El Espíritu Santo en el Antiguo Testamento. ¿Qué es lo que enseñan las Escrituras hebreas acerca del Espíritu Santo?

R. A. Torrey escribió alguna vez: “Antes de poder entender correctamente la obra del Espíritu Santo, primero debemos conocer quién es el Espíritu”.[1] Con este consejo en mente, mi intención es deducir algunas ideas de las Escrituras hebreas para entender algo más acerca de la persona del Espíritu Santo. Al hacerlo, evitaré imponer estructuras del Nuevo Testamento sobre las Escrituras hebreas, para dejar que ellas hablen por sí mismas.[2] El Espíritu Santo es mencionado más de cien veces en las Escrituras hebreas en una diversidad de formas: el Espíritu de Dios (Elohim),[3] el Espíritu del Señor (YHWH),[4] y sencillamente el Espíritu.[5] Encuentro interesante señalar que todos ellos persiguen una temática similar.

El Espíritu de Dios (Elohim)

Asociado con la creación. Encontramos primeramente la palabra hebrea para Espíritu, ruach, en la frase el Espíritu de Dios, en Génesis 1:2. Aquí, el Espíritu de Dios sobrevuela o aletea sobre la superficie de las aguas en el proceso de creación. Así, el Espíritu Santo está unido a la creación: el evento que distingue a Dios de todos los otros dioses adorados en la antigüedad o en el mundo moderno. Además, la acción del Espíritu sobrevolando las aguas coloca al Espíritu Santo no solo en el contexto de la creación, sino también en el de la salvación. El verbo rachaf está en la forma intensiva (piel) de la raíz que significa aletear.[6] La única otra instancia en las Escrituras que utiliza el verbo en esta forma es como una metáfora de Dios al redimir a su pueblo de Egipto en la forma en que un águila revolotea sobre sus pichones, extiende sus alas para tomarlos y los lleva sobre sus plumas (Deut. 32:11). Esta figura de crianza y, finalmente, salvación en la historia del Éxodo presenta al Espíritu Santo en el contexto de dos grandes funciones de la Deidad: creación y salvación.

Capacitar líderes. Otros usos de la expresión Espíritu de Dios (Elohim) se da en el contexto de la capacitación de líderes: ocho referencias a Saúl, el primer rey israelita; doce a Bezaleel, el artesano escogido para ejecutar la fabricación de los objetos sagrados del Tabernáculo en el desierto; y once para cada uno de los siguientes: José, Balaam, Azarías, Ezequiel y Zacarías.

La conexión de Saúl con el Espíritu Santo es bien interesante, quizás algo extraña. Inmediatamente después de que el profeta Samuel ungiera a Saúl como primer rey de Israel (1 Sam. 10:1), Saúl se encontró con un grupo de profetas y comenzó a profetizar con ellos (vers. 10), tal como Samuel lo había predicho (vers. 6). Esta experiencia al comienzo del reinado de Saúl es paralela a otra casi a su fin. Después de que Mical (hija de Saúl), esposa de David, dejó que David se escapara del intento de asesinato de Saúl (1 Sam. 19:11-17), este envió a un grupo de soldados a arrestar a David, pero al encontrarse con un grupo de profetas que estaban profetizando, el Espíritu de Dios “vino” sobre los soldados, y ellos comenzaron a profetizar también (vers. 20).[7] Evidentemente, esta actividad profética neutralizó sus agresivos planes, y al enterarse de esto Saúl comisionó a otro grupo para capturar a David: con los mismos resultados (vers. 21). Después de un tercer intento, también fallido, Saúl se hizo presente él mismo; pero él también fue vencido por el Espíritu de Dios y, en lugar de asesinar a sus archienemigos, profetizó con los otros profetas (vers. 21-23).

Sin embargo, Saúl no se detuvo en la mera profecía; él se desvistió, continuó profetizando ante Samuel, y terminó postrado por el resto de ese día y toda la noche (vers. 24). Nuevamente, el Espíritu Santo neutralizó el intento asesino de un hombre, dotándolo con una experiencia abiertamente religiosa. Esto parece en consonancia con el carácter de Saúl. Él pasaba de un deseo insano por matar a una ferviente devoción a Dios.[8] Ese fenómeno puede ser comprendido mejor al señalar que otras menciones del Espíritu de Dios en asociación con Saúl están en conexión con un “espíritu angustiante”; literalmente, “un espíritu malo de parte de Dios” (1 Sam. 16:15, 16, 23; 18:10).

