A través de mis años de servicio he apreciado mucho el privilegio de trabajar con pastores que practican la costumbre de reunirse periódicamente con su cuerpo de colaboradores. He notado el beneficio y el gozo que derivan de tal programa de trabajo, y algunas veces he visto la falta de eficiencia en la obra motivada por la ausencia de esas reuniones. Las reuniones regulares del pastor con sus colaboradores siempre ayudan a desarrollar un poderoso grupo de trabajo.
Algunas veces he oído decir a instructores bíblicos: “Quisiera que mi pastor celebrara reuniones con su personal. Yo trabajo todo el tiempo solo. La iglesia no tiene idea de lo que hago.” “¡No me siento como uno de los del grupo!” He oído hacer observaciones similares aun a aspirantes al ministerio.
Por otra parte, conozco algunos pastores que han dicho: “Quisiera que mi instructora bíblica me informara de su trabajo. Todo el tiempo obra por su cuenta. Nunca sé con quién está estudiando.” Hay algo malo en las relaciones de trabajo de estos casos.
Cierta instructora bíblica trabajaba fielmente en un esfuerzo evangélico, aunque nunca la habían presentado públicamente. Úna tarde, con el gozo pintado en el rostro, le presentó al pastor dos matrimonios interesados. Le dijo que apreciaban mucho sus reuniones y que ya se habían decidido por Cristo. Eran personas muy simpáticas. Para obtener este resultado, la instructora bíblica se había esforzado denodadamente, había hecho obra personal y había orado por esas almas. Pero, ¿cuál fué la actitud del pastor? ¿Le dijo a la instructora algunas palabras de reconocimiento delante de los interesados? No, no le dijo nada. La dejó parada a un lado, ignorándola completamente, mientras él arreglaba citas con esas personas para ver-las de inmediato. Posteriormente la instructora le preguntó al pastor: “¿Quiere Vd. que siga estudiando con esas familias?” “De ninguna manera—fué la respuesta.—Ese es un trabajo para hombres. Yo mismo me ocuparé de ellas.”
La instructora bíblica los había ayudado a dar los primeros pasos en la verdad; luego los había presentado al pastor para que conociera los felices resultados de su predicación. Pero ella casi se había desprestigiado ante esas personas por culpa de la falta de consideración del pastor. Ciertamente no podemos hablar de cooperación mutua en este caso.
El problema que acabamos de discutir tiene otra faz. Podría acontecer que el pastor no pudiera encomendar un mayor volumen de trabajo a la instructora porque ella no colabora estrechamente con él. Ella tiene el deber de apoyar al pastor en todo sentido, y de animar a los interesados, y los hermanos, a que lo amen y respeten. Ella nunca debiera vincular a las personas exclusivamente consigo misma. Tampoco debiera hablar de su trabajo como de algo que está separado de los intereses del pastor. Trabaja bajo la poderosa influencia del pastor, y en todos sus tratos con las personas debiera mantener una actitud de respeto hacia su pastor o evangelista.
Ha sido beneficioso el plan de que la instructora bíblica, tanto como el pastor, esté bien familiarizada con cada candidato al bautismo. Es muy difícil que la instructora pueda ayudar a los conversos después del bautismo, si el pastor no la ha vinculado con esas personas durante el período pre bautismal.
El conocimiento mutuo es beneficioso
Sin embargo, es muy importante que la instructora relacione a sus alumnos y nuevos amigos con el pastor a la brevedad posible. Esto los ayudará a asistir regularmente a la iglesia para oírlo predicar. Esta clase de relaciones los vinculará con el pastor, y él podrá ayudarlos de muchas maneras.
Varios pastores con quienes he trabajado me han dicho que no vacile en interrumpir su conversación con los miembros de la iglesia si quiero presentarle a algún desconocido. ¿No podemos llamar cooperación a esto? Más de una vez he invitado a cenar al pastor y su esposa para relacionarlos ron promisorios interesados, y ellos vinieron a mi hogar, algunas veces abandonando sus propios planes. Esto es trabajar en colaboración.
La instructora bíblica no necesita informar las personas que se han bautizado por su trabajo cuando hace trabajo colectivo con el pastor, porque éste velará para que su obra sea debidamente reconocida. Esto se aplica a todos los obreros asociados con el pastor.
El pastor y sus colaboradores deben familiarizarse a fin de que puedan obrar con una perfecta comprensión mutua. Una reunión semanal del pastor con su cuerpo de colaboradores contribuirá notablemente a producir ese resultado feliz. Los programas de estas reuniones varían cada semana, de acuerdo a las necesidades del momento. Pero generalmente se los comienza con una breve lectura de la Biblia o los escritos del espíritu de profecía, para poner en armonía todos los corazones; a esto sigue una corta oración en demanda de la dirección divina. La reunión de oración puede tenerse al final, cuando se hayan presentado todas las necesidades.
Después de estos preliminares, el pastor abre la sesión con noticias de la iglesia y la obra en general. Luego hace los anuncios pertinentes. De este modo interioriza a sus colaboradores de la marcha de las actividades, cosa que ellos aprecian grandemente. De esta manera crea un vínculo de camaradería. El pastor, por cierto, lleva planes definidos; y debido a que los presenta en esas reuniones, y a que pide la opinión de los demás obreros, rara vez encuentra dificultades para su aceptación. Es muy importante que todos se enteren de los planes del pastor, que demuestren su entusiasmo y que sean capaces de contestar las preguntas que se les formulen.
En el momento prefijado los colaboradores del pastor pueden expresar sus observaciones, buenas o malas, acerca de los cultos del sábado anterior o de la obra en general. Durante un esfuerzo evangélico hay mucho de que hablar. Al pastor y a todos los obreros les agrada oír los informes favorables.
