Es en el fuego de las exigencias ministeriales donde conocemos nuestras fuerzas. Pero eso no debe llevarnos a la desesperación, sino que es una oportunidad para el perfeccionamiento.

Por definición, resiliencia es un concepto proveniente del campo de la Física, que se refiere a la propiedad de la que son dotados algunos materiales, por la cual poseen la capacidad de volver a su forma original cuando son exigidos y sometidos a tensión, sin que haya ruptura. Algunos ejemplos de esto son: el elástico, la vara de salto en altura, los resortes, entre otros que podríamos mencionar.

 Las altas demandas de la vida moderna hacen que esa propiedad de la Física también se aplique a nosotros. El concepto de resiliencia ha sido utilizado más recientemente en las siguientes áreas: Psicología, para enfatizar y promover las fuerzas y las capacidades de superación frente a las adversidades; Recursos humanos, donde también se utiliza el concepto en la selección del personal; Mundo de los negocios, para caracterizar a las personas capaces de retomar el equilibrio después de sufrir grandes presiones.

 Así, ser resiliente es poseer la capacidad de vivir positivamente a pesar de las adversidades, superando incluso hasta un ambiente destructivo. Helen Keller y Ben Carson son ejemplos de esto. Ella quedó ciega y sorda aproximadamente a los dos años de edad. Tenía todos los motivos para desear no vivir más. Sin embargo, superando las propias limitaciones, aprendió un lenguaje para comunicarse, consiguió el título de Bachiller en Artes, y se transformó en una prestigiosa escritora, conferenciante y activista política en los Estados Unidos. Ben Carson, por su parte, creció en una familia desestructurada, en uno de los lugares más degradados de la ciudad de Detroit. Su vida podría haber sido un fracaso; sin embargo, se transformó en uno de los más famosos neurocirujanos del mundo.

 ¿Cómo podemos desarrollar la resiliencia? Dice el profeta: “Por eso endurecí mi rostro como el pedernal, y sé que no seré avergonzado” (Isa. 50:7). El pedernal es un fragmento de una roca, de diámetro variable, transportado por el agua, que le va redondeando las aristas. Adquiere, de esa manera, ¡una resiliencia fantástica! “Los individuos resilientes desarrollan habilidades de enfrentamiento que les permiten tener éxito en la vida. Ellos tienen una autoimagen fuerte, una sólida creencia en Dios y una actitud positiva para con el mundo que los rodea. Impulsados por un sentimiento decidido de propósito para la vida, ellos ven los obstáculos como desafíos que pueden superar” (Mark Finley y Peter Landless, Viva con esperanza, p. 83).

 El ministerio pastoral tiene sus alegrías, adversidades y pruebas. ¿Quién nunca fue dejado fuera de combate o enfrentó un problema realmente serio? Sin embargo, el pastor conoce su fragilidad y comprende que esta no implica desesperación o resentimiento, sino que es una oportunidad para el perfeccionamiento. Es en el fuego de las exigencias ministeriales donde conocemos nuestras fuerzas. Es en esas horas cuando somos “estirados” como un elástico, o “presionados” como si fuéramos un resorte.

 José, Job, Daniel, el apóstol Pablo y el propio Jesús demostraron esa capacidad frente a las pruebas. Ellos creyeron que sería posible, por el poder divino, crecer en las adversidades. Me toca profundamente la experiencia del apóstol Pablo en su primer viaje misionero (Hech. 13, 14).

 Después de predicar poderosamente en Antioquía y ser expulsado, realizó milagros y prodigios en Iconio, de donde huyó, amenazado con ser apedreado. Pero continuó hacia Listra. Allí, el apóstol Pablo curó a un paralítico; despertando –una vez más– la ira de algunos judíos. Entonces, uniéndose ellos con los que llegaron de Antioquía y de Iconio, lo apedrearon; fue dejado como muerto fuera de la ciudad. Sin embargo, sustentado en su resiliencia por el poder divino, retomó su itinerario y evangelizó Derbe, la última ciudad. Después, increíblemente, regresó pasando por Listra, Iconio y Antioquía, ¡fortaleciendo la fe de los hermanos!

 Iniciamos un nuevo año. Frente a nosotros está la oportunidad de realizar un gran ministerio. Este es dinámico; trae alegrías, pero también traerá realidades crueles. Sin embargo, cuando seamos presionados y “estirados” por las circunstancias, seamos resilientes. Recuerda: “El río alcanza sus objetivos porque aprendió a contornar los obstáculos”.

Sobre el autor: Editor asociado de Ministerio, edición de la CPB.