Se menciona dos veces que Bezaleel ha sido “llenado del Espíritu de Dios”; en ambas ocasiones, esto se manifestó “en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños”, mientras él fabricaba los complejos utensilios del Santuario del desierto (Éxo. 31:3; 35:31). De manera similar, Faraón elogió a José por su cuidado meticuloso en los detalles y las decisiones como su primer ministro (Gén. 41:38). En estas circunstancias, ser lleno del Espíritu tiene que ver con ser equipado con habilidades para dirigir en un liderazgo creativo; en el caso de Bezaleel, esto dejó un legado de un santuario bellamente equipado y amoblado; en el caso de José, un liderazgo inspirado por el Espíritu no solo le aseguró la supervivencia y la continuidad de su familia, sino también la venida del futuro Mesías.

Los demás usos de la frase Espíritu de Dios son aplicados a varios profetas que fueron “movidos” por Dios. Ezequiel describe la forma en que el Espíritu de Dios lo tomó y lo llevó en visión a Caldea para ver a los cautivos allí (Eze. 11:24). Balaam, el profeta reacio que no era israelita, se sintió impelido a ir contra los deseos del rey que le había pagado para profetizar la ruina del pueblo de Dios y, en su lugar, los bendijo cuando el Espíritu de Dios “vino sobre él” (Núm. 24:2). Azarías habló palabras de esperanza al desanimado rey Asa, instándolo a ser fuerte y erradicar la idolatría de la tierra (2 Crón. 15:1-7). Zacarías (hijo de Joiada el sacerdote, no el autor del libro) también habló valientemente al pueblo durante la oscura época de su historia cuando el Espíritu de Dios vino sobre él (2 Crón. 24:20).

El Espíritu del Señor (YHWH)

Capacitación para los líderes. Otra expresión que es utilizada, el Espíritu del Señor (YHWH), es más común. Las primeras apariciones describen la capacitación de Dios a los jueces para liberar al pueblo de Dios. Cuando el Espíritu de YHWH vino sobre ellos, Otoniel prevaleció contra el rey mesopotámico Cusan-risataim (Juec. 3:10); Gedeón, el hijo de un pueblo apóstata, citó a un gran ejército de entre ellos, pero utilizó solo a trescientos para derrotar a los madianitas (Juec. 6:27-30, 34; 7; 8); Jefté derrotó rotundamente a los amonitas (Juec. 11:29-32); y Sansón recibió gran fortaleza para derrotar los propósitos de los filisteos (Juec. 13:25; 14:6, 19; 15:14).

Los profetas también hablaron del Espíritu de YHWH capacitando a gente. Isaías mencionó que el Espíritu de YHWH capacitó la “vara del tronco de Isaí” (el mesiánico “Siervo de YHWH”) con el séptuple espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová (Isa. 11:1-5). Miqueas, en cierta manera, tuvo una experiencia paralela cuando aseguró que estaba facultado por el Espíritu de YHWH con “juicio y fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado” (Miq. 3:8). El rango de acción del Espíritu de YHWH en estos contextos asegura al pueblo la liberación, y la seguridad frente a lo que los amenaza (Isa. 59:19; 63:14).

También observamos que el Espíritu de YHWH se mueve entre el pueblo, dándole una voz profética (por ejemplo, Eze. 11:5). Incluso el joven rey Saúl profetiza, y un de otra manera desconocido levita, Jahaziel, es escogido y facultado por el Espíritu de YHWH para dar un oráculo de ánimo y victoria a una nación bajo amenaza (1 Sam. 10:6; 2 Crón. 20:14-17). Y después de que Samuel ungió al insignificante niño pastor David para ser rey, el Espíritu de YHWH vino sobre él desde ese momento (1 Sam. 16:13). Por el resto de su vida, David reconoce que “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua” (2 Sam. 23:2).