Los informes individuales de los obreros
A continuación, cada obrero pasa a informar acerca de la marcha de sus actividades específicas. Si en la iglesia hay un pastor asociado, presenta sus preocupaciones y las necesidades de los miembros. La instructora bíblica habla brevemente acerca de los nuevos interesados, y pide que se ore por algunos que afrontan problemas especiales.
El ayudante del pastor tiene una cantidad de pedidos para presentar, en favor de los enfermos, los pobres y los necesitados. El pastor hace anotaciones que presentará a la junta de la iglesia. Varios nombres se confían a los colaboradores para su atención. La instructora bíblica siempre está agradecida de que se la deje libre para hacer su trabajo más bien que la obra de la iglesia.
Durante la campaña de la Recolección, aunque todos están ocupados en sus cosas, siempre encuentran tiempo para colaborar en ella, ya sea recolectando o llamando por teléfono a los miembros para recordarles amablemente que la iglesia espera su colaboración.
Algunas veces el pastor anuncia una sorpresa. Invita a su cuerpo de colaboradores a participar de un convite. Es innecesario decir que esto aumenta grandemente el compañerismo del grupo.
Problemas que se presentan y sus soluciones
¿Es fácil dirigir las reuniones del cuerpo de colaboradores? ¿Plantean éstas algunos problemas? Sí; surgen muchos problemas.
Problema Nº 1.—Las interrupciones —casuales o de cualquiera otra clase.— No es tarea menuda del pastor lograr que todas las observaciones sean breves y al punto. A cada instante alguien puede desviarse de su tema, luego intervienen otros, y así se pierden momentos preciosos en inútil palabrerío.
La instructora bíblica tal vez pueda extenderse en demasiados detalles acerca de las necesidades de alguna familia, y esto consume un tiempo valioso. Sin embargo, el eficiente pastor está alerta. No le agrada malgastar el tiempo en cosas superfluas, y toma sus medidas desde el primer momento. Durante algunos instantes escucha sonriendo comprensivamente, pero no tarda en consultar primero su reloj y luego su libreta de notas, a continuación pide que todos vuelvan al tema en consideración. De este modo logra tratar todos los puntos del programa en el tiempo estipulado.
Problema Nº 2.—¿Cuál es la hora ideal para llevar a cabo esta reunión de personal? Hay tantas interrupciones inesperadas. Están los enfermos, los funerales, las bodas, las juntas de la asociación, las campañas especiales, etc.
Planeando la reunión del cuerpo de colaboradores
Problema Nº 3.—El último problema que mencionaré reviste gran seriedad: el tiempo que emplea el pastor haciendo planes para la reunión con sus colaboradores. El pastor gasta una parte de su valioso tiempo para confeccionar el programa, pero estos preliminares constituyen el fundamento para una reunión provechosa. Uno de nuestros pastores emplea algunas horas cada lunes de mañana para trazar los planes para la reunión de la tarde, y ello le reporta un gran beneficio. Sin embargo hay pastores que piensan que no tienen tiempo para actuar de esta manera. ¿No tienen tiempo para trazar planes por adelantado? Y, ¿cuál es el resultado de ello? Trabajan frenéticamente procurando mantenerse al día con sus numerosos deberes, y siempre se sienten demasiado ocupados y recargados de trabajo. Sin embargo, debieran compartir la carga con los demás colaboradores, asignándoles diferentes tareas; de este modo ahorrarían tiempo.
Hace algunos años trabajé en el equipo de un pastor sumamente atareado. Me fatigaba de puro oírlo hablar de cuán ocupado, cuán tenso y cuán recargado estaba. Pasaba una buena parte de su tiempo hablando acerca de sus interminables tareas. Cierto día le dije amigablemente: “Pastor, tengo la impresión de que nosotros, sus colaboradores, somos de poquísima utilidad.” Quedó estupefacto. Proseguí diciéndole: “No le estamos ayudando todo lo que debiéramos. Dejamos que Vd. haga demasiado trabajo solo. Quisiéramos ayudarle más.”
“Bien —me dijo,— ¿y en qué desean ayudarme?” Sugerimos algunas ideas, y las cosas cambiaron notablemente. Se desarrolló el espíritu de trabajo colectivo. El pastor nos confió cada vez más obra relacionada con la ganancia de almas. Esto le dejó tiempo para realizar la otra parte importante de su trabajo.
Nosotros, los colaboradores del pastor, nos alegramos de saber que estamos ayudándole a llevar su pesada carga, y que él confía en nosotros para darnos algunas responsabilidades. No podemos defraudarlo. Sí, pastores y evangelistas, resulta muy provechoso tomarse tiempo para organizar el trabajo colectivo.
Las reuniones del cuerpo de colaboradores del pastor constituyen una excelente oportunidad para que los obreros jóvenes observen la manera de trabajar de un pastor de éxito. Es inspirador ver cómo encara los problemas grandes y los pequeños, y cómo confía en Dios animosamente para resolverlos. Causa profunda impresión observar la manera como aplica los principios cristianos en su trato con los demás. Oírlo orar por su colaboradores, pronunciando sus nombres, infunde renovado ánimo y dedicación al trabajo. Los métodos expuestos contribuyen a crear confianza en la dirección del pastor y a desarrollar un grupo de trabajo fuerte y leal. Cada uno de los colaboradores se siente una parte importante de la organización, y se muestra dispuesto a apoyar la parte que le toca del trabajo. Todos participan del trabajo, y todos comparten el éxito; el pastor avisado vela por llegar a este resultado.
Sobre el autor: Instructora bíblica de la Asociación de California del Sur