Los cambios forman parte de la vida, incluyendo la vida de un pastor. Todos los pastores experimentan cambios personales. Transitamos desde un período de entrenamiento hasta asumir una tarea designada; entonces, con el transcurrir del tiempo, pasamos de una tarea a otra. También somos testigos de los cambios experimentados por los miembros de nuestra iglesia. Algunas transiciones son dolorosas y otras son más felices. Sin embargo, independientemente de cómo sean, los cambios ocurren.
En este artículo, deseo compartir mi experiencia inicial en una transición en la que decidí participar. A mediados de septiembre pasado, tomé la decisión de jubilarme como editor de Ministry. Evidentemente, también me estoy jubilando como secretario ministerial asociado de la Asociación General de la Iglesia Adventista. Tomé esa decisión después de orar mucho, y de escuchar opiniones de familiares y amigos. Esperé con gran expectación el momento de la jubilación, pero no por considerarla un tiempo para reposar y hacer nada. Realmente deseo disfrutar este período de mi vida, porque podré concentrarme en ciertos proyectos personales y ministeriales que, hace un tiempo, forman parte de mi lista de cosas por hacer. La jubilación me dará la oportunidad de reorientar el rumbo y continuar respondiendo al llamado de Dios en mi vida.
Mi ministerio continuará, aunque será diferente. Mi rol no será el mismo y, en este punto de inflexión, he cedido a la tentación de reflexionar. Sé que no siempre es fácil extraer lecciones en momentos como estos. Finalmente, ¿cómo podría expresar en pocas palabras ciertas reflexiones sobre un ministerio de cuarenta años? Por eso, me limitaré a unas pocas observaciones:
El ministerio es el ministerio. Trabajé como pastor, director de un departamento, administrador y, desde 2005, como editor De todas las tareas, ¿cuál es la que más aprecié? Todas por igual. Cada una produce alegrías y tristezas. Realmente, no puedo establecer una función que haya sido más satisfactoria que otra. ¿Cuál fue mi rol más importante? Al menos en el ámbito adventista, esa pregunta recibe la siguiente respuesta: “El trabajo pastoral”. Siendo realistas, no deberíamos tratar al pastorado como la función más importante, porque es necesario reconocer las cualidades esenciales de todas las actividades ministeriales. No existe una actividad más importante que la otra. No seremos recordados por los cargos que tuvimos, sino por nuestra fidelidad al llamado que Dios nos hizo.
La tentación de los rótulos. Rotular a las personas es una práctica habitual en este mundo, lo que confunde el diálogo. Esto también ocurre en el ministerio. Probablemente ya escuchó (y espero que no haya utilizado) rótulos como “liberal”, “conservador”’, “posmoderno”, “innovador”, “pasado de moda”. A veces, también somos tentados a rotularnos, a fin de ser más convincentes al juzgar y rotular a otros.
Los críticos de Jesús lo rotularon de varias maneras. Pero, en lugar de rotulamos a ti o a mí, hay ciertos interrogantes que uno debe hacerse: ¿Soy fiel al llamado que Dios me hizo? ¿Soy fiel a su palabra? ¿Vivo de manera ética? ¿Qué otras preguntas te harías?
Colaboradores fieles. Como pastores, a veces tenemos que tratar con personas muy difíciles, incluso “tóxicas”. Aun así, en medio de esos desafíos, puedo recordar varios buenos y fieles colaboradores que han participado en mi ministerio. Pienso en muchos líderes de iglesias en las que fui pastor: Dios ha bendecido a su iglesia con muchos líderes de calidad. Pienso en los muchos colegas que, al apoyar mi ministerio, lo tornaron más alegre. No puedo olvidar aquellos con los cuales, juntos, hicimos la revista Ministry, durante los últimos cinco años. Agradecido y feliz, alabo a Dios por ellos.
Dios está en el control. Muchas investigaciones muestran que el cristianismo está enfrentando dificultades. Algunas de esas investigaciones necesitan ser tomadas en serio, pero hay un informe que es superior a todas ellas: la Palabra de Dios. Esa Palabra nos dice que Dios formó a la iglesia y la seguirá guiando, hasta la prometida segunda venida de Jesucristo. ¡Esto revive mi esperanza!
Estas son mis reflexiones y expresiones de gratitud en este texto de despedida. Tengo un agradecimiento más: a mi esposa, Rut, verdadera compañera en el ministerio; a los hijos nacidos en nuestro hogar y a los que se unieron a ellos. Todos me apoyaron con entusiasmo en mi ministerio. Me jubilo como un hombre rico!
Sobre el autor: Pastor jubilado, ex director de Ministry.