El poder transformador de la predicación narrativa

La predicación narrativa comienza con la búsqueda de historias, la que a su vez comienza al estimar a las personas al punto de oír sus esperanzas, sus dolores, sus necesidades y sus lágrimas; en fin, al punto de escuchar su corazón. Si esto no ocurre, las historias o ilustraciones escogidas para los sermones no serán adecuadas y no ayudarán a que tus oyentes salgan satisfechos. Por otro lado, si los oyes, notarás en qué momento su corazón partido necesita un abrazo o cuándo su corazón airado necesita calma.

 Al escuchar a las personas, las narrativas que reflejan la vida de tus miembros surgirán en tu corazón implorando ser contadas, a fin de reunir a la familia de fe ante Dios, llevando a las personas a creer que las Escrituras hablan hoy tal como hablaban antiguamente. Además, cuando estás dispuesto a escuchar a la gente, tus sermones se convierten en una experiencia transformadora que se comparte semanalmente y que responde a preguntas con las que luchan día a día; ellos comparten historias de vida entre ellos, y generalmente dejan a Dios fuera de estas historias.

 Tu ministerio, tus sermones, pueden cambiar eso. Pueden hacer a Dios tan real para la gente, que se convertirá en la esencia de su historia. Como dicen Ryan Mathews y Watts Wacker: “Mucho antes de que se haya concretado el primer negocio formal y antes del primer acuerdo, las cuatro palabras más poderosas en cualquier idioma eran ‘permíteme contar una historia’ ”.[1]

 La predicación narrativa no ignora a Dios, las doctrinas o la exposición bíblica. Se basa en todo eso y lo entreteje con historias que vuelven significativa la verdad divina en el mundo en el que vivimos. Estas historias ilustran los preceptos de la verdad, dándoles una piel y aliento de vida. Pide continuamente al Señor que te revele las historias que quiere que cuentes. Sin una relación personal entre Dios y el predicador, los sermones se vuelven como paja en tierra seca.

 Yo acostumbraba a preguntarme: “¿Qué y cómo debo predicar?” Entonces, un día un profesor me hizo reflexionar al decirme que yo estaba predicando solo para mí, no para la gente. Ahora me pregunto: ¿De qué modo oyen o qué les gusta oír? La verdad bíblica es atemporal, pero el modo en el que cada generación oye y se apropia de la verdad es muy diferente. Preguntarme cómo escucha mi congregación me forzó a notar de qué modo viven. Miran sus celulares, sacan mil fotos, miran videos y películas en varias plataformas, dejan la televisión encendida durante las comidas. Generalmente, cuatro o cinco dispositivos están encendidos al mismo tiempo y todos reproducen imágenes e historias en lugar de hechos.

 En los “viejos tiempos”, a las personas se las veía satisfechas con un sermón estructurado en tres puntos y un poema. Eso ya no funciona más. Entonces pensé: ¿Y si yo predicara utilizando modos que se correspondan con la forma en que están oyendo? Después de intentarlo por cuatro décadas, descubrí cinco razones que explican por qué la predicación narrativa es una buena idea.

Ventajas de la predicación narrativa

En primer lugar, la predicación narrativa toma la información compleja y la torna simple, comprensible y practicable. Si mi congregación tiene dificultades para encontrar una manera de responder a la violencia, la desconfianza y la intromisión en la sociedad, voy a 2 Reyes 5 y analizo la historia de la niña israelita que dio testimonio acerca de Dios en la casa de Naamán. Ella permaneció fiel al Señor y su postura ayudó a cerrar una brecha entre las naciones. Una historia simple como esa genera la oportunidad para un diálogo sobre cómo ser “hijo de Dios” en nuestra comunidad.

  Además, la predicación narrativa, más que informativa, es transformativa. Entraen el corazón y en la mente, dando aDios el mejor acceso al alma. Me he encontradocon personas que me han dicho: “Túno me conoces, pero cuando era adolescentepredicaste en mi escuela y contastela historia de Elías huyendo de Jezabel. Esahistoria cambió mi vida y me ayudó a vera Dios de una manera diferente. Pienso enella cada vez que me encuentro en una situacióndifícil”.

 Yo podría haber predicado un sermón estructurado en tres puntos, explicando por qué es necio huir de los problemas. Podría haber compartido doce textos que prueban que Dios nunca nos deja, aun cuando lo abandonamos. Podría haber presentado varios argumentos basados en hechos. En su lugar, elegí contar la historia de un Dios amoroso que corrió con un profeta vacilante en su peregrinación hacia el Cielo.

 La predicación narrativa también permite alcanzar a un público más amplio. La próxima vez que prediques, observa si los niños están oyendo. Descubrí algo fascinante sobre la predicación. Cuando cuento historias, todo el mundo escucha. Una buena historia, bien contada, captura la mente y el corazón, más allá de la edad. Si escuché bien lo que dice mi comunidad, la historia que comparto con mi congregación ayudará a clarificar los desafíos que están enfrentando los profesionales de la salud, será significativa para los adolescentes pasionales y útil para las madres que amamantan a sus bebés.

 Cualquier presentación elaborada para promover un cambio de vida requiere acceso a la mente y al corazón. No se puede ganar a uno sin el otro. La predicación narrativa convence la mente de la verdad y, al mismo tiempo, llena el corazón de esperanza. Aquí hay otra manera de explicar lo que ocurre con la predicación narrativa. Para las personas sentimentales las emociones de una historia interesante permiten que la “verdad” entre y capture la mente y el corazón. Las personas racionales, por otro lado, se concentran en la “verdad” y, de repente, sienten que su corazón ha sido tocado.

