¿Revela la Biblia el momento cuando empezará esta fase del juicio?

En este artículo estableceremos razones bíblicas para apoyar nuestra posición adventista acerca del juicio, y consideraremos el momento cuando comienza este acontecimiento. Si las Escrituras declaran que este juicio se llevará a cabo, ¿no podemos esperar que Dios también revelara el tiempo cuando empezará esta fase del juicio?

I. CONSIDERACIONES PRELIMINARES

  1. El principio del día profético por el año literal

Hemos utilizado dos períodos de tiempo al tratar de establecer el comienzo de este juicio anterior al advenimiento: los 2300 días (Dan. 8:14) y las 70 semanas (Dan. 9:25). El período de los 2300 días se relaciona con la profecía simbólica de Daniel 8. Esta profecía comprende cuatro símbolos: el carnero, el macho cabrío, el cuerno pequeño y los 2300 días. Si “día” es un símbolo en la profecía, y si se debe entender el período de las 70 semanas como una clave para la comprensión de la profecía de los 2300 días, deberíamos esperar que el período de 70 semanas esté expresado en lenguaje literal. A la luz de esto, resulta interesante advertir que una traducción más correcta del término hebreo shabu’a, interpretado como “setenta semanas” en algunas versiones, sería “setenta semanas de años”, como lo traducen Goodspeed, Rotherham, Moffatt y la Revised Standard Versión.

  • La abarcante profecía de Daniel

La amplia extensión de las profecías de Daniel  nos lleva a una época muy posterior a los días del profeta. En efecto, algunos aspectos de los capítulos siete a doce nos conducen al mismo tiempo del fin y al establecimiento del reino eterno de Dios.

La naturaleza progresiva de estas revelaciones se advierte en la sucesión de los cuatro grandes imperios de Daniel siete: Babilonia a Roma. Daniel supo de estos reinos por revelación, y pudo ver algunos episodios por medio del ojo de la fe, sin embargo no vivió para contemplar el pleno desarrollo de los acontecimientos entre las naciones.

a. Referencia de Daniel a la “comprensión” de las profecías

Daniel comprendió algunas cosas. Tenían aplicación local: “Llegué a entender por medio de los libros” (Dan. 9:2, V M), y le “fue revelada palabra… él comprendió la palabra” (Dan. 10:1).

Había algunas cosas que él no comprendió. Tenían una aplicación para el futuro: “Y yo oí, mas no entendí” (Dan. 12:8); “entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin” (Dan. 8:18).

b. Referencia de Daniel al “tiempo del fin”

“La visión es para el tiempo del fin” (Dan. 8:17; “he venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días” (Dan. 10:14); “porque el plazo aún no habrá llegado” (Dan. 11:27); “y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días” (Dan. 12:13).

c. Referencia de Daniel al reino de Dios

El punto culminante de estas profecías es el establecimiento del reino eterno de Dios. Damos algunos ejemplos:

Daniel 2:44: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido… permanecerá para siempre”.

Daniel 7:18: “Recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino, hasta el siglo, eternamente y para siempre”.

Daniel 7:27: “Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”.

d. Referencia de Daniel a las profecías de períodos de tiempo

(1) Los 3 1/2 tiempos o 1260 días (Dan. 7:25; 12:7). Véanse también Apoc. 12-14; 13:5.

(2) Los 2300 días (Dan. 8:14).

(3) Las 70 semanas (Dan. 9:24).

(4) Los 1200 días (Dan. 12:11).

(5) Los 1335 días (Dan. 12:12).

