Para comprender el lugar de la música en el culto y escoger la clase de música apta para ser usada en los servicios religiosos, es necesario enfocar el problema desde dos ángulos: la historia y las funciones de la música religiosa.

En el artículo anterior tratamos de hacer un comentario sobre el aspecto histórico y en artículos previos habíamos considerado las funciones de la música en la religión. Repetimos algunas consideraciones, puesto que son fundamentales:

1.   La música tiene un gran poder de evocación y trae a la mente de los oyentes los pensamientos que se habían relacionado previamente con esa melodía.

2.   A través de los siglos la música religiosa se ha ido enriqueciendo gracias a la adopción de trozos profanos, cuyo uso continuado los ha identificado tan plenamente con los usos litúrgicos que en este momento evocan en los fieles ideas religiosas.

Estos hechos son más importantes y deben primar más que nuestras preferencias personales en la selección de la música para su uso dentro de las horas de culto, tendiendo siempre a la mayor objetividad.

Al buscar las fronteras actuales entre la música apropiada y la que es mejor evitar nos encontramos con las opiniones y prácticas más diversas. Algunos, tal vez por el afán de atraer al pueblo, usan música popular y abren las puertas de la iglesia a cualquier melodía, sin preocuparse de lo que pueda significar para los creyentes. Otros, por el contrario, cierran las puertas de la iglesia a todo lo que les parezca mundano o tenga origen secular, olvidando que muchos de los mejores trozos de música sacra están basados en melodías profanas. Finalmente están los indiferentes, a veces demasiado numerosos, que no captan la importancia de la música.

Sugerimos una posición flexible, adaptada a las condiciones propias de cada lugar; esta posición se desprende de la respuesta dada a la pregunta siguiente: ¿Qué evocará esta música en los fieles? Formulamos esta pregunta por ser ésta la función primaria de la música religiosa, evocar pensamientos santos y elevados. Por lo tanto, aceptaremos todos aquellos trozos que en esa congregación y en ese momento determinado cumplan con su objetivo, y rechazaremos las melodías o ritmos mundanos y también aquellas obras cuya ejecución distraiga la atención de los fieles hacia la destreza del ejecutante o lo novedoso del instrumento.

¿Cuál es la importancia del origen de una melodía? La importancia del origen es muy relativa y probablemente mínima, puesto que la música profana actual evocará pensamientos inconvenientes y será rechazada, mientras que las obras originalmente profanas pero que los siglos han incorporado a la iglesia serán aceptadas, pues hoy evocan ideas religiosas.

Es nuestro mayor deseo que los ministros y demás encargados hayan recibido alguna orientación en la tarea de escoger la mejor música para ser presentada como una ofrenda aceptable ante el Señor.