 Finalmente, la predicación narrativa resulta en escucha interactiva y, cuando todos estamos juntos en la historia, el resultado es la comprensión y el impacto. Las narrativas exigen respuesta. Las buenas historias me involucran emocionalmente al punto de hacerme parte de su trama, de la tensión, los desafíos, las oportunidades y, finalmente, de la resolución. Un sermón narrativo logra que los oyentes hagan preguntas, busquen más informaciones, avancen y se vuelvan parte de la historia a medida que la cuentas.

 Lo mejor que hace el sermón narrativo es establecer una conexión entre el público, el predicador y los personajes de la historia. Una historia bien contada crea algo nuevo a partir de una experiencia genuina y esa es una de las formas más poderosas de vinculación que existe. Recuerda, sin embargo, que esto es más que contar una historia, es acercar las personas a Dios.

Cómo contar historias

 Hemos visto por qué los sermones narrativos son una buena idea. Ahora veremos cómo contar historias. Jesús, el mayor narrador de todos los tiempos, tenía un enfoque único para comunicarse por medio de las historias. Él contaba historias para que las personas no entendieran el mensaje que estaba enviando (ver Luc. 8:10). Entonces, por la noche, alrededor del fuego, interpretaba las historias a sus seguidores más cercanos para que pudiesen explicarlas a las personas, y a nosotros.

 Cristo sabía que, si decía claramente lo que tenía que decir, su ministerio finalizaría precozmente. Para que el mensaje fuese asimilado lentamente y quedase en la mente de sus oyentes, Jesús usó historias, parábolas y narraciones que expresaban la verdad de una manera más eficaz que si él diera tres argumentos y fuera, posiblemente, apedreado.

 No contó solo parábolas. También volvió a relatar historias del Antiguo Testamento, se refirió a las noticias contemporáneas, habló sobre el trabajo de un labrador que siembra su campo e ilustró la generosidad de la fe con un pequeño grano de mostaza.

 ¿Cómo desarrollar la capacidad de hacer predicaciones narrativas? Me gustaría compartir algunas ideas.

 Usa palabras simples. Las palabras simples son las mejores, especialmente para los principiantes. El lenguaje rebuscado, la multiplicidad de adjetivos y las descripciones áridas confunden más de lo que ayudan. Finge estar hablando con un niño de doce años. Eso te forzará a utilizar descripciones simples. Sorprendentemente, cuando te concentras en los niños de doce años, todo el mundo oye.

 Lee bastante. Lee para ver cómo otros cuentan historias. Lee para encontrar palabras que nunca usaste. Lee buenos testimonios y biografías. Lee lo que tu público está leyendo a fin de que tus historias los ayuden a resolver los rompecabezas de la vida.

 Escoge frases descriptivas. Con cuidado, comienza a utilizar algunas frases de alta precisión que hayas descubierto en tus lecturas. Esas frases son perlas que los narradores usan para iluminar las ilustraciones. Esclarecerán emociones, ligarán a los oyentes a tu historia y proporcionarán momentos en los que la narración se acercará a su corazón.

 Conéctate con lo conocido. Tu historia cautivará a la audiencia si la conectas con una historia más grande de la que conocen.

Fuentes de historias

 La mayoría de las narrativas bíblicas provee lo básico: un personaje creíble, un problema, mucha complejidad, algo positivo y una celebración. Piensa en Jonás y su miedo a hacer la voluntad de Dios; en la viuda de Sarepta, designada por Dios para cuidar a Elías; o en el paralítico en el estanque de Betesda.

 Además, están las historias que recoges cada semana, que sirven como buenas ilustraciones. Recuerda que los sermones narrativos requieren de una buena y constante escucha. Por eso, sigue los sitios de noticias, de estudios bíblicos, come con tres buenos amigos un día por semana, lee revistas cristianas y oye las noticias en la radio. Generalmente, las mejores historias surgen cuando trabajas para Dios. Tu familia también puede ser una fuente de ilustraciones, pero ten cuidado al utilizarlas. Tus historias nunca deben ser relatadas para autopromoción, todo debe ser dirigido para glorificar solo a Dios. Por último, siempre cita la fuente de la ilustración.

Conclusión

 El estribillo de una canción cristiana dice: “Sabrán quiénes somos por el amor”. Si primero dedicas tiempo a oír la voz de Dios y luego demuestras cuánto te gusta oír a la familia de la iglesia, el Señor te guiará a contar historias que ayudan a las personas en sus necesidades y les dan esperanza. Esa esperanza producirá una disposición profunda que llenará a la iglesia de afirmación, estudio y regocijo.

 La predicación significativa se construye sobre el fundamento de la oración, el estudio de la Biblia y el poder del Espíritu Santo. Estos elementos, mezclados con partes iguales de determinación y humildad, proveen la guía cierta para que el amor de Dios conquiste hasta el corazón más endurecido. Ese debe ser el propósito de cada predicador.

Sobre el autor: Miembro del equipo de Comunicación de la Iglesia Adventista en el Estado de Oregon, Estados Unidos.


Referencias

[1] Ryan Mathews y Watts Wacker, What’s Your Story? Storytelling to Move Markets, Audiences, People, and

Brands (Upper Saddle River, NJ: FT Press, 2007), p. 1.