Reconociendo en general la aplicación del principio del día profético por el año literal en la interpretación de estos períodos proféticos, encontramos que todos se extienden hacia el futuro, y en muchos casos hasta el “tiempo del fin”. El período de 70 semanas de años era de corta duración comparado con los demás, pero aun éste estaba muy en el futuro en los días de Daniel, porque hacía referencia a la venida del Mesías, a su bautismo, a la duración de su ministerio y a su muerte en la cruz del Calvario. Otras profecías, como los 1260 días, que se referían al poder perseguidor, abarcan actividades correspondientes a los siglos comprendidos entre 535-538 y 1793-1798. El mismo principio se aplica a la profecía de los 1290 días y particularmente a la de 2300 días. Así como las demás se extienden hacia el futuro, no sería más que natural que esta profecía de 2300 días encontrara su cumplimiento en los días finales de la historia terrena.

e. Referencia de Daniel a la “prevaricación asoladora”

Esta expresión debió tener una aplicación menor y muy restringida en los días de Daniel. Tuvo una aplicación más amplia y plena después del ministerio de nuestro Señor en la tierra. El mismo llamó la atención a esta profecía que indudablemente se cumplió en la destrucción de Jerusalén en el año 70. (Véanse Mat. 24:15 y Mar. 13:14.)

Podríamos ir aún más allá de la aplicación a la destrucción de Jerusalén. Esta profecía de la “prevaricación asoladora” también tiene una aplicación más amplia que la extiende hasta los “últimos días”.

El obispo Chr. Wordsworth hace el siguiente comentario sobre Mateo 24:15:

“Pero la referencia a Daniel hecha por nuestro Señor en ésta su profecía concerniente a Judea y el mundo, muestra que la predicción de Daniel aún no se había agotado, sino que debía tener un cumplimiento adicional en Jerusalén y en toda la iglesia” (Commentary, pág. 86).

En la iglesia cristiana la profecía de nuestro Señor concerniente al establecimiento de una “Prevaricación Asoladora en el Lugar Santo, parece haberse cumplido parcialmente por el establecimiento del Obispo de Roma sobre el altar de Dios en San Pedro [en Roma]” (Zd., pág. 87).

Elena G. de White escribe:

“En su contestación a los discípulos, Jesús no consideró por separado la destrucción de Jerusalén y el gran día de su venida. Mezcló la descripción de estos dos acontecimientos. . . . Por misericordia hacia ellos, fusionó la descripción de las dos grandes crisis, dejando a los discípulos estudiar por sí mismos el significado. Cuando se refirió a la destrucción de Jerusalén, sus palabras proféticas llegaron más allá de este acontecimiento hasta la conflagración final de aquel día en que el Señor se levantará de su lugar para castigar al mundo por su iniquidad… Este discurso entero no fue dado solamente para los discípulos, sino también para aquellos que iban a vivir en medio de las últimas escenas de la historia de esta tierra” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 582).

f. Referencia de Daniel a la naturaleza y obra del “cuerno pequeño”

Se menciona este aspecto de la profecía de Daniel más que ningún otro símbolo. Una cantidad de versículos en las distintas líneas de la profecía intervienen en su descripción. En Daniel 7 hay cinco versículos, en Daniel 8 hay ocho versículos, y en Daniel 11 hay veinte versículos.

En Daniel 7 el “cuerno pequeño” de los versículos 20-25 se describe como teniendo “ojos”, una “boca que hablaba grandes cosas”, “y parecía más grande que sus compañeros” (vers. 20). Leemos además que “hacía guerra contra los santos” (vers. 21) y “a los santos del Altísimo quebrantará” (vers. 25). “Pensará en cambiar los tiempos y la ley” y duraría hasta “tiempo, y tiempos y medio tiempo” (vers. 25).

En Daniel 8 el “cuerno pequeño” aplicado a la Roma pagana y papal se describe en forma diferente. El énfasis en este capítulo se pone en su relación con el santuario, el culto a Dios y la obra redentora del Mesías. Esto se advierte en el hecho de que “se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos” (Dan. 8:11). En el versículo se interpreta esto como un levantamiento contra “el Príncipe de los príncipes”, que no es otro que el Mesías, nuestro bendito Señor.

En Daniel 11 se vuelve a hablar del “cuerno pequeño” se amplía lo que se dijo de él en los capítulos siete y ocho. Se dan detalles adicionales, pero se le asegura al profeta que “llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (Dan. 11:45).

g. Referencia de Daniel al “continuo”

La expresión “continuo sacrificio” aparece cinco veces en las profecías de Daniel 8:11-13; 11:31 y 12:11.

