Es indudable que el plan de predicaciones de Semana Santa ha sido una bendición para la iglesia desde que se lo inició, y sigue generando posibilidades sorprendentes cuando se prueban nuevas maneras de aplicarlo según los intereses de la gente.

Al compartir esta forma de trabajo, que hemos practicado con los predicadores en diferentes lugares, queremos mencionar lo que dio más resultado en ganancias de almas y, a la vez, nos permitió superar algunos problemas.

En general, era fácil convocar a los vecinos y a los amigos para las reuniones de Semana Santa. La crisis se producía después de terminar las reuniones, cuando se visitaban a las personas en sus casas para concretar los estudios bíblicos. Las pérdidas eran muchas.

La recopilación de informes de las actividades desarrolladas durante la Semana Santa demostraba que los pequeños centros de predicación arrojaban los mejores resultados. En base a esta evidencia comenzamos a trabajar en los hogares con grupos menos numerosos, realizando reuniones de tipo familiar. Inmediatamente, el número de bautismos aumentó.

De este modo, en vez de tener grandes centros de reuniones con muchos asistentes, se tienen muchos centros pequeños con pocas personas. Básicamente, se apunta a involucrar sólo la participación de la familia; en el caso de que haya invitados, son los dueños de casa los que se encargan de hacerlos participar.

El año pasado instrumentamos un plan piloto en una iglesia que tiene unos 80 miembros antiguos y unos 130 recién bautizados en un ciclo que finalizó tres meses antes de la Semana Santa.

Bajo el lema: “Hagamos Semana Santa en Familia”, se organizó a la congregación en grupos de trabajo, usando como base las clases de la Escuela Sabática (Unidades Evangelizadoras). Cada grupo consiguió los hogares dónde predicar y realizar las reuniones. Se formaron 27 centros de predicación durante cada día de la Semana Santa, en tanto que el sábado y el domingo funcionaron 33 centros.

Según este plan, cada equipo, con el mismo predicador y el mismo equipo audiovisual, presentan tantas predicaciones como le resulte posible. En el caso mencionado, sólo disponían de tres equipos, por lo que había que hacerlos circular permanentemente en diferentes horarios.

Los horarios son determinados por las posibilidades de asistencia de los concurrentes, y así es posible que se efectúen reuniones a las 10, a las 16, y a las 23. Siempre se debe tomar en cuenta a la familia y a los interesados.

El programa en sí es sencillo; y como máximo dura una hora. En general, los audiovisuales resultan muy atractivos. El mensaje debe ser corto; unos veinte minutos son suficientes.

De los 27 centros de predicación de nuestro plan piloto, al finalizar la semana quedaron 110 personas estudiando la Biblia en los hogares donde se hicieron las reuniones. A fin de año, de los 120 bautismos del distrito, 70 eran de la iglesia que realizó el plan piloto denominado Semana Santa en Familia.

Otro hecho a destacar es lo que pasó con la iglesia, ya que había una mayoría de hermanos recién bautizados en un ciclo. No hubo problemas entre los nuevos fieles y los más antiguos, todos se unieron en la tarea; y una de las cosas que más llamó la atención fue que la apostasía de los nuevos feligreses sólo llegó al 10% al finalizar el primer año. Los hermanos ocupados en el trabajo se integraron con entusiasmo a las actividades de la iglesia.

Este plan piloto lo realizó la iglesia de Moreno, Buenos Aires. Obviamente, tienen algunos problemas: al no haber terminado de edificar el templo y no tener lugar para todos los hermanos, tuvieron que iniciar una nueva congregación en otro lugar. Pero estos tipos de problemas sólo nos dan felicidad.

Una de las ventajas de este sistema es que después de Semana Santa no es necesario buscar a los interesados en sus domicilios, sino que seguimos trabajando en los mismos hogares con la misma gente, quienes ahora ya son nuestros amigos y están entusiasmados por conocer a Cristo y su Palabra.

Por otra parte, trabajar con una familia como base nos permite traer a otras familias a Cristo, y esta integración de las familias favorece la estabilidad de la iglesia.

Es mucho más fácil conseguir que una familia ofrezca su hogar para desarrollar las reuniones que lograr realizarlas en un salón.

Por otra parte, como estamos trabajando con los laicos, debemos recordar que un grupo pequeño es más fácil de conducir; además, la informalidad de las reuniones en familia nos permite llegar al corazón de las personas.

Este sistema nos da la posibilidad de entrar en muchísimos hogares durante la Semana Santa.

Con estos resultados, y en base a las distintas experiencias obtenidas, nos lanzamos en un plan más ambicioso en toda nuestra Asociación. Por lo que empezamos a ver, los resultados son muy halagüeños.

Semana Santa tiene muchísimo más para darnos. Sólo debemos buscar formas de aplicar este método de evangelización. Debemos saber adaptarlo a los lugares y a las distintas circunstancias, ya que sin lugar a dudas es la época del año cuando la gente está mejor dispuesta a escuchar el mensaje de Cristo.

Sobre el autor: René R. Sand es el director del Departamento de Ministerios de la Iglesia de la Asociación Bonaerense, Buenos Aires, Argentina.