El Espíritu

La palabra ruach (“Espíritu”) sola (o prefijada con “mi”, “su”, “tu”, o sencillamente “el”) aparece 378 veces en 348 versículos. Cuando es utilizada de esta manera, la palabra sigue el patrón de los otros usos bíblicos de ruach, para describir los atributos divinos, definir lo que Dios hace y presentar las maneras en que las personas son dotadas para servirlo.

Atributos divinos. A veces se describe a ruach con atributos divinos, por ejemplo, “buen” (Sal. 143:10), “noble” (Sal. 51:12), facilitando lo que los poderosos y la fuerza no pueden hacer (Zac. 4:6), está en todas partes (Sal. 139:7), se aflige por la rebelión humana (Isa. 63:10) y se hace presente entre el pueblo de Dios tal como lo prometió en el Éxodo (Hag. 2:5). Entre todos estos aspectos, se destaca el papel de Dios como creador. El Salmo 104 describe la actividad de Dios en la creación y su papel como sustentador de ella: “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” (vers. 30). Job reconoce este papel instrumental del Espíritu Santo, cuando dice: “Su espíritu adornó los cielos” (Job 26:13).

Lo que Dios hace. Las referencias de ruach a la actividad de Dios incluyen la lucha del Espíritu Santo con las personas antes del juicio, luego en el juicio y después en la restauración. La primera referencia al Espíritu Santo contendiendo es en el contexto del Diluvio: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre” (Gén. 6:3). La preocupación divina por la rebelión humana también puede ser contemplada en los oráculos proféticos: “Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas, pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra” (Neh. 9:30; ver también Zac. 7:12).

David refuerza la conexión entre el Espíritu Santo y el juicio en el Salmo 106: ellos “hicieron rebelar a su espíritu”, y eso produjo que Dios “los entregó en poder de las naciones” (vers. 33, 41). Cuando el juicio finalmente vino como un acto de purificación (tal como está descrito en Isaías), fue “con espíritu de juicio y con espíritu de devastación” (Isa. 4:4); una conmovedora descripción de la destrucción de Jerusalén por parte de los babilonios.[9]

En consonancia con el patrón observado en las Escrituras hebreas, vemos la restauración que Dios prometió después del juicio. Consideramos significativo que el Espíritu Santo esté unido a ese proceso también. Isaías es el que más aborda este aspecto de la acción divina. Él declara que habrá límites a los juicios venideros; el juicio continuará hasta “hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque” (Isa. 32:15).

El Espíritu demarca los límites de los juicios divinos al ser instrumental en restaurar la tierra. Isaías continúa, en un capítulo posterior, repitiendo la seguridad de una tierra restaurada: “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos” (Isa. 44:3). Este Espíritu, derramado sobre su pueblo, “no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre” (Isa. 59:21). Por lo tanto, la restauración después del juicio se convierte en una acción divina de recreación y restauración del pueblo de Dios al colocar su Santo Espíritu dentro de ellos nuevamente.

Encontramos la misma idea repetida en la literatura bíblica sapiencial. La Sabiduría llama al joven con seguridad: “Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras” (Prov. 1:23). Los indicios sugieren que una vida de insensatez puede ser cambiada para convertirse en una vida de éxito desde el momento en que el Espíritu es derramado sobre alguien. El mismo principio está presente en las últimas declaraciones proféticas que hablan de juicio y restauración.

Personas dotadas. La tercera forma en que los escritores bíblicos utilizan ruach es en conexión con la dotación de líderes: tanto políticos como proféticos. A los setenta ancianos que iban a ayudar a Moisés se les fue dado el mismo Espíritu con un objetivo: “Y llevarán contigo la carga del pueblo” (Núm. 11:17). Cuando esto se cumplió, los ancianos “profetizaron”, pero solo en esta ocasión (vers. 25). Le llegaron informes a Moisés de que dos de los ancianos que no fueron capaces de asistir a la ceremonia especial también profetizaron, porque “también reposó el espíritu” sobre ellos (vers. 26). Al comentar esto, Moisés declaró que él deseaba que Dios pusiera su Espíritu sobre todo su pueblo (vers. 29). Posteriormente, el profeta Joel profetizó que Dios, de hecho, haría justamente eso: él derramaría su Espíritu sobre toda carne (Joel 2:28). En el contexto del Éxodo, este don universal del Espíritu fue capaz de instruir y nutrir al pueblo (Neh. 9:20).