Ha de reconocerse que la palabra “sacrificio” está en cursiva y representa una palabra añadida por los traductores para dar lo que ellos pensaban que era el sentido de la palabra original, tamid. Tamid ha sido traducida con varios sentidos: continuo, siempre, diario, perpetuo, continuamente y por siempre. Un estudio cuidadoso de esta palabra hebrea indica que tamid se aplica frecuentemente al sacrificio matutino y vespertino, y algunas de las palabras mencionadas más arriba se emplean en relación con estas ofrendas. Por ejemplo la palabra perpetuo, las dos veces que ocurre; continuo, en 23 de las 26 veces en que aparece; continuamente, unas doce veces.

Si ocurría esto en relación con los servicios de la mañana y de la tarde en el santuario simbólico de la tierra, uno se siente inclinado a pensar que ha de ocurrir lo mismo en el servicio del santuario celestial, que es lo simbolizado. Allí representará evidentemente el continuo ministerio del Señor como nuestro gran Sumo Sacerdote. El libro de Hebreos desarrolla este pensamiento, como puede verse en la declaración de que Cristo “permanece para siempre” (Heb. 7:24). Nuestro Señor “permanece sacerdote para siempre” (Heb. 7:3).

“Este servicio diario del santuario terrenal, que incluía el sacrificio de la mañana y de la tarde —el tamid (hebreo), “o continuo”— representaba convenientemente la continua eficacia del sacrificio de Cristo nuestro Señor, realizado en la cruz del Calvario. El Cristo resucitado, nuestro sumo sacerdote ministrador, “viviendo siempre para interceder” por nosotros (Heb. 7:25). Por esto comprendemos su ministerio celestial como la mediación de su expiación completa y eficaz para siempre, que él realizó y completó en la cruz para el hombre, aplicando esa expiación al pecador individual cuando acepta a Cristo como su Salvador personal” (Questions on Doctrine, pág. 264).

Estas consideraciones destacan el hecho de que, en lo principal, las profecías de Daniel tuvieron su cumplimiento después de sus días, y en efecto, en una época muy adentrada en el futuro, que se extiende hasta el “tiempo del fin”. En Daniel 8:17 se lee: “Porque la visión es para el tiempo del fin”.

II. LA SINGULARIDAD DE LA VISIÓN DE DANIEL 8 Y 9

Hay algo singular en la visión de Daniel 8 y 9. Difiere de las visiones de Daniel 2 y 7. En Daniel 2, el profeta describe a Nabucodonosor los reinos del mundo como metales valiosos: oro, plata, bronce y hierro; y a Daniel le son presentados como bestias salvajes y voraces.

Sin embargo, en Daniel 8, aunque se hace referencia a dos reinos simbolizados por animales, no se han elegido animales salvajes sino domésticos, y es significativo el hecho de que ambos, el carnero y el macho cabrío, sean animales empleados en los servicios de sacrificio del santuario de Israel.

La singularidad de esta profecía consiste en que trata en forma prominente del santuario. Puede apreciarse esto en las siguientes referencias: al “continuo”, Dan. 8:11, 12, 13; al santuario, 8:11, 13, 14; a la contaminación del santuario, 8:11, 13; 9:17; a la ofrenda de la tarde, 9:21; a la purificación del santuario, 8:14; a la supresión de los servicios de sacrificio, 9:27.

La referencia que se hace a los reinos mundanos sirve solamente para establecer el marco donde encuadrará el tema principal: el plan de Dios para redimir al hombre de la iniquidad. El período de las setenta semanas revela la cruz, el acto redentor de nuestro bendito Señor, el Mesías, y el tiempo cuando comienza su ministerio sacerdotal en el santuario de arriba. El período de los 2300 días revela el tiempo cuando entra en la fase final de su ministerio como nuestro Sumo Sacerdote.

