Una de las declaraciones más alarmantes que he oído me la hizo un colaborador en la obra. Comentábamos en torno a la obra evangélica. y él dijo: “En lo que a mí se refiere, el evangelismo está muerto, hermano”. Si ésta fuera la opinión de un solo hombre, podría descartarse sin mayor preocupación. Pero temo que haya demasiados hombres que comparten este mismo sentir. De alguna manera, muchos obreros se han convencido de que el evangelismo se ha hecho anticuado, que es una cosa del pasado. Lo consideran bueno para los días de Pedro y de Pablo, o bien para la primera época de la predicación de los tres mensajes angélicos. ¡Pero de ninguna manera para HOY! Actualmente se da importancia a cualquier otra cosa. Nuestro tiempo es más que consumido por las campañas y las juntas. Empleamos tiempo y energía en aconsejar, en orientación matrimonial y en hablar de la psicología de la enseñanza infantil. No queda tiempo para el evangelismo público.
Además, el evangelismo exige paciencia, energía y largas horas de visita, muchos sermones nuevos, y es difícil obtener la debida ayuda de los miembros laicos. Y así procuramos justificar la falta de evangelismo enterrándonos bajo un impresionante programa de promoción de campañas y esfuerzo en la obra de Dios. En verdad no hay nada de inconveniente en la activación de campañas, en las juntas o en otros trabajos. “Esto era menester hacer, y no dejar [evangelismo] lo otro”.
Por permiso especial de la revista Newsweek y de la Quaker State Metals Company, quisiera compartir con vosotros la siguiente historia: Un hombre vivía junto al camino y vendía hot dogs.
Él… no tenía radio, y como tenía dificultad con sus ojos, no leía los periódicos.
Pero vendía buenos hot dogs.
Colocó un aviso en el camino, donde decía cuán exquisitos eran.
Se paró junto al camino y pregonó:
“Señor, compre un hot dog”. Y la gente compró.
Aumentó sus pedidos de salchichas y de panecillos, y compró un local más amplio para atender su negocio.
Trajo a su hijo del colegio para que le ayudara. Y entonces sucedió algo.
Su hijo le dijo: “Papá, ¿no has escuchado las noticias de la radio? Hay una gran depresión económica. La situación internacional es terrible, y la situación doméstica es peor todavía”.
Entonces su padre pensó: “Bueno, mi hijo ha estado en el colegio.
El escucha la radio y lee los periódicos, así que él debe saber”.
“Estás en lo cierto, hijo —le dijo el padre al muchacho—. Verdaderamente vivimos en medio de una gran depresión”.
Casi no es necesario hablar de la aplicación que tiene esta historia, porque es evidente. Hay muchos obreros que no saben que el evangelismo es imposible. ¡Gracias a Dios! Nunca oyeron decir que estuviera pasado de moda y que fuera anticuado. Y están ganando a mucha gente perdida para Cristo, a veintenas, a cientos, sí, y a miles. No les digáis que es imposible, o que métodos nuevos y más flexibles han desplazado al viejo evangelismo. ¡No lo hagáis!
La sierva del Señor declara: “Ahora es el tiempo para dar la advertencia final. Hay un poder especial en la presentación de la verdad en el tiempo presente” (Evangelismo, págs. 16, 17). ¿Cuándo? ¡Ahora! “Pero ¿cuánto más durará? —Sólo poco más. Si alguna vez hubo una crisis, es ahora” (Ibid.). Este año es el tiempo cuando hay que amonestar y salvar a los miles que viven sin Cristo. No debemos conformarnos con sentarnos ociosamente y dejar que los valiosos minutos y las preciosas almas sin amonestar se escurran hacia la eternidad.
Cuando Dwight L. Moody fue criticado a causa de los métodos evangélicos que empleaba, dijo: “Me gusta más mi manera de hacer lo mejor que su manera de no hacerlo”. Es mejor lanzarse al evangelismo y hacer algo, aunque vayan incluidos unos pocos errores, que no hacer nada.
Cierta vez un hombre entró a un museo y contempló con asombro el cuerpo embalsamado de un pez enorme. Después de cuidadosa y prolongada inspección se retiró exclamando, con aire de persona entendida: “El hombre que pescó ese pescado es un mentiroso”. Muchas personas están diciendo con su actitud: “Los hombres que ganan muchas almas a través del evangelismo están exagerando. No puede hacerse tal cosa. Es imposible”. Pero, hermano, se está haciendo. Sí, en el norte, en el sur, en el este, y en el oeste. Y Ud. También puede hacerlo.
Es indudable que hay lugares y condiciones particulares que tornan más difícil la obra de ganar almas. Pero si no puede hacerse, debemos concluir que el Maestro nos pidió lo imposible cuando dio a -sus seguidores la comisión de “ir” y “enseñar”. Por nuestra actitud denotamos que servimos a un Dios que no puede ayudarnos a cumplir esta gran comisión. Yo no creo tal cosa, y no debiéramos permitirnos ni siquiera pensarla.
Estando hoy casi en las mismas playas de la eternidad, frente a terribles acontecimientos, es el tiempo y el lugar para decir: “Hermano, el evangelismo es posible”. Es posible para el pastor, para el director departamental, para el presidente de asociación, y para el profesor de Biblia de un colegio. Es tiempo para que animemos, elevemos, vigoricemos y vitalicemos a cada obrero colaborador en la viña del Señor.
Démosle a la trompeta el sonido certero, trabajando todos unánimemente. Un viejo predicador de color expresaba esta idea de la manera siguiente: “Mi Señor va a revolver el mundo malvado, y a mí me va a usar como la cuchara”. Dios necesita y desea contar con cucharas consagradas para revolver esta tierra hundida en el pecado, devastada por la enfermedad y condenada a perecer, necesita a hombres decidido en cada campo del mundo, división, unión, asociación e iglesia.
“Dadnos hombres para emparejar con nuestras montañas”, exclama el poeta. Tengo la firme convicción de que Dios no tiene otros hombres mejores y más capaces que los qué pueden encontrarse en las filas del -ministerio adventista. Yo creo, también, que no hay mayores montañas de oportunidad y servicio que las que enfrenta el portador de los mensajes de los tres ángeles. ¿Por qué, entonces, hermano colaborador, no estamos amonestando a más gente y ganando más almas?
Dios se propuso que no hubiera ningún trabajo más elevado o que proporcionara más satisfacciones, que la tarea de ganar almas para su reino celestial. Y sin embargo, aunque durante años hemos estado uncidos al aparejo, por así decirlo, muchos nunca han experimentado la emoción del evangelismo, de pescar peces humanos a redadas. “Ganar almas para el reino de Dios debe ser su [de los obreros] primera consideración” (Obreros Evangélicos, pág. 31).
De vez en cuando vemos una iglesia afligida por conflictos internos. Y cuando se encuentra uno con tal iglesia, puede suponer que ha pasado mucho tiempo desde que sus miembros trabajaron activamente en la ganancia de almas. Recordad que “una muía que tira no puede patear, y una muía que patea no puede tirar”. Ocupaos, y ocupad vuestra grey en buscar, orar y trabajar por las almas, y desaparecerán los conflictos y las dificultades. Es una cura infalible.
El evangelismo asegura un creciente conocimiento de las Sagradas Escrituras, un arraigamiento en las doctrinas del mensaje adventista. y una mejor comprensión de las doctrinas de otras iglesias. Ante las perspectivas de tan variadas bendiciones, cada obrero debiera encontrar tiempo para el evangelismo.
Leamos la siguiente declaración del libro Evangelismo: “Entre los habitantes del mundo, esparcidos por todos los países, hay quienes no han doblado sus rodillas delante de Baal. Como las estrellas del cielo, que aparecen sólo de noche, estos fieles brillarán cuando la oscuridad cubra la tierra y den-as tinieblas a la gente. En el África pagana, en los países católicos de Europa y en Sudamérica, China, India, en las islas, y en todos los oscuros rincones de la tierra, Dios tiene en reserva un firmamento de elegidos que brillarán en medio de las tinieblas, revelando claramente ante un mundo apóstata el poder transformador de la obediencia a su ley” (págs. 706, 707).
“El fin se acerca; avanza sigilosa, imperceptible y silenciosamente, como el ladrón en la noche. Concédanos el Señor la gracia de no dormir por más tiempo, como otros lo hacen, sino que seamos sobrios y velemos. La verdad está a punto de triunfar gloriosamente, y todos los que decidan ahora colaborar con Dios triunfarán con ella. El tiempo es corto; la noche se acerca cuando nadie podrá trabajar” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 353). Tanto como vosotros, yo deseo ver terminada la obra. Juntos debemos buscar el derramamiento de la lluvia tardía. Hemos predicado acerca de ello, orado por ello, y cantado, durante tanto tiempo. Hermanos, vivamos con más humildad, trabajemos más conscientemente, y preparémonos más definidamente para que Dios sepa que estamos listos para recibir su don.
Las promesas de Dios para el decidido obrero que promueve el evangelismo abundan. Mencionaremos sólo algunas de ellas.
1. Se repetirá el poder del movimiento de 1844. “El mensaje del tercer ángel avanzará, no con medios tonos, sino en alta voz” (Testimonies, tomo 5, pág. 252).
2. “Muchos que han vagado lejos de la grey volverán para seguir al gran Pastor” (Id., tomo 6, pág. 401).
3. “Pronto Dios hará grandes cosas por nosotros. Pronto se convertirán más de mil en un solo día” (Evangelism, pág. 693).
4. Se repetirá el poder pentecostal (Id., pág. 692).
En los tiempos apostólicos, hombres conmovidos por Dios, sacudieron el mundo con su mensaje. ¿Qué está sacudiendo nuestro mundo hoy? ¿Es el mensaje de los tres ángeles? No. Son los sputniks, las armas nucleares y los cohetes Inter espaciales.
En mi botiquín hay una botellita con esta advertencia: “Agítese bien. Los ingredientes sedimentados son importantes”. Que Dios nos ayude a sacudirnos bien hasta que nuestros ingredientes sedimentados, soñolientos y sin utilizar se pongan en actividad. Después, por su gracia, comencemos a sacudir el mundo en el mismo lugar en donde estemos.
“Ha llegado el tiempo en que, por medio de los mensajeros de Dios, se está desenvolviendo el rollo ante el mundo. La verdad contenida en los mensajes del primero, segundo y tercer ángel, debe ir a toda nación, tribu lengua y pueblo; debe iluminar las tinieblas de todo continente, y extenderse hasta las islas de la mar.
No debe dejarse dilatar esta obra de gran importancia.
“Nuestro santo y seña debe ser: ¡Adelante, siempre adelante! Los ángeles de Dios irán delante de nosotros para prepararnos el camino.
Nunca podremos deponer nuestra preocupación por las regiones lejanas antes de que toda la tierra esté iluminada con la gloria del Señor” (Obreros Evangélicos, págs. 486, 487).
Unamos nuestras manos, apreciados colaboradores de todo el campo de siega del Señor, en una renovada dedicación para terminar en esta generación la gran obra inconclusa. ¿No diréis junto conmigo: “¡Hermano, es posible?
Sobre el autor: Director de música del equipo evangélico integrado por Spillman, Lyman y Wyman