El ministerio para jóvenes no es, y no debe ser, orientado por eventos, sino por procesos. Eso significa insertarlos en un proceso en el que ellos aprendan a no tener miedo de darlo todo, incluso la vida, por Jesús”

MA: Usted tiene una maestría y un doctorado en Ministerio para Jóvenes. ¿Qué fue lo que investigó y cuáles fueron sus principales conclusiones?

JM: Investigué sobre los niveles de desarrollo de los jóvenes y cómo eso los afecta. Los resultados de mis estudios muestran que, si ellos recibieron orientación consciente y fueron discipulados, serán capaces de transformarse en cristianos proactivos, con automotivación, y dispuestos a servir a Dios y a vivir para la misión. Descubrí, también, que la orientación y el modelo de discipulado que Jesús eligió comenzó a partir de un círculo interno de uno, después de tres, después de doce, setenta y 120 personas. Desarrolló una relación de maestro y aprendiz con jóvenes que fueron llamados a seguirlo y a ser como él.

MA: Usted trabajó con jóvenes de diferentes culturas. ¿Qué hay en común entre ellos? ¿Y qué hay de diferente?

JM: Después de trabajar en varios países, descubrí que los jóvenes demuestran las mismas

características esenciales, independientemente de la cultura a la que pertenezcan. Están en busca de su verdadera identidad, muchas veces, mediante la pregunta: “¿Cuál es el propósito de mi vida?” Además de esto, necesitan de un modelo/mentor, no solamente para instruirlos, sino también para inspirarlos y transformarlos por medio de un auténtico estilo de vida cristiano. Por otro lado, percibí como diferencia que algunas culturas son más restrictivas e intentan hacer elecciones para los jóvenes, paralelamente a otras que desafían a sus jóvenes a que asuman sus propias elecciones.

MA: ¿Qué papel están desempeñando los jóvenes –y van a desempeñar- en los eventos finales de la historia y en la predicación del evangelio a todo el mundo? ¿Es importante para la iglesia, tanto a nivel mundial como local, tomar esto en consideración? ¿Por qué?

JM: He sido testigo de una juventud en llamas para Cristo en varios países. Veo jóvenes espiritualmente comprometidos que están inspirando a quienes tienen más edad. Ellos son una luz en sus universidades, y ministran unos a otros y evangelizan a los compañeros de una manera poderosa. Descubrí que ellos desempeñan un papel importante en grandes movimientos mundiales. Los jóvenes tienen un sentido muy vibrante de justicia social; y energía y pasión por hacer lo que creen que es lo correcto. El adventismo también es un movimiento liderado por jóvenes. Nosotros los vemos cambiando el mundo en la medida en que son transformados por el espíritu de Cristo, participando de diversos proyectos misioneros como “Misión Caleb”, “Un año en misión”, etc. Los discípulos de Cristo fueron capaces de estremecer al mundo, por medio de la orientación que recibieron del Maestro.

            Creo que antes de la venida de Cristo, de acuerdo con la manera en que sean orientados los jóvenes para que se transformen en cristianos proactivos, que ministran en sus universidades y en sus alrededores, ellos apresurarán la venida del Señor. Habrá un verdadero reavivamiento de la piedad entre el pueblo de Dios, encabezado por jóvenes.

MA: ¿De qué manera el mundo posmoderno, con su flujo constante de nuevas tecnologías y de informaciones, afecta la manera en la que los jóvenes se relacionan con la religión y con la iglesia?

JM: El relativismo posmoderno creó la noción según la cual no hay verdad absoluta, todo es relativo. Actualmente, observo que existen muchas personas que contrarían esa cosmovisión, diciendo que de hecho la verdad no es subjetiva, sino objetiva. El concepto de verdad relativa, como es retratado en los medios de comunicación social, desafía a los jóvenes en la medida en que ellos son bombardeados con puntos de vista que son contrarios a las Sagradas Escrituras. Es deber de los padres, los líderes de la iglesia, los pastores y los mentores ayudarlos a saber lo que es verdad y lo que no lo es. Y eso exige tiempo, presencia, orientación intencional y discipulado.

MA: ¿Cuáles son los principales desafíos enfrentados por la iglesia para alcanzar el corazón de la juventud?