De la misma manera en que los ancianos fueron capacitados por el Espíritu que había reposado sobre Moisés, Josué también fue dotado por el mismo Espíritu (Núm. 27:18). De manera similar, Eliseo fue dotado por el Espíritu que había reposado sobre Elías (2 Rey. 2:9, 15). Isaías desarrolla este concepto posteriormente con el motivo del Siervo de YHWH: el que liberaría a su pueblo de los babilonios y traería la justicia a los gentiles, porque el Espíritu de Dios estaría sobre él (Isa. 42:1; 48:20).

Ezequiel agrega interesantes dimensiones a esta discusión. En su visión del Trono de Dios, el Espíritu conduce la dirección de las ruedas (Eze. 1:20). Y el Espíritu también dirige físicamente a Ezequiel en sus movimientos. El Espíritu para sobre sus pies a Ezequiel (Eze. 2:2; 3:24) y lo eleva (3:12, 14; 8:3; 11:1, 24; 43:5). En otra de sus visiones, el Espíritu de YHWH lo tomó y lo colocó en un valle lleno de huesos secos (Eze. 37:1).[10]

Una manifestación física similar del Espíritu puede ser observada en el registro del siervo temeroso de Jehová del idólatra rey Acab. Él tenía miedo de que el Espíritu se llevara a Elías antes de que él tuviera la oportunidad de regresar ante el rey (1 Rey. 18:12); y más tarde los hijos (es decir, los estudiantes) de los profetas fueron a buscar a Elías después de que el Espíritu de YHWH se lo llevara (2 Rey. 2:16).

Conclusión

Las Escrituras hebreas son muy ricas en descripciones del Espíritu Santo. Lo vemos asociado con la creación, y activo en la redención; descrito en los términos de un águila que nutre a sus pichones. Junto con estos atributos divinos, se nos dice que el Espíritu es “bueno”, “noble”, y puede lograr más que los “poderosos”. Un único ejemplo de esto es la rendición de los asesinos a sueldo que profetizaron bajo la influencia del Espíritu en lugar de llevar a cabo sus intenciones asesinas.

Cuando las Escrituras hebreas describen la actividad del Espíritu, cubren los mismos temas de enseñanza, advertencia, súplica y contención para prevenir las terribles consecuencias de la rebelión humana. Cuando estas advertencias son ignoradas, los escritores también presentan al Espíritu presente durante el juicio, pero al mismo tiempo se ofrece una descripción de la restauración que le seguirá. Pareciera que el Espíritu en verdad limita los efectos del juicio, metafóricamente lloviendo sobre el suelo seco, poniéndole un punto final al juicio, y nutriendo y restaurando la tierra y el alma de las personas.

Finalmente, el Espíritu participa activamente en la capacitación de las personas para hacer lo imposible: personas tímidas son dotadas para ser líderes valerosos (Moisés, Josué, Saúl y David), y a los artesanos se les da una habilidad extra para construir y diseñar (el Santuario). Además, cuando los tiempos se vuelven difíciles y los dirigentes políticos o religiosos no están ofreciendo un claro liderazgo, Dios dota a hombres y mujeres para convertirse en portavoces a fin de darle a la de otra manera engatusada población una saludable dosis de realidad (por ejemplo, los setenta ancianos, Eliseo, Ezequiel e Isaías), invitando a un desencantado pueblo a volver al único que puede salvarlos. ¿Qué podría ser más relevante para el siglo XXI que esto?


Referencias

[1]  R. A. Torrey, The Person and Work of the Holy Spirit (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1974), p. 9.

[2]  Para un útil resumen de las diferentes aproximaciones tradicionales, ver Gary Fredricks, “Rethinking the Role of the Holy Spirit in the Lives of Old Testament Believers”, Trinity Journal 9, nº 1 (March 1, 1988), pp. 81-104.