Como acabamos de mencionarlo, en el tiempo de Daniel el cumplimiento principal de la profecía distaba mucho en el futuro, pero Dios le dio al profeta algo para consolar su alma, y por lo menos en parte alivió la gran carga de su corazón. Esta profecía tuvo un cumplimiento parcial que Daniel alcanzó a ver. Vivió durante los días de la destrucción del Templo y la ciudad de Jerusalén, llevada a cabo por Nabucodonosor. (Dan. 1:1.) Tenía unos 18 años en ese tiempo. (Testimonies, tomo 4, pág. 570). Sabemos también que Daniel vivió hasta el tercer año de Ciro, 537 AC. (Dan. 10:1.)

De modo que Daniel vivió lo suficiente como para ver la restauración de los sacrificios de la mañana y la tarde. El corazón de Daniel se confortó con esto, aunque no pudo haber entendido las abarcantes implicaciones futuras de sus profecías.

III. LA RELACIÓN QUE HAY ENTRE DANIEL 8 Y DANIEL 9

Hemos visto también que las características de las profecías de Daniel en los capítulos dos y siete fueron bien explicadas, y que en lo principal, fueron explicadas las de Daniel 8. Solamente un símbolo no fue explicado: los 2300 días.

Sostenemos que este aspecto de la visión de Daniel 8 fue tratado en Daniel 9, y ahora consideraremos ciertos aspectos de esta cuestión.

  1. El significado de la mención del ángel Gabriel (Dan. 9:21)

La mención de Gabriel, pensamos que es una indicación de la relación que hay entre los capítulos 8 y 9. En Daniel 9:21, Gabriel, que vino para hacer comprender la visión a Daniel, era el ángel que el profeta vio al comienzo de la visión según se registra en el capítulo 8. Allí, alguien de mayor autoridad, le indica a Gabriel que haga comprender la visión a Daniel. (Dan. 8:16.) Era el mismo ángel que estaba con Daniel cuando éste se desmayó, y que lo reconfortó y le aseguró que la visión era verdadera. En el capítulo 7 no se menciona a Gabriel y no hay evidencia de que él le haya dado esa visión a Daniel.

  • El significado de la expresión “entiende la visión” (Dan. 9:23)

Gabriel había explicado previamente todo, menos la parte relativa al tiempo en la visión simbólica del capítulo 8. Ahora vuelve a venir para continuar la explicación en términos literales (Dan. 9:21, 22) y para aclarar la parte restante. El ángel utiliza estas notables palabras: “Entiende la visión”. Esta expresión proporciona la clave de la explicación, porque el término “visión” aparece diez veces en el capítulo 8. Pero hay que notar que en el texto hebreo original de Daniel 8 y 9 se emplean dos palabras hebreas diferentes, chazón y mar’eh, que no son sinónimos exactos. En la mayoría de las traducciones inglesas se ha utilizado solamente una palabra, “visión”, para expresar los dos conceptos levemente distintos de estas dos palabras, y como resultado de esto, pocas veces se ha captado la intención del pasaje original.

¿Podríamos pensar que estos términos hebreos tienen un significado? Es posible que cuando se emplea la palabra chazón, se haga referencia a las personas o incidentes particulares vistos y oídos en la visión (chazón). Por otra parte, cuando se emplea la palabra mar’eh, podría hacerse referencia a cosas particulares vistas y oídas en la chazón. Una característica vista en la visión global, chazón, fueron las “dos mil trescientas tardes y mañanas” de Daniel 8:14. Pero la escena especial a la que se hace referencia aquí es “la visión” (mar’eh) de la tarde y la mañana. (Vers. 26.)

Cuando el ángel Gabriel, “a quien había visto en la visión (chazón) al principio” (Dan. 9:21), volvió para completar su explicación de la visión (chazón), y dirigió la atención de Daniel específicamente a la visión (mar’eh). (Vers. 23.) La misma cosa, la mar’eh, que había quedado sin explicación en Daniel 8, es el tema a que hizo referencia Gabriel cuando le dijo que entendiera la mar’eh.