JM: Conozco a muchos jóvenes que frecuentaban la iglesia, pero que hoy ya no lo hacen. Cuando son cuestionados sobre esta realidad, muchos responden diciendo que no tuvieron alguien a quien podrían considerar como su mentor. Muchas veces, se sintieron juzgados y criticados, como si las personas solamente estuvieran dispuestas a señalar los errores que cometían, en lugar de apoyarlos y ampararlos. Sin embargo, la necesidad que sentían era la de encontrar relaciones auténticas y afectivas con personas dispuestas a sufrir con ellos, y a permitir que experimentaran la gracia de Dios.

            Reconozco que, a veces, los jóvenes usan eso como una disculpa, o excusa, para su decisión de dejar la iglesia. Sin embargo, estudios demuestran que las congregaciones que poseen una cultura acogedora y ofrecen orientación tienen una fuerte representación de la juventud. Nuestros jóvenes necesitan saber que no hay nada que puedan hacer para que la iglesia deje de cuidar de ellos ni de compartir la gracia divina con ellos. En otras palabras, nuestra iglesia necesita ser conocida como un lugar en el cual los jóvenes pueden experimentar el amor incondicional, la gracia y la aceptación de Dios. De esa manera, ellos podrán ser desafiados a ser verdaderos seguidores de Cristo, transformándose en misioneros y embajadores de su reino.

MA: Hace algunos años se ha observado un aumento en el número de jóvenes sin religión o sin iglesia. ¿Cuáles son las razones de ese fenómeno y qué es lo que la iglesia local puede hacer para contenerlo?

JM: Desdichadamente, muchos jóvenes creen que la religión no es más relevante. Juzgan que las ventajas que pueden obtener en la iglesia pueden conseguirlas en otros lugares; y eso incluye amistades, inspiración para vivir de forma altruista, y hasta –incluso– un sentido de valor que creen que pueden obtener más allá de su identidad como cristianos. Sin embargo, creo que una de las cosas más importantes que están faltando en la vida de la iglesia es la afirmación de que ellos no pueden considerarse cristianos a menos que estén prontos para vivir la vida de Jesús, es decir, una vida de sacrificio propio. Llamo a eso “espíritu misionero”. En realidad, el Ministerio Joven era conocido como Misioneros Voluntarios (MV), como Elena de White lo llamó; previendo que sería un movimiento en el que nuestros jóvenes se transformarían en misioneros voluntarios para Jesús.

            Sin embargo, con el cambio de nombre, que pasó a ser Sociedad de Jóvenes Adventistas y, más recientemente, Ministerio Joven Adventista, no existe una identidad clara en el propio nombre, que muestre que es un ministerio que tiene como objetivo inspirar, educar, equipar y capacitar a nuestra juventud para que se transforme en misionera. Tuve el privilegio de servir en una iglesia por más de once años. Lanzamos allí un proyecto llamado ROCMM (Reach-out & Care Missionary Movement). A partir de los trece años, nuestros jóvenes eran animados a donar dos semanas de sus vacaciones para el trabajo misionero. Después de ocho años de misiones exitosas de la ROCMM, la iglesia fue recompensada con más del 90% de tasa de retención entre jóvenes. Creo que eso se debe al incentivo para el celo y la vivencia misionera.

MA: Con la intención de atraer a más jóvenes, algunos pastores siguen ciertas metodologías dudosas, para ser exitosos. ¿Es ese el mejor camino?

JM: Cierta vez escuché decir a uno de los jóvenes de quien era consejero que tenemos muchos animadores y dirigentes que quieren auto promoverse en nuestras iglesias. Y yo concuerdo con esa afirmación. Sin embargo, tengo que admitir que algunas personas involucradas en ministerios dirigidos para jóvenes hacen programaciones para atraerlos, por ejemplo, eligiendo ciertos estilos diferentes de adoración y programas sociales en sus iglesias.

            Podemos atraer a algunos jóvenes por medio de esos métodos; pero lo que los mantiene en la iglesia no son los asientos confortables ni los oradores elocuentes, sino la enseñanza de que seguir a Jesús no es recibir, sino dar, donar. El ministerio para jóvenes no es, y no debe ser, orientado por eventos, sino por procesos. Eso significa comprometerlos en un proceso en el que aprendan a no tener miedo de darlo todo, incluso la vida, por Jesús. Ellos necesitan saber que seguir a Cristo no es siempre una experiencia agradable; a veces, puede ser algo incómodo y desafiante. Tenemos que analizar seriamente nuestra metodología, para tener la certeza de que el objetivo no es hacer que se sientan confortables, sino que deseamos capacitarlos para que brillen en situaciones comprometidas, semejantes a aquellas vividas por Daniel y sus amigos. Eso no es entretenimiento, sino la experiencia de transformarse en un testigo (mártir) de Cristo.

