Este es el segundo y último artículo acerca de este tema. Sin duda es sumamente interesante verificar cómo nos ve un sociólogo no adventista. Por supuesto, hay aciertos y desaciertos en sus observaciones. De cualquier manera, estos artículos constituyen una llamada de atención para nosotros, pues las tendencias que señala el Sr. Wilson, si se acentúan, podrían conducirnos a la pérdida de nuestra identidad. Oremos, trabajemos y vivamos de tal manera que eso no ocurra.

Es evidente que estos artículos son el resultado de la transcripción de una conferencia dada por el autor. El orador suele ser ampuloso. El escritor debe ser conciso. Por eso no nos hemos limitado a traducirlos; los hemos condensado también. hemos procurado sin embargo, reflejar plenamente el pensamiento del autor. —La Redacción

El desarrollo de la Iglesia Adventista no ha sido igual al de los movimientos revolucionistas e introversionistas.[i] Esto se debe a que desde el mismo principio fue multifacético, y aunque no podemos considerarlo plenamente como una secta conversionista, su evolución se asemeja más a la de una denominación que la mayoría de los cuerpos separatistas que en sus comienzos pusieron énfasis en la segunda venida de Cristo.

Algunas razones importantes

Hay varias razones que explican esta diferencia. He aquí algunas:

1. En primer lugar, el movimiento adventista no surgió a la existencia solamente como movimiento adventista, sino además debido a la desilusión que experimentó cuando ese advenimiento no se produjo, y a la reformulación de sus doctrinas como consecuencia de esa desilusión.

2. Desde el mismo principio la segunda venida de Cristo fue una de las diversas doctrinas sostenidas por este movimiento. Por otra parte, no se limitó a predicar la segunda venida, sino las circunstancias relacionadas con ella, y estos dos elementos pasaron a ser sumamente importantes como parte de la fe y la acción del movimiento.

3. Esas circunstancias resultaron refrendadas por la inspiración divina. De ese modo el movimiento obtuvo desde sus comienzos una fuente paralela de legitimidad además de las Escrituras: Una guía inspirada para su interpretación.

4. El movimiento heredó además un cuerpo de pastores profesionales. Debido a ello el concepto de igualdad entre los miembros tuvo sus limitaciones. Esto dio lugar también al desarrollo de ciertas especializaciones que no se encuentran en otros movimientos más estrictamente sectarios. Es evidente que en la Iglesia Adventista los pastores no mantienen exactamente la misma relación que mantienen sus colegas de otras organizaciones con sus respectivos miembros. Por otra parte, la existencia de un conjunto de personas que dedican todo su tiempo a la causa ha constituido una circunstancia decisiva en el desarrollo de esta organización.

5. Otros factores que explican por qué este movimiento se ha desarrollado de manera diferente son la educación, el régimen alimentario, la actividad médica y sanitaria, la libertad religiosa y la observancia del sábado.

Todos estos elementos han contribuido a aislar a los adventistas, manteniéndolos separados de la sociedad.

La educación ha sido para los adventistas un elemento sumamente importante, pues les ha permitido conservar un elevado porcentaje de su juventud. No estoy en condiciones de juzgar plenamente cuán importante ha sido la educación para conservar la identidad de la Iglesia Adventista, pero me siento inclinado a creer que ha sido decisiva para reforzar la conciencia comunitaria de sus miembros. Indudablemente eso ocurrió mientras se pudo lograr que la educación tuviera una base principalmente moral, y no tanto estrictamente técnica. (La tendencia de la educación en todas partes ha sido que lo moral cediera terreno ante lo técnico; no hay duda de que esto ha ocurrido también en las escuelas adventistas).

6. Finalmente, el curso seguido por este movimiento se debe en gran medida a la variedad de sistemas de liturgia que heredó, y a la relativa libertad que existe en su seno para adoptar la liturgia que sus miembros consideren más conveniente. No me corresponde decidir por qué los adventistas han adoptado tan diversos sistemas de liturgia. Pero si recordamos que procedían de distintas congregaciones, es posible concluir que la insistencia en la uniformidad litúrgica pudo parecer causa innecesaria de división y, además, un asunto secundario, puesto que Jesús vendría pronto. También es posible que el énfasis en la observancia del sábado haya reducido la importancia de la liturgia en sí para subrayar la ocasión de ponerla en práctica.

