Las evidencias arqueológicas indican la veracidad de Génesis 1 al 11

Los capítulos 1 al 11 de Génesis están entre los capítulos más controvertidos de la Biblia. Muchos científicos argumentan que todo lo que hay en el Universo, incluyendo el planeta Tierra y la vida que hay en él, surgió por medios naturales, sin ninguna intervención divina. Sin embargo, los primeros 11 capítulos de la Biblia afirman que Dios, por el poder de su Palabra hablada, creó todo: el Sol, la Luna, las estrellas, nuestro planeta y toda la vida que hay en él.

El principal desafío a la alegación de Génesis se da como resultado del estudio científico de la naturaleza, llamada por los cristianos “el segundo libro de Dios”. Al estudiar geología y paleontología, los científicos modernos observaron fenómenos en las capas de la Tierra que, a su juicio, exigen millones de años para formarse. Además, notaron una secuencia de fósiles en la columna geológica que, para ellos, sugiere un proceso de evolución desde formas de vida simples hacia formas más complejas y modernas. Finalmente, al estudiar ciertos elementos radiactivos en los estratos geológicos, los científicos vieron que las rocas más bajas parecen ser muy antiguas, con algunas centenas de millones de años, y que las de las capas superiores aparentemente demuestran menos edad.

Basados en estas observaciones (las capas de la corteza terrestre, la secuencia de los fósiles y la datación radiométrica), los científicos llegaron a la conclusión de que llevó millones de años para que se forme la Tierra. Esta conclusión ampliamente aceptada contradice el entendimiento común del relato bíblico de los orígenes: Dios creó la vida en el mundo por el poder de su Palabra en seis días literales, unos miles de años atrás.

Influencia de la ciencia moderna

Los descubrimientos de la ciencia en geología y paleontología, así como la filosofía naturalista, han influido fuertemente en muchos estudiosos de la Biblia desde el siglo XIX. Llegaron a la conclusión de que la Biblia también debería ser vista a través de una lente naturalista. Así, al desconsiderar la propia descripción de las Escrituras acerca del proceso de revelación-inspiración, no estudian la Biblia como un libro de origen divino, sino que la consideraron una obra puramente humana. En consecuencia, las Escrituras no son vistas como confiables, dado que los seres humanos son susceptibles a errores.

De este modo, para estos estudiosos, el hecho de que la Biblia haya sido compuesta en la antigüedad, antes de la llegada de la ciencia moderna, hace aún más probable que sea errónea la descripción bíblica de los orígenes. Como reflejo de esta visión, los académicos histórico-críticos propusieron un proceso alternativo por el cual la Biblia llegó a la existencia. Este proceso niega el origen sobrenatural de las Escrituras, al considerar que el texto es el resultado de una composición común.

En el caso de Génesis, los estudiosos sugieren que el libro no fue escrito antes del año 1450 a.C., por Moisés, un autor inspirado por Dios. En su lugar, Génesis habría sido escrito y editado por varios autores no identificados (muchas veces referidos como J, E y P) y “redactores”, durante el período entre 1100 y 450 a.C. Los investigadores histórico-críticos ofrecen varias líneas de evidencias para sus reconstrucciones de Génesis. Ellos apuntan a ocurrencias en el texto, como repeticiones del mismo evento con terminologías o hechos diferentes, aparentes contradicciones y anacronismos, en el intento de demostrar la manera compleja y diacrónica en la que el libro fue compuesto. La identificación de estos supuestos problemas los llevó a sugerir, por ejemplo, que Génesis 1 y 2 presentan relatos contradictorios de la Creación, escritos en momentos diferentes y con propósitos distintos.

El rechazo de las manifestaciones sobrenaturales también llevó a esos críticos a desafiar cualquier alegación de milagro en las Escrituras, como la idea de que Dios podría crear la Tierra y las diferentes formas de vida por medio de su Palabra, en un período de tan solo seis días. Ellos prefieren aceptar las conclusiones defendidas por la ciencia contemporánea, de que todas las cosas en el planeta surgieron por medio de procesos evolutivos naturales que duraron millones de años. Además, rechazan la idea de que toda la superficie de la Tierra, como la conocemos, fue destruida por una inundación iniciada por Dios. Para ellos, no hubo ninguna inundación global. Y si hubo alguna inundación, fue solo local.

