No hace mucho, uno de los dirigentes de nuestra denominación en uno de nuestros centros importantes, mientras estaba de viaje recibió de su hija la siguiente carta, tan elocuente, que no necesita comentarios. He aquí la carta:

 “El último fin de semana lo pasé en * * *. Esa gente dedicó su nueva iglesia, que es muy hermosa. No me agradaba mucho la idea de pasar todo el domingo en la iglesia, pero después de todo no resultó tan malo.

 “Como tú sabes, pertenecen a la Iglesia de los Hermanos. Creen en el bautismo y guardan el domingo.

 “Después de la escuela dominical, fuimos a la iglesia. Me sorprendí de ver a todos los jóvenes en el coro y ninguno sentado en el auditorio junto a mí.

 “Después del sermón, todos bajaron al subsuelo para almorzar juntos. Las señoras habían traído algo de comer. Todos, inclusive yo, comimos bien. Después de eso subimos al templo para celebrar el culto de dedicación, que fue muy interesante. Entonces noté cuán silenciosos y quietos permanecieron todos, sin que nadie saliera, a diferencia de lo que ocurre siempre en nuestra gran iglesia de * * *.

 “Después de la reunión de la tarde, bajamos nuevamente al subsuelo para ceñar. Y una vez concluida la cena volvimos a subir para celebrar una reunión, que estuvo a cargo de jóvenes más o menos de mi edad. Una de las señoritas dirigió la música y un muchacho leyó un pasaje de la Biblia y elevó una oración muy ferviente. ¡Todos eran tan buenos y tan espirituales que me parecía estar en el cielo! ¡Y después de esto tuvieron otro culto más!

 “Todos estos cultos eran largos, puesto que duraron varias horas, pero resultaron muy interesantes. Los pastores no hablaron de sus viajes, sino de la Biblia y de Dios. No quisiera hablar mal de los adventistas, pero te aseguro que esos cultos me satisficieron. Me gustaría que nuestros jóvenes fueran tan espirituales como éstos. ¡Asistí a cinco cultos en ese día!”

 ¿Será posible que algunos de nuestros jóvenes dejen la impresión a veces, de que los jóvenes de otras denominaciones son más fervorosos y consagrados que los jóvenes adventistas? ¿Y será posible también que reciban la impresión de que los pastores de otras denominaciones dan mensajes más inspirados y más llenos de la verdad, que algunos de los que escuchamos en nuestras iglesias?

 A nuestros hermanos les gusta oír informes de los progresos de la obra de Dios en el campo mundial, y de este modo se sienten más inspira’ dos para dar con mayor generosidad para la causa de las misiones. Pero, desgraciadamente, en algunas ocasiones tales sermones son poco más que informes de viajes, maravillosos en si pero no constituyen un mensaje espiritual.

 ¿No sería bueno que todos nuestros sermones basados en incidentes, y sermones que contengan historias buenas e interesantes acerca de las misiones, no excluyan el alimento espiritual genuino, que esperan jóvenes y ancianos?

 Hemos escuchado sermones tales y nos hemos sentido inspirados con las historias oídas y nos hemos sentido elevados con las lecciones espirituales que se nos han presentado. ¡Dios quiera que siempre obren así los pastores adventistas!

El Poder de la Oración

Mi esposa tiene la buena costumbre de organizar un grupo de oración formado por señoras, en todo lugar donde trabajamos. Este grupo se reúne todos los sábados de tarde en la iglesia.

 Ocurrió que cuando comenzamos a trabajar en San Blas, San Pablo, Brasil, ella organizo su grupo de oración como de costumbre. Por aquel entonces asistió a las reuniones la esposa de un hombre que antes había sido adventista pero que había abandonado la iglesia por causa de su infidelidad en el pago del diezmo y por violar el sábado. Esa hermana pidió que se orara especialmente por su esposo apóstata.

 De modo que cada sábado este grupo de oración oró por ese hombre, y como resultado de ello este señor ha regresado a la iglesia y constituye un testimonio viviente del poder de la oración. Es feliz al servir al Señor, y otra asiste de nuevo junto con su Coposa a los culto5 del sábado.

 El grupo de oración continúa elevando plegarias en favor de otras personas, y en numerosos casos el Señor ha escuchado y respondió estas oraciones.