“No puede haber error en cuanto a la identificación de ‘la visión’. S. R. Driver, el notable crítico (The Book of Daniel, 1936, pág. 133), reconoció esto, y escribió acerca de ‘la visión al principio’ (Dan. 9:21), que se refiere a ‘viii.16’. Es evidente la relación entre los capítulos 8 y 9, y resulta claro que ambos tratan un mismo tema. Por lo tanto, lo que sigue en el capítulo 9 no es una visión nueva e independiente, sino que es la continuación de la explicación literal de la ‘visión’ simbólica del capítulo 8 (Questions on Doctrine, pág. 271).

  • El significado de la expresión “ungir al Santo de los santos” (Dan. 9:24)

La expresión “santísimo” a veces se utiliza como referencia a todo el santuario. Por supuesto que se la emplea con mayor frecuencia para indicar el lugar santísimo, la parte interior del santuario terrenal, mientras la porción más extensa era llamada “el lugar santo” (Exo. 26:33). Sin embargo hay casos cuando el término se emplea para referirse al santuario en forma global, independientemente de sus diversas divisiones.

Números 18:10, VM, se refiere al lugar donde los sacerdotes debían comer el sacrificio, y dice: “En lugar muy sagrado lo comeréis”. Pero según Levítico 6:16, esas ofrendas debían comerlas en el lugar santo. Nadie podía entrar en el lugar santísimo, a no ser el sumo sacerdote, solamente en el día de la expiación. En Ezequiel 45:23 se menciona el lugar santísimo.

El término “santísimo” se emplea exclusivamente en relación con cosas y lugares, y nunca con personas. Dean Farrar, en The Book of Daniel, 1895, pág. 278, dice: “La expresión ‘Santo de los santos’ no se emplea ni una sola vez en relación a una persona, aunque ocurre veinticuatro veces”. [Resulta interesante hacer notar aquí que en la versión hebrea de la Biblia de León Dujovne, Manasés Konstantynowski y Moisés Konstantynowsky, Ediciones S. Sigal, Buenos Aires, 1961, se rinde así la última parte de Dan. 9:24: “Y para restaurar el templo”. De modo que la expresión Santo de los santos, según el pensamiento hebreo, se refiere al santuario.]

Y como Cristo realiza su ministerio en el santuario celestial, y no en el terrenal, consideramos esto como una referencia obvia al ungimiento o consagración del santuario celestial preparatorio a la coronación de Cristo y a su entronización como sacerdote y rey, o en relación con este acontecimiento. (Heb. 8:2; 9:23, 24.)

  • El significado de la expresión “setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo” (Dan. 9:24)

[“Están determinadas”. En la Versión Reina-Valera está la palabra “determinadas” como traducción del vocablo hebreo jázak (transliterado por los autores anglosajones como chathak). Este término se emplea únicamente en este pasaje pues no aparece en ningún otro versículo del Antiguo Testamento. Por lo tanto, no es posible intentar hacer comparaciones con otros textos para comprender mejor su significado. En el hebreo posterior a los tiempos bíblicos (después del siglo V AC), se usa esta palabra como “cortar”, “recortar”, “determinar”, “decretar”. (En la Vulgata se lee abreviare, lo que corresponde con la versión griega de Teodoción —segunda mitad del siglo II DC— que emplea el vocablo griego sintémno que significa “acortar”, “abreviar”.)