Los autores histórico-críticos argumentan que el relato de la Creación en Génesis está repleto de “ideas ingenuas” que, según ellos, no pueden ser históricamente verdaderas o científicamente razonables. Por ejemplo, ellos afirman que los hebreos poseían una cosmología simplona. Reuniendo diferentes textos bíblicos, y haciendo algunas suposiciones acerca de lo que pensaban los pueblos vecinos de Medio Oriente, estos investigadores formularon lo que ellos piensan que los hebreos habrían creído sobre la naturaleza del Universo. En esa formulación, los hebreos verían los cielos como un tazón de metal hueco, invertido, sobre una Tierra plana, con el Sol, la Luna y las estrellas fijados en un punto por debajo de la cúpula, donde los humanos podían verlos por la noche. La cúpula también fue pensada para tener compuertas, lo que permitiría el flujo ocasional de agua (lluvia) de las aguas que estarían arriba de los cielos. Los críticos suponen que los antiguos hebreos creían en grandes mares subterráneos y en un infierno literal.

Impacto sobre el pensamiento cristiano

Los conceptos científicos modernos también causaron un impacto significativo en ciertas escuelas teológicas de interpretación de Génesis. El dilema para estos investigadores es mantener una visión elevada de las Escrituras (contra el pensamiento histórico-crítico), mientras reconocen las conclusiones de la ciencia. El abordaje adoptado fue “desliteralizar” los primeros capítulos de Génesis. Para ellos, los días de la Creación no son literales, y el Diluvio fue solo local, si es que ocurrió. Eso les permite evitar que se coloque la veracidad de la Biblia en contra del entendimiento científico.

Este abordaje interpretativo teológico no literal del Génesis ha sido duramente criticado por los investigadores histórico-críticos. Por ejemplo, James Barr (que rechazaba la literalidad del relato bíblico de la Creación, pero creía que el escritor del Génesis lo aceptaba) escribió: “Hasta donde sé, no hay profesor de hebreo o de Antiguo Testamento en ninguna universidad de renombre mundial que no crea que el/los escritor/es de Génesis 1 al 11 pretendan transmitir a sus lectores las siguientes ideas: (1) la Creación ocurrió en una serie de 6 días de 24 horas como los que ahora experimentamos; (2) las personas presentadas en las genealogías de Génesis proveyeron, por simple incremento, una cronología desde el inicio del mundo hasta las últimas etapas de la historia bíblica; y (3) el diluvio de Noé fue mundial y extinguió toda la vida humana y animal, excepto la vida de quienes estaban en el arca”.[1] Los comentarios de Barr muestran que, en su opinión, el intento teológico de desliteralizar el relato de la Creación de Génesis no es aceptable.

Respondiendo a las críticas

Los argumentos presentados por los estudiosos histórico-críticos para defender un origen alternativo y no inspirado de Génesis fueron extensamente refutados por eruditos bíblicos que rechazan el método histórico-crítico. Por ejemplo, un análisis cuidadoso de la palabra “día” (yom) en el relato de la Creación muestra que no representa un período de tiempo indefinido, sino un día literal de 24 horas.[2] Así, la Biblia afirma que Dios creó el mundo en seis días y descansó el séptimo.

Del mismo modo, un análisis de la palabra hebrea para “diluvio” (mabbul) demuestra que el término es exclusivo para designar una inundación global que llevó a la destrucción literal del mundo entero, una reversión de los actos divinos de la semana de la Creación.[3] En cuanto a la idea de que los hebreos tenían una visión simplona del cosmos, estudios recientes de la palabra hebrea para “firmamento” (raqia) muestran que esta no significa un tazón de metal invertido.[4] De hecho, una revisión histórica del pensamiento histórico-crítico muestra que fueron los investigadores del siglo XIX quienes crearon el concepto según el cual los pueblos antiguos (hebreos y otros) concebían una Tierra plana con un cielo en forma de cúpula metálica.[5]

