El diccionario define la palabra soporífico como “lo que causa o tiende a causar sueño”. Esta palabra está compuesta por términos latinos sopor, “sueño pesado”, y facere, “hacer”. En suma, soporífico significa hacer un sueño pesado.
Los sermones pueden inducir sueño. Para comprobarlo, observe si aquí y allá no hay santos dormidos mientras usted predica. No los pase por alto; y peor todavía, no se excuse diciendo: “Tal vez comieron demasiado”, o “son ancianos y no pueden permanecer despiertos durante el servicio”. Que cada feligrés dormido sea para usted como una droga estimulante que lo ponga en acción. Probablemente no comieron demasiado. Tal vez tienen hambre y usted no les está dando suficiente alimento espiritual. ¿Quién sabe? Tal vez no son tan ancianos. Y posiblemente su sermón sí lo sea, porque usted lo ha predicado muchas veces. Y ellos ya lo oyeron antes.
Es bueno comprobar el efecto de los sermones sobre uno mismo, como lo hizo un predicador jubilado. Todavía era bastante activo en las iglesias. Como no podía dormir de noche, preparaba sus sermones mientras estaba en la cama. ¡Pero descubrió que mientras preparaba su material le venía el sueño y se dormía! Razonó que si sus sermones lo hacían dormir, no era extraño que hicieran dormir a otros en la iglesia. El autoanálisis puede ser bueno.
Si la preparación de un sermón no logra entusiasmarlo a usted, entusiasmarlo literalmente, e inducirle nuevos pensamientos acerca de Dios y la verdad, entonces hará dormir a la gente. Si la preparación de su sermón lo despierta, lo dispone para la batalla y pone un nuevo brillo en sus ojos, puede estar seguro de que estimulará a su congregación. Debe recordar que “a su amado dará Dios el sueño” (Sal. 127:2) significa que lo dará a los santos en sus’ camas por la noche, y no a los santos en los asientos de la iglesia el día sábado.
Sobre el autor: Secretario Adjunto de las Publicaciones de E. G. de White