 [Para comprender bien su significado es imprescindible recordar que los 2300 días quedaron sin explicación al terminar el capítulo 8. Como no vuelven a figurar en ninguna otra parte de la Biblia, la única explicación que puede haber de ellos está en el capítulo 9 de Daniel, pues el ángel Gabriel vino para explicar al profeta “la palabra” y “la visión” (9:23). “La palabra” (“la orden” en la Versión Valera Revisada) corresponde con las 70 semanas (Jer. cap. 25). “La visión” no puede referirse a Jeremías 25 pues esa profecía no es una visión sino una “palabra” u “oráculo” (Jer. 25:1). Sólo puede aplicarse a la parte que quedaba sin explicar (Dan. 8:26, 27). Siendo los 2300 días proféticos lo que faltaba entender, resulta apropiado traducir jázak como “determinadas”, en el sentido de “recortadas”. Las 70 semanas son el período más corto y están “recortadas” de un lapso mayor: los 2300 días. Esta es la forma lógica de comprender que ambas profecías tienen un mismo punto de arranque: el decreto final de restauración de Jerusalén.].

  • El significado del hecho de que Daniel no entendió la cuarta escena de la visión [mar’eh] (Dan. 8:26, 27)

El hecho de que la visión de Daniel 8 termine sin explicación para el cuarto símbolo —las 2300 tardes y mañanas—, sino con una promesa encerrada en la expresión “muchos días”, indica que Dios tenía el propósito de revelar esta cuestión a su siervo Daniel. Como hay puntos que vinculan el capítulo nueve con el ocho, parece razonable concluir que cuando Gabriel acudió junto a Daniel retomó el hilo de la profecía de Daniel 8. Entonces Gabriel le dijo a Daniel que había venido para darle entendimiento, y que ahora comprendería la visión [mar’eh].

  • El significado de que muchos expositores bíblicos han reconocido esta vinculación.

Para mayores datos referimos al lector a la obra The Prophetic Faith of Our Fathers, de L. E. Froom. Daremos una sola declaración relevante: “Esta profecía cronológica... [Dan. 9] fue dada evidentemente para explicar la anterior [cap. 8], especialmente en su parte cronológica de los 2300 días” (William Hales, A New Analysis of Chronology, 1833, tomo 2, pág. 517).

También hay que analizar cuidadosamente los siguientes párrafos de los escritos de Elena G. de White:

“[Daniel] con fervor solicitó que se le permitiera conocer el significado de la visión. No podía comprender la relación que pudiera haber entre los setenta años de cautiverio, predichos por Jeremías, y los dos mil trescientos años que, según oyó en visión, el visitante celestial anunciaba como habiendo de transcurrir antes de la purificación del santuario. El ángel Gabriel le dio una interpretación parcial; pero cuando el profeta oyó las palabras: ‘La visión. . . es para muchos días’, se desmayó. Anota al respecto: ‘Yo Daniel fui quebrantado, y estuve enfermo algunos días: y cuando convalecí, hice el negocio del rey; mas estaba espantado acerca de la visión, y no había quien la entendiese” (Profetas y Reyes, pág. 406).

“Y sin embargo Dios había mandado a su mensajero: ‘Haz que éste entienda la visión’. Esa orden debía ser ejecutada. En obedecimiento a ella, el ángel, poco tiempo después, volvió hacia Daniel, diciendo: ‘Ahora he salido para hacerte sabio de entendimiento’; ‘entiende pues la palabra, y alcanza inteligencia de la visión’. Había un punto importante en la visión del capítulo octavo, que no había sido explicado, a saber, el que se refería al tiempo: el período de los 2300 días; por consiguiente, el ángel, reanudando su explicación, se espacia en la cuestión del tiempo….

“El ángel había sido enviado a Daniel con el objeto expreso de que le explicara el punto que no había logrado comprender en la visión del capítulo octavo, el dato relativo al tiempo: ‘Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario’” (El Conflicto de los Siglos, pág. 372).

Creemos que estas consideraciones que hemos hecho nos proporcionan razones lógicas y valederas para apoyar nuestra creencia, no sólo en lo que atañe al aspecto del juicio anterior al advenimiento, sino también en lo que se refiere al momento cuando comenzó esta fase del juicio, a saber, en 1844, al final del período profético de los 2300 días.

Para los datos históricos acerca de la exactitud de la fecha del comienzo de los 2300 días, esto es 457 AC, véase The Chronology of Ezra 7, por Siegfried Horn y L. H. Wood.