Otros desafíos relativos a la unidad y la antigüedad del relato de la Creación/Diluvio también fueron refutados. Por ejemplo, la presencia de repeticiones del mismo evento con terminologías o hechos diferentes (dos nombres diferentes para Dios [Elohim y Yahweh][6] y el relato de la historia de la Creación en Génesis 1 y 2) demostró ser una técnica narrativa común en la literatura del Antiguo Medio Oriente; por lo tanto, no refleja, necesariamente, la existencia de más de un autor.[7]

Aparentes contradicciones, tales como si las plantas fueron creadas en el cuarto día de la semana de la Creación (Gén. 1) o no fueron incorporadas hasta que la semana de la Creación hubiese terminado (Gén. 2), fueron convincentemente explicadas. En el ejemplo mencionado, las palabras hebreas para “plantas” en Génesis 1 son diferentes de aquellas utilizadas en el capítulo 2.[8] Las plantas creadas en el cuarto día, capítulo 1, son los árboles de fruto, adecuados para la alimentación. En contraste, las plantas que se encuentran en Génesis 2 incluyen espinos y cardos, o ciertas plantas parecidas a las gramíneas, que requieren trabajo considerable para su cosecha. El contexto de Génesis 2 muestra claramente que ese segundo grupo surgió como resultado del pecado.

Finalmente, la aparición de los llamados anacronismos en Génesis. Fue demostrado en muchas oportunidades que, por ejemplo, la mención de tiendas y camellos en el segundo milenio antes de Cristo no es un anacronismo, de ningún modo. El renombrado egiptólogo Kenneth Kitchen demostró que las tiendas eran comunes en el Antiguo Medio Oriente del segundo milenio, exactamente como lo describe la Biblia.[9] Del mismo modo, la presencia de camellos antes de la época de David también fue bien documentada en los últimos tiempos.[10] Tuve el privilegio de contribuir a esa conclusión, al descubrir un antiguo petroglifo (grabado en piedra) de un hombre tirando de un camello con una cuerda en el contexto de la edad de bronce (previo al año 1400 a.C.), al norte del lugar tradicional del Monte Sinaí (Wadi Nasib).

Una serie de características literarias de Génesis, como la estructura de Génesis 1 al 11, son más típicas del segundo milenio que del primero, sugiriendo que gran parte del libro refleja los tiempos antiguos. Por ejemplo, existen varias “historias primitivas” del segundo milenio, como la “Epopeya de Atrahasis” de los acadios y el Génesis de “Eridu”, de los sumerios, que tienen una serie de similitudes con Génesis 1 al 11. Entre ellas, se destaca la organización en partes. Los tres relatos contienen tres secciones: una historia de la Creación, el surgimiento de un problema y un juicio por inundación.

Aunque las antiguas culturas mesopotámicas hayan producido historias de inundación (como la Epopeya de Gilgamesh) y Creación (como Enuma Elish) posteriores, esas versiones ya no eran historias primitivas “completas”, con los tres elementos: Creación, problema e inundación.[11] El hecho de que estos se encuentran en Génesis indica que el libro fue escrito en el mismo período que los textos mesopotámicos similares. Esto concuerda con la noción bíblica de que Moisés escribió Génesis algún tiempo antes de 1400 a.C. Naturalmente, el relato de las Escrituras difiere significativamente de los textos mesopotámicos. De hecho, varios eruditos notaron que el autor de Génesis estaba desafiando deliberadamente las versiones similares al ser “polémico”.[12] Es decir, Moisés estaba en desacuerdo con la versión mesopotámica de la Creación, alegando presentar la versión correcta de cómo las cosas comenzaron a existir.

Observe que varias características literarias de Génesis 1 al 11 sugieren que el autor pretendía proveer una narración literal de la época primordial de la historia de la Tierra, y no solo una declaración teológica o una representación no literal de la Creación, como un poema, una parábola, una saga, un mito u otras formas literarias.

En primer lugar, la unidad narrativa de Génesis 1 al 11 continúa en el resto de Génesis y, de hecho, alcanza al libro de Éxodo. Juntos, ellos cuentan una historia continua de la Creación, que pasa por la jornada de Abraham, Isaac, Jacob y José, llega a la mudanza a Egipto y finaliza en el Éxodo. En realidad, muchos eruditos identificaron la historia de la Creación de Génesis 1 al 11 como un prólogo al resto del Pentateuco.

