“Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte.’ (1 Cor. 12:27.) A pesar de que sintáis que sois los menores entre todos los santos, sois miembros del cuerpo de Cristo y por medio de él seréis identificados con todos sus agentes humanos y con la excelencia y el poder de las inteligencias celestiales. Ninguno de nosotros vive para sí mismo. A cada uno se le ha asignado un puesto de deber, no para su propio interés estrecho y egoísta, sino para que la influencia de cada uno pueda ser fortaleza para todos.” —“Testimonies” tomo 7, pág. 296.

 “Nosotros… estamos completos sólo en Cristo Jesús, quien levantará a su pueblo del bajo nivel a que lo ha degradado el pecado y lo pondrá donde será reconocido por todos los seres celestiales como colaboradores de Dios.

 “Cristo dio a la iglesia un encargo sagrado. Cada miembro debe ser un medio por el cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. No hay nada que el Salvador desee tanto como tener agentes que quieran representar al mundo su espíritu y su carácter. No hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del amor del Salvador por medio de seres humanos. Todo el cielo está esperando a los hombres y a las mujeres por medio de los cuales pueda Dios revelar el poder del cristianismo.

 “La iglesia es la agencia de Dios para la proclamación de la verdad, facultada por él para hacer una obra especial; y si le es leal, y obediente a todos sus mandamientos, habitará en ella la excelencia de la gracia divina. Si manifiesta verdadera fidelidad, si honra al Señor Dios de Israel, no habrá poder capaz de mantenerse contra ella.”—“Los Hechos de los Apóstoles” pág. 431.

 “Debilitada y defectuosa, constantemente necesitada de amonestación y consejo, la iglesia es, no obstante, el supremo objeto de la consideración de Cristo.”—“Testimonies” tomo 7, pág. 16.

La obra de la iglesia y sus miembros

“‘Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso.’ Jesús dice: ‘He aquí, vengo presto.’ Debemos tener siempre presentes estas palabras, y obrar como quienes creen de veras que la venida del Señor se acerca, y que somos peregrinos y advenedizos en la tierra. Las energías vitales de la iglesia de Dios deben ser puestas en activo ejercicio para el gran objeto de la renovación propia; cada miembro debe ser agente activo de Dios.” —“Testimonios Selectos” tomo 4, pág. 64.

 “Su iglesia en la tierra debe asumir proporciones divinas delante del mundo, como un templo construido con piedras vivas, cada una de las cuales refleja luz. Debe ser la luz del mundo, como una ciudad asentada sobre un monte, que no se puede esconder. Está edificada con piedras que están una junto a la otra, cada una de las cuales se amolda a su vecina, constituyendo un edificio firme y sólido. No todas las piedras son de la misma forma y configuración. Algunas son grandes, otras pequeñas; pero cada una tiene su propio lugar que llenar. Y el valor de cada piedra está determinado por la luz que refleja. Este es el plan de Dios. El desea que todos sus obreros llenen sus lugares señalados en la obra para este tiempo.”—“Testimonies” tomo 8, págs. 173, 174.

 “La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo. Desde el principio ha sido el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia. Los miembros de la iglesia, los que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de revelar su gloria. La iglesia es la depositarla de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante la iglesia se manifestará con el tiempo, aun a ‘los principados y potestades en los cielos,’ el despliegue final y pleno del amor de Dios.”—“Los Hechos de los Apóstoles,” pág. 9.

  “Deberíamos aprovechar toda oportunidad de ponernos en el canal de la bendición. Cristo dijo: Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos.’ Las convocaciones de la iglesia, como los congresos y las concentraciones, y todas las ocasiones en que se puede trabajar por las almas, son las oportunidades señaladas por Dios para dar la lluvia temprana y tardía.”—“Testimonies to Ministers,” pág. 508.

 “Debemos buscar su favor con todo el corazón, y los raudales de su gracia vendrán sobre nosotros.”—Ibid.

 “Por lo tanto, no dejemos nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre; por el contrario, exhortémonos mutuamente, y tanto más cuando vemos que el día se acerca.” —“Testimonies” tomo 7, pág. 190.

 “No debiéramos creer que la obra del Evangelio depende principalmente del ministro. A cada hombre ha dado Dios una obra que hacer en relación con su reino. Todos los que profesan el nombre de Cristo deben ser obreros fervientes y desinteresados, listos para defender los principios de la justicia. Cada uno debiera tomar parte activa en el progreso de la causa de Dios. Cualquiera sea el llamamiento, tenemos como cristianos una obra que hacer a fin de que el mundo conozca a Cristo. Debemos ser misioneros que tienen como principal propósito la ganancia de almas para Cristo. Dios ha comisionado a sus iglesias la obra de difundir la luz y llevar el mensaje de su amor. Nuestra obra no consiste en condenar, ni denunciar, sino en atraer mediante Cristo, y lograr que los hombres se reconcilien con Dios. Debemos animar a las almas, atraerlas y de esta manera ganarlas para el Salvador.” —Id., tomo 6, pág. 427.