[3]  Gén. 1:2; 41:38; Éxo. 31:3; 35:31; Núm. 24:2; 1 Sam. 10:10; 11:6; 19:20, 23; Job 33:4; Eze. 11:24; 2 Crón. 15:1; 24:20.

[4] Juec. 3:10; 6:34; 11:29; 13:25; 14:6, 19; 15:14; 1 Sam. 10:6; 16:13, 14; 2 Sam. 23:2; 1 Rey. 18:12; 22:24; 2 Rey. 2:16; Isa. 11:2; 40:13; 59:19; 63:14; Eze. 11:5; 37:1; Miq. 2:7; 3:8; 2 Crón. 18:23; 20:14.

[5]  Gén. 6:3; Núm. 11:17, 25, 26, 29; 27:18; 2 Rey. 2:9, 15; Isa. 4:4; 30:1; 32:15; 34:16; 37:7; 42:1, 3; 48:16; 59:21; 63:10, 11; Eze. 1:20, 21; 2:2; 3:12, 14, 24; 8:3; 11:1, 24; 43:5; Joel 2:28, 29; Hag. 2:5; Zac. 4:6; 6:8; 7:12; 12:10; Mal. 2:15; Sal. 51:11, 12; 104:30; 106:33; 139:7; 143:10; Job 26:13; 33:4; Prov. 1:23; Neh. 9:20, 30; 1 Crón. 28:12.

[6]  La descripción del Espíritu de Dios en este registro no debe ser confundida con otros registros donde el contexto claramente muestra un poderoso viento. Por ejemplo, cuando Elías estaba en el monte de Dios, escondiéndose de Jezabel, y vio al Señor pasar, pero no en el viento fuerte (literalmente “El Espíritu de YHWH”, 1 Rey. 19:11), que quebraba en pedazos las piedras, no en el terremoto, ni en el fuego, sino en “un silbo apacible”. El tema del espíritu que se asemeja al viento no debe sorprender, dado que ruach significa espíritu, viento o aliento. Elías ve l monte de Dios destruido por el Espíritu de YHWH mientras vuelan rocas en todas direcciones (1 Rey. 19:11). Isaías contrasta la transitoriedad de la existencia humana, comparándola con la hierba que se marchita cuando el ruach de YHWH sopla (Isa. 40:7). De manera similar, Oseas, al comunicar un oráculo de juicio, advierte acerca del ruach de YHWH que soplaría del este para secar las fuentes de agua (Ose. 13:15). En contraste, el contexto del Génesis parece indicar algo amable, nutriente, que sobrevuela o aletea; difícilmente lo que se esperaría en medio de un poderoso viento.

[7] 7 Los pasajes bíblicos fueron tomados de la versión Reina-Valera de 1960.

[8] Mowinckel sugiere que la razón por la que los profetas clásicos no mencionan al Espíritu es en reacción al “bochorno por el exceso y los abusos experimentados” por estas previas manifestaciones. S. Mowinckel, “ ‘The Spirit’ and the ‘Word’ in the Pre-Exilic Reforming Prophets”, Journal of Biblical Literature 53, nº 3 (1934), pp. 199-227. Ver también Richard J. Sklba, “ ‘Until the Spirit From on High Is Poured out on Us’ (Isa 32:15): Reflections on the Role of the Spirit in the Exile”, Catholic Biblical Quarterly 46, nº 1 (January 1984), p. 10.

[9]  Richard J. Sklba señala que el pueblo de Israel perdió su tierra cuando violó el pacto que originalmente hacía posible el don de esa tierra. Sklba entonces menciona una serie de exilios en la era posbabilónica, en la que cada una contribuye a la comprensión del Espíritu. Sklba, “Until the Spirit From on High Is Poured out on Us’ ”, pp. 3-9.

[10]  El Nuevo Testamento describe algo similar en la historia de Felipe y el Etíope. Después de que Felipe terminara de conversar con el Etíope, “el Espíritu del Señor arrebató a Felipe” y “Felipe se encontró en Azoto” (Hech. 8:39, 40).

Sobre el autor: Secretario ministerial de la División del Pacífico Sur en Wahroonga, New South Wales, Australia.