¿Qué creen los adventistas acerca de los ángeles y los demonios? ¿Creen que son espíritus de los muertos? El Diablo, ¿es una persona, o simplemente una influencia maligna; un mito o una realidad?

Los adventistas creen que los ángeles son seres creados, de un orden superior al de los hombres. (Heb. 2:7.) Fueron creados, antes que el hombre, por el Hijo de Dios. (Col. 1:16.) Son superiores a los hombres en fuerza y poder. (2. Ped. 2:11.) Son seres gloriosos. (Mat. 28:2, 3), y habitan en el cielo. (Mat. 18:10.)

Entendemos que forman parte de “toda la familia” de Dios “en los cielos y en la tierra” (Efe. 3:14, 15.) Se mencionan distintas categorías de ángeles, tales como los querubines y los serafines. (Eze. 10:19, 20; Isa. 6:2,6.) Y el apóstol Pablo se refiere a principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, y huestes espirituales de maldad. (Efe. 6:12; comparar con Col.2:15.) Algunos ángeles fueron inducidos a la rebelión, y como resultado de ello fueron expulsados del cielo. (2 Ped. 2:4.) Estos ángeles caídos son llamados demonios o “espíritus inmundos” (Mat. 8:16, 28-32; Mar. 5:13; 1 Cor. 10:20, 21).

Con relación a Satanás, mantenemos la enseñanza de la Biblia, es a saber, que es definidamente un ser personal: El adversario supremo de Dios y los hombres. Cristo lo llamó “el malo” (Mat. 13:19). Sin embargo, una vez fue un ángel de luz, el principal de los ángeles. Se llamaba “Lucifer, hijo de la mañana” (Isa. 14:12-24). Pero cayó de su elevada posición. (Eze. 28:13-18; Luc. 10:18; Juan 8:44), y atrajo a una hueste de ángeles llevándolos primero al descontento y luego a la abierta rebelión en contra de Dios y su gobierno. (2 Ped. 2:4; Jud. 6.) Ahora es el príncipe de los demonios (Mat. 12:24), y encabeza las legiones de ángeles malvados del reino adversario que está en mortal conflicto con el reino de Dios y de Cristo. (Apoc. 12:7-10.)

Por lo tanto, creemos que Satanás no es más que un ser creado, aunque del más alto rango. Se lo llamó “querubín grande, protector” (Eze. 28:14). Se lo describió como “lleno de sabiduría y acabado de hermosura” (vers. 12). Era la personificación de la perfección de lo creado, y aparentemente dirigía la adoración de todo el universo. Estaba en el “monte de Dios”, donde el Señor manifiesta su gloria, y era “perfecto” en sus caminos hasta que la “iniquidad” se desarrolló en él. (Vers. 14, 15.) Su corazón se enalteció a causa de su hermosura, y su sabiduría se corrompió a causa de su esplendor. (Vers. 17.) La ambición malsana y los celos lo arruinaron y lo colocaron al frente de una hueste de ángeles en rebelión contra Cristo y Dios. (Apoc. 12:7-9.) Como resultado, fue expulsado del monte de Dios (Eze. 28:16), y arrojado por tierra. (Vers. 17; Isa. 14:12.) Ahora es el príncipe de los demonios. (Luc. 11:14-18.) Este ser celestial, que “no ha permanecido en la verdad” (Juan 8:44), estuvo en el “Edén, en el huerto de Dios” (Eze. 28:13), produjo la caída de Adán y Eva haciéndolos dudar de la palabra de Dios y de su bondad. (Gén. 3:1-5.) Adán cayó y la muerte vino como consecuencia de su pecado y su desobediencia. (Rom. 5:12.) Satanás, el archiengañador, está “rodeando la tierra y andando por ella” (Job 1:7; comparar con 1 Ped. 5:8), ya que ésta es ahora su campo de acción. Es el causante del pecado y sus frutos de enfermedad y muerte. (Eze. 28:15; Luc. 13:16; Juan 8:44; Hech. 10:38; Heb. 2:14.)

En contraste con Cristo, el “Santo” (Hech. 2:27; 13:35), Satanás es llamado “el malo”. (Mat. 13:19.) Es la personificación de la maldad consumada. En él surgió el pecado. Es el padre de la mentira. (Juan 8:44.) Se lo llama el “príncipe de la potestad del aire” (Efe. 2:2), el “príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14: 30; 16:11), el “dios de este siglo” (2 Cor. 4:4). Aunque no es todopoderoso, tiene poder, y el hombre no podrá vencerlo sin el poder divino. Para resistirlo, deberá someterse a Dios (Rom. 6:17-21; Sant. 4:7), depositar su confianza en la fortaleza divina, y vestirse de toda la armadura de Dios. (Efe. 6:10-17.)

Los perdidos están bajo el “poder de Satanás” (Hech. 26:18), y los malvados yacen en sus brazos. (1 Juan 5:19.) Posee muchos recursos ingeniosos (2 Cor. 2:11); hasta puede transformarse en ángel de luz. (2 Cor. 11:14.) Ciega a los hombres para que no perciban la luz del Evangelio divino. (2 Cor. 4:4.) Y arrebata la Palabra de Dios cuando es sembrada en los corazones. (Luc. 8:12.)

Atrapa a los hombres (1 Tim. 3:7; 2 Tim. 2:26), poniendo propósitos malvados en sus corazones (Juan 13:2; Hech. 5:3), y hasta entrando en ellos. (Luc. 22:3.) Siembra la cizaña en el terreno de Dios (Mat. 13:25,39), y obra señales y prodigios mentirosos para consumar su engaño. (2 Tes. 2:9, 10.) Satanás tiene “ministros” que cumplen sus órdenes (2 Cor. 11:14, 15), e iglesias que realizan su obra. (Apoc. 3:9.) Inculpa y acusa a los “hermanos” ante Dios, día y noche. (Job 1:6-12; 2:1-6; Apoc. 12:9, 10.)

Pero Satanás ha estado bajo una maldición constante desde que sedujo al hombre en el Edén. (Gén. 3:15.) Su destino está determinado. El fuego eterno se preparó para él y sus ángeles. (Mat. 25:41; Apoc.20:10.) Cristo vino a la tierra y tomó nuestra naturaleza para destruirlo juntamente con sus obras. (Heb. 2:14; 1 Juan 3:8.) Cuando Cristo vino a reclamar a los suyos, Satanás trató de derrotarlo (Mar. 1:12, 13), y desde entonces se dedicó a perseguir a la iglesia. (Apoc. 12:12, 17.) Pero su poder y su dominio recibieron un golpe mortal en el Calvario: Ya es un adversario derrotado. (Juan 12:31; 16:11; 1 Juan 3:8.) Pronto será aplastado bajo los pies de los santos. (Rom. 16:20.) (Continuará.)