 “Dios bendice la obra de las manos de los hombres, para que puedan devolverle su porción. Les da los rayos del sol y la lluvia; permite que la vegetación produzca. Da salud y capacidad para adquirir medios. Cada bendición procede de su mano generosa, y desea que los hombres y las mujeres manifiesten su gratitud devolviéndole una porción en diezmos y ofrendas, en ofrendas de gratitud, en ofrendas monetarias, en ofrendas por la culpa. Han de dedicar sus medios a su servicio, para que su viña no permanezca como un desierto estéril. Han de estudiar lo que el Señor haría si estuviera en su lugar. Han de llevarle en oración sus dificultades. Han de revelar un interés abnegado en la edificación de su obra en todas partes del mundo.”—“Prophets and Kings,” págs. 707, 708.

La transferencia de miembros

 “Cuando un miembro de la iglesia se muda de una localidad a otra con Ja intención de permanecer allí más de seis meses, después de haberse establecido debe solicitar inmediatamente la carta de traslado para una iglesia cercana a su nuevo lugar de residencia o, en caso de estar aislado, el plan habitual es solicitar unirse a la iglesia de la asociación. Tal carta de traslado es válida por tres meses desde la fecha de su emisión, y a menos que la persona sea aceptada dentro de ese tiempo, la misma carece de validez. En los casos en que los miembros se trasladan de un continente a otro, el período de validez de una carta de traslado debe ser de seis meses.”—“Manual de la Iglesia” pág. 63.

(Se recomienda a los alumnos de nuestros colegios que pidan su carta de traslado, de la iglesia a la cual pertenecen a la del colegio al cual asisten, y que inmediatamente después de dejar la institución hagan de nuevo la transferencia correspondiente.)

El método para conceder cartas de traslado

 “El pedido de una carta de traslado debe hacerse al secretario de la iglesia con la cual el miembro desea unirse. El secretario entonces envía el pedido al secretario de la iglesia de la cual procede el miembro que desea ser transferido. Al recibirla, el secretario presenta el pedido al pastor, si hay un ministro ordenado, o al anciano de la iglesia, y éste presenta oportunamente el pedido a la junta de la iglesia. Después de la debida consideración, la junta hace una recomendación favorable o no a la iglesia, concerniente a ese pedido. … El pastor o anciano presenta entonces la recomendación a la iglesia, anunciando que se trata de la primera lectura. La votación se posterga una semana, al fin de la cual el pedido se presenta de nuevo para que la iglesia vote sobre el mismo. El propósito de diferir una resolución por parte de la iglesia es dar a cualquier miembro la oportunidad de objetar el otorgamiento de la carta de traslado, si conoce cualquier razón válida que lo aconseje.”—Id., págs. 63, 64.

Los miembros deben mantenerse en contacto con la iglesia

(Informe al secretario de la iglesia acerca de su última dirección. Si está lejos, arbitre medios para que la iglesia sepa algo de Vd. a lo menos una vez cada tres meses.)

 “Es una negligencia grave de parte de un miembro de iglesia considerar su obligación como miembro de ella tan livianamente que en forma deliberada se ausente de la iglesia durante períodos indefinidos y nunca se comunique con la iglesia sobre su fe y esperanza. Si, debido a la edad, a enfermedad u otra causa inevitable, un miembro encuentra que le es imposible asistir regularmente al culto divino, debe considerar que es su deber mantenerse en estrecho contacto con los directores de la iglesia por carta u otros medios. Los directores de la iglesia deberían visitar fielmente a todos los ausentes, y a toda persona que tenga posibilidades de hacerlo debería animársela a reiniciar la asistencia a la iglesia. . .. Cuando un miembro se muda de la vecindad de su iglesia, tiene el deber de informar al anciano de la iglesia o al secretario sobre su nuevo domicilio y dirección. Debe reconocer también su responsabilidad de mantenerse en contacto regular con la iglesia y enviar sus diezmos y ofrendas. Es deseable que ese informe sea enviado por lo menos una vez cada trimestre. Sin embargo, si tal miembro no deja ningún domicilio, y si no hace ningún esfuerzo por venir a su iglesia o enviar un informe, y se halla que es imposible localizarlo, entonces, después de una ausencia de dos años, puede ser borrado de la lista de miembros de la iglesia por un voto de la misma, con tal que los directores puedan certificar que se han esforzado fielmente por localizarlo, sin éxito.”—Id., págs. 254, 255.