La influencia de los pastores profesionales

Tengo la impresión de que hay ciertos elementos evidentes en el conjunto de doctrinas y procedimientos de la Iglesia Adventista que sugieren una tendencia hacia la transición de secta a iglesia. El hecho de que exista un pastorado profesional es uno de ellos. Los pastores suelen comparar sus propias actividades con las de sus colegas de otros movimientos religiosos. Por eso mismo, pueden desarrollar intereses importantes relacionados con su propia actuación. Uno de ellos se refiere a la educación: al deseo de alcanzar el nivel intelectual de los pastores de otras organizaciones. Estos intereses, por supuesto, difieren de los de los laicos, y a menudo los pastores los cultivan, e imponen al resto del movimiento la necesidad de satisfacerlos.

Los pastores profesionales también desarrollan con el tiempo cierto interés en la investigación, y el deseo de saber qué dicen los intelectuales de la religión. Esto induce a los teólogos del movimiento no sólo a conseguir para sus conceptos el apoyo intelectual de que gozan los teólogos de otros movimientos, sino a exigir que se respeten sus asertos de acuerdo con ese mismo criterio.

Ese proceso implica no sólo el desarrollo de nuevos intereses. Muy posiblemente conduzca a la relativización de las doctrinas. Al establecer contacto con las ideas de los teólogos de otras organizaciones, el teólogo adventista tiene que compartir las bases en que se fundan, y aceptar ciertas premisas que pertenecen a la tradición teológica y no a la doctrina adventista. Este proceso muy bien puede conducir a una revisión de las enseñanzas, la historia, las esperanzas y las interpretaciones del movimiento.

Otras especializaciones y sus consecuencias

El hecho de que la organización adventista tenga universidades es, en sí, y en cierto modo, una evidencia de que esta secta está evolucionando. Que un extraño, el autor de este artículo, que sabe relativamente poco acerca del adventismo, haya sido invitado a referirse a este movimiento viéndolo desde afuera, es otro síntoma de una cierta tendencia liberal, que no se encuentra en las sectas sino después de una larga evolución.

La influencia que ejercen los especialistas sobre las diferentes tareas que debe realizar el movimiento puede producir también diversos tipos de relación entre tradicionalistas y liberales, entre intelectuales y hombres de fe, entre administradores y pensadores.

La existencia de un grupo especializado de pastores puede favorecer asimismo el desarrollo de otros profesionales, ya sea dentro del mismo grupo de pastores, e incluso otras especialidades. Por ejemplo, un movimiento tan polifacético como la Iglesia Adventista exige que sus especialistas sean expertos en diferentes disciplinas, particularmente en las relacionadas con la educación y la medicina (cada una de las cuales puede subdividirse a su vez en una cantidad creciente de especialidades). El desarrollo de esas especialidades demanda más administración, organización y coordinación, de manera que los cargos administrativos crecen en número e influencia.

Si se toma en cuenta la situación actual, especialmente en el campo de las misiones, la educación y la sanidad, la tendencia que observamos en el mundo nos permite vislumbrar una creciente centralización administrativa en detrimento de las actividades locales. La organización de la economía en diversos niveles y las crecientes subdivisiones técnicas exigen coordinación interna y mutua. Se depende cada vez más de un equipo sofisticado y costoso (en los hospitales, en los laboratorios dedicados a investigación, en los departamentos de contabilidad con sus computadoras, etc.) y con ello aumenta la probabilidad de que la organización central crezca proporcionalmente, con sus consiguientes subdivisiones jerárquicas y coordinadoras.

Al aumentar el control técnico y administrativo, es muy posible que lo haga en detrimento de lo estrictamente moral y espiritual, e incluso hasta de lo teológico, debido a las presiones que ejercen los nuevos métodos de organización. El incremento de la especialización es en sí mismo evidente en la actualidad en las organizaciones eclesiásticas. Es una característica definida de las grandes iglesias, y hay muchos indicios de que los adventistas podrían avanzar en esa dirección, con la posibilidad de llegar a adoptar sistemas de organización propios de una iglesia, debido precisamente a la especialización interna y al control administrativo.

Estoy enterado, sin embargo, de que a pesar de las tendencias que se observan en el mundo, el movimiento adventista mantiene un equilibrio interesante y, en muchos sentidos, singular, de “economía mixta”, ya que coexisten en su seno empresas oficiales y privadas, tales como hogares de ancianos, sanatorios, imprentas y fábricas de alimentos.

¿Se está “denominacionalizando” la Iglesia Adventista?

