierto sentido, con una interpretación histórico-preterista continua.[20] En otras palabras, este énfasis se orienta, principalmente, en los primeros lectores del Apocalipsis y el contexto histórico del primer siglo. Con el aporte de Paulien –a pesar de tener una idea progresista del historicismo–, [21] este período llega a la cúspide. Esto se ve reflejado en la mayoría de sus artículos y libros. Por otro lado, Stefanovic –aparentemente, con una idea limitada del historicismo[22]– es quien logra contribuir “exitosamente” a este énfasis, tras publicar un comentario versículo por versículo sobre el Apocalipsis; algo que hasta ahora Paulien no ha hecho. También, la contribución de Müller debe ser subrayada. Aunque su libro está escrito en alemán, este cubre los énfasis teológico y exegético.[23]

CONCLUSIÓN

 No hay duda de que el historicismo ha sido desafiado[24] una vez más por la penetración de “nuevos” enfoques en la IASD. Ya que el historicismo es parte de nuestra identidad profética, no deberíamos tomar a la ligera cualquier estudio que pretenda utilizar el enfoque que nos ha conferido identidad desde nuestros orígenes. Debido a que algunos teólogos no aceptan la identidad profética del adventismo debido a asuntos hermenéuticos –como ha notado Canale–, no deberíamos sorprendernos de que al abandonar nuestra identidad también hayan dejado de usar el historicismo.[25]

 Me gustaría concluir de la misma forma que lo hizo Ángel Manuel Rodríguez, mencionando que “todos los puntos de vista resumidos en este artículo son compatibles con el método historicista de interpretación profética. En tanto esta metodología específica no sea socavada, la iglesia debería dar lugar a una diversidad de interpretaciones”. [26] Sin embargo, esto puede ser peligroso. Aunque se ha mencionado que los tres énfasis “no se contradicen ni, mucho menos, compiten entre sí, sino que son complementarios, compartiendo presuposiciones básicas y cada uno de ellos hace una contribución especial, única y esencial para la comprensión del mensaje multifacético del Apocalipsis”,[27] debemos ser conscientes de que el énfasis teológico “también puede tender a ‘espiritualizar’ el mensaje del Apocalipsis, algo similar al enfoque idealista”. Y el énfasis exegético “se asemeja al enfoque preterista”.[28]

 Si la IASD cree que es el remanente en el tiempo del fin, y cede el paso a enfoques alternativos, podría distraerse de su identidad y, por lo tanto, de su mensaje y su misión.[29]

Sobre el autor: Es asistente en el departamento de Investigación Teológica; estudiante de Teología en la Universidad Peruana Unión.


Referencias

[1] Este está vinculado únicamente al libro de Apocalipsis. Ver G. K. Beale, The Book of Revelation: A Commentary on the Greek Text, The New International Greek Testament Commentary (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Company, 1999).

[2] Por ejemplo, ver LeRoy Froom, The Prophetic Faith of our Fathers (Washington, DC: Review and Herald,

1950), t. 1, pp. 559-876; Richard M. Davidson, “Biblical Principles for Interpreting Apocalyptic Prophecy,” en

Prophetic Principles: Crucial Exegetical, Theological, Historical and Practical Insight, ed. Ron du Preez (Berrien Spring, MI: Michigan Conference of Seventh-day Adventists, Andrews University, 2007), pp. 43-74; William G. Johnsson, “Biblical Apocalyptic”, en Handbook of the Seventh-day Adventist Theology, ed. Raoul Dederen (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), pp. 784- 814; William H. Shea, “Historicismo, el mejor método para interpretar la profecía”, Didajé 1/1 (2012), pp. 131-150.

[3] Richard M. Davidson, “Biblical Interpretation”, en Handbook, pp. 58-104.

[4] Bryan W. Ball, The English Connection: The Puritan Roots of Seventh-day Adventist Beliefs (Cambridge: Clarke, 1981), p. 204.

