No basta predicar acerca de la familia

“Celebración familiar”, fue el lema que me indujo a visitar una iglesia cercana para ver qué ideas tendría para alcanzar a los niños. Quedé impresionado. Hubo una excelente historia para niños, y el sermón estuvo centrado en la familia. Pero luego noté que mis hijos, y los otros niños que estaban cerca tenían muy poco interés en el sermón que se estaba predicando. En realidad, no podría culparlos. Las rimbombantes palabras del pastor pasaban muy por encima de la cabeza de los niños. Además, el sermón era acerca de la familia, no para la familia.

Mi mente voló al pasado, a los años de mi niñez. Los cultos de la iglesia se reducían a escuchar peculiaridades de la voz del predicador, o rayar subrepticiamente la contratapa del himnario. Los sermones eran para soportarlos, no para disfrutarlos. Yo le tomaba el tiempo a la oración pastoral con un cronómetro. Ocho minutos y medio era el promedio. Hacer que la iglesia sea interesante y al mismo tiempo constituya una experiencia de aprendizaje para adultos y niños es un gran desafío —desafío que rara vez se afronta o siquiera se reconoce. Según el debate actual sobre la adoración, a los niños se los deja al margen. Ellos tienen su tiempo de cinco minutos para la historia y todo lo demás se centra en los adultos.

¿Sorprende que muchos jóvenes se aparten de la iglesia? No primariamente porque disientan de sus creencias, sino porque están aburridos con su práctica. Este fatal aburrimiento comienza mientras están sentados en las rodillas de sus madres en la hora del culto divino.

¿Cuál es la solución? ¿Cómo podemos hacer que el culto divino sea interesante para toda la familia, incluyendo a los niños, y sin embargo, que todavía comunique los grandes temas de las salvación y nuestro mensaje adventista distintivo?

El ejemplo de Cristo para alcanzar a los niños

Jesús alcanzó con éxito tanto a los niños como a sus padres. Habló en términos sencillos y narró muchas historias. Las mismas tenían un significado tan sencillo que los niños podían entenderlo y un significado más profundo para las mentes más agudas.

En la comunicación secular, uno de los principios de la difusión usados por la BBC es que toda la programación debería ser comprensible para una mentalidad de 14 años, incluso los documentales más profundos. ¡Cuánto más debería aplicarse esto a los sermones cristianos! Algunos predicadores parecieran sentir un gusto especial en exhibir la prodigiosa elocuencia de su extenso vocabulario. Pero en la comunicación que se asemeja a la de Cristo, una palabra corta es mucho mejor que una larga.

El uso que Jesús hizo de las ilustraciones muestra que pueden aclarar mucho el mensaje y hacerlo comprensible, de modo que la audiencia siga al predicador hasta el fin. Las ilustraciones permiten también un descanso entre dos pensamientos profundos. Los niños, y muchos adultos, recordarán sus historias mucho después que las notas de sus sermones se hayan vuelto amarillentas.

Otra herramienta que Jesús empleó en la comunicación fue el buen humor. ¿Puede usted imaginar a alguien tratando de quitarse una viga del ojo? ¿O un camello tratando de pasar por el ojo de una aguja? ¿Puede usted imaginar a un padre dando a su hijo una piedra para que coma? ¿O aquella persistente viuda que tocaba incesantemente a la puerta del juez injusto, los ojos entrecerrados del magistrado, quien vela en mano finalmente le hizo justicia? No hay duda de que Jesús contó esas historias con una sonrisa en su rostro. Un sentido del buen humor sigue siendo una herramienta efectiva para el predicador, aun con los importantes y solemnes mensajes que debemos predicar.

La hoja de trabajo de los niños

He comprobado que un método especialmente útil para mantener la atención de los niños es darles una hoja de trabajo para el sermón. La diseño inmediatamente después de terminar de preparar mi sermón, mientras las ideas todavía bullen en mi mente. Sólo me toma media hora y el acceso a la fotocopiadora, pero los dividendos son incalculables. La hoja de trabajo no tiene que ser una obra maestra de la tecnología, ni siquiera particularmente creativa. Sin embargo, para mi asombro, los niños la utilizan para seguir el sermón palabra por palabra.