MA: ¿Cuál es el límite entre el mantenimiento de la identidad cristiana y la adopción de nuevos abordajes litúrgicos para alcanzar a los jóvenes?

JM: Como dije anteriormente, la verdadera identidad cristiana está relacionada con el ejemplo de vida de sacrificio propio de Jesús. La idea bíblica de adoración es mucho mayor y más amplia de lo que pensamos. En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea “avodah” es comúnmente utilizada, y muchas veces traducida, como “adoración”. Eso no se refiere estrictamente a aquello que comúnmente consideramos adoración como, por ejemplo, cantar en un conjunto o adoptar un determinado estilo de adoración. El término demuestra un fuerte sentido de servicio. En otras palabras, adoramos lo que servimos y servimos lo que adoramos. La adoración no es una experiencia en la que exclusivamente recibimos, sino una experiencia que nos brinda la oportunidad de servir a Dios y a los demás. Cuando vemos la adoración desde ese punto de vista, entendemos la cuestión de otra manera.

MA: ¿Qué medidas puede adoptar el pastor local con el propósito de motivar a los jóvenes a un compromiso pleno con Cristo?

JM: Comprometer a los jóvenes en la misión. Ellos no necesitan ir a otro país; pueden tener una experiencia misionera en su propia región, o incluso dentro de su propia comunidad. Al incentivarlos en la práctica del servicio cristiano, incorporarán el estilo de vida misionero. El pastor también puede involucrar a los jóvenes en la iglesia local, capacitándolos para que se transformen en diáconos aprendices, e incluso permitiéndoles asumir responsabilidades como dirigentes. Además de esto, puede lanzar un proyecto misionero simple y sustentable, establecer asociaciones estratégicas con otras iglesias y realizar un viaje misionero anual que no exija muchos recursos financieros. Los jóvenes pueden establecer asociaciones con la alcaldía (municipalidad o intendencia) local y prestar servicios voluntarios a favor de la comunidad. Al hacer esto, no solo tendrán orgullo de su identidad como misioneros, sino también tendrán una buena relación con la comunidad en la que darán testimonio posteriormente. La idea es sacarlos de la zona de confort y transformarlos en cristianos proactivos, permitiéndoles vivir de manera altruista.

MA: ¿De qué manera el hecho de que los jóvenes tengan mentores contribuye a su fortalecimiento y compromiso en relación con las cuestiones espirituales? ¿Cómo el pastor local puede desarrollar una estrategia eficaz para los instructores o consejeros de jóvenes?

JM: El ministerio para jóvenes es de presencia. En realidad, todos los ministerios son así. No puedes influenciar sobre otros si no estás presente. Me gusta una cita sobre el ministerio de Jesús, que está en el libro Los hechos de los apóstoles (p. 15) que se relaciona con esta realidad:

            “Durante tres años y medio, los discípulos estuvieron bajo la instrucción del mayor Maestro que el mundo conoció alguna vez. Mediante el trato y la asociación personales, Cristo los preparó para su servicio”. Si el pastor local está presente física, emocional y espiritualmente, siendo un modelo positivo, extendiendo gracia a los jóvenes cuando se equivocan, expresando ánimo cuando experimentan algún éxito y compartiendo con ellos sus propias experiencias espirituales, creará una estrategia eficaz para ser un guía para su juventud.

Sobre el autor:

            La nota tónica del ministerio de Jiwan Moon puede ser definida con las siguientes palabras: ser mentor, consejero, de jóvenes. Hijo de pastor, Moon nació en Corea del Sur y creció en el campo misionero. Después de haberse diplomado en Teología en la Universidad Adventista de las Filipinas, inició su ministerio como pastor de jóvenes en una iglesia adventista coreana en California. Trabajó en los Estados Unidos y en Canadá, y durante ese periodo obtuvo su maestría y su doctorado en Ministerio Joven, ambos en la Universidad Andrews. Casado desde 2006 con Jessica, el matrimonio tiene tres hijas: Hannah, Rebecca e Isabella.

            Actualmente, Jiwan Moon es director asociado del Ministerio de Capellanía Adventista de la Asociación General, responsable por promover y apoyar las iniciativas destinadas a atender las necesidades espirituales, intelectuales y sociales de los estudiantes adventistas en los predios de las instituciones no adventistas y públicas de enseñanza.