[5] La información para el diagrama fue tomada de los siguientes recursos: Urías Smith, Daniel and the

Revelation (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2005); C. Mervyn Maxwell, God Cares: The Message of

Revelation for You and Your Familiy (Mountain View, CA: Pacific Press, 1985), t. 2; Alberto R. Treiyer, Estudios sobre el Apocalipsis: Comentarios sobre la Escuela Sabática, en http://www.adventistdistinctivemessages.com; idem, The Seals and the Trumpet: Biblical and Historical Trumpets (Edición propia, 2005); Hans K. LaRondelle, How to Understand the End-Time Prophecies of the

Bible: A Biblical-Contextual Approach (Sarasota, FL: First Impressions, 1997); Roy C. Naden, The Lamb Among the Beasts (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1996); Jon Paulien, Seven Keys: Unlocking the Secrets of Revelation (Nampa, ID: Pacific Press, 2009); ibíd., “The Best Is Yet To Come: A Vision for the Eschatological Remnant” (manuscrito inédito, 2007); Ekkehardt Müller, Der Erste und der Letzte: Studien zum Buch der Offenbarung (St. Peter am Hart: Seminar Schloss Bogenhofen, 2011); Ranko Stefanovic, Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation, 2a ed. (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2009).

[6] Cf. Ekkehardt Müller, “The End Time Remnant in Revelation”, Journal of the Adventist Theological Society

11/1-2 (2000), p. 191. En adelante, JATS.

[7] Stefanovic, p. 404.

[8] Este es el mismo período registrado en Daniel 7:25, el cual duró entre los años 538 y 1798. Ver Alberto R.

Timm, “El ‘simbolismo en miniatura’ y el principio de ‘día por año’ en la interpretación profética”, Theologika 22/1 (2007), pp. 2-35.g

[9] Stefanovic, p. 387. Esta declaración fue añadida, pues en la primera edición de su libro no menciona una

fecha específica. Ver Ranko Stefanovic, Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation

(Berrien Spring, MI: Andrews University Press, 2002), pp. 338, 379; cf. Gerhard Pfandl, “[Reseña de] Revelation of Jesus Christ, by Ranko Stefanovic”, College and University of Dialogue 17/3 (2005), p. 34.

[10] Para más detalles, ver Ángel Manuel Rodríguez, ed., Toward a Theology of the Remnant (Silver Spring,

MD: Biblical Research Institute, 2009); Carmelo L. Martínes, El remanente fiel: Un debate contemporáneo

(Libertador San Martin: Editorial Universidad Adventista del Plata, 2014).

[11] Hans K. LaRondelle, How to Understand the End-Time Prophecies: A Biblical-Contextual Approach

(Bradenton, FL: First Impressions 2007), p. 279.

[12] “La palabra ‘remante’ es entendida en tres dimensiones: tiempo, tamaño y sustancia. En términos de

tamaño, es pequeño, mientras en términos de sustancia se refiere a la iglesia verdadera. El autor no ofrece una identificación específica acerca de qué es la iglesia”. Cf. Naden, Lamb Among the Beast, p. 190.

[13] Cabe señalar que estos enfoques todavía están siendo utilizados por nuestros teólogos adventistas.

Ver Glúder Quispe, The Apocalypse in the Seventh-day Adventist Interpretation (Lima, Perú: Universidad Peruana Unión, 2013), pp. 266-271. Para una reseña de la obra de Quispe, ver Ekkehardt Müller, “The Apocalypse in Seventh-day Adventist Interpretation, by Glúder Quispe”, Reflections–The BRI Newsletter 45, January (2014), pp. 10-12; Joel Iparraguirre, “The Apocalypse in Seventh-day Adventist Interpretation, por Glúder Quispe”, Theologika 29/1 (2014), pp. 103-112.

[14] Ver Joshua V. Himes, ed., Views of the Prophecies and Prophetic Chronolgy: Selections from Manuscripts

of William Miller; with a Memoir of His Life (Boston, MA: Joshua V. Himes, 1841), pp. 20-24; [William Miller],

“Rules of Interpretation”, Second Advent Harbinger, 16 de marzo de 1844, pp. 9, 10; Sylvester Bliss, Memoirs of William Miller: Generally Known as a Lecturer on the Prophecies and the Second Coming of Christ (Boston, MA: Joshua V. Himes, 1853), pp. 70, 71.

[15] “Rules of Interpretation”, Review and Herald (12 de junio de 1855), p. 245.

[16] Louis F. Were, The Certainty of the Third Angel’s Message: Proved by Important Principles of Prophetic

Interpretation (Adelaide, Australia: A. F. Blackman, 1967), p. 15.

[17] Ver Hans K. LaRondelle, “The Historicist Method in Adventist Interpretation”, Spes Christiana 21 (2010), pp. 79-89.

[18] Ver Kenneth A. Strand, Interpreting the Book of Revelation: Hermeneutical Guidelines, with Brief

Introduction to Literary Analysis, 2a ed. (Naples, FL: Ann Arbor Publishers, 1979), p. 41.

[19] Ibíd., p. 14.

[20] Ibíd., pp. 14-16.

[21] Ver, en orden secuencial, Jon Paulien, The Deep Things of God (Hagerstown, MD: Review and Herald,

2004), pp. 28-31; The Gospel from Patmos: Everyday Insights for Living from the Last Book of the Bible

(Hagerstown, MD: Review and Herald, 2007), p. 7; “The Hermeneutics of Biblical Apocalyptic”, en Understanding Scripture: An Adventist Approach, ed. George W. Reid (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2006), p. 250; ibíd., Seven Keys, pp. 16, 17.

[22] Él menciona que “Un buen comentario sobre el Apocalipsis no debería imponer ninguna aproximación particular sobre el texto”. En la primera edición de su libro, afirmó que “la aproximación historicista a veces es problemática, debido al esfuerzo por hacer que cada detalle del texto tenga un cumplimiento histórico. La exposición del texto por parte de muchos historicistas está basada primordialmente sobre el método alegórico, más que en una comprensión adecuada del trasfondo del Antiguo Testamento”. Stefanovic, Revelation (2002), p. 11; cf. Revelation (2009), p. 14.

[23] Müller, Der Erste und der Letzte, pp. 89-452.

[24] Este desafío fue más notable con las publicaciones de Ford, y especialmente Arasola, Vetne y Paulien. Ver Kai Arasola, The End of Historicism?: Millerite Hermeneutic of Time Prophecies in the Old Testament (Uppsala, Sweden: University of Uppsala, 1990); Desmond Ford, Crisis! A Commentary on the Book of Revelation, 3 t. (Newcastle, CA: Desmond Ford Publications, 1982); Reimar Vetne, “A Definition and Short History of Historicism as a Method for Interpreting Daniel and Revelation”, JATS 14/2 (2003), pp. 1-14; Jon Paulien, ”The End of Historicism?: Reflections on the Adventist Approach to Biblical

Apocalyptic–Part One”, JATS 14/2 (2003), pp. 15-43; “The End of Historicism?: Reflections on the Adventist

Approach to Biblical Apocalyptic–Part Two”, JATS 17/ 1 (2006), pp. 180-208. Una respuesta a estos desafíos

puede ser encontrada en Richard A. Sabuin, “Historicism: The Adventist Approach? A Response to the Challenges to Historicism”, Journal of Asia Adventist Seminary 11/2 (2008), pp. 159-174, En adelante JAAS.

[25] Fernando Canale, “Hermenéutica, Teología y Remanente”, en Pensar la iglesia hoy: Hacia una eclesiología

adventista, Estudios teológicos presentados durante el IV Simposio Bíblico-Teológico Sudamericano en honor a Raoul Dederen, eds. Gerald A. Klingbeil, Martin G. Klingbeil y Miguel Ángel Núñez (Libertador San Martín: Editorial Universidad Adventista del Plata, 2002), p. 175.

[26] Ángel Manuel Rodríguez, “Problemas en la interpretación de las siete trompetas de Apocalipsis”, Didajé

2/1 (2013), p. 68.

[27] Quispe, p. 266.

[28] Ibíd., pp. 270, 271. También, es necesario preguntarnos ¿en qué sentido podrían compartir presuposiciones básicas y ser complementarios, teniendo en cuenta que estos enfoques no son compatibles con las Escrituras ni con los escritos de Elena de White? Ver pie de página número 2; Ekkehardt Müller, “Challenges to the Adventist Interpretation of Apocalyptic Literature”, JAAS 13/1 (2010), pp. 49-70; Gerhard Pfandl y Ekkehardt Müller, “How do Seventh-day Adventist Interpret Daniel and Revelation”, ed. Gerhard Pfandl (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2010), pp. 79-89; Biblical Research Institute, “Ellen G. White and the Interpretation of Daniel and Revelation”, en https://adventistbiblicalresearch. org/materials/prophecy/ellen-g-white-andinterpretation- daniel-and-revelation (Consultado el 23 de junio de 2014).

[29] Sobre el mensaje y la misión de la IASD, ver Oscar Mendoza, “El mensaje del remanente en el tiempo del fin: Los mensajes de los tres ángeles en Apocalipsis 14:6-12”, Didajé 1/2 (2013), pp. 63-96; Ángel Manuel Rodríguez, “The Remnant in Contemporary Adventist Thinking”, en Pensar la iglesia hoy, pp. 269-279.