En segundo lugar, existe una construcción gramatical hebrea, el vav consecutivo, que es típicamente utilizado para narraciones históricas (como se encuentran en los libros de Crónicas y Reyes). El vav consecutivo también se encuentra en el relato de la Creación, lo que sugiere intencionalidad y propósito histórico para la narración.

Una tercera característica literaria apunta claramente al “impulso histórico” de estos capítulos: el surgimiento de las fórmulas toledoth, generalmente traducidas como “estas son las generaciones de…” Finalmente, muchos elementos en las historias primitivas paralelas del Antiguo Medio Oriente pueden ser mostrados como históricos.[13]

Conclusión

Consideradas en conjunto, las evidencias sugieren que es razonable concluir que (1) Génesis es de hecho una obra literaria primitiva, producto del segundo milenio antes de Cristo; (2) el texto fue compuesto como un relato unificado, aunque pueda haber tenido algún trabajo editorial menor en un momento posterior; y (3) el texto fue escrito para ser entendido como un relato auténtico de los orígenes de la Tierra, y enseña que el mundo fue creado en seis días literales y después fue destruido por un diluvio global.

Sobre el autor: director del Instituto de Arqueología de la Universidad Andrews.


Referencias

[1] James Barr, en carta para David C. C. Watson, 23/4/1984.

[2] Gerhard F. Hasel, “The ‘days’ of Creation in Genesis 1: Literal ‘days’ or figurative ‘periods/epochs’ of time?”, <https://tinyurl.com/y23pmnz4>, consultado el 18/2/2019.

[3] Kenneth A. Mathews, The New American Commentary: Genesis 1–11:26 (Nashville, TN: Broadman and Holman, 1996), pp. 365, 366.

[4] Robert C. Newman, The Biblical Firmament: Vault or vapor? (Hatfield, PA: Interdisciplinary Biblical Research Institute, 2000), p. 150.

[5] Jeffrey Burton Russell, Inventing the Flat Earth (Westport, CT: Praeger, 1991).

[6] Kenneth A. Kitchen, Ancient Orient and Old Testament (Downers Grove, IL: InterVarsity

Press, 1966), pp. 121-123.

[7] Isaac M. Kikawada, “The double Creation of mankind in Enki and Ninmah, Atrahasis I1–351, and Genesis 1–2”, Iraq 45 (1983), pp. 43-45; Duane Garrett, Rethinking Genesis: The sources and authorship of the first book of the Pentateuch (Grand Rapids, MI: Baker, 1991), pp. 21-25.

[8] Umberto Cassuto, A Commentary on the Book of Genesis (Jerusalén: Magnes Press, 1964), especialmente la discusión sobre las plantas de Génesis 1 y 2.

[9] Kenneth A. Kitchen, The Bible in Its World: The Bible and archaeology today (Downers Grove, IL: Intervarsity Press, 1977), pp. 58, 59; James Hoffmeier, “Tents in Egypt and the Ancient Near East”, Journal of the Society for the Study of Egyptian Antiquities 7, 3 (1977), pp. 13-28.

[10] Kenneth A. Kitchen, On the Reliability of the Old Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2003), pp. 338, 339.

[11] Kitchen, The Bible in Its World, pp. 31-36; On the Reliability of the Old Testament, pp. 422-427 para una discusión más amplia.

[12] Gerhard F. Hasel, “The polemic nature of the Genesis cosmology”, Evangelical Quarterly 46 (1974), pp. 81-102.

[13] Para una discusión sobre la historicidad de las narraciones de Génesis, ver Raymond B. Dillard y Tremper Longman III, An Introduction to the Old Testament (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1994), pp. 49, 50; y Kitchen, On the Reliability of the Old Testament, pp. 422-427, quienes discuten los aspectos históricos de los primeros relatos de Génesis en sus antiguos contextos literarios del Oriente Medio. Sin embargo, debe notarse que Longman y Kitchen no aceptan el relato literal de la Creación de Génesis 1 al 11.