Cómo manifestaban los israelitas su preocupación por los pobres, sin declarar explícitamente que la práctica fuera obligatoria para la iglesia de hoy.

¿Hay alguna evidencia bíblica para esta práctica? ¿A qué grado, si lo hay, estamos obligados a devolver a Dios un segundo diezmo? Los antiguos israelitas participaban de una amplia variedad de actos sacrificiales, incluyendo ofrendas de buena voluntad para diferentes propósitos, y diezmos de los productos y los animales. ¿Qué aspectos del sistema de mayordomía del Antiguo Testamento son vigentes para la iglesia cristiana actual? En realidad, el Antiguo Testamento no usa el término ‘segundo diezmo’. Sólo habla de diezmo o diezmos. ¿Dónde se originó, entonces, el concepto de un segundo diezmo?

Algunos estudiosos de la Biblia ven una aparente contradicción en las leyes de los diezmos del Antiguo Testamento. Ven un código que invita a traer el diezmo para los levitas (Núm. 18:21-24), y otro sugiere que los diezmos podrían ser consumidos por el adorador (Deut. 14:22-26; 26:12-14).

Quizá había dos diezmos diferentes, el primero era sagrado, reservado para los levitas (Núm. 18:21-24; Lev. 27:30-32), mientras que el segundo era para compartirlo con los huérfanos y las viudas (Deut. 14:22-29). La Universal Jewish Encyclopedia (Enciclopedia Judía Universal) sugiere que los rabinos talmúdicos tenían esta idea del sistema del diezmo.[1]

Algunos eruditos ven, incluso, el concepto de un tercer diezmo, en el Antiguo Testamento. La Enciclopedia Católica sugiere que después del primer diezmo, destinado a los levitas, ‘El remanente de la cosecha se dividía de nuevo en diez partes, y el padre de familia llevaba un segundo diezmo al santuario para usarlo en una fiesta sagrada para su familia y para los levitas. Si el viaje hacia el templo era normalmente largo, la ofrenda en especie podía convertirse en dinero. En la época de dar el diezmo trienal, se volvía a sacar el diezmo y se consumía en el hogar con la familia del adorador, los levitas, los extranjeros y los pobres. Este año trienal se llamaba el año del diezmo’ (Deut. 26:12).[2]

El Libro de Tobías (siglo segundo a. C.) parece apoyar este concepto de un diezmo múltiple: “Tobías informa que cuando él era joven, antes de ser llevado cautivo por los asirios y transportado a Nínive, traería los primeros frutos, los diezmos de los productos, y la primera esquila a Jerusalén. También dio tres diezmos: presentó el primer diezmo a los levitas (en armonía con Números 18), ofreció el segundo diezmo en Jerusalén (como lo requiere Deuteronomio 14), y dio el tercer diezmo a los necesitados (como se especifica en Deuteronomio 14 también)”.[3]

Pero en lo que respecta a la Biblia, no tenemos evidencia concluyente para la obligación de dar un segundo diezmo. Puesto que se acepta a Moisés como el autor de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, es extraño que no hubiera diferenciado con toda claridad entre el diezmo de Números 18 y el de Deuteronomio 14, si es que hay alguna diferencia. A algunos les será más fácil ver en estos dos pasajes diferencias de tiempo y uso. Admitimos que la tradición judía, al aceptar la unidad de los libros de Moisés, llegó a distinguir entre un primer y un segundo diezmo.

Pero ahora llegamos al meollo del asunto: Si el antiguo Israel devolvió un segundo diezmo, ¿qué debería requerirse de los cristianos en la actualidad?

Elena G. de White no vio un mandato claro. Se refirió al segundo diezmo al describir cómo los israelitas manifestaban su preocupación por los pobres, nunca declarando explícitamente que la práctica es obligatoria para la iglesia de hoy.[4]

Quienes promueven un segundo diezmo basados en el ejemplo de los israelitas de dar una cuarta, e incluso una tercera, parte de sus entradas para propósitos caritativos y religiosos, debieran recordar que la teocracia del Antiguo Testamento no cobraba los impuestos civiles por separado. Las dádivas para el sistema del santuario sostenían la vida total, secular y religiosa, de la nación.

En la actualidad, los ciudadanos de la mayoría de los países pagan sus impuestos que contribuyen a la educación, la beneficencia pública y el servicio hospitalario. De este modo, quienes consideran que sus impuestos son parte de su segundo diezmo no debieran ser condenados. Deberíamos respetar también las convicciones de aquellos que creen que las cuotas de la escuela de iglesia son gastos hechos con propósitos caritativos y de benevolencia, y por lo tanto son aplicables a su segundo diezmo también. Otros podrían usar su segundo diezmo en forma justa sosteniendo a las viudas y a los huérfanos. A la luz de Deuteronomio 14, esta prerrogativa pertenece a los miembros de la iglesia.

En suma, el concepto de un segundo diezmo, como es promovido por algunos en la iglesia, ha dado como resultado, sin lugar a dudas, una ganancia financiera para las iglesias y beneficios espirituales para muchos miembros. Sin embargo, debemos reconocer que es posible que algunos se sientan innecesariamente culpables al no poder alcanzar esa elevada norma de la mayordomía. La armonía de los principios cristianos de libertad y sacrificio podría descartar el concepto de un segundo diezmo estricto para algunos, pero a la vez conduciría a otros, que gozan de una mejor situación financiera, a devolver, no sólo un segundo, sino un tercero y hasta un cuarto diezmo.


Referencias

[1] . Joseph Marcus, “Tithe”, The Universal Jewish Encyclopedia, Isaac Landman, ed. (New York: The Universal Jewish Encyclopedia, Inc., 1943), tomo 10, pág. 254.

[2] The Catholic Encyclopedia, 1912 ed., s.v. “Tithes”, Véase también The International Standard Bible Encyclopedia G. W. Bromiley, gen. ed., tomo 4 (Grand Rapids, Michigan: W. B. Eerdmans Pub. Co., 1988), pág. 863.

[3] The Encyclopedia of Religion, Mircea Eliade, ed. (New York: Macmillan Publishing Co., 1987), s.v., “Tithes”.

[4]  Patriarcas y profetas, pág. 530.