El “denominacionalismo”, es decir, el proceso por el cual una secta pasa a ser iglesia implica situaciones complejas que incluyen una creciente tolerancia hacia otros movimientos, la atenuación de las características distintivas de la organización, tendencia a no darle tanta importancia a los límites sectarios y al empleo decreciente de recursos para mantener esos límites. Las iglesias también se acomodan a la cultura secular y en gran medida aceptan sus actitudes. Se llega a un punto de. transigencia en las obligaciones morales. Ese punto se encuentra en algún lugar entre las normas ideales y oficiales de la organización, y los hábitos ordinarios y comunes de la gente. También se manifiesta una dependencia cada vez mayor de los instrumentos seculares y políticos de control, que reemplazan paulatinamente a los métodos internos.

La disposición a colaborar por encima de las barreras sectarias en una cantidad de empresas especiales, incluso corriendo el riesgo de “perder” a los que están íntimamente vinculados con esas empresas, es una de las características definidas del proceso de “denominacionalización”.

Es evidente que en ese sentido los adventistas todavía tienen un largo camino que recorrer. Hay, por supuesto, varias barreras importantes que han impedido que esta organización “avance” hacia esa meta.

¿Qué impide la “denominacionalización”?

En primer lugar, está la observancia del sábado que, tal vez más que cualquier otra cosa, ha mantenido separados a los adventistas y les ha permitido conservar sus diferencias. Esta doctrina es al mismo tiempo la que menos entienden los que no forman parte del movimiento. Es un signo de identidad, una señal distintiva, un recurso sectario que mantiene y reafirma los límites de la organización, y por poco que se ponga énfasis en él, da la idea de una “élite”, es decir, de un grupo seleccionado.

Asimismo, la doctrina de la inspiración especial recibida por ellos separa a los adventistas de los miembros de otros movimientos, para quienes este asunto constituye un rasgo distintivo y sectario. Mientras los demás movimientos religiosos mantengan aislados a los adventistas, el proceso de “denominacionalización” no va a progresar, porque en primer lugar no es posible que se produzca plenamente el proceso de desarrollo observado en otros movimientos cristianos, y en segundo lugar porque seguramente los adventistas van a reaccionar para mantenerse separados.

La actitud de los adventistas hacia la alimentación es también un factor distintivo sumamente importante. Observamos en este aspecto una evolución que parte de las prescripciones del Antiguo Testamento, y que llega a las enseñanzas más amplias de la Sra. de White. La actitud de los adventistas hacia estas doctrinas refuerza sus creencias distintivas y condiciona su manera de vivir. Al mismo tiempo constituyen importantes símbolos de su separación del mundo.

En cierto modo el hecho de que los adventistas se separen voluntariamente del resto del mundo, se concentren en ciertas regiones especiales, a lo menos en los Estados Unidos, ha constituido un factor poderoso para consolidar su aislamiento. Las sectas son comunidades, y los adventistas, a pesar de la difusión que han logrado alcanzar, han conservado muchas de las características de una comunidad. Por supuesto, debido a esa circunstancia, es evidente el control que ejerce el grupo social sobre sus miembros, el énfasis que se da a los valores que sostiene, y la conservación de las diferencias que existen entre sus ideales y los de los demás seres humanos.

El desarrollo de los medios de comunicación limita la posibilidad de mantener a un grupo separado del resto del mundo, debido a que implica la transmisión masiva de noticias, ideas, valores, estilos y modas provenientes de centros que escapan al control del movimiento. Por eso, la vida comunitaria y el aislamiento de las sectas han disminuido mucho desde la segunda guerra mundial.

Otras características distintivas

Para el observador hay además otras características distintivas en este movimiento que no se pueden pasar por alto. En primer lugar, mencionaremos el equilibrio que existe entre la autonomía local y el orden jerárquico. Los adventistas están orgullosos de su organización, y no hay duda de que mantienen un equilibrio extraordinario entre el centro y la periferia, gracias a la participación de diversos organismos intermedios que van desde la base hasta la cúspide, y que gozan de considerable autonomía propia.

Posiblemente la existencia de estos diversos organismos nos permita entender el carácter multifacético de este movimiento, tan diferente de otras sectas. Ya hemos mencionado lo variado de su ^liturgia. Nos referiremos ahora a algunos de sus aspectos paradójicos, es a saber, el hecho de que se observe una gran amplitud de miras combinada con un exclusivismo evidente, como asimismo un cierto ecumenismo vinculado con un separatismo notable. (La tendencia ecuménica está afectando a muchos movimientos. Las divisiones están pasadas de moda en el seno de una sociedad dinámica, en la que prevalece la tolerancia).

Existe también en la Iglesia Adventista un delicado equilibrio entre las organizaciones locales y un movimiento internacional. Es posible que esta característica no se manifieste sólo entre los adventistas, puesto que todas las grandes sectas modernas fomentan las actividades locales al mismo tiempo que se enorgullecen de su presencia internacional. Pero los adventistas lo logran en medida notable gracias a la escuela sabática, pues por medio de ella consiguen que sus miembros sean plenamente conscientes de que forman parte de un movimiento mundial.

No obstante, lo dicho, parece que existen en la Iglesia Adventista algunas causas de tensión. El adventismo es polifacético, y esta característica es a la vez fuente de fortaleza y de problemas. Si clasificáramos a los seres humanos en erizos y zorros, como lo hace Sir Isaiah Berlín, es decir, si llamáramos erizos a los que, cuando enfrentan dificultades echan mano de una sola cosa grande e importante, y llamáramos zorros a los que en la misma situación recurren a muchas cosas, entonces tendríamos que decir que los adventistas son zorros. Si les preguntamos cómo puede el hombre enfrentar sus dificultades, se referirán a la educación, a la alimentación sana, a una cantidad de medidas higiénicas, a una serie de cosas que se deben evitar y finalmente, como solución de todos los problemas, a la esperanza de la segunda venida de Cristo. Sin embargo, lograr equilibrar todos estos asuntos (y algunos más que no hemos mencionado), no es tan fácil después de todo.

No podemos dejar de mencionar la apertura que se advierte en el adventismo, especialmente con respecto a la educación. Para todas las sectas, la educación es un gran problema, puesto que en su forma moderna se opone a diversas premisas que son fundamentales para la religión. No es secreto para nadie, por ejemplo, que la mayor parte de los docentes de las Islas Británicas no profesan creencia religiosa alguna.

La Iglesia Adventista y la educación

La educación, tal como se la concibe en ciertos círculos modernos, no acepta el concepto de la inspiración divina. Los fenómenos y los acontecimientos sobrenaturales repentinos escapan a su esfera de acción, y esos fenómenos (tales como la inspiración o los carismas) y esos acontecimientos (ya sea ocurridos en los tiempos bíblicos o que van a ocurrir en el futuro, según la profecía) son básicos en la teología adventista, y se encuentran implícitos (aunque no se les dé énfasis actualmente) en la teología de muchas de las iglesias de la cristiandad.

Por curioso que parezca, tal vez sea más fácil que la ciencia se avenga a la religión que los ramos humanísticos. La ciencia acepta que ciertas causas desconocidas pueden producir ciertos fenómenos inexplicables.

El arte también plantea sus problemas, puesto que ofrece una gama de valores que se suman a los que promueve la religión. Le dan un valor relativo a la experiencia humana y frecuentemente incursionan (particularmente la literatura y la poesía) en ciertos aspectos de ella que contrastan agudamente con los ideales contemporáneos de moralidad, mucho más, por cierto, con los conceptos morales ideales de la cristiandad, y en forma muy particular con los ideales que en este aspecto sostienen las sectas.

La apertura que en el campo de la educación están manifestando los adventistas puede obligarlos más adelante a enfrentar estos problemas, aunque no los puedan resolver inmediatamente. Es evidente que las energías y los recursos que han dedicado a su amplio programa de educación sobrepuja lo realizado por cualquier otro grupo religioso. Pero no hay que olvidar que el prestigio de la educación en el mundo secular es difícil de socavar, aun frente a la fe y a la certidumbre doctrinal. Un movimiento abierto a la educación no puede evitar este problema, aunque disponga de una amplia base para fundar su esperanza.

Tarea difícil: Estar en el mundo y no ser del mundo

Para el observador, las presiones que se ejercen sobre los movimientos religiosos separatistas están en proporción directa con la medida en que se abran al mundo. La evangelización no les permite a los adventistas darle la espalda a la sociedad en general, y sin embargo ella misma también les plantea problemas debido a su insistencia en ciertos valores morales que entran en conflicto con el tipo de moralidad que practica el mundo circundante.

Puesto que las relaciones sociales trascienden los límites de la comunidad, la adherencia a ciertas normas morales sostenidas por los grupos separatistas puede ser muy difíciles de sostener, puesto que esos preceptos fueron forjados teniendo en cuenta un tipo de relaciones mucho más estrechas. En la actualidad parece que cada vez resulta más difícil estar en el mundo y no ser del mundo.

Sin embargo, los adventistas aparentemente continúan librando esta batalla con bastante éxito.


Referencias

[i] Véase la primera parte de este artículo publicada en el número anterior de esta revista. — Nota de la Redacción.