Los beneficios logrados sobrepujan con mucho al sermón mismo. Los niños, incluso, se relacionan conmigo como pastor en una forma más positiva, y saben que me preocupo lo suficiente por ellos como para prepararles algo de su interés.

Preparando la hoja

He aquí algunas sugerencias que me han sido muy útiles en la preparación de la hoja de trabajo y para que también otros las utilicen:

  1. Debe estar directamente relacionada con el sermón.
  2. El flujo de preguntas e ideas debe seguir al del sermón. Por ejemplo, la primera pregunta debería encontrar su respuesta en alguna parte de la introducción, y lo propio debería ocurrir con el resto del sermón.
  3. Si usted tiene algunos artistas voluntarios en su congregación, pídales que añadan algunos dibujitos. Yo uso un sencillo programa de computadora con dibujos religiosos, pero antes de que tuviera computadora los niños disfrutaban de mi hoja de trabajo con el mismo entusiasmo.
  4. Asegúrese de que los niños reciban la hoja de trabajo. Es posible que algunos diáconos no estén convencidos de su importancia, de modo que pida a los niños que levanten la mano si necesitan una. Tenga lápices disponibles.
  5. Invite a los padres a ayudar a sus hijos con la hoja, quizá revisándola durante el resto del día. Así padres e hijos retendrán mucho más el contenido del sermón.
  6. Advierta a los niños que esto no es un examen para demostrar cuánto saben, sólo es un método que entretiene, por medio del cual se aprende más. Dígales que usted no va a revisar sus respuestas, aunque le gustaría mucho ver el trabajo que hicieron.

Contenido de la hoja de trabajo

A continuación les presento algo muy particular que incluyo en mi hoja de trabajo:

  1. Textos con palabras en blanco para que los niños los completen.
  2. Preguntas acerca de un pasaje o ilustraciones del sermón. Por ejemplo, mientras predico acerca de la visita de Cristo a Betania en Lucas 10, les pido que anoten el nombre de los tres personajes de la historia.
  3. Preguntas de respuesta múltiple basadas en los pensamientos del sermón. Esto es especialmente útil cuando uno usa largas palabras teológicas que necesitan explicación. Si se dan tres respuestas alternativas para elegir, puede que el niño aprenda por primera vez el significado de la palabra “santificación”.
  4. Espacio para marcar el número de veces que escuchan una palabra en particular en el sermón. Esto es excelente para sermones de asunto, por ejemplo, cuando se predica sobre el Espíritu Santo o el bautismo. O también podría pedirles que marquen en un espacio dado el número de veces que usted cita un texto bíblico.
  5. Preguntas que los hagan pensar, pero no tanto como para que se aburran.
  6. Plantear un desafío al final de la hoja. Este debería relacionarse con el sermón, pero podría diferir del desafío que le presente a los padres. Si el sermón es una invitación a la consagración, podría escribir una breve oración, pidiéndoles a los niños que si están de acuerdo con la oración, pongan su nombre debajo. Si usted predica acerca de la familia, pídales que hagan un voto secreto de hacer algo especial para mami y papi esta tarde. (La siguiente semana, en el rincón de los niños, usted podrá preguntarles qué hicieron.) Algunas veces yo les doy una tarea que sólo pueden hacerla con la ayuda de un adulto. Así el mensaje del sermón se convierte verdaderamente en un asunto familiar.

Vale la pena

Si usted acepta el desafío de dar a los niños una hoja de trabajo para sus sermones, yo le garantizo que quedará impresionado con su respuesta. Los verá sentaditos lápiz en mano, listos para contestar su siguiente pregunta. Luego vendrán después del culto para agradecerle o para mostrarle su trabajo. Y usted estará más consciente de sus necesidades e intereses en el contenido de su sermón. La semana que usted olvide hacer una hoja de trabajo, hará un voto de que nunca jamás se le olvidará.

Alentar a los jóvenes y a los niños para que participen más en el culto de adoración requiere tiempo y esfuerzo, pero las recompensas y las satisfacciones son inmensas. “